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La marioneta de los sentimientos eternos por Karin186

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Notas del fanfic:

Historia autoconcluyente de un solo capítulo. One-shot

Pairing: SasorixNaruto

 

 

Notas del capitulo:

ADVERTENCIAS:

Este fanfic contiene:

"Universo Alterno"

La evidente presencia del OCC

Lenguaje adulto en ocasiones

Rating T (13+)

Errores ortográficos, etcétera.

ACLARACIONES:


Letra Cursiva: Diálogos/pensamientos de Naruto

 

LA MARIONETA DE LOS SENTIMIENTOS ETERNOS

 

«Estoy huyendo pero ¿de qué?»

Todo fue silencio, todo se volvió oscuro. ¿En dónde se encontraba ahora?

En aquél tiempo las cosas más hermosas se elaboraban a mano, por simple dedicación y amor a tu arte, la revolución industrial aún no tenía lugar,  tu propia firma eran aquellos pequeños detalles e imperfecciones en tus obras que no hacían más que hacer tu arte la simple perfección.

Sasori era un maestro marionetista de mucha fama en sus años juveniles, ahora rebasaba los cuarentas y cada vez su nombre hacía menos apariciones de los diarios matutinos. Su belleza conmocionó durante su debut, Sasori un hombre con tal belleza que podría ser fácilmente un príncipe de cuento de hadas o un caballero sirviendo a su rey, su cabello era poco común, había personas de sobra que juraban que ese cabello escarlata no era natural pero los chismes eran un punto que a Sasori jamás le importó, a pesar de no haber conocido a su padre recordaba la manera en que su madre le hablaba de él y supo que fue un buen hombre cuando ella le recordaba una vez más en su lecho de muerte y antes de que sus ojos se extinguieran.

 

Ahora ocultaba sus ojos color miel tras esas gafas para la vista cansada, sus ojos cada día estaban más ojerosos y vacíos; sentía que su vida era un completo desperdicio, su esposa probablemente le engañaba y seguramente era con aquél que solía ser su socio, su única luz era su pequeña hija de cuatro años que corría y jugueteaba alrededor de la morada cuando su madre hacía su rutinaria “caminata al parque” la cual tardaba más de dos sospechosas horas.

 

La pequeña saltaba sobre el piso de madera haciendo curiosos ruidos con sus zapatos de charol blanco atados por ese listón color almendra, sus medias estaban un poco sucias de tanto tocar el suelo, su vestido de volados danzaba al compás de sus movimientos, ella era su vida entera, su vida de mierda cobraba sentido cuando veía el fruto del amor que algún día le tuvo a su madre, ella heredó su carismático color en el cabello, rojizo escarlata que brillaba a la luz pero Sasori juraba que a ella le quedaba mil y un veces mejor que a él en su tiempo, su cabello no había sido cortado desde hacía un par de años y se veía lo mucho de cuidado que Sakura le brindaba, la pequeña había heredado los ojos hermosos de su madre, todo en un contexto referente a su pequeña descendiente era hermosura en estado puro, tanta belleza le hacía perfecta, ella era tan hermosa como una muñeca, y tan perfecta como una.

 

—Papa—, Ella le llamaba con su vocabulario inexperto al tiempo en que jaloneaba su pantalón — Papa, juega conmigo.

 

Sasori sonrió humildemente, sabía qué ocurriría de sobra en unos momentos, él comenzaría a jugar a “la casita” con ella, probablemente le haría colocarse algunas prendas de ropa y fingirían ser vecinos que no se han visto en un largo tiempo y que se reencuentran tomando el té; y, al poco tiempo ella le gritaría en pucheros lo torpe que era él al jugar y fingiría enojo esperando a que su querido padre le buscase y terminase encontrándola en un rincón a un lado de la cama regalándole un sorpresivo abrazo y llenándola de besos ella le perdonaría su “torpeza” por ser un adulto.

 

Los días con su pequeña eran buenos, ningún momento era un desperdicio.

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Sasori meditó detenidamente en la que sería su mejor obra y la última que haría, se mantuvo despierto durante varias noches pensando en los detalles y la perfección que traería consigo su última marioneta, finalmente decidía retirarse y lo haría con una obra de arte eterna. Una inalcanzable como los dioses y que sólo él se daría el lujo de tocar.

 

Esa noche era joven para alguien como él quien estaba acostumbrado al insomnio y los horarios irregulares, afuera del edificio unos pisos abajo la vida nocturna y amenazante comenzaba, las cortesanas y las putas salían en busca de trabajo para ganarse el pan del día siguiente, los bandidos se ocultaban en las sobras acechando sus víctimas próximas y los burdeles de mala muerte se encendían en su hora pico.

 

Después de asegurarse de que su princesa estuviera dormida, se sentó en silencio en la silla frente a su escritorio y comenzó a tallar la madera con una navaja un poco gastada, no supo cuándo fue pero se perdió en ese rostro tan fino y hermoso que poco a poco tomaba forma, dejó de dormir por esa marioneta, apenas probaba bocado de sus tantas comidas que terminaron pudriéndose en la mesilla de junto, no quería dejar algún rasgo sin hacer, no supo que el tiempo se fue volando de sus manos, Sakura se hartó de esa pobre imagen, la vida con Sasori de por sí ya era difícil y esa era su oportunidad de alejarse de él alegando locura por parte de ese hombre decadente.

 

Ella le arrancó a Sakuori de los brazos y lo único que pudo hacer el Akasuna fue ridiculizarse como jamás lo había hecho suplicándole con lágrimas en los ojos que no se la llevase pero Sakura no dio marcha atrás, ella había esperando por años a que Sasori tropezara y no sabía cuándo volvería a ocurrir con su naturaleza calculadora y soberbia. Sasori quedó devastado ¿Qué sería de él ahora? Sakura era cruel, y lo peor de todo fue que no pudo detenerla.

 

Ahora tenía razones distintas para hundirse en el trabajo.

 

Razones para no tratar de quitarse la vida al ignorar el paradero de su hija.

 

«La primera vez que abrí mis ojos me enamoré de ese rostro de ángel frente a mí y de esa mirada vacía y apesadumbrada sobre esas ojeras intensamente marcadas»

 

¿Quién soy?

 

— Tu nombre será Naruto—, Sasori habló con una pequeña sonrisa, una igual a la que muestra una persona forzada a sonreír después de haber llorado tanto. —Un nombre armonioso que libera su incontrolable energía en un remolino.

 

« ¿Naruto? Ese nombre era un poco extraño pero terminó gustándome, y la razón fue por la manera en que esa persona lo mencionó»

 

Sasori realmente parecía un ángel al sonreír, no importaba qué tipo de sonrisa era, aún así era preciosa.

 

«Me enamoré de esa persona»

 

Naruto era una marioneta hermosa, Su belleza era inalcanzable,  sus rasgos eran tan humanos que parecía uno, Sasori había logrado su meta y ahora sentía que podía morir en paz, se olvidó de todas sus penas al tenerlo en brazos, parecía tener tal vez siete, pero sabía que su edad cronológica sería eterna.

 

—Tu simple presencia es arte Naruto, puede ser una lástima tallar tu pequeño cuerpo pero quiero que mi marca se grabe en tu existencia, lo pondré en la nuca, bajo un mechón de cabello: “Sasori”. Tal vez un animal ponzoñoso sea inadecuado pero no hubo elección para escoger por mi parte.

 

Era un poco extraño, Naruto quería lanzarse a sus brazos y mencionar lo mucho que le gustaba que esa persona dijera su nombre pero le era imposible moverse. Ahora lo notaba.

 

« ¿Por qué? ¡¿Qué sucede?!»

 

Sus brazos, su voz, nada respondía.

 

« ¡¿Por qué?!»

 

Se desesperó, se frustró, incluso era incapaz de expresarlo en su rostro.

 

« ¡Sasori!»

 

¿Qué hacer en el lugar de Naruto? ¿Quién sería capaz de soportarlo? Sasori dejó su alma en Naruto, lo poco que estaba seguro que le quedaba, y tal vez esa era la razón por la cual Naruto podía verlo, pensarlo, pero jamás moverse, ni hablarle, era una simple marioneta que cruelmente estaba media viva. Capaz de sentir por dentro pero no por fuera, sin corazón, sin cerebro pero de alguna manera consciente.

 

Sentía desesperación acumulada, era extraño, quería gritar pero nada salía, no sabía qué hacer o peor aún, no podía hacer nada.

 

Tener la sensación de estar escayolado y ser consciente de que no es una ilusión, de saber que nunca podrás moverte, de estar encerrado en tu propia mente y ser incapaz de liberarte.

 

Era aún peor que una pesadilla

 

—Ven aquí Naruto—, Nuevamente Sasori sonreía, le tomó en brazos, no lo sentía pero parecía que lo hacía con delicadeza. Eso le reconfortó.

 

Por ese momento Naruto encontró paz dentro de sí.

 

Naruto fue llevado y dejado con cuidado sobre esa silla de fino terciopelo rojo, el Akasuna se alejó después simplemente para observar completamente la elegancia de Naruto reposando elegante, con sus ojos cielo y sus mejillas rosadas. Naruto era la encarnación de perfección pura. Esa era la primera vez que hacía una marioneta con cabello corto –además de la última- pero no podía esperar más de él. La primera vez que hacía un muñeco, con sus cabellos dorados  y vestido pomposamente con oliva semejante al negro tanto en su traje como en su sombrero de copa y listón dorado.

 

«Es absurdo pensarlo pero ¿esa era la calidez de la que alardeaban los mortales?»

 

Cada mañana y noche Sasori le hablaba y se sentaba a su lado a leer un poco, y leía en voz alta como acostumbraba a hacerlo con su pequeña.

 

Sasori terminaba su relato.

 

— [“…y murió como el vagabundo que era, degustando el extasías de una fantasía que se volvió su realidad. En los suburbios de esa ciudad decadente y sumida en la perdición no sucedió nada al fin y al cabo”].

 

Naruto lo había notado, que Sasori prefería libros con finales trágicos, o al menos no tal felices pero si reflexivos. Un gusto alejado de los cuentos de hadas con finales empalagosos y si apegados a la realidad pura y cruda.

 

Sasori no estaba fuera de sus casillas pero Naruto era especial, era toda su alma, era especial a pesar de no encontrar otro motivo más que ese.

 

«Sasori siempre lucía triste, entiendo la resignación pues he dado por hecho que por más que yo le quiera no podré alcanzarlo»

 

El peli-rojo acicalaba a Naruto cada tarde, siempre lo cargaba en su regazo mientras lo hacía.

 

«Así que espero a que él venga a mí y me tome entre sus brazos»

 

Sasori había aprendido a amar su trabajo, cada marioneta que hizo le llenó de una inmensa satisfacción y orgullo, su alma había quedado grabada en esa marca en forma de escorpión que usaba como firma.     

 

«Con el tiempo he notado que Sasori me necesita para no sentirse solo»

 

Es frágil.

 

«Las imágenes monocromáticas sobre la mesa también lo muestran con una muñeca de cabello oscuro y ojos claros»

 

¿Quién era ella? Esa pequeña muñeca frágil a la vista.

 

« ¿Acaso soy el remplazo de esa muñeca?»

 

¿Cómo era posible que ese pensamiento le produjera malestar? ¿De dónde provenía esa sensación de incomodidad que tanto le desesperaba?

 

¿Pertenecía aquél nombre que Sasori mencionaba en sueños a ella? Era cruel pensarlo, pero ¿realmente era Naruto un remplazo?

 

—No lo eres, Naruto. Mi pequeña Sakuori es ella misma y Naruto es Naruto. Sakuori es la persona más importante para mí, deseo verla crecer y quiero ser dueño de muchas –la mayoría- de sus sonrisas,  pero Naruto es diferente, ahora mi mayor deseo es que Naruto pudiera abrazarme así como lo hago yo, que me sonriera no porque yo le haya grabado su sonrisa si no porque él quisiese hacerlo. Porque me he enamorado de la belleza inalcanzable que Naruto posee.

 

¿Podía ser cierto? ¿Era posible que esa pregunta que tanto atormentaba a Naruto también hiciera lo mismo con Sasori? ¿Era esa la razón por la cual Sasori había respondido a su pregunta a pesar de que Naruto siempre se encontraba exánime? 

 

¿Era posible que mis sentimientos hubieran sido alcanzados Sasori aunque fuese un poco?

 

Por esa noche y las siguientes Naruto sintió tranquilidad, ahora sentía que la sensación de querer estar siempre con Sasori era mucho más fuerte.

 

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—¡¡Papa!!—, Esa voz era inconfundible, Sasori dio un brinco en su silla al creerse en un sueño, pero era imposible, lo había escuchado, no estaba loco como Sakura lo había tachado, esa voz se escuchó, estaba seguro de ello y para despejar dudas la ocasión le concedió una segunda vez para escucharla —¡Papa, papa, mami dice que podemos jugar!

 

Naruto lo había escuchado también y se preguntó quién era ella, vio a Sasori levantarse y correr en busca de la dueña de esa hermosa e infantil voz.

 

«Y justo frente a mí vi la escena más hermosa del mundo, la imagen de un padre derramando lágrimas de emoción al ver que sus sueños –esos que tenía cada vez que se quedaba inconscientemente dormido sobre su escritorio- se volvían realidad»

 

Una vez más se enamoró

 

De otra faceta, una que querría ver siempre.

 

Él la abrazó temeroso de alucinar, Naruto incluso supo que Sasori se preguntaba si era posible que realmente estuviera demente.

 

Sakura esperaba recargada en el marco de la puerta alegando que la pequeña mencionaba su nombre y no paraba de llorar al recordarlo, que últimamente estaba insoportable y que todo era culpa de Sasori.

 

«Muchos lo ignoraban, Sakuori era pequeña para saberlo, a esa mujer probablemente no le interesaba, pero Sasori estaba enfermo»

 

— ¿Ésta vez te quedarás a jugar con papá un largo rato aunque papá sea muy torpe en eso cierto?

 

— ¡Sí! Me quedaré porque te quiero mucho ¡mucho!

 

«A mitad de la noche se levantaba tosiendo y en muchas de esas ocasiones su boca y su mano se manchaba con coágulos de sangre»

 

Estaba asustado, porque sabía que Sasori no lo mencionaría.

 

La vida de los mortales era cruel, pero aún así era lo que más anhelaba esa desdichada marioneta.

 

«La enfermedad de Sasori avanzó, sus ojeras lograban hacer una marca profunda y oscura bajo sus ojos, su piel cada vez se tornaba más pálida con cada día que pasaba, era desalmado decirlo pero, ese Sasori que a partir de un día no fue capaz de levantarse de cama no era ni la sombra de lo que había logrado ser en toda su vida.

 

Sakuori siempre aguardaba a un lado de su cama, sosteniéndome, abrazándome, con deseos de aferrarse a mí buscando esconder sus lágrimas, aún era pequeña, recién había cumplido los siete, Sasori los cuarenta y tres»

 

A pesar de eso Sasori lucía joven si dejabas de lado su enfermedad, su belleza se marchitaba pero aún era presente.

 

“Aquella mujer” como Naruto la llamaba, evitaba aparecerse por casa a menos que fuera para dormir un poco, la pequeña había aprendido a ser más independiente a raíz de todos las problemas en casa y aunque Sakura lo ignorase, ella cada vez tomaba un rencor más grande hacía la que se decía ser su madre.

 

Sasori sonrió, sintió la mayor felicidad del mundo, Sakura simplemente dejó escuchar cómo chasqueaba la lengua, Sasori le escuchó y tan sólo fingió haberla ignorado por el bien de su pequeña.

 

Siempre que Sakuori atendía a su padre le dedicaba una de esas hermosas sonrisas, y cada vez que sucedía esto dejaba a Naruto al “cuidado” de su padre, recostándolo a un lado de él.

 

«Me lamenté muchas veces por tan sólo ser un “espectador” de tales escenas, pero aunque sonara vago decirlo, no había nada que yo pudiera hacer»

 

“Sakuori cuidará de Naruto a partir de ahora, porque Naruto necesita de alguien que le quiera para no ser un simple pedazo de madera”

 

«Las últimas palabras de Sasori, frente a una pequeña con llanto incontenible, aquella mujer ausente, y con una marioneta como yo incapaz de llorar»

 

Una imagen triste ¿no es verdad?

 

Naruto era un niño sin vida, condenado a vivir su existencia eterna sentado en esa silla de terciopelo rojo, una simple muñeca que aunque siente no lo refleja.

 

Y de esa forma vio partir a esa persona que ama tanto, y que, por razones del destino cruel, no se podrá permitir el lujo de un mortal y seguirlo a la próxima vida, porque simplemente la primera no existía para él.

 

Atormentado de vivir la eternidad con esa sonrisa permanente en sus labios finos cuando todo es una mascarada.

 

«Algún día te encontraré, pero ya no me verás como una marioneta, porque simplemente ya no lo seré»

 

La vida de la pequeña empeoró en ambiente cuando Sasori se marchó, esa mujer la golpeaba cada vez que ella trataba de defender los ideales en los que creía y aquellos que su padre le había inculcado.

 

Todo lo que tenía que ver con Sasori era un tormento para Sakura, le frustraba, le alteraba, lo odiaba tanto.

 

— ¡Basta Sakura! —, incluso para una pequeña de diez años, el rencor por los malos tratos le dificultaba llamarla simplemente mamá. — ¡Suéltalo!—.

 

Forcejeaban conmigo en brazos de la pequeña, su madre trataba de tirarme, romperme, era un hecho de que simplemente me odiaba, como a todo lo que tenía relación con Sasori, incluso como comenzaba a odiar a su hija por ser su simple semejanza tanto en ese odioso carácter y en su maldita apariencia según sus palabras.

 

¡¡Deja de una vez ese maldito muñeco Sakuori!!—, a Sakura le alteraba el simple hecho de que la niñata no lo soltara, de que cuando necesitaba un abrazo se los brindara al muñeco, de que ella ya no le buscase cuando se sintiera solitaria, Sakura simplemente se sentía sola.

 

«Estaba asustado, no por la manera en que ellas se disputaban, sin miedo de que fuera a romperme, tampoco era de sus gritos, pero me aterraba pensar en que esa mujer hiera a la pequeña, fue difícil no apegarse a ella con todos sus cuidados y sus palabras antes de dormir, ella extrañamente sabía cómo me sentía, veía a través de esa máscara con la que había nacido y que tendía siempre, Sakuori me reconfortaba, por ser tan amable, por tener la esencia de Sasori»

 

—¡¡No!!—, La pequeña gritó con desesperación, su voz se quebró al ser incapaz de llevar ese grito a una nota más alta , su rostro se desfiguró completamente al verme en brazos de su desquiciada madre, Sakura sonrió triunfante al ver la manera en que la pequeña revoloteaba a su alrededor tratando de alcanzarme.

 

«Estaré bien»

 

Quería darle un poco de tranquilidad, era imposible pero esa era mi intención. Escuché sus gritos tan agudos que fácilmente podrían haberse escuchado en las casas vecinas, aunque probablemente los vecinos lo ignorarían pensando en que era un berrinche más, aquellos muy comunes en los niños.

 

Los ojos de Sakura perdieron su hermosura cuando comenzó a mirar con rencor, ella me lanzó hacía el fuego de la chimenea, nuevamente Sakuori gritó, corrió con intenciones de sacarme con sus delicadas manos.

 

«¡¡No vengas!! No lo hagas Sakuori»

 

La única cosa que agradezco de Sakura fue que la detuvo, su mirada se suavizaba, estaba asustada por su hija, y su arrepentimiento comenzaba. Las llamas estaban tan cerca que incluso pude sentir –o eso creo- la manera en que quemaban, mi cuerpo comenzaba a tornarse negro, la madera comenzaba a crujir, a carbonizarse poco a poco y a partir de eso todo se volvió negro.

 

«Sasori»    Las palabras se desvanecieron, parecían no haber existido nunca.

 

Si mi alma y su alma siguen siendo las mismas a pesar del tiempo, entonces por favor dios de los cielos, te pido volverlo a ver, porque a esta persona, la amo, independientemente de las veces que muera o nazca su esencia no se perderá.

 

«Con esta persona hasta el fin de mis días»

 

Todo se desvaneció, la penumbra comenzaba a resquebrajarse.

 

Los rayos de luz por fin se mostraban.

 

Naruto abrió los ojos, con ese sudor frío recorriéndole la espalda y el pecho, trató de moverse esperando no encontrarse dentro de ese sueño, y lo hizo.

 

Saltó de la cama, moviendo cada una de sus extremidades como si fuese la primera vez que descubría que las tenía, la sensación de alivio le reconfortaba, su corazón latía rápidamente pero aún así estaba demasiado feliz.

 

— ¿Qué demonios estás haciendo Naruto?—, Esa voz ronca le despertó, su corazón conoció un nuevo grado de velocidad, se sonrojó, aún con diecisiete, a pesar de conocer esa voz perfectamente esa persona aún lograba hacerle estremecer con tan sólo nombrarle.

 

Corrió, le abrazó lo más fuerte que pudo, no era un sueño, Sasori estaba ahí, Sasori le correspondía.  La piel de Sasori era suave, quería estar así siempre. Había descubierto lo reconfortante que era tocar a la persona que amaba, el saber que eres capaz de sentir su calidez, un abrazo o un simpe roce era más que suficiente.

 

—Lamento lo de ayer, esa discusión fue estúpida, no volveré a mencionarlo.  ¡Te amo Sasori, te amo, te amo como no tienes idea, siempre te voy a amar! ¡¡Quiero estar siempre contigo!!

 

Sasori suspiró aliviado.

 

— ¡Idiota lo sé, demonios!—, Sasori estaba aliviado de ver que Naruto no se encontraba enojado, pensó durante toda la noche una manera de contentarle, pensó en cartas, chocolates, esas cosas que en sus tiempos de joven solían regalarse, era difícil salir con un chico que prácticamente podría ser tu hijo, dieciséis años era mucha diferencia, sus gustos no eran iguales, las épocas habían cambiado y sabía que debía llenar ese espacio con todo el amor que sabía que tenía por él, cada día como si fuera el último.

 

Era una reverenda estupidez discutir sólo porque Naruto estaba celoso de las compañeras de secundaria que Sasori se había encontrado repentinamente en la calle. Sasori fue serio al respecto y se disculpó torpemente como sólo él lograba hacerlo, mencionando que a partir de ahora sólo le mostraría su amabilidad a él y solamente a él.

 

—Te amo Naruto, lo lamento muchísimo.

 

Sasori solo mostraba esas sonrisas a Naruto, se había enamorado de él y para su bendita suerte Naruto le correspondía. Un simple estudiante saliendo con un artista anónimo que se encontraba en la cima y no parecía haber un final para su carrera, su musa le llenaba de inspiración, gracias a Naruto era todo lo que era.

 

Ahora sabía que en esta vida o en otra, la vida sería insoportable sin Sasori.

 

—Siempre estaré contigo…

 

—Siempre estaré contigo…

 

Ambos sonrieron cómplices de cada una de sus reacciones, juntaron su frentes y se quedaron en silencio por un momento, miraron la cercanía  de sus ojos mutuamente, viéndose reflejados uno perdiéndose en ese cielo azul e infinito y el otro degustando esa mirada color caramelo.

 

Los latidos de ambos se aceleraban, parecían escucharse en ese cuarto en total silencio.

 

Un beso fue más que suficiente para confirmar esa promesa, un beso lleno de emociones, Naruto lo degustó, no quiso desperdiciar ni un segundo, quería tocarlo lo más que pudiese, ese sueño se lo recordaría siempre, no podría olvidarlo, odiaría volver a sentirse así, tan sólo viéndolo, deseándolo pero imposibilitado para tocarlo.

 

Esas noches eternas en donde los sentimientos no lograban llegar a su destino se terminaron.

 

«Dioses en el cielo, ¡por fin lo alcancé!»

Por primera vez después de una muy larga espera, la sonrisa del muñeco en toda su dicha cambió y su belleza se volvió eterna.

Notas finales:

 

Bien pues este extraño fanfic se inspiró en un sueño macabro que tuve en el cual me encontraba escayolada, además de eso el gritar era imposible, fue raro (?) Extramañente no recuerdo el final pero sirvió de inspiracón.

El SasoNaru es una de mis parejas favoritas, me encanta la idea de un Sasori en sus treintas o cuarentas enamorándose de un jovencito de diecitantos xD

Por cierto, el primer sasori que aparece en en fanfic tenía cuarente o.o Sé que es un poco mayor pero me gustó imaginarmelo -más con sus gafas- x3

Además quería escribir desde hace tiempo una historia así, aunque de principio me imaginé un final cruel creo que no quise ser tan sádica (?)

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Por cierto también lamento no haber actualizado aún mis otros fanfics ¡Mil disculpas! Pronto lo haré, aunque comenzaré actualizando Blind heart antes de Nuestra historia juntos ¡Sorry!

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¡Gracias por leer, comentar, puntuar y todo lo demás! 

 


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