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Contrastes por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del capitulo:

¡¡¡Hola amantes del FugaMina y del yaoi!!!

Espero estén muy bien porque yo no lo estoy. Voy a entrar en periodo de exámenes, por lo que no me verán actualizar en un buen tiempo ( T__T ), así que aproveché para actualizar ahora.

El capítulo es relativamente corto pero es entretenido.

Sin nada más que decir:

 

 

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. Menos uno...

Escribir eso mata... ( ¬¬ )

 

¡Disfruten!

Capítulo 2

 

 

Una semana.

Ya había transcurrido una semana desde el trato que hizo con Minato. Un cuarto del tiempo total y aún no se le había ocurrido nada.

No porque no lo pensara, sino porque simple y sencillamente no encontraba las suficientes cualidades en sí mismo, como para que alguien como el rubio, es decir, alguien tan hermoso y dulce y tierno y amable y cariñoso y sexy y seductor y… y… ¿En qué estaba? ¡Ah sí! Alguien como Minato estuviese enamorado de él.

Se había devanado la cabeza tratando de encontrar la respuesta. Se había examinado a conciencia de manera minuciosa, hasta el punto de quedarse sorprendido de la enorme cantidad de defectos que descubrió.

Hablando en serio… ¿Qué le había visto Minato? Sí, era consciente de su buen físico, pero siendo el rubio el tipo de persona que era, el aspecto exterior era lo de menos. El que fuese guapo, para el ojos-azules era un algo así como un bonus.

Era un excelente trabajador (no por nada era el jefe), pero ese apego y esa capacidad de absorción para el trabajo lo había llevado a la situación en la que estaba, por lo que esa cualidad quedaba descartada.

Era inteligente, pero de vez en cuando el ego solía ganarle y se comportaba demasiado arrogante.

<<Maldición, no llego a ninguna parte así>> pensó el moreno frustrado y retirándose del escritorio de un empujón con las manos.

No podía dedicarle atención a esos estúpidos contratos y cuentas teniendo en mente un problema que involucraba su vida en familia y, por sobre todas las cosas, su felicidad.

Se dedicó a observar la ciudad unos minutos mientras respiraba hondo y despejaba su mente. Su sitio de trabajo se encontraba en la última planta, así que tenía una vista privilegiada, podía observar el mundo que se extendía ante sus ojos. Su rango de visión abarcaba la ciudad y las montañas teñidas de un tono celeste por la lejanía. Mientras lograba el estado de concentración y calma requeridas para poder maniobrar bien las cosas supo que tenía que encontrar una manera de hacerle frente a esta situación imprevista. No podía permitirse perder lo que con tanto esfuerzo había logrado alcanzar.

Pero entonces, ¿cómo le hacía? ¿Cuál era el plan a seguir de ahora en adelante? ¿Cómo y de qué manera serían sus pasos para alcanzar su objetivo?

Interrumpiendo el hilo de sus pensamientos, tocaron la puerta.

—Pase —respondió el Uchiha en automático, sabiendo de antemano que era su secretaria, por ser la segunda y última persona con el permiso para ingresar en su oficina. Sí, queridos lectores, era la nueva.

Mikoto había sido trasladada a una nueva sección del edificio y él personalmente se había encargado de que su salario fuera el de siempre, pero que jamás tuviera que encontrársela otra vez. O por lo menos casi nunca. Sabía que no podría evadirla eternamente pero después de aquel “incidente”, tenía que alejarla lo más rápido posible.

Su instinto le decía que Mikoto no estaba enamorada de él, lo intuyó desde que vio una chispa inquietante en sus ojos. Buscaba su dinero, como muchas otras personas. No su afecto.

Con la chica nueva… aún no había memorizado su nombre, pero estaba bastante complacido con ella.

Era diligente. Era rápida, concisa, callada y no era entrometida ni chismosa ni llena de halagos deshonestos. Le gustaba. A pesar de tener tan sólo una semana de iniciada su rendimiento era excelente y la secretaria del jefe Uchiha tenía mucho que hacer. Sin embargo, era muy tímida. No lo miraba a los ojos y utilizaba un tono de voz muy bajo al hablar. Se retorcía las manos constantemente, sobre todo mientras esperaba a que él terminara de firmar algo.

Signo claro de ansiedad. Era muy nerviosa.

—Aquí-traigo-el-documento-que-me-dio-en-la-mañana. Ya-lo-pasé-en-limpio-y-sólo-necesito-su-firma-para-que… —hablaba sin tomar aire.

—Señorita —interrumpió él de golpe—. Cálmese, ya le firmo.

—Perdón señor, pero es imperativo que lo envíe antes de las tres porque de lo contrario el cliente…

—Aún hay tiempo. Hay algo que quiero discutir con usted, siéntese por favor.

A Fugaku se le acababa de ocurrir una idea al ver a la joven ahí parada. Tenía la mirada cristalina, transparente. Parecía que no era el tipo de persona que mentiría o que diría lo que él querría escuchar. No, ella era una mujer sincera, se le notaba. Se preguntaba si alguien, alguna vez, habría tratado de aprovechar de esa sinceridad.

Se veía muy frágil emocionalmente a simple vista. Como si fuera capaz de regalar su corazón con sólo unas cuantas palabras cariñosas. Esperaba equivocarse.

—¿En qué le puedo ayudar, señor Uchiha? —preguntó la muchacha con los ojos perdidos en cualquier punto de suelo.

—¿Ya ha tenido novio? —la jovencita estalló en un sonrojo monumental. Pero prudente como era, respondió con otra interrogante:

—¿A qué viene la pregunta, señor Uchiha? —cometiendo el error de levantar la mirada del morena, una que no podía sostener.

Los oscuros ojos de Fugaku la observaron largo rato antes de dignarse a responder. La chica no pudo desviar la mirada, a pesar de sentir que poco a poco se deshacía como un cubito de hielo bajo el sol. Ella no acostumbraba a establecer contacto visual directo con alguien y la mirada de su jefe no era precisamente liviana. Tragó grueso y esperó a que él continuara.

—Se refiere al porqué de mi repentino interés.

—Sí.

—Necesito ayuda y de todas las personas que conozco es usted la única capaz de dármela.

—¿E-e-en serio? —tartamudeó nerviosa—. ¿M-mi ayuda?

—Por supuesto.

—¿Yo? —repitió incrédula.

—Evidentemente. No veo a nadie más en la habitación.

La chica se ruborizó más fuerte por su lentitud de respuesta, pero respondió en un murmullo:

—Usted dirá.

—Responda la pregunta que le hice.

—Ehhh… Sí, he tenido novio.

—¿Tiene pareja actualmente?

—No.

—¿Alguna vez alguno de ellos la dejó insatisfecha?

—¡Señor Uchiha! —se escandalizó la pobre secretaria con el rostro al borde del color carmesí.

—¿Qué? … Ah, no. No me malinterprete. Le pregunto si alguna vez se encontró con un joven que no la comprendiera, que no era suficiente lo que le daba a su relación, comparado a lo que usted merecía recibir.

La chica abrió grande los ojos ante las palabras del moreno. Había expresado certeramente muchos de los puntos clave referentes al último de sus novios. Siendo honestos, no es como si la chica tuviese experiencia con los hombres. Sólo había tenido tres novios a lo largo de su vida y el último la hizo sufrir mucho.

—Sí —contestó aún ausente.

—¿Le abandonó usted por eso?

—Sí.

—¿Y qué hubiera querido que él hiciera?

—No entiendo la pregunta.

—Si él hubiese tenido una sola oportunidad de enmendar las cosas, según su opinión, ¿qué es lo que tendría que haber hecho?

—Demostrarme que me quería, que yo era importante para él.

—¿Cómo?

Expectante a la respuesta, Fugaku entrelazó las manos frente a su rostro y se apoyó en ellas.

—Pues, no se me ocurre nada por ahorita —soltó la muchacha con honestidad.

El moreno dejó que un suspiro tenue se escapara de su boca, mientras cerraba los ojos y fruncía el entrecejo, conformando un cuadro de evidente frustración y congoja.

—Señor Uchiha, ¿puedo saber a qué se debe todo esto? ¿Es que acaso le sucede algo parecido a usted? —inquirió la secretaria, sin saber que acertaba en su pregunta.

—Sí.

La chica boqueó de asombro y se apresuró a decir:

—¡P-perdón, no era mi intención tocar un tema tan… delicado! ¡Perdone mi grosera intromisión! ¡No sé en lo absoluto nada referente a eso! ¡No quiero-! —Fugaku levantó la mano, mostrando la palma para detener tan inútil parloteo.

—No tiene que disculparse, es precisamente porque a mí me acontece un problema parecido que me atreví a compartirlo con usted y a pedir su ayuda —la muchacha notó como el hombre parecía muy irritado por no saber qué hacer, así que con delicadeza preguntó:

—¿Se trata de su esposa?

Fugaku soltó una minúscula risa amarga al escuchar la pregunta.

—En realidad, se trata de mi esposo —el moreno no podía predecir que la respiración y el funcionamiento correcto del cerebro de la chica se detendría con esas palabras.

—¿Esposo? —repitió sólo para estar segura.

—Sí, ¿algún problema?

—¡Por el amor a Dios, no! ¡En lo absoluto, señor! ¡Estaré complacida de ayudarle a reconquistar a su esposo! ¡Con todo gusto! —decía la señorita con una sonrisa ancha y brillante.

Fugaku no entendió del todo el porqué del repentino cambio, pero no se iba quejar al respecto.

—Viéndola tan motivada, espero que mañana venga con ideas frescas para mí.

—¡Por supuesto, señor! Pero usted también debe hacer su parte —dijo la otra, con una confianza inesperada.

—Sólo dígame que debo hacer.

—Deberá traerme un listado acerca de los gustos del su esposo, junto con un específico y detallado listado que explique la personalidad del mismo.

—Mañana lo tendrá. Ahora tráigame acá ese documento para firmarlo.

—Ahorita mismo, señor —pronunció la secretaria acercándose al escritorio de su jefe y esperando a que firmara.

Salió después de que consiguiera lo que necesitaba y pensó para sí misma:

<<¡No puedo creer que mi jefe tenga un esposo! ¡Un esposo! ¡Apuesto a que el señor Uchiha es el seme! ¿Cómo será su esposo? ¡Seguro que es dulce y hermoso! ¡Y rubio, tiene que ser rubio!>> chillaba en su mente emocionada aquella humilde secretaria.

Fugaku no tenía idea de que había acudido a las manos de una experta, una chica fanática de las relaciones entre hombres…

 

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Cuando Fugaku regresó a su casa esa noche, iba un poco más temprano ya que se había esmerado en terminar rápido sus ocupaciones. Iba bastante relajado porque tendría un poco de ayuda de ahora en adelante y tendría que explotar ese recurso todo lo que pudiera. Ya había pasado una semana y no había avanzado nada. A saber qué pensaría Minato de todo aquello.

Se estaría riendo de él probablemente. Muy probablemente.

Ingresó en su hogar como el dueño que era y buscó a su rubio en la planta baja, mas no lo encontró en el vestíbulo, ni en la sala, ni en la cocina, no se veía en el patio y no estaba en la sala de lectura. Estaría ocupado en el segundo piso, tal vez.

Al subir las escaleras lo encontró caminado tranquilamente y tarareando una canción a lo largo del pasillo. Iba vestido con ropa hogareña y un poco desaliñado, lo que le daba unos matices de calidez a la pintura. El moreno sonrió al contemplar el cuadro y no se resistió en llegar hasta él, silencioso y ágil como un felino.

Lo abrazó suavemente por la espalda y el respingo del rubio le arrancó una sonrisa más grande.

—No te esperaba —susurró Minato junto a él.

—Logré terminar temprano hoy, ¿sorprendido? —murmuró Fugaku al oído de su consorte.

—Bastante —tuvo que admitir el rubio, en lo que se dejaba abrazar.

En medio del abrazo, el moreno descubrió que su amado cargaba un pequeño paquete con su ropa.

—¿Adónde llevas tu ropa?

—A la otra habitación.

—¿Puedo saber por qué?

—Porque ésa será mi habitación a partir de hoy.

—¿Qué quieres decir? —interrogó Fugaku, esperando lo peor.

—Que no dormiremos juntos por estos días —soltó Minato odiosamente sereno, saboreando sus palabras y su efecto—. Así que, cero contacto y sobretodo… cero sexo.

Y con sutileza se zafó del abrazo y siguió su ruta hasta el cuarto, dejando atrás a un estupefacto y doliente Fugaku. Antes de que se alejara demasiado, el mayor tenía que saber.

—¿Por qué?

—Mmm~ —pronunció el menor, volteando y mirándolo a los ojos—. Digamos que si logras reconquistarme a finales del mes, en tres semanas, tendrás tu recompensa. Hasta entonces… —y se giró otra vez.

Fugaku lo alcanzó antes de que entrara al cuarto, lo agarró por una mano, le dio la vuelta y le estampó un beso que llevó a Minato a arañar la gloria. Un beso apasionado que les arrebató el aire, que inundó sus bocas del sabor contrario, un beso que gritaba pasión y que pronto se convirtió en una docena. Al terminar la caricia, llena de una ternura tan inesperada que Minato la sintió como nueva, el moreno le dijo al rubio:

—Necesito por lo menos eso, para soportar la noche lejos de ti.

Y le besó en la mejilla, con la dulzura con la que se besa el pétalo de una flor y se alejó de Minato sin voltear hacia atrás, con el conocimiento perfecto de que su rubio había quedado con las mejillas ruborizadas.

Minato rozó los labios con sus dedos y pensó para sí:

<<Sigue así condenado Uchiha, porque te hace falta mucho aún>> y apretando la ropa que llevaba contra su pecho, se encerró en su nuevo cuarto.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado.

Tengo la sensación de que me gusta que una chica ayude al seme con sus pervertidos propósitos ( ^^ ).

Así que les digo: podemos sentirnos identificadas con esta secretaria...

¿Qué dicen? ¿Les gustaría aportar ideas para ayudar a Fuga-chan o para verlo humillado frente al rubio o para reconciliarlos...? Saben que sus ideas serán bienvenidas y llevadas a juicio.

En fin...

Estaré ocupada, pero entre más rr vea...

No sé...

Si veo pocos, quizás me de pereza y me tarde más...

Ustedes deciden...

¡Nos leemos!


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