Vivir el futuro y no el pasado.
Capítulo I: Iván Braginski.
Éramos una familia normal, todo lo normal que una familia de cinco integrantes donde los padres casi nunca están en casa, la hermana mayor tiene la autoestima demasiado baja, la hermana menor tiene una pequeña – ahora sé que no es tan pequeña como pensaba – obsesión conmigo y yo, alguien antisocial – no por gusto, siempre intento relacionarme – por dar miedo al resto de los niños de mi edad y a cualquiera que se me acerque. En si, una familia de cinco integrantes de lo más normal si nos quitas esas pequeñas peculiaridades.
A los diez años me enamoré de un compañero de clase. Él acababa de transferirse desde su escuela, en China, a la nuestra, según los cotilleos de los profesores: por problemas familiares. Me caló muy hondo, estaba perdidamente enamorado de él y se lo demostraba cada vez que podía; me aseguraba que nadie se metiese con él, de que todo estuviese bien, de si necesitaba algo yo llevárselo… a esa edad se puede considerar un amor puro e inocente, y la verdad lo era, pero él sólo me veía como un amigo.
A los once años cogí todo mi valor – que no es poco – y me confesé, le dije lo que sentía por él y que no soportaba ser sólo su amigo, grande fue mi sorpresa el saberme correspondido. Y así empezó nuestra pequeña historia de amor puro e inocente, porque a esa edad aún seguía siéndolo.
Éramos la comidilla de la escuela, dos personas – niños – del mismo sexo en una relación amorosa, eso no era muy normal, al menos no para los demás o los adultos. Según ellos eso era una relación pecaminosa y mal vista. ¿Mi respuesta? Sonreí con ternura, aunque no sé porque eso les espantó, y con voz firme les dije: –Meteos en vuestros asuntos.– Y feliz por haber acallado a esos hipócritas, agarré la mano de Yao y nos fuimos de ahí.
No íbamos a ser siempre niños puros e inocentes, del mismo modo que nuestro amor tampoco lo sería. Fuimos creciendo, cada vez parecíamos más adolescentes y menos niños, el problema que conllevó eso fue que mis hormonas se revolucionaron. Tenía unas ganas irremediables de ser uno con Yao, de postrarle en la cama y hacer todo tipo de cosas, a cada una más indecente y sádica.
Como no podía controlar mis hormonas y menos con mi pareja delante, siempre le insinuaba – véase, le cogía de la mano y nos encerraba en alguna aula – y él siempre se negaba. Se sonrojaba, soltaba alguna que otra incoherencia en su idioma y se iba corriendo. En resumidas cuentas, me dejó más de una vez a dos velas.
También hay que decir, que no me rendía, era persistente y cada vez que tenía oportunidad me insinuaba – le encerraba conmigo en alguna aula –, aunque siempre acaba en decepción y yo dejado con las ganas porque él aún no estaba preparado. Al menos ahora sabía el porque se negaba tanto, necesitaba tiempo y aunque mi fuerte no fuera el esperar – y menos en esos temas – cogí todo mi autocontrol y esperé hasta que él me dijese que estaba preparado.
A los quince años por fin habíamos acordado tener nuestra primera experiencia. Él parecía estar más a gusto y con las ideas más claras… o a lo mejor sus hormonas acababan de despertar. Mi hermana me dijo que yo siempre me adelantaba en todo y puede que tenga razón. Pero lo importante es que… ¡fue el quien me lo propuso! Eso me hizo muy, muy feliz pero…
…antes de poder salir de casa e ir a su encuentro, mi hermana pequeña aprovechó que nuestra hermana mayor y nuestros padres no estaban para encerrarme en su habitación con ella dentro. Lo que vi me traumatizo un poco, sabía de esa pequeña obsesión que ella tenía conmigo… pero nunca me imaginé que esa pequeña obsesión fuera algo tan grande. Tenía imágenes de mí en tamaño de poster, en cada una hacía algo distinto, mini figuritas de mi mismo en los estantes, incluso de esas que si les mueves las cabezas estas empiezan como a bailar, lo peor fue el techo de la habitación… tenía pintado mi cara… ¡mi cara! Te tumbabas en la cama y mi cara se te quedaba observando era… era… no tenía palabras para describirlo. Pero no me gustó nada estar ahí dentro.
Lo que sucedió luego de que me encerrara y yo observara la habitación fue algo… inolvidable. Eso fue lo que me marcó para toda la vida y lo que hizo que yo no tuviese ánimos ni para querer acostarme con Yao.
Ella… yo… ella… me violó… se auto violó… bueno, yo que sé como decirlo pero acabamos… acabó obligándome a tener sexo con ella… ¡y lo que menos me esperé fue ser el pasivo! No sabía que hacer, estaba tan sorprendido que sólo dejaba que ella hiciese lo que quisiese.
Cuando acabamos… acabó, me dejó salir de su habitación. Y fue entonces cuando me pregunté, ¿y yo doy miedo? Ella sí que da miedo, lo mío son tonterías. Fui al encuentro con Yao – como pude, claro está – iba cojeando y mi amor cuando me vio se imaginó lo que no era… bueno, sí que era, aunque no fuera del todo cierto… da igual. Que se imaginó que le engañé porque no pude esperarle y que encima había dejado que yo fuese el pasivo.
En resumidas cuentas, empezó a soltarme una sarta de tonterías – en ese momento no tenía ánimos de nada y menos de que mi pareja me sermoneara por serle infiel, ¡ni que yo hubiese querido hacerlo! –. No fue queriendo, pero dejé que mi cabreo me dominara y acabara soltándole el tiempo que estuve esperando yo porque él no estaba preparado,en definitiva, me descargué con él y acabamos dejándolo. Había actuado como un cretino, le amaba más que a nada y por no saber como explicárselo – porque a ver como le dices a tu pareja que tú hermana te ha forzado a tener relaciones –, nos habíamos separado.
Supere nuestra ruptura – me costó, porque el primer amor es quien suele decidir el como llevaras tus otras relaciones –, lo que no superé fue lo que me hizo mi hermana, esa fue la peor experiencia que pude haber tenido en un acto que tanto placer había escuchado que daba.
Tuve alguna que otra relación después de Yao, estábamos bien y encajábamos, el problema venía cuando mi pareja me pedía el porque no la tocaba. Mi fobia aparecía y no sabía como responder, por eso acabé por no relacionarme con nadie – como mucho, amigos, siempre y cuando la gente quisiera acercárseme, otra cosa, no sabía el porque pero ahuyentaba a las personas – y seguir con mis estudios. Me volqué en ellos, era mi forma de olvidarme de mi mala experiencia y poder seguir adelante con mi futuro. Pero sabía que solo no podría superarlo, necesitaba de alguien y ese alguien no aparecía.
A los veintiuno decidí irme de mi casa, alejarme de ella, de Natasha y de su obsesión conmigo, aunque eso significara alejarme de Yekaterina y de nuestros padres – aunque ellos poco me importaban, casi nunca estaban en casa –. Sabía que mientras estuviese en Rusia no encontraría a nadie que pudiese ayudarme con esta mala experiencia, y aunque nada me aseguraba que yéndome si que lo encontraría, al menos, podía estar seguro que al irme podría alejar esos recuerdos e intentar crear una nueva vida. Vivir el futuro y no el pasado.
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Hace ya cuatro años que estoy viviendo en América y hará un par de meses que he entrado en el mundo laboral. Por fin puedo dedicarme a lo que más me gusta, a la música. Mi vocación, mi ilusión. Mi sueño siempre ha sido ser el mánager de una exitosa banda musical, o de un cantautor, o de un solista. Y por eso, este trabajo me ilusionaba, haciendo que emergiera esa parte infantil mía que pensaba y ya había dejado atrás.
¡Voy a ser el mánager de un grupo que acaba de aparecer! Según los productores: es una banda que estaba malgastando su talento actuando en un antro de mala muerte y cobrando cuatro duros.
Acabo de recibir la ficha de cada uno de los componentes de la banda con sus nombres, edad, procedencia, residencia y su puesto en ella. He de leerla antes de llegar a la sala donde la banda de cinco integrantes me está esperando para las presentaciones, ¿qué tipo de mánager sería si no me sé ni los nombres de mi grupo?...
¡¿Qué demonios?!
Nombre y Apellidos: Wang Yao.
Edad: 25 años.
País natal: China, Pekín.
Antigua residencia: Rusia, Moscú.
Actual residencia: América, Nueva York.
Puesto en la banda: El bajo y los coros.
No… no podía ser él… ¿verdad? Sería demasiada coincidencia, ¿qué digo demasiada? Esto es inaudito, es imposible que los dos hayamos tenido el mismo pensamiento. Da igual, es imposible que sea él. Hay muchos chinos, y sus nombres son muy parecidos… y-y es muy posible que muchos de ellos se hayan mudado a Rusia y luego a América… p-pasemos al siguiente.
Nombre y Apellidos: Antonio Fernández Carriedo.
Edad: 21 años.
País natal: España, Madrid.
Antigua residencia: Inglaterra, Londres.
Actual residencia: América, Nueva York.
Puesto en la banda: La guitarra y vocalista.
Vaya, un español y un chino, qué será el siguiente, ¿un alemán?
Nombre y Apellidos: Francis Bonnefoy.
Edad: 21 años.
País natal: Francia, París.
Antigua residencia: Muchos países.
Actual residencia: América, Nueva York.
Puesto en la banda: El teclado y los coros.
Ah, pues no, es un francés. ¿Y qué es eso de 'muchos países'? ¿Qué ha estado haciendo este?... Da igual, me parece que es mejor no saberlo. A ver el siguiente…
Nombre y Apellidos: Arthur Kirkland.
Edad: 23 años.
País natal: Inglaterra, Londres.
Antigua residencia: Inglaterra, Londres.
Actual residencia: América, Nueva York.
Puesto en la banda: El bajo y vocalista.
Este no parece haberse movido mucho a comparación con el francés. Y el último…
Nombre y Apellidos: Gilbert Beilschmidt.
Edad: 21 años.
País natal: Alemania, Berlín.
Antigua residencia: Inglaterra, Londres.
Actual residencia: América, Nueva York.
Puesto en la banda: La batería y coros.
El alemán también está… que grupo más variopinto. Es la primera vez que veo a un grupo donde sus integrantes no sean de un mismo país… bueno, esa es una de las cosas con las que deberé sacar provecho… grande es mi sorpresa, que al levantar mi vista ya me encuentro delante de la puerta donde detrás de esta me esperan los cinco integrantes de este grupo.
Estoy nervioso, y mucho más al saber, que hay una posibilidad – aunque sea mínima – de que el chino que forma parte de la banda sea mi Yao, si fuese él no sabré como actuar, será incomodo y mucho.
He de relajarme, no he trabajado tanto para llegar aquí para ahora acobardarme y largarme dejándoles sin mánager, no, eso no estaría bien. Sería devolverles a ese antro de mala muerte 'Luz de Luna', bonito nombre para un lugar tan andrajoso, o al menos es lo que he escuchado. Además, cualquier cosa que pase puedo solucionarla con un golpe de tubería… cierto, cierto.
Con mi seguridad restaurada, abro la puerta y entro mostrando mi presencia, haciendo que la animada charla que tenían se viera cortada al haber entrado en la sala.
Mi sorpresa fue enorme al ver que el chino si que era mi Yao y al parecer él también me ha reconocido. Esto va a ser muy difícil, ahora deberé vivir con el pasado y no podré vivir el futuro.