Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Yo que sé! por Kurai neko

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Suspiró ruidosamente, dejando salir el aire de forma lenta y prolongada. Seguía mirando por la ventana como desde hacía ya rato.
Sus párpados medio caídos y la forma recta y apretada de sus labios reflejados en el cristal de la contraventana dejaban ver algo que todo su cuerpo transmitía.

Estaba cansado.
Es más, estaba aburrido. Exasperado en parte y frustrado al mismo tiempo. Ansioso, triste, decaído... pero un poco feliz.

Le contrariaban los sentimientos que se agolpaban en su mente y embotaban sus sentidos, dejándolo aturdido y flotando en una nube que a veces lo ahogaba al mismo tiempo.
Estar enamorado era definitivamente algo no exactamente fácil.
Era así como él lo veía.

Y lo peor de todo es que no sabía si realmente sentía esa clase de amor, o no, o .. ¿quién sabe? Él, al menos, estaba claro que no lo sabía. Pero ¿acaso importaba saberlo?¿O habría sido mejor no empezar a pensar que el rápido latir de su corazón y la forma en que se le revolvían las entrañas cada que lo veía salir con aquel muchachito de la casa podrían deberse a que sus sentimientos no eran del todo fraternales con él?
Tal vez sólo eran celos.

Sí, eso serán... celos.

Se repetía a si mismo, adoptando una expresión mas adusta.

Celos por que él anda con alguien ... y yo no.

Volvió a decirse mentalmente, intentando convencerse.

... o no?

Bufó, apoyando la mejilla en su mano y replegando una pierna contra su pecho, subiéndola a la silla.
Sabía que aquello le desagradaba – subir los pies a los muebles -, por eso se había descalzado antes.

Había pretendido salir aquella tarde con su hermano, pero él, en un inconsciente acto dañino contra su persona, había decidido que hacerle una pequeña visita a Milo sería lo mejor en que podía ocupar esas horas.
Cuando lo vio salir no le preguntó donde iba, lo sabía de antemano. Había visto como tomaba un pequeño paquete reservado al chico que desde hacía un tiempo guardaba en un cajón de uno de los muebles de la sala.

Recordó como unos meses antes Saga lo había traído consigo y lo escondió allí justo en el momento que él entraba en el cuarto. Preguntó que hacía con cierta curiosidad natural, sin ninguna otra intención que comunicarse con su gemelo. Él simplemente movió la cabeza, como quitándole importancia al asunto y cerrando del todo el cajón con una mano. Dijo que era de Milo, dijo que se lo daría cuando llegara la hora y sus ojos relampaguearon traviesos y contentos; dijo que no lo moviera ni lo abriera. Y Kanon, aún con las ganas de saber que era aquello tan importante, acató la orden de su hermano.
Pero cierto era que ahora se temía lo peor sobre aquella caja pequeña envuelta en papel de regalo.

Pateó un poco, para sacarse la frustración y para quitarse el calzado de la pierna izquierda, reuniéndola con su otro par en lo alto de la silla.

Él sólo quería tener a su hermano cerca. Era lo único que necesitaba para ser feliz.

¿Verdad?

Se preguntó, sin querer tener que resolver algún día aquella duda.

En el momento en el que Saga había salido, Kanon sintió una necesidad pasmosa de aclarar todo aquello, pero en esos momentos sus ansias eran las contrarias. Tras unas tres o cuatro horas – no estaba seguro – de reflexiones sin sentido que no le llevaban a ningún lugar, o eso le parecían, seguía sin diseccionar su corazón y analizar sus sentimientos de forma precisa... aunque el sondeo había servido de algo.
Ahora ostentaba un dolor de cabeza, el cual seguramente era más grande que cualquiera que hubiera sentido antes.

Bueno... tal vez menos fuerte que cuando estuve con pulmonía el año pasado. ¿Pero a quién se le ocurre salir bajo la tormenta con una camiseta ligera y...?

Si sus pensamientos hubieran sido una cinta de video, la habría pausado, rebobinado y seguramente parado para sacarla del aparato. Pero como no lo eran se conformó con echar atrás hasta retomar el hilo inicial.

Saga.

Saga y Milo.
Saga y las encantadoras atenciones que le daba.
Saga abstraído meditando sobre si la mancha del techo tenía forma de patata o de melón. O si tal vez era mejor pintar la sala de una vez.

Saga.. Saga, Saga, Saga. Y más Saga. Y sí, Saga.

Cínicamente sorprendido, asomó una sonrisa triste y agotada a su rostro contrito.
No conseguía avanzar nada. Y necesitaba hacerlo.

De vez en cuando atrapaba a Saga observándolo, a veces preocupado, a veces simplemente viéndolo. Parecía que su hermano adivinaba que no se encontraba en una fase psicológica estable y tranquila precisamente. Parecía que no era tan sutil como creía, o es que Saga era más suspicaz que lo que sus expresiones ensimismadas daban a entender.

Se llevó las manos a la cabeza, apretando los lados fuertemente, hallando un momentáneo alivio a su malestar, que volvió más fuerte en cuanto bajó la presión de sus manos.
Se vio tentando a apretar sus sienes hasta ya no encontrar más dolor entre ellas, pero sospechaba que ese acto no sería en nada beneficioso, así que lo apartó de su mente y bajó las piernas, tomando sus rodillas con la misma fuerza que antes tomaba su cabeza.

Seguía meditando, pero ahora una furia extraña llenaba sus músculos de energía, en vez de la apatía que había llevado consigo toda la tarde.

Se levantó bruscamente y salió por la puerta hacia el corredor. No se percató de la presencia ajena hasta que chocó con otra persona, a la cual ignoró, continuando su camino hacia la puerta.

- ¡Ey Kanon!¡Con mas cuidado! – refunfuñó su gemelo - ¿Qué te pasa? – preguntó una vez pasado el desconcierto inicial - ¿Dónde vas?
- ¡Yo qué sé!

Kanon salió apresurado de la casa, dando un portazo que hizo vibrar la madera incluso después de ser encajada en su sitio.
Saga miró entristecido el recibidor, pensando en su hermano.

Suspiró frustrado y fue a sentarse junto a la ventana.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).