Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nigatsu no Koü por BeMyDoll

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Por el cumpleaños de Kyo y Kaoru, ¿por qué más?

Notas del capitulo:

Inspirado en Bugaboo Respira e Inconvenient Ideal Unplugged.

 

Y bien marica.
Que lo disfruten.

Nigatsu no Koü

 

El dieciséis de febrero era, para él, un día como cualquier otro. Al menos así era como procuraba que fuera. Trataba de vivir la vida con normalidad: si tenía que trabajar, trabajaba; si le tocaba descansar, descansaba. Y, como siempre, no se prestaba a hacer nada fuera de lo común, porque para eso necesitaba de un humor muy especial que podría tener en cualquier momento del año, menos en este.
Nada de celebraciones con amigos. Nada de celebraciones con alcohol. Nada de celebraciones en general. No le gustaba traer visita a casa, ni le apetecía ir a casa de ellos ni mucho menos a lugares públicos. Ni siquiera creía que cumplir años fuera motivo de festividad...
No era que el número "treinta y seis" lo conturbara. No se contentaba por alcanzarlo, pero tampoco se deprimía; simplemente le era indiferente. Un número no cambiaba nada, y la vida continuaba hacia el futuro y no hacia el pasado. Solamente intentaba no preocuparse demasiado por el hecho de que, aunque todavía era joven, estaba envejeciendo. ¿Por qué sufriría por ello antes de tiempo? Si era inevitable, ¿por qué sufriría siquiera? No tenía sentido. Para él, lo más sensato era asumir que un día encontraría canas en su cabello naturalmente moreno, un día se le arrugaría la piel sedosa y tatuada, un día su cuerpo fallaría y él fenecería. Y no tenía por qué temer: la muerte no sería más que la liberación absoluta, su merecido descanso.
"Nee, Kyo-san, ¿estás ahí? Sólo quería decirte una cosa: feliz cumpleaños a ti... feliz cumpleaños a ti..."
—¿Quieres callarte, Toshiya? Cantas horrible.
—¡Yo sabía que estarías despierto!
—Deja de joder.
—Sólo si vienes al bar esta noche con nosotros. ¡Por favor!
—¿Cuántas veces debo decírtelo? ¡No! Y basta con eso, voy a desconectar el teléfono.
—¡Eres tan amargo! ¡Me enfadaré, Kyo!
—¡Enfádate, pues! Adiós.
—OK, pero no puedes escapar a esto: ¡feliz cumpleaños, abuelo!
Kyo colgó el teléfono con vehemencia.
—Ebrio de mierda... —Cerró la ventana, refunfuñando. No le importaba cumplir los años, pero ciertamente le irritaban bastante las llamadas de aquellos pertinaces que no eran capaces de concebir sus decisiones y a toda costa intentaban flexibilizarlas. —Sólo soy un año mayor que tú...
¿Por qué no aprendían de Kaoru?
"¿Qué tal, Kyo?", ponía el mensaje de texto que el susodicho le había enviado al móvil. "Sé que no tienes ganas de leer cosas como estas, así que no seré tan explícito ni tan latoso. Sólo quiero que sepas que lo recuerdo, y que estoy para lo que necesites. Nos vemos en otro momento".
Él parecía ser el único que no cuestionaba lo que resolvía, tal vez porque confiaba en él y, sobre todo, porque lo reconocía como una persona adulta con un buen raciocinio y capacidad de discernimiento y autonomía. Adoraba eso. Si tomaba una determinación, Kaoru sabía de antemano que no había sido un acto impulsivo por el que pudiera caer en el arrepentimiento más adelante. Sabía que lo había pensado mucho y que, si hacía lo que hacía, tenía un motivo coherente para ello, por lo menos en lo que entrañaba para Kyo el término "coherencia".
Aún con esto, él no se atrevía a decir que el líder de la banda era el ser humano que más lo comprendía; no obstante, se percataba de que era, probablemente, el que más lo había aceptado como era, pese a las mil y una veces que habían colisionado con anterioridad.
Así que le devolvió la llamada, y más tarde, se encerró en su mundo tal y como lo había planificado. Al fin y al cabo, era una tarde pluviosa, ideal para hacer todo lo que siempre deseaba pero nunca tenía tiempo. Aprovechando la situación, preparó un par de películas de terror y el libro que había comprado hacía dos semanas y no había podido empezar a leer todavía. Llamó al servicio de delivery para pizza y helado de chocolate, y con el correr de las horas, también escuchó música, pintó un abstracto y escribió una poesía.
Sin embargo, al final del día, no estaba tan satisfecho como había esperado. Su creatividad había rendido lo suficiente, por lo que percibía una pizca de aquella complacencia que brindaba el cultivarse, mas ni en su rostro ni en su ser se evidenciaban modificaciones destacables. Se hallaba, por el contrario, en el mismo estado de perfecta neutralidad que habitualmente, lo cual sólo quería decir una cosa...
—Kaoru... ¿Dónde estás?...
Se volvió hacia el ventanal que daba al balcón. La lluvia copiosa empapaba aquel pequeño espacio de aire libre, y el cielo amarronado parecía estallar con cada rayo y cada trueno. Mirar al horizonte podía resultar aterrador: lo que antes había sido un chaparrón tras otro, ahora más bien se había convertido en un inminente diluvio apocalíptico.
Se quedó viendo el encapotado panorama hasta que el sonido del timbre, diez minutos más tarde, lo sobresaltó. Tras verificar quién era a través del portero automático, nada más esperó pacientemente a que el visitante subiera.
—Vaya... No pensé que saldrías a la calle con un temporal como este, a menos que se tratara de una emergencia, pero no es el caso.
—Yo también quería verte, eso es todo. Y no te preocupes, no traigo ninguna fiesta sorpresa detrás de mi espalda.
Kyo quitó la cadena que trababa la puerta para abrirla del todo.
—Me alegro mucho— respondió mientras lo hacía pasar—, porque detesto que me alteren los planes de una forma tan abrupta.
Allí estaba él, con el cabello largo, negro y permanentado, ligeramente húmedo e inflado por las gotas que lo habían alcanzado al descender del coche. Mantenía las manos en los bolsillos del sobretodo bruno, y la catadura seria y adusta a pesar de que a la vez parecía estar a punto de sonreír, tal vez de manera burlesca.
—¿Por eso estabas tan enfadado aquella vez?— interpeló a la sazón.
—¿No hemos hablado de esto ya?— el otro comenzó a ordenar la sala de estar, poniendo en su sitio los CDs, el libro, los pinceles; casi como si quisiera ocultar lo que había estado haciendo, aunque Kaoru ni siquiera prestaba atención a eso. —Sí, me había hecho una idea respecto de esa noche y terminó siendo una cosa totalmente distinta.
—Lo que nunca me contaste es cuál era esa idea inicial.
Kyo resopló levemente.
—¿Quieres un café?
—Yo lo preparo.
Kaoru se dirigió a la cocina. Sabía exactamente dónde estaba cada elemento, por lo que se movía con premura, como si estuviera en su propia casa. No tardó en tener la bebida lista.
Kyo, entretanto, lo contemplaba con el codo apoyado en el respaldo de la silla que solía ocupar.
—Me lo habías prometido. —Kaoru se volvió hacia él con las dos tazas humeantes. —Me dio rabia que no fueras fiel a tu palabra.
—No creí que para ti fuera tan importante pasar un momento a solas conmigo— confesó el mencionado, mientras se sentaba frente a él en la mesa—. En ese caso, esta me parece una buena oportunidad para recuperar el tiempo perdido, ¿no? Después de todo, te lo debo... Nunca me dedico a ti. —Sorbió el café.
—No necesito que "te dediques" a mí exactamente. —Kyo revolvió el líquido con cierta inapetencia. —Y me molesta que hables como si se tratara de un deber que tienes que cumplir... o como si yo te estuviera reclamando aquel rato que no tuvimos. —Finalmente bebió.
—Yo no me siento forzado a nada. En cuanto a ese espacio, honestamente, quiero concedértelo —reveló Kaoru—. En cierta forma ya lo estoy haciendo, ¿no crees?— le dedicó una mirada cómplice—. Estabas ansiando compartir algo con alguien, aunque fuera una mera taza de café caliente.
—¿Qué dices?
—Nunca lo admitirás. A la gente como tú le da vergüenza reconocer que precisa de otros a veces, no lo hacen por conservar el orgullo en lo más alto de la escala, pero se defraudan a sí mismos cada vez que caen la cuenta de que no son tan autosuficientes como quisieran. No te juzgo... a mí también me gusta creerme enteramente independiente, pero mírame, estoy aquí haciéndote compañía, más por mí que por ti.
—No me extraña— repuso Kyo, tras una pausa, soplando la bebida—. Lo primero que descubrimos que teníamos en común fue el egoísmo...
—Por eso no veo por qué pensarías que estoy haciendo caso a uno de tus reproches. No soy tan complaciente con las personas, eso es maleducarlas.
—No me siento aliviado.
—Porque en el fondo te urge que te malcríe. —Kyo se levantó casi con brusquedad. —¿Adónde vas?— Kaoru, tras observarlo por unos instantes, se puso en pie para avanzar hacia él—. ¿Te ofen...?
—No— lo interrumpió el otro, atisbando la borrasca cada vez más violenta a través del amplio ventanal—. No me ofende la verdad. —Lo miró entonces por encima de su hombro, apretando el recipiente cálido entre sus manos. Estaba tan cerca que incluso podía sentir su respiración entibiando su escápula.
—Entonces, ¿cómo quieres que comience?— indagó Kaoru con una voz casi sugestiva.
—Bueno... —Pasando por alto aquel detalle, Kyo oteó detenidamente el pelo enrulado que pendía por debajo de la barbilla ajena, osando tocarlo, estirando el rizo para deleitarse viendo cómo volvía a su sitio cuando lo soltaba. —Hay algo que siempre se me ha antojado...
El mayor sucumbió ante aquel deseo que ni siquiera requirió ser explicado. Persistió quieto y mudo mientras el dueño de casa traía una tijera y seleccionaba uno de sus bucles, cediéndole el instrumento para que él mismo lo cortara.
—¿Puedo decirlo?— solicitó Kaoru con sutileza mientras, con una maniobra rauda pero delicada, rompía la unión de aquel mechón con el resto de la cabellera.
—De acuerdo— suspiró el más bajo—. Sólo por esta vez...
Su compañero entonces le tendió la mecha ondulada.
—Feliz cumpleaños.
Kyo lució casi como un niño mientras apañaba el rizo. Y si bien no sonrió, lo agradeció con sinceridad. Él no ambicionaba obsequios caros, sino valiosos. ¿Y qué tenían de especial unas finas hebras de cabello oscuro? Se mostraba reacio a discurrir sobre ello. ¿Qué importaban las razones, al fin y al cabo? Lo esencial era lo que sentía al respecto.
—Igualmente— dijo tras comprobar la hora en su reloj pulsera—. Ya es diecisiete. —En ese instante, todas las luces de la casa se debilitaron, volviéndose amarillentas hasta que se apagaron de forma definitiva. —¿Qué diablos...?
Por el ventanal se vio palmariamente lo que estaba ocurriendo. Cada edificio de la ciudad se fue oscureciendo, uno tras otro, a gran velocidad, provocando un efecto óptico excepcional. Era un apagón como en mucho tiempo no habían presenciado en Tokio.
Kyo se vio sumamente impulsado a insultar en voz alta a la compañía proveedora de electricidad, como hacía cada vez que cortaban el suministro, pero esta vez se contuvo.
—Gracias, Tooru.
Kaoru, por otro lado, parecía haber hecho caso omiso de todo, y ahora lo llamaba por su nombre real. Aprovechando la falta de luz, inclusive se arrimó aún más hacia él, hasta el punto de estar invadiendo su espacio personal, arrinconándolo entre el vidrio del ventanal y su propio cuerpo avasallante.
Luego, en completo silencio, ladeó el rostro y lo besó con cuidado, como pidiéndole permiso, aunque con cada vez mayor fervor a medida que Kyo, subrepticiamente, lo iba aprobando. ¿Por qué? No lo sabía, pero era otra de esas cosas que elegía no averiguar.
Consciente de que la oscuridad lo hacía todo más fácil, pronto el menor no dudó en abrir la boca para saborear la lengua del otro, ni en responder a las caricias que le proporcionaba al mismo tiempo en que lo abrazaba posesivamente.
La lluvia se intensificó y varios relámpagos iluminaron el cielo nocturno, mientras los dos se estiraban y levantaban mutuamente la ropa, mientras se lamían y se mordían, mientras el vidrio temblaba ruidosamente cada vez que la espalda de Kyo chocaba contra él, impelido por la actitud dominante de Kaoru. Las respiraciones aceleradas se empezaron a entremezclar, y cuando ambos abdómenes estuvieron finalmente al descubierto y las prendas en el suelo, los tenues roces en la piel se transformaron en continuos rasguños que la hirieron deliciosamente.
Kyo succionó el cuello del más alto y, colgado de él, también el hombro y, en realidad, todo lo que estuvo a su alcance, mientras Kaoru sin más lo llevaba hacia el dormitorio.
Allí, se arrojaron sobre la cama, se revolcaron, sudaron y se despeinaron, y aún con los sonidos melodiosos de la tormenta como fondo, se terminaron de sacar la ropa restante hasta que por fin quedaron los dos completamente desnudos bajo las calurosas mantas.
No se dijeron nada. No hacía falta: les bastaba con mirarse a los ojos, o tal vez a los labios hinchados o a las pieles lastimadas, con la efímera claridad violácea que acompañaba a cada rayo. Hasta que en determinado momento pasó lo que tenía que pasar: Kaoru lo cogió del cabello, lo mantuvo boca abajo y, desde atrás, se dispuso a penetrarlo.
Pero Kyo lo rehuyó.
—No... Abajo no...
—¿Por qué?— Él, quien no se esperaba tal oposición, lo miró un poco sorprendido.
—Me hace sentir inferior.
Kaoru hizo una mueca. Entonces tomó una rápida decisión: se tumbó a su lado, lo abrazó por detrás y, mojándole la oreja con saliva, culminó asiendo una de sus piernas, alzándola un poco para abrirse paso una vez más.
—¿Conmigo? ¿Inferior?— soltó una suave risita—. Tienes que estar bromeando...
Kyo percibió el húmedo extremo, cada vez más profundo en su interior, junto con la extensión rígida. Y procuró no proferir una sola queja, a pesar del dolor que sentía. Tal vez fuera por la misma cuestión de orgullo, aunque ahora estaban los dos a la misma altura.
De todos modos, falló en varias oportunidades. Ya se había acostado con otros hombres antes -Toshiya era uno de ellos-, pero hasta entonces siempre había estado "arriba" ensoberbecido. De hecho había pensado que, si una vez sucedía de otra manera, la culpa sería del alcohol o de alguna droga, si bien no solía consumir esas cosas. Y sin embargo, llegado el caso, se trataba de Kaoru.
Había flaqueado ante él, aceptó mientras recibía sus duras embestidas cada vez más presurosas y sus oídos se inundaban con el rumor del viento y de la lluvia y de las pequeñas emisiones de placer que escapaban de la garganta del mayor; eventualmente, también de la suya.
Kaoru había pasado un brazo por debajo de su cuerpo, de manera que una mano alcanzaba a estimular uno de sus pezones. La otra, por encima de su cadera, lo masturbaba afanosamente. Kyo viraba el rostro hacia atrás, y la boca pequeña del otro lo acogía con besuqueos desordenados en los labios, en la barbilla o en lo que fuera que entre los bruscos movimientos contactara, con inclusión de los cabellos de ambos que se entrometían a cada momento, pegándose con la transpiración.
Acabaron los dos exhaustos, sucios de semen, sudor y saliva, recuperando lentamente el oxígeno. Kyo donde más disfrutaba: arriba, pero esta vez, siendo meramente acariciado mientras reposaba en el pecho de su compañero, quien no cesaba de enredarle los dedos en el cabello.
—Te irás a Hyögo con tu familia, ¿verdad?— le preguntó Kyo en determinado instante con aspecto totalmente relajado.
—Sí, lo planeé para esta tarde— contestó Kaoru, también con serenidad—. ¿Quieres que te llame cuando esté allá?
—No— respondió el otro con firmeza—. Nunca lo haces.
—¿Sabes, Tooru?— añadió el mayor tras un momento de mudez—. A mí también hay algo que siempre se me ha antojado...
—¿Qué cosa?
—¿Te he dicho que me encanta cuando cantas a capella?
Kyo sonrió un poco, tomando aire, con la mirada perdida en un punto vacío de lo poco que se avistaba en la habitación. La electricidad todavía no había vuelto. Afuera, no obstante, la tempestad se había reducido otra vez a una inofensiva llovizna.
Nami ni nomareta... moraru ha kago ni yure, nemuru... chi ni otosareru, ame ha yamu koto naku tada uchi tsuzukeru...




... Feliz cumpleaños, Kaoru.

Notas finales:

Hay algo que no me termina de convencer de esto, como que lo siento un poco vacío, con trama poco sólida, o como si no fuera mi estilo habitual. Y sí, el lemon es puro relleno (no quería que hubiera lemon en realidad) por lo que lo pasé un poco 'rapidito'. Tampoco es estrictamente necesario ser tan explícito. Insúltenme si quieren (?).


Gracias por leer y por comentar (:
(¿Se nota que tengo un crush con el cabello de Kaoru?)

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).