- ¿Qué vas a hacer QUE? – sólo la férrea y aristocrática educación que había recibido Pansy Parkinson evitó que su taza de té cayera sonoramente al suelo. Hubiera sido una pena que dicha pieza de porcelana acabara rota ya que era la preferida de Narcisa.
Sin embargo, su anfitrión no mostró sorpresa por el grito, tan solo respiró profundamente y volvió a anunciar:
- Voy a casarme con Potter, se lo he propuesto y él ha aceptado – y dio un nuevo sorbo a su té con toda la tranquilidad del mundo.
- ¿Y por que vas a hacer semejante tontería? – cuestionó la muchacha después de recomponerse mentalmente y dejar la taza, por si acaso.
- Porque lo – iba a responder el muchacho
- Oh! Por favor, no me digas que lo quieres… - resopló ella – si quieres tenerlo como amante es una cosa. Es decir, tiene un cuerpo de infarto, los entrenamientos de quidditch le han sentado jodidamente bien pero…
Draco sonrió a su mejor amiga de forma pícara mientras dejaba su propia taza en la mesita de su saloncito de Malfoy Manior. Adoraba a Pansy cuando era tan cruelmente sincera.
- … de ahí a casarte con él. Lo siento, no lo entiendo. – completó confusa.
- Tengo una idea bastante aproximada del cuerpo de mi prometido, gracias – un bufido nada elegante resonó en la habitación antes que su compañera volviera al ataque.
- No es necesario que te cases con él, el mundo mágico ya ha olvidado ese accidente. Vuestro apellido sigue imponiendo el mismo respeto. Puedes elegir a cualquiera, querido – Malfoy apretó los labios.
Era cierto, el accidente, como ella lo había llamado, era la asociación que su padre había tenido con Voldemort. Cuando, gracias al niño-que-vivió, se deshicieron de ese loco (palabras de su queridísima madre) su apellido quedó bastante tocado pero, gracias a los contactos y dinero de su familia; en unos pocos años el respeto y el poder volvieron intactos. Por lo tanto el no necesitaba unirse a Potter para limpiar su apellido. A eso es a lo que se refería su gran amiga.
- Pansy, ya se que no – comenzó de nuevo a explicarse pero fue interrumpido, de nuevo.
- ¿Y que vas a hacer? ¿Parirle los hijos a ese cuatrojos idiota? – increpó ofendida.
- Ya no lleva gafas – informó mordaz.
- Draco… - la muchacha no tenía la suficiente paciencia en este momento para el sarcasmo de su amigo.
- Sí, sí, ya lo se. Y la respuesta es sí, pariré a sus hijos – contestó el joven de cabello dorado que tenía frente a ella. Este no podía ser Draco.
- No me lo puedo creer…- murmuró asombrada - y ¿qué dijo tu padre? No creo que esté muy contento – interrogó la morena.
- No, la verdad, es que no lo está – le dio la razón a su amiga - pero cuento con mi madre así que…. – no terminó la frase, simplemente se encogió de hombros.
- Oh! Dulce Morgana! Lo dices en serio – dijo tapándose la boca con la mano derecha totalmente sorprendida.
- Por supuesto, mon amour –
El silencio se apoderó de la estancia mientras los dos slitheryn se sostenían la mirada. Draco cambio de estrategia y con un suspiro volvió a hablar.
- ¿Puedo contarte una cosa? – su oyente tan solo cabeceó de forma afirmativa cruzándose de brazos y él se removió inquieto. No era muy dado a contar absolutamente nada de su intimidad, pero quería, realmente deseaba que Pansy lo entendiera.
– Hay ocasiones en las que Harry llega muy tarde de los entrenamientos y yo ya me he acostado. ¿Sabes lo que hace antes de meterse en la cama? – evidentemente su amiga negó – Se hace un hechizo calefactor sobre si mismo.-
- ¿Y porque inferis... – pero no acabó la pregunta porque ella misma dio con la respuesta. Para no enfriarlo. Para que su pareja no tuviera frío cuando él se abrazara a su cuerpo. Frunció el ceño volviendo a clavar su mirada en aquellos ojos grises.
Aquel niño que ella consideraba torpe, aburrido, irritante, sin ningún sentido de la moda, estúpido, valiente, gryffindor…. cuidaba a Draco. Lo protegía y lo quería. Y lo peor de todo era que el rubio le correspondía. Suspiró. Con una familia como la de su mejor amigo, Potter era perfecto para Malfoy.
- Bien, pero no esperes que sea cordial con las comadrejas – concedió por fin su amiga.
- oh! Tranquila de eso ya se encarga Blaise – contestó tomando suavemente la mano de la morena para darle un pequeño apretón agradecido, y dedicándole una enigmática sonrisa.