Sasuke besa toscamente la mejilla de su esposa, repasando con sus labios la finita línea de su pómulo, abrazando su blando cuerpo por detrás, repasando con sus dedos la delicadeza de su cintura y la suavidad de su piel. Muy diferente a la de Naruto. Sakura huele a flores y desprendía un agradable olor a ellas, mientras que Naruto... despedía un aroma agridulce, masculino.
Sasuke nunca imaginó el enredarse con un hombre, aun cuando con anterioridad había presentado aventuras sexuales con éstos. Su padre había hecho lo mismo toda su vida, mantenía relaciones ocultas de las cuales él se percataba. Todo lo había aprendido de él.
Sakura se removió en sus brazos, llamando su atención —¿Sucede algo?— Cuestionó, detonando preocupación en la voz. Sasuke negó suavemente, alejándose de ésta —Estás muy callado.
—Siempre estoy callado— Recordó, airoso.
Sakura frunció su ceño y respiró hondamente —Vale, no más preguntas.
Sasuke observó por interminables segundos la espalda de su esposa, quien permanecía estática, picando los vegetales sobre el mesón. Preparando la cena.
—Me daré una ducha— Inquirió. Sakura se dio vuelta y le sonrió.
—¿Quieres que te acompañe?— El moreno negó lentamente, provocando en ella un molesto resoplido —¿Por qué no? ¿Tan poco atractiva soy?—Preguntó, sonriendo falsamente. Sasuke bufó y se marchó.
... Sakura ignoró todo pensamiento innecesario y continuó en lo suyo; después de todo, no era la primera vez que Sasuke la rechazaba sin sutileza alguna.
— ¿Aló?— Preguntaron del otro lado de la línea.
—Soy yo.
—¿Qué sucede, tan rápido has discutido con tu querida esposa?— El tono amargo del ojiazul produjo un momento de silencio, delirante para ambos.
—No.
... El rubio se demoró en responder — ¿Entonces qué quieres?
Sasuke sonrió, pedante —Tan duro te he dado que al parecer tu memoria al igual que tu inteligencia se ven afectadas.
—Ya quisieras, idiota.
Se escuchó un suspiro por parte de ambos —Naruto... quiero verte.
—Nos vimos hace unas horas, Teme. ¿Tan ardua es tu vida matrimonial?
—Para nada, Sakura la hace bastante fácil.
—Me alegro— Ironizó.
—Nos vemos mañana en tu casa, a las diez de la mañana.
— ¿Quéeee? Ni loco que estuviera para despertarme a esa hora.
Sasuke colgó y apagó su celular. Conocía a Naruto y un Namikaze jamás perdía la oportunidad de comenzar una disputa. Lastimosamente, Naruto no era la excepción.
Sin pensar demasiado en ello, se desvistió, arrojó las prendas al suelo y, en la total desnudez, se adentró en la ducha. Decidiendo que la idea de Sakura no era tan mala. Con una sonrisa maliciosa, asomó su cabeza por el cristal de la ducha y gritó el nombre de la pelirrosa, la cual se asomó en cuestión de minutos.
Naruto inhaló el adicto humo de su cigarrillo, disfrutando del cosquilleo de éste. Fumar lo abstraía de la realidad y eso casi siempre resultaba bueno.
Se alejó de la ventana de su habitación, desde la cual miraba las incesantes gotas de lluvia que resbalaban por el vidrio; arrojó al suelo el cigarrillo y, con una de sus zapatillas, lo aplastó, volviéndole cenizas de tabaco.
Caminó hacia su confortable cama y se acostó sobre ella, apreciando el bulto de las amontonadas sábanas contra su espalda. Una vez se dispuso a descansar, el tintineo molesto de su celular le abrumó, alejando presuroso su sueño. Se levantó y, arrastrando literalmente sus pies por el suelo, se acercó a la mesa de noche donde el susodicho se encontraba.
Miró el número de celular, identificando cuál era. Suspiró por enésima vez en la noche y, sin pensarlo dos veces, contestó.
— ¿Aló?— Preguntó, caminando en dirección de su colchón.
—Soy yo— Dijo Sasuke. Naruto podía imaginarse a la perfección la expresión que debía mantener este justo ahora, arrogante, como siempre.
Maldito bastardo.
— ¿Qué sucede, tan rápido has discutido con tu querida esposa?— Ironizó, amargamente. Ninguno mencionó palabra, torturando los nervios del ojiazul.
—No— Respondió, tosco.
El rubio se arrojó sobre su cama, rebotando varias veces. — ¿Entonces qué quieres?
—Tan duro te he dado que al parecer tu memoria al igual que tu inteligencia se ven afectadas.
Naruto sonrió. Ese era el Sasuke del que se había enamorado, no del otro, el cual sólo lo utilizaba y le botaba —Ya quisieras, idiota.
Ambos suspiraron —Naruto... quiero verte.
El rubio cerró fuertemente los ojos, imaginándolo frente a él, hablándole en la cara y no mediante un celular —Nos vimos hace unas horas, teme. ¿Tan ardua es tu vida matrimonial?
Se escuchó un sarcástico bufido —Para nada, Sakura la hace bastante fácil.
—Me alegro.
—Nos vemos mañana en tu casa, a las diez de la mañana.
—¿Quéeee? Ni loco que estuviera para despertarme a esa hora.
Y éste colgó.
Naruto intentó llamarle de nuevo, pero su celular se hallaba apagado. Con fuerza, abalanzó el endemoniado aparato al suelo, reduciéndolo a dispersos pedazos.
Naruto besó suavemente los labios de Sai, su amigo. El azabache acaricia toscamente su mejilla y, sin mencionar palabra, se marcha.
Naruto le sonríe, era bueno creerse amado. Se había acostado con Sai y no se arrepentía, al contrario, si se podía le repetiría.
Ciñe entre sus dedos la puerta y la cierra al sentir una helada brisa contra sus pies descalzos.
Un golpe seco contra la misma llama la atención del rubio, quien deja escapar un suspiro ostensiblemente. De seguro era Sai, el cual había olvidado algo, cosa que no era extraña en él.
Naruto sonríe con pesadumbre y abre la puerta.
—¿Sasuke?— Cuestiona. Este pasa por su lado sin decir nada, entrándose a su hogar como solía hacerlo siempre que le place — ¿Qué haces aquí?
El moreno le observó por un largo rato, detallando su sudoroso pecho y la escasez de prendas —Y dime, Naruto... ¿Quién es mejor polvo, Sai o yo?
—Sai— Mintió, descaradamente.
Sasuke se acercó peligrosamente hacia él, dejando sus rostros a una poca distancia —Eres un completo...
—Un completo... ¡¿Qué?!— Exclamó, frunciendo duramente el ceño. Ese fue el momento de Sasuke para sonreír.
—¿Hace falta completar la frase?— Preguntó, socarronamente.
Naruto bufó duramente —¿Qué crees, Sasu?— Ironizó, con una falsa sonrisa sobre sus labios —No eres el único capaz de divertirse... pero no te preocupes, tengo un corazón inmenso, capaz de amar a cuanto me plazca.
Lo siguiente que Naruto sintió fue la falta de oxígeno en su cuerpo y el golpe seco de sus rodillas contra el suelo. Tosió fatigoso, buscando inútilmente alguna entrada de oxígeno.
Los golpes no se hicieron esperar, Naruto, quien había caído al piso luego del segundo golpe del mayor, cubrió su rostro con ambos brazos. La sangre que escurre por su nariz hace difícil el respirar. El zapato de Sasuke impacta contra su tórax varias veces. No logra defenderse, aún no recupera el oxígeno, lo cual en su momento resultó favorable. La falta del mismo había hecho posible el soportar de los golpes.
Sasuke por fin detiene las patadas y Naruto agradece la pausa. El moreno le observa con altanería, paseando furibundo por la habitación. El enojo lo encegueció, jadea con la boca abierta, un calor asfixiante le invade el cuerpo.
—Terminamos, se acabó— Dice con obviedad, y Naruto, quien finalmente recupera el aire, limpia con su muñeca la sangre despedida de su nariz.
Tose por enésima vez y ríe, como demente —Vaya, Sasuke ¿Qué se siente? ¿Duele, no? Pues bien, lárgate, nadie te necesita.
El moreno imita la expresión del menor —¿Esto es cuestión de venganza?
Naruto niega firmemente con la cabeza —Sai es un excelente polvo, quería recordarlo, luego de tanto sexo monótono— Riñe, con intención de herir al Uchiha... lo cual logra.
—Sí, en parte tengo culpa de esto— Farfulla quedadamente, arrodillándose para quedar a la misma altura que Naruto.
—¿A qué te refieres?— Pregunta el rubio; Sasuke sonríe con malicia y, sin decir nada, acaricia una de sus mejillas.
—Te enseñaré a no ser una puta, Naruto.