Atemu-sensei caminaba por los pasillos del palacio de noche, revisando cada ventana para que estuvieran bien cerradas. Al pasar por la biblioteca vio la luz de una lámpara que iluminaba una esquina oculta del lugar. Entro en silencio y vio a Mokuba mirar un libro que hablaba de la cultura egipcia, parecía que estaba escrito en ese idioma. Era el libro que le había llegado Seto.
-¿No deberías estar dormido?-preguntó el sensei. Mokuba cerró el libro y lo miro. Para luego bajar la mirada.
-No tengo sueño.
-Tienes que irte a dormir, mañana…
-¿Vendrá Joey?
-Joey esta en Egipto; tardaría mucho en llegar a Japón, ¿Qué sucede?
-Yugi dice que Joey es una buena persona…pero no quiero ver sufrir a mi hermano, si le rompen el corazón otra vez…
-Dudo que eso suceda
-¿Qué?
-Bueno, Seto es una persona de carácter duro
-No, no es cierto, el es muy romántico y sensible.
-Ese es un aspecto que no muestra mucho; debes sentirte halagado
-Supongo…
Joey es bueno, te lo aseguro, y me asegurare de que sí le hace algo malo, yo le hare pagar, ok?
-Puedo confiar en ti, cierto?
-Pero claro-apagó la lámpara y caminó detrás de el, ahora a dormir, ok?
-¡Esta bien!
Atemu-sensei llevo a Mokuba hasta su habitación, la cual estaba llena de peluches que representaban a muchas de las cartas de duelo de monstruos. Su enorme cama estaba llena, repleta, no solo de estos, sino también de Pokemon´s y Digimon´s; claro, de los primeros, los mas tiernos, y de los segundos, solo en etapa bebe y segunda etapa; prueba de que a pesar de que Mokuba tenia 10 años, su hermano aun lo veía de 5. Pero al niño no le molestaba, al contrario, recibir regalos de Seto era lo mejor. Amaba todos esos muñecos, en especial su bello Dragón de Ojos Azules de Caricatura, que era de la mitad de su estatura, y que al abrazarlo, lo hacia ver mas infantil.
Ya en la cama, rodeado de muñecos y con la cobija acolchada, adornada con flores de cerezo (voy a agradecer mucho a quien me recuerde el nombre de estas bonitas colchas japonesas), Mokuba dio las buenas noches al sensei, que encendió una lámpara de noche que proyectaba figuras de dragones.
-¿Algo más antes de irme?-preguntó el sensei
-Si-contestando Mokuba entre peluches y abrazando a su dragón-; ¿Joey a tenido otros romances?
-No lo sé, el no habla mucho de esa parte de su vida
-¿Es igual de serio que Seto?
-Claro que no, es demasiado alegre, su risa se contagia con facilidad
-Risa… ¿Ríe mucho? ¿Canta? ¿Cuenta chistes?
-Si ríe, si cuenta chistes, y, por desgracia de su voz de dragón, si canta.
-Es una persona juerguista, no?
Atemu sensei lo miro sorprendido al notar que tipo de palabras conocía ese niño.
-Algo así,-dijo-aunque también es estudioso.
-Alegre y estudioso…
-Ya duerme, Mokuba, mañana hay examen después de biología
-Esta bien; o yasumi nasai
-O yasumi nasai, Mokuba-kun
Atemu-sensei besó su frente y se fue, cerrando la puerta, delicadamente, mientras Mokuba solo podía pensar como un juerguista podía estudiar.
* * *
El clima había decidido que era día de estudio, así que llovió desde la mañana, y, después de desayuno empezaron las clases para Yugi y Mokuba; dictado, lectura en voz alta, en la que por cierto estuvo presente Seto, hasta que un sirviente le llamo; Historia, Geografía. Y ahora, Biología. Atemu-sensei vestía un traje negro y con lentes que lo hacían ver más guapo, sobre todo con un libro entre sus manos sobre la flora y fauna amazónica:
-Aunque la mayoría de las aves de la Amazonia-leía en voz alta-viven en los grandes arboles, unas pocas especias permanecen cerca de las orillas de los ríos y tienen un régi…
La puerta se abrió de sorpresa, mostrándola alta, esbelta, pero autoritaria figura de Seto Kaiba, con esa expresión de pocos amigos que siempre ostentaba.
-Dales el día libre-dijo, Mokuba y yo tenemos que hablar.
-Lo que diga, Kaiba-san-dijo Atemu-sensei haciendo una reverencia
Mokuba se puso rápidamente de pie y corrió a tomar la mano de su hermano mayor, cuyo rostro solo dibujo una leve sonrisa. La vestimenta moderna de Mokuba contrastaba demasiado con las ropas oscuras de su hermano; suéter de cuello de tortuga y manga larga, y un pantalón de vestir bien planchado.
-Seto Kaiba me da miedo-dijo Yugi acercándose a su hermano, que se quito los lentes y dejo su libro en el escritorio.
-Si, lo se-contesto-, a mi también me asusta un poco; ¿quieres comer algo?
-Claro
Atemu-sensei y Yugi salieron de la biblioteca, directo a la cocina. En tanto, arriba, en la oficina de Seto, Mokuba estaba sentado en un sofá de piel negro, que Seto usaba para poner cómodos a sus clientes e invitados-sin doble sentido, ok? Solo negocios de Kaiba Corp.-. Tenía los ojos cerrados y las manos sobre las rodillas.
-Ábrelos-ordeno Seto y su hermanito, al abrirlos, se encontró con su nuevo muñeco. Esta vez era un Snorlax casi de su tamaño, al cual abrazó de inmediato. Seto se sentó a su lado y le revolvió el cabello, mientras ambos sonreían.
El Kaiba mayor cambiaba radicalmente su actitud frente a su hermanito, ya que con el era fraternal, alegre, simpático y hasta un poco romántico. Eran pocas las veces que Mokuba veía serio a su onii-chan.
-¿Te gusta?-preguntó Seto
-Me encanta-casi gritó Mokuba-, arigatto, onii-chan
-Mokuba, necesito decirte algo
-Dime
-Dime
-¿Recuerdas a Joey, el chico del que te hable?
-Si-Mokuba no quería que se diera cuenta de que no había pensado en nadie más
-Bueno, estaba de viaje por Egipto, pero volverá pronto
-¿Cuándo?
-Mañana vendrá a casa
-¿Qué?
-Si, yo tampoco podía creerlo, pero así es, vendrá, no es genial?
-…si…
-Al fin podrás conocerlo
-¿Cómo…cómo se conocieron?
-Atemu me lo presento el día que compre la daga de Anubis, en la exhibición; al parecer también le interesa mucho la mitología egipcia.
-Como a ti, cierto?
-Claro, además, tenemos mucho en común.
-Que bien…-dijo intentando sonreír
Seto noto la seriedad en el rostro de su hermanito
-¿Pasa algo, Mokuba?
-No, no es nada
Seto puso a su hermanito sobre sus piernas y lo abrazo. Mokuba se recargo en el pecho de su hermano y escucho los latidos de su roto corazón. Paso la mano por el pecho y abdomen fraternal.
-No te preocupes-susurro Seto-, esta vez no sufriré, estoy preparado para lo que sea.
Mokuba se abrazó a su cuello y se puso a llorar.