“Eres una puta, debes morir, ¿Te crees superior a todos? púdrete”
Suspiró, cansado de despertar cada mañana de la misma manera, de un momento a otro la sangre le hirvió y el celular al cual le había llegado aquél mensaje terminó hecho trizas en algún lugar del suelo de su habitación. Bufó, completamente irritado ¿Es que la gente no tenía nada mejor que hacer en su vida?
Algo mareado y aturdido al despertar con el molesto tono de mensajes que había elegido, se dirigió lentamente hacia el baño, necesitaba relajarse para lograr tranquilidad y estar decente, hoy sería un día especial, no debía perturbarse por aquella tontería. Una vez desnudo, bajo el grifo de la ducha, permitió que un par de lágrimas escaparan de sus felinos ojos al recordar el momento en el que estos molestos mensajes inundaron su facebook, twitter, casilla de correo y hasta su propio celular. Una frase se volvió a repetir por milésima vez en su mente “Como algunos te aman e idolatran otros de odian y envidian” maldita escuela, malditos estudiantes, malditas personas. Decidió calmarse, él era fuerte, él podía con todo eso y más.
Una vez frente al espejo, se secó su rubio cabello y se delineó ligeramente los ojos para resaltar su bonita forma, eso era suficiente, así estaba perfecto. Al volver a su cuarto buscó desesperadamente el celular al recordar que Minho, el chico con el que se encontraba en algo parecido a una relación, iba a avisarle cuando estuviera cerca, nadie quería que sus padres se enteraran de su condición sexual y a Key le encantaba saludarlo de una manera bastante efusiva, algo que no podía controlar. Se vistió, no tan llamativo como siempre pero manteniendo aquel estilo tan particular que hacía que absolutamente todos, hombres y mujeres, voltearan a verlo y notaran la diferencia, él era especial, era único y aquello tenía sus consecuencias. Logró encender aquel aparato, aunque la pantalla se hubiera dañado un poco, se podía utilizar perfectamente. Solo le había llegado un mensaje hacía un par de minutos:
“Estoy a la vuelta, en la cafetería, te espero bebé”
Sonrió gracias a la última palabra, bastante emocionado descendió las escaleras de su casa, saludó velozmente a su padre y a su madre en la mejilla y en cuestión de segundos ya estaba fuera. Tomó aire y se tranquilizó, no quería parecer desesperado. Caminó hasta llegar al lugar indicado por el otro y al verlo su sonrisa se ensanchó, fue correspondida al instante para luego sentir como aquellos brazos le rodeaban la cintura y los abultados labios se juntaban con los suyos, formando un dulce y tranquilo beso.
- Te extrañé – le susurró el alto en su oído, lo cual logró estremecerlo levemente.
- Yo también, mucho.
Minho era la pareja perfecta para él, no importa de donde lo viera, ambos se complementaban a la perfección y más allá de ser dos hombres se veían perfectos juntos. Sonrió al recordar como se habían conocido y sintió tranquilidad al estar consciente de que él no iba a su misma escuela y que era unos dos años mayor, por lo tanto ninguno de los malditos que lo jodían podrían molestarlo.
Tomó su mano para comenzar con una hermosa salida que tal vez finalizaba en la casa del alto, ambos juntos, abrazados, haciendo el amor o simplemente viendo una película entretenida mientras se besaban con lentitud y disfrute. Minho lo llevó a un restaurante muy bonito en el que los dos compartieron un delicioso almuerzo y pasaron un rato agradable. Sin darse cuenta, la charla que estaban manteniendo se desvió al tiempo que llevaban juntos y las divertidas anécdotas que compartían, lo cual llenaba de alegría su corazón.
- Por todo eso y más quiero pedirte algo – dijo con una expresión algo seria y segura.
- ¿Qué ocurre? – pronunció sorprendido.
- Quiero que seas mi novio ¿Qué te parece? – sintió como las grandes manos se posaban encima de las suyas, acariciándolas dulcemente, las sintió, porque no podía quitar la vista de esos grandes y cálidos ojos.
- ¿Novios? – sonrió a más no poder – ¡por supuesto que quiero! Estuve esperando mucho tiempo por esto – confesó con esa notoria felicidad.
- Por eso mismo amor, desde ahora deseo algo serio, sin ocultarnos nada – recordó el acoso que estaba viviendo del cual el otro no sabía nada – quiero ser tuyo y que tu seas solo mío.
Key puede asegurar que ese fue uno de los mejores días de su vida. Como lo predijo terminaron en la casa del alto, con sus cuerpos sudorosos y cansados luego de hacerlo más de dos veces, él apoyado en el pecho del unos años mayor, siendo acariciado por su ligero y tranquilizador tacto. Luego de tomar un baño y buscar divertido las prendas desparramadas por toda la habitación se cambió, y antes de salir, ya arreglado nuevamente, recibió un beso y un anillo que compartiría complacido con el otro.
Llegó a su hogar sumamente agotado, ya era tarde y al día siguiente debía levantarse temprano pero eso no evitó que tomara su notebook y se conectara un rato para hablar con los pocos amigos que tenía. Era consciente de que no era la mejor idea, pero ¿Qué más daba?
Apenas abrió facebook se encontró con unas diez solicitudes de amistad, muchos mensajes privados y una sola notificación. Tragó grueso y primero revisó cada solicitud, suspiró tranquilo al ver que solo era gente que había conocido en otros lugares que nada tenían que ver con el instituto, luego revisó los mensajes, ahí estuvo el primer error. Su corazón se contrajo unos segundos y su vista se nubló un poco, era gente que no podía reconocer, que no tenía en su lista y al querer entrar a aquellos perfiles no se podía visualizar nada. Miró hacia arriba conteniendo las lágrimas y dedicó parte de su tiempo a bloquearlos a todos, no, no lo molestarían más. Solo quedaba una sola cosa por revisar, hizo click en las notificaciones y leyó que se trataba de una foto en la cual estaba etiquetado.
“Y aquí la ven, la perra más grande de todas ¿A quién le gustaría follársela?”
Era él… su rostro se deformó al analizarla bien, no era él por completo, se trataba de una foto retocada pero sin embargo la humillación que sintió a leer aquellos comentarios fue demasiada, todos tratándolo en sexo femenino, hablando de él como si fuera un juguete que ya había pasado por la cama de todos, como si no valiera nada. Se mordió fuerte el labio inferior y tomó la decisión de cerrar su cuenta en aquella red social de un momento para el otro. Le parecía injusto, perdería la oportunidad de seguir hablando con personas que no pudo terminar de conocer bien pero no les tenía suficiente confianza como para agregar al menssenger, le parecía injusto, porque en una época era divertido y una distracción bastante efectiva a los deberes o las peleas de su ahora novio. Era injusto, porque se vería limitado también a eso.
Suspiró sumamente frustrado, hacerlo era lo mejor, se ahorraría varios problemas.
Apagó aquel aparato, aún con esa imagen en su mente. Se acostó y cerró lentamente los ojos con la vaga idea de contarle todo eso a alguien, al segundo la refutó, se sentía demasiado avergonzado, simplemente no podía.
Bufó angustiado, mañana sería otro día, debía tranquilizarse y pensar en Minho, la única persona que lo estaba haciendo feliz últimamente.