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Malentendido por Hisue

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Notas del capitulo:

KHR! No me pertenece!! O no sería apto para todo público.

Malentendido

 

Cómo llegaron a esta situación, Hibari no lo sabe y no quiere saber. Lo que sabe es que el bronco respira justo sobre sus labios, se acomoda, se le escapa un “ahh” cuando intenta moverse y resbala (Kyoya no sabe cómo jodidos se las ingenia para resbalar estando acostado sobre él, pero lo hace), cayendo de lleno sobre su cuerpo, quitándole el aire.

 

-Bronco- amenaza, cuando puede respirar nuevamente- Si no me dejas ir en tres segundos, te enviaré a Italia en…

 

La frase se le quedó perdida cuando Cavallone intentó acomodar un brazo y se lo clavó en el estómago. Podía sentir cada una de las partes del cuerpo del bronco y cuando decía cada una, se refería a CADA UNA, en especial una que parecía… crecer…

 

-Lo siento, Kyoya- Dino dejó escapar el aire sobre los labios de Kyoya que desvió el rostro, enfurecido- Pero no puedo, en serio. Intenta algo tú.

 

-¿Yo?- a Kyoya le faltó poco para gritar, misma chica aterrorizada. Pero es que la situación no daba para más- Es tu culpa, tú hazte cargo.

 

Por la mirada de Dino supo que este había entendido completamente mal el contexto de la frase. Aunque no era para menos, toda la situación estaba fuera de contexto.

 

-Bronco- siseó.

 

-¡No puedo!- joder, lo que le faltaba, el lado herbívoro de Cavallone- ¡No puedo salir, Kyoya!

 

Kyoya sintió que las venas de su frente iban a reventar.

 

-Intenta mover las manos- apremió Dino.

 

Kyoya lo intentó, pero las tenía atrapadas entre su cuerpo y el del bronco. Lo más que pudo hacer fue tocar el abdomen de Cavallone, constatar que se le había subido la camiseta y que su piel era… eh… más bien suave para alguien con sus años. No es que el bronco fuera un viejo, pero era un mafioso, vamos. Kyoya había esperado algo de aspereza en alguna parte de su cuerpo.

 

-Kyoya, no te he dicho que me acaricies.

 

-No puedo mover más las manos, imbécil- de nuevo, el grito. Casi.

 

-¿Qué hacemos?- exclamó Dino, viéndose al borde de un shock- ¡Kyoya! ¿Qué hacemos?

 

-A mí que me cuentas.

 

La eufórica desesperación de Dino dio como resultado que Kyoya se clavara más (si era posible) en el piso y que sintiera cada parte de su torso arder de dolor. Se tuvo que morder el labio y movió las piernas como pudo, tratando de golpear a Cavallone.

 

-Sin moverte, joder, que duele- reclamó al bronco.

 

-Pero es que…- Lloriqueó. Mierda. Iba a golpearlo, en cuanto salieran de esa iba a golpearlo.

 

-No pongas esa cara que soy yo el que se lleva la peor parte.

 

Dino volvió a lloriquear y a moverse y una de sus piernas le rozó allí y le hizo ver estrellas.

 

-Dije…- alcanzó a decir, sin aire- sin moverte, bronco.

 

-Kyoya- por la mirada del bronco, pudo ver que de nuevo, estaba pensando algo que no venía al caso.

 

-No pienses guarradas o te morderé hasta la muerte- amenazó y se quedó quieto- Nunca más, bronco. Nunca vuelvo a luchar contigo sin tus hombres cerca- declaró, rindiéndose y resignándose a no liberarse hasta que alguien los encuentre.

 

Por culpa de la legendaria (e ignorada) torpeza del bronco habían  acabado ambos enredados con el látigo, Hibari debajo de él, incapaz de moverse o hacer algo. Lo que sea. Y el bronco llorando, repitiendo que no era su culpa. Si salía vivo de esta, seguro su paciencia terminaría aumentada mil veces.

 

Fue la primera vez en toda su vida que Hibari maldecía una de sus ideas.

Notas finales:

Lo sé, esto es una fumada total (y considerando que yo no fumo, es decir mucho). Ya pueden matarme. Pero si se ríen sería mejor. 


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