- Un último deseo? – dijo el peliazul mientras una sonrisa macabra surcaba su rostro. Tsuna sentía como un frío y filoso metal rozaba la base de su cuello, cerró los ojos, una sonrisa melancólica y temblorosa fue todo lo que mostró. Sólo un deseo – Puedo hacer que vivas en el paraíso eterno de la ilusión, en un deseo, ya que son tus últimos momentos antes de poseerte por completo…
Tsuna abrió los ojos, con esa sonrisa aún en su rostro, Mukuro lo miró seriamente… ¿Así que iba enserio?
- Tengo uno – dijo el décimo Vongola con voz clara y firme, lo miró directamente a los ojos, con una determinación inquebrantable – Y no quiero una ilusión – Mukuro se lo quedó mirando, con una pizca de sorpresa… aquel niño no paraba de impresionarle - Sonríe para mí.
Un incómodo Silencio reinstaló en el lugar.
Una risa sarcástica rompió ese silencio.
- ¿De verdad valoras tan poco tu vida? – Mukuro le miró desafiante, ese niño era un verdadero estúpido – Por una sonrisa insignificante, algo que no vale nada … - una mano azotando su rostro de costado le hizo callar.
- ¿Y tú de verdad crees que es insignificante? – otro silencio y más miradas – estás completamente equivocado, una sonrisa es como decir que estás vivo… y tú lo estás, frente a mí – finalizó el Vongola, sintió como el filo del metal se alejaba un poco de su cuello.
Mukuro soltó una risita triste… él no estaba vivo. No tenía motivo para sonreír. Era un completo monstruo.
- Y no quiero una sonrisa forzada… quiero una de verdad – siguió Tsuna con el mismo tono de voz, en ningún momento tartamudeó o algo parecido. Iba completamente enserio – Por favor …
- Tsunayoshi-kun… siendo siempre tan modesto – contestó el ilusionista – unos cuantos años antes podrías haberme visto sonreír de verdad – se inclinó un poco más hacia el décimo, observando su rostro con curiosidad – creo que será imposible concederle ese deseo… otro – dijo persuasivamente.
- Sonríe para mí – insistió el otro joven, mirándolo fijamente, nadie iba a arruinar aquello – quisiera saber si eres capaz de volver a ser feliz… sin mi ayuda – prosiguió, volvieron a mirarse. Esta vez no había una pizca de burla en el rostro de Mukuro.
- No – le negó cortante – Otro.
- Sonríe… - tomó una pausa – Para mí…
Mukuro sintió que algo en su cuerpo cambiaba. Fue entonces cuando miró al Vongola, el cual comprendió enseguida lo que sucedía.
- No hay tiempo – sentenció, alejando lentamente el tridente de su próximo cuerpo.
- Sonríe – volvió a decir Tsuna, al tiempo que él mismo le sonreía.
Una pequeña sonrisa, "Pequeña", pero importante salió de los labios del guardián de la niebla.
- Quizá… puede que algú día sonría para ti… - Y todo se volvió la nada. Lo último que vió fue aquella pequeña sonrisa desvanecerse en el aire…
Volvió a cerrar los ojos lentamente, sentía la voz de Gokudera y los demás llamándole, pero simplemente la suya no le salía para contestar el llamado.
"… Algún día…"