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Fuegos artificiales por Nany11

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Fuegos Artificiales


Presionaba los botones de la videoconsola con fuerza, descargando así mi enfado .Me parecía terriblemente injusto, tenia ganas de gritar a mi madre, llorar y tirarme al suelo haciendo una pataleta. No entendía, todos mis amigos habían ido a la playa a ver los fuegos artificiales, incluso los que eran menores que yo. Al parecer a mi madre no le parecía bien que fuese a la playa “demasiado oscuro ¿que pasaría si alguien te llevase?” Ella no entendía, no se daba cuenta de que ya era mayor, ese año cumpliría los 10 ¡Y ya se me habían caído todos los dientes de leche! 


Pero al parecer eso no era suficiente para ella y me había obligado a quedarme en la caravana mientras ella estaba en la de mis tíos, lo que significaba que tampoco podía escaparme, las caravanas estaban una en frente de la otra y si salia por la puerta me verían. Solo me quedaba pasar una aburrida noche jugando solo mientras mis amigos veían el hermoso espectáculo. 


Inspiré profundo, haciendo que la sal llegase hasta mi nariz, por la cercanía del mar. Adoraba ese lugar, ese camping medio vacío a un solo paso de la playa. Era un lugar tranquilo, lejos de los ruidos de la ciudad donde podía estar rodeado de mis amigos, aquellos a los que me sentía más cercanos que los que veía tan a menudo en el colegio o en el barrio. 


Pero lo que más me gustaba de todo el verano eran esas dos noches, la de los fuegos artificiales, que se tiraban desde un pueblo cercano y se podían ver desde la playa y la que se veían las lagrimas de San Lorenzo. El cielo nocturno me fascinaba y se veía hermoso desde la playa, pero mama no me permitía ir, ni aun acompañado de mis amigos. En realidad ni si quiera me dejaba salir por las noches solo o lejos de la caravana.


Así que esa noche que yo tanto esperaba la tenia que pasar encerrado, cargando mi rabia contra la videoconsola para no ponerme a patear cosas o llorar. 


Miré el reloj, las nueve y media, a las once comenzarían los fuegos y no quería estar despierto para ese entonces, así que decidí dormirme. Ni si quiera me moví del sitio ni me desvestí, solo cogí una manta y me tapé, así mi madre tendría que cargarme hasta la cama, esa era mi pequeña venganza.






Desperté por unos pequeños golpes que se sentían desde fuera, cerca de la ventana que tenía al lado. Al poco rato escuche que también me llamaban, al principio en susurros, luego un poco más fuerte. Mire el reloj, las once menos cuarto.


- ¡Kibum!- la voz se hacia cada vez mas alta.


Temí que mi madre pudiese oírlo, lo que hizo que corriese a la ventana y la abriera, asomando la cabeza. Pegado a la caravana estaba Minho, el chico más mayor de mi grupo, con casi trece años. Era tan hermoso... El pelo castaño, largo y alborotado enmarcaban su cara morena. Los ojos grandes, llenos de brillo hacían que todo mi mundo se tambalease, efecto que aumentaba cuando me mostraba una de sus escasas sonrisas. Lo adoraba, no estaba seguro si era por su belleza o por que el me cuidaba como si fuera un pequeño tesoro pero no podía dejar de adorarlo, de quererlo, aunque en ese momento no lo sabia.

- Vamos, ven conmigo- Me hacia gestos para que saltase por la ventana. Yo lo miraba incrédulo, no pensaba hacerlo. La distancia hasta el suelo no era mucha, de hecho Minho llegaba perfectamente a agarrarse al alfeizar con las manos, pero eso no quitaba que fuese demasiada altura para mi- No te preocupes, yo te cojo, pero apurate.


Aun con desconfianza cole mi cuerpo empezando por la cabeza, en cuanto pase medio cuerpo, agradecí el ser tan delgado, si no no podría haber pasado, el me agarró desde debajo de los brazos, ayudándome a terminar de salir y colocándome en el suelo suavemente.


Sin decir palabra me agarró la mano, comenzando a andar deprisa. Subimos por una cuesta, hasta la parte mas alta del camping, esa que estaba casi vaciá, exceptuando un par de baños, unas pocas tiendas de campaña desperdigadas y unos columpios en lo alto. Todo estaba oscuro, silencioso, comenzaba a asustarme, mi madre se enfadaría. Paramos a media colina y sin soltarme la mano miró el cielo.


- ¿Que estamos haciendo aquí?- pregunté, intentando descifrar su perfil con solo la luz de la luna creciente y las estrellas.


- No seas impaciente


No tuve que esperar apenas para que todo cobrara sentido. En el cielo, entre las copas de los arboles, aparecieron las primeras luces de los fuegos artificiales, de un verde intenso, seguidas por el sonido envolvente. Pequeñas luces de diferentes tamaños colores y formas se formaban en el cielo, recuerdo unas flores rosas y una gran palmera dorada que fue la que mas me gustó, llenando el cielo de ceniza y el aire de un olor a pólvora.


Una sonrisa atontada cruzaba mi rostro, solo veía el espectáculo en parte, ya que los arboles no nos permitían verlo en su totalidad, pero eso no lo hacia menos hermoso. Lo único que me sacaba del hermoso cielo era la mano que aun me sostenía y que de vez en cuando apretaba la miá con fuerza.


Las luces se apagaron junto con el ruido, dejándonos otra vez sumidos en la oscuridad y el silencio. Me volví para mirarlo, sonriendo embobado. El me había traído hasta allí para que lo viese, para que fuese feliz, eso me hizo tanta ilusión que me dieron ganas de abrazarlo, no haciéndolo por vergüenza.


- ¿Te ha gustado?- me preguntó volviendo a apretar mi mano, sonriendo en la oscuridad. Asentí aun ilusionado por los fuegos artificiales. Su sonrisa se ensanchó más, aumentando el brillo en esos hermosos ojos.- Volvamos antes de que tu madre se de cuenta. Corre.


bajamos a toda velocidad cogidos de la mano, teniendo el máximo cuidado de no tropezar con nada, riéndonos como dos tontos por nuestra travesura. Llegando demasiado pronto hasta mi caravana, teniendo que soltar nuestras manos. No me había dado cuenta pero en ese tiempo me acostumbré al calor que desprendía, que me hacia estar seguro, quise volver a aferrarme a ella.


Me ayudó a pasar de nuevo por la ventana aupandome y empujandome por los tobillos. Termine dándome de morros en el suelo de la caravana, haciendo un gran estruendo. Me repuse lo mas rápido posible, asomándome por la ventana para mostrarle que estaba bien con una sonrisa.


- Gracias- susurre, realmente agradecido


El solo sonrió y guiñó un ojo, estábamos realmente cerca, yo con la cabeza fuera de la ventana y el de puntillas. Ambos estuvimos en silencio unos segundos, esperando algo del otro, sin estar del todo seguros de que.


Al final el se marchó, dejándome un vacío en el pecho. Entré, lentamente fui a mi cuarto, me puse el pijama y me metí en la cama. No estaba seguro de lo que había pasado esa noche, ni por que se había sentido tan bien su mano contra la mía pero lo descubriría, tenia todo el verano para hacerlo.

Notas finales:

Otro fic cortito y lindo~~ Es realmente importante para mi asi que espero que lo disfruten ^^


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