Su mirada viajo hasta aquel rincón del otro lado de la calle encontrándose con ese peculiar muchacho, que dejaba ver únicamente su rostro y verdaderamente hermosa sonrisa. En un instante sintió que le faltaba el aliento, por un breve instante y al siguiente sintió como que se quemaba...
—¿Por qué tanta prisa?
—Tengo algo que hacer...
—Takashima —El mencionado volteó con la mitad del cuerpo en el umbral de la puerta y mordió su labio. Realmente quería irse —Cuida de tú mano.
Uruha tenía su mano vendada por causa de una quemadura de cigarrillo, podía llegar a ser tan distraído, pero él lo valía.
Descubrió que el morocho iba dos veces a la semana a aquel parque por las tardes, alimentaba a las aves y se quedaba otro poco, pero siempre se encontraba solo.
Siempre... Y eso hacía que el su corazón latiera desbocado, sentía que tenia una pequeña oportunidad, bien siendo de esa manera él sabría aprovecharla. También asumió que debía aprender a prestarle atención a más de dos cosas en su entorno, ya que terminó con otra quemadura en el pecho hecha por café caliente, cierto día en el que descubrió esos profundos y oscuros ojos mirándole, esos finos labios sonriéndole.
—Hola —Y allí estaba, parado frente a él, realmente sorprendido. Se veía diferente, no sólo porque se había cambiado el color de pelo, ver esa sonrisa de cerca, tan cerca y solo para su persona. Lo hizo sonreír también.
—Hola... ¿Bonita tarde, no? —Carraspeó.
—Ciertamente. Mmh, Yo… yo creo te he visto varias veces por aquí. Es un lindo parque. ¿Cierto?
—Sí, realmente lo es, es una suerte que me quede de camino a casa. Por cierto, mi nombre es Takashima Kouyou, mucho gusto.
—El gusto es mío, soy Uke Yukata.
Kai sintió removerse en su interior. Él ya sabia su nombre, desde que lo vio por primera vez en aquella oficina de comunicación social de cierto modo se había quedado prendado. Quizá, una de las razones de comenzar a ir a ese parque era verlo caminar despreocupado, con ese porte tan elegante a media luz.
—Estaba por salir.
—Ohh, ya veo, ¿Ocupado? —El cuestionado se levantó, y negó sonriente. —Yo no sé si ya tendrás planes para hoy, pero querría saber si tú...
—No, de hecho no tengo. ¿Quieres ir por un café o algo?
—Mh, claro... Sería genial.
Había sido más fácil de lo esperó, tal vez porque parecía que Kai sabía lo que quería porque ese silencio entre ambos no era incómodo, se sentían bien solo con estar el uno al lado del otro. Y esas miradas de reojo que le dirigía, contemplando de cerca cada una de sus facciones en especial sus labios porque uno de sus deseos era poder sentir esos pequeños y gruesos labios que parecían...
—Los de un pato... —Susurró, al pensar en voz alta.
—¿Ah? ¿Dijiste algo?
—Tus labios.
—¿M...mis labios?
—Tienes una mancha.
—Ew, ¿Una mancha? ¿Dónde?
—Espera… Justo aquí...
Y al parecer no tendría que esperar demasiado.