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Notas del fanfic:

Advertencia: OoC, vocabulario soez, Universo Alterno, mención sadomasoquismo, personalidad múltiple, violencia, faltas de ortografía.
Personajes: S. no Gaara, Shukaku, U. Naruto, Kyuubi y U. Sasuke.
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, tan sólo la historia redactada, esto no lo hago con fines de lucro.
Clasificación Cap.: No menores de 16 años.
Dat. Curiosos: En un inicio iba a ser un SasuGaa y angst, aunque al final el angst nadie se lo quitó. (xD)
Track: Not gonna get Us de taTU.
Betado: No.

Notas del capitulo:

Bueno, bueno, quiero decirles que me disculpo por las faltas garrafales de ortografía, pero no me he tomado el debido tiempo para revisarlo como se debe, ¿por qué? No es porque sea floja, sino que siempre que leo algo que escribí hace mucho tiempo termina desagradandome, y termino por borrarlo. Recuerdo que cuando los escribí me dejó muy buena sensación este shot, así que no quise tirarlo a la basura por mis psicosis de fickera.


¡Sin más que decir, a leer! 

No nos atraparan,
Ellos no nos atraparan.

Sasuke veía al interior de la habitación por detrás del cristal, entristecido. Habían sido los tres tan unidos, ¿Cómo fue posible que les dejara ir así? Era honesto, nunca lo vio venir, y cuando lo hizo ya era demasiado tarde. Cobarde, ¿eso sería? Había escapado de aquel terrible mar de emociones que había sentido al verles en ese estado.

“Ellos no van a atraparnos”. Ésas habían sido las últimas palabras que había oído por parte de “Shukaku”, la doble identidad de Gaara, su ojeroso amigo con un kanji tatuado en la frente. Si bien sabía que el haberse ido a tatuar aquel símbolo en la frente por parte de Gaara había sido algo imprevisto y anormal, aunque según Gaara eso había sido una prueba de amor.

Hacía un momento había estado en el cuarto de su otro amigo, el rubio, quien se había tatuado una espiral negra en el estómago. Según Naruto aquel símbolo aplicado a su abdomen tenía el significado de que todos los problemas entraban en un curso circular continuo, hasta salir despedidos por su ombligo. Aquello no había sido tan loco, aún así, Sasuke se dio cuenta demasiado tarde de que aquello únicamente traería problemas.

Desde hacía unos meses sus amigos habían sido llevados al psiquiátrico de la ciudad por causa de trastornos mentales. En un inicio habían sido acusados de homosexuales, a lo cual el pueblo entero quiso componer dicha “anomalía” en aquellos dos. Toda la gente les miraba raro y con asco, miedo.  Todo cambió cuando se descubrieron que dichas parejas de ambos chicos eran… ellos mismos.

Fueron llevados a fuerza a aquel lúgubre y deteriorado lugar, en donde cabe decir que fueron diagnosticados de: trastorno narcisista de la personalidad; todos los guardias y doctores trataban a sus amigos como las peores basuras existentes, y eso a él le dolía. Cuál fue su sorpresa al darse cuenta que aquellos no era un trastorno narcisista, sino más bien un problema de personalidad múltiple.

Un día llegó a una visita normal, y ambos chicos le recibieron con un: “Soy Shukaku”, “Yo soy Kyuubi”. Al conversar con aquellas personas frente a él; con caras conocidas, con los mismos cuerpos que sus amigos, más eran personalidades total y completamente diferentes, y dichas personalidades eran los amores platónicos de sus amigos. El motivo por el cual Gaara se masturbaba frente a un espejo, o Naruto se pasaba lamiendo y haciendo obscenidades también frente al espejo, era por eso mismo.

Según sus conocimientos, el cambio múltiple de personalidad era distinto, puesto que aunque ambas personalidades se conocieran, eran indominables entre sí, no podían decir: hoy tú mañana yo; cuando una personalidad domina en tiempo real, olvida lo correspondiente a la otra, es decir lo que hacía, o con quienes estaba, pero al parecer ése no era el caso de sus amigos.

“Sácanos de acá o desapareceremos”. Simple y directo, ése había sido el fanfarrón de Kyuubi, ambas personalidades habían sido bastante complejas, en basto inteligentes y por demás unos cabrones pidiendo imposibles.  La relación entre ellos y sus “esclavos” eran simple y puramente existencialistas y sexo, o en lo que cabía, pensamientos obscenos.

Todo había ocurrido tan rápido, lo peor es que, quiera que no, incluso en esa relación entre sus amigos y los otros hombres existía la faceta de: automutilación. Cada vez que pensaba en todas esas heridas que sus amigos mostraban; moretes, cortadas, raspones, quemaduras; todo eso le hacía pensar,  ¿qué era lo que pasaba? Si bien sus dos amigos eran indomables a su manera, entonces ¿Por qué se dejaban llevar de aquella manera?

Según uno de los doctores del lugar, una de las únicas almas puras y bondadosas que no torturaban a sus amigos le había dicho que ellos necesitaban de la existencia de aquellas personas para seguir sobreviviendo, ya que, esas personalidades representaban todo lo que en su vida odiaban, y al odiarlo se había vuelto así como una ¿adicción? No recordaba muy bien la larga charla de psicología, pero, quería de vuelta a sus amigos. Ellos cada vez estaban peor, más deteriorados, ya no comían ni dormían, ya no hablaban con nadie, eran como almas vagantes sin ningún propósito.

“Desde que Shukaku dejó de existir, yo, yo ya no tengo sentido”. Narto estaba en peores condiciones, puesto que le culpaba de la desaparición de Kyuubi. Aquellos malditos imbéciles se habían ido después de su “no voy a sacar a nadie de acá”. Él también pensaba que debían ser curados, ¿acaso era malo querer devuelta a sus amigos?

“¡¿Amar es malo Sasuke?! ¿Acaso tú no adoras  a Orochimaru y nadie te dice nada?”. Por ser un Uchiha había aparentado aquella insulsa relación muy bien hasta ahora. Era egoísta, pero aquel amor estaba prohibido, era mejor tratar de curarlo a dejarlo seguir. ¡Era una puta y jodida obsesión! Automutilación, doble personalidad, narcisismo, todo aquello estaba mal hasta para los estándares de él. Reiteraba nuevamente que quería a sus amigos de regreso, y haría lo posible para traerlos de vuelta, aún si eso era ser odiado de momento por ellos.

Empezando desde aquí, vamos a hacer una promesa,
Tú y yo, simplemente vamos a ser honestas.

Acostado en su cama esperaba el momento exacto para actuar. Todo mundo siempre lo había tachado de odioso, huérfano, estúpido. Nadie tenía derecho a hacerlo, nadie sabía lo que sufría, únicamente él.

Su lenguaje grotesco y sus golpes eran algo que se le hacía un deleite. Recordaba besar sus labios llenos de sangre, o aquellas uñas rasguñando su espalda, tan profundamente que quemaba. Kyuubi, ése era el nombre de su amor imposible, es cierto que a veces necesitaba más de aquel ser que tan sólo simples imaginaciones vagas, aunque para él, para Uzumaki Naruto todo aquello eran más que simples imaginaciones innecesarias.

Desde que le había conocido en aquel sueño; aquel cabello rubio con destellos rojizos, aquellos ojos color sangre, en conjunto con aquella descompuesta sonrisa, todo en él se le hizo necesario. Kyuubi era como su respaldo, la persona que siempre estaba ahí para darle un zape y decirle: levántate; siempre daba la cara por él cuando alguien intentaba propasarse, era como un ángel guardián, Kyuubi siempre recibía los retos por él, las buenas golpizas y hasta los trabajos sexuales sin remuneración.

¡¿Enfermo?! Que todos esos putos cristianos se fueran por un tragadero de agua. ¿Cuándo Dios había acudido a sus llamados? ¿Cuándo Dios había dado la cara por él? Nunca. Lo habían acusado de homosexual, y supuestamente eso era un crimen altamente penado por la ley del señor. ¡Que pasaba con el padre! ¡Ah! A él no le decían nada cuando se metía con los niños del coro. Nadie había dicho nada cuando el profesor de matemáticas le metió el pene por el culo sin ningún tipo de preparación, nadie dijo nada cuando la maestra de música se la chupó  sin su consentimiento, y cuando el quiso decir o hacer algo, nadie le creía. ¿Por qué? Porque era un puto huérfano sin respaldo. 

Se mordió el labio inferior recordando a aquel suculento rojo sangre. Kyuubi tampoco era la mejor persona del mundo, pero él era su todo. Lo trataba mal y le daba unos gritos que sólo Satán sabe porqué lo trataba de aquella forma, pero todo era compensado, cuando aquellos labios recorría en su extensión su miembro, incluso cuando le golpeaba se sentía amado. ¿Masoquista? Tal vez y los golpes de la vida lo habían criado de aquella forma tan retorcida.

 Llevó una de sus manos al pecho y formó un puño. Traería de vuelta a aquel odioso sujeto a la fuerza, le necesitaba y estaba muriendo sin él. Si era necesario, incluso mataría a Sasuke como venganza para regresarlo. Así es, todo había sido culpa de ese idiota arrogante, ¡todo era su maldita culpa! Él no entendía nada, nunca lo hizo, siempre había huido, cada vez que él y Gaara le daban más pistas, él se hacía el desentendido y se alejaba cada vez más, maricón. El muy bastardo al enterarse hizo lo mismo que los demás, se hizo para atrás y los acusó de enfermos mentales. ¿Qué era lo que más le dolía de todo aquello? Que alguna vez deseó que Kyuubi desapareciera de su vida porque le gustaba el de cabellos azabaches, estúpido que había sido al dejarse llevar de aquella forma.

¿Qué si le había tenido miedo a Kyuubi? En un inicio sí, le había temido y odiado. Aún así aquel hombre se empeñaba en decir: “Naruto es de mi propiedad, ni un mocoso con pelos de cacatúa me quitará a mi imbécil esclavo”, o “Es que acaso Sasu-chan ha estado ahí siempre como yo, ¿él también te ha salvado de violaciones masivas y ha dado la cara por ti? No. Tú me necesitas y me perteneces.”

Era necesario traerlo de regreso, la única forma de hacerlo era actuar ya. Mataría al que se le pusiese enfrente; con los puños, dientes e incluso el bisturí que guardaba recelosamente debajo de la almohada. Nada más debería esperar el tiempo adecuado. Lo mejor sería actuar con cautela y descansado, cerró sus ojos adentrándose en el mundo de los sueños, recordando así a su tan preciado Kyuubi.

Vamos a correr, nada puede detenernos.
Incluso la noche, que cae sobre nosotras.

 —¡Lárgate, vete de mi mente!— gritaba el de ojos azules. Odiaba ser diferente, odiaba que la gente lo llamara anormal, y si alguien descubría su secreto, sería tomado por loco. Tenía miedo, tanto, y más de él, de ése que lo controlaba y le lastimaba.

—¿Largarme? Pero si yo soy obra tuya— el cinismo en su voz le hacía temblar de cólera y otros sentimientos injustificados —. Tú estás tan ansioso como yo— estaba acorralado hasta en su mente, hasta en aquella imagen creada por él.

Saltó del susto al sentir un cálido aliento en su cuello, y más aun al sentir a esa mojada lengua recorrer desde su nuca, hasta su clavícula. Sentía escalofríos recorrer su espalda, mientras que su piel estaba erizada. ¿Qué eran esas sensaciones?

—Ves como te dije que iba a gustarte— sintió una mano adentrarse en sus pantalones, acariciando por sobre sus boxers su miembro levemente excitado. 

—Por favor, ya para— la voz le había salido tan baja, tan queda, que ni él mismo sabía si en realidad había ocurrido. Una lágrima se escurrió de sus ojos, y ésa fue la primera y única vez que Kyuubi le trató no del todo mal.

—Naru, ¿Es que acaso no has entendido? Tú me necesitas tanto como yo a ti, sin ti no existiría, sin mí no sobrevivirías. Aun así, mi existencia es inapropiada y dolorosa— la lengua del de ojos rojos lamió la lágrima, para luego seguir el recorrido que anteriormente había surcado la gota hasta llegar a los ojos azules, y darle un beso en cada uno de los ojos al más chico —. No me temas, aunque llegue a ser cruel contigo, siempre voy a estar ahí para salvarte; nunca podré amarte, siempre te odiaré por haberme creado, pero tampoco es como si pudiera olvidarte o abandonarte por cuenta propia, la única forma de deshacerte de mí es… matándome— aquella ronca voz en su oído había hecho que su corazón se acelerara bastante. Quería matarle, pero él mismo sabía que Kyuubi le era tan necesario, que era incapaz.

—E-Está b-bien— aquel había sido el contenido del contrato, y ésa su firma. Sintió como el lóbulo de su oreja era mordido, provocando así que diera un suspiro. Sus párpados estaban fuertemente cerrados, mientras que sus manos estaban a sus costados temblorosas y sudorosas. Era la primera vez que pasaba por una situación como aquella.

—Además, Sasuke está con Orochimaru, ¿Crees que podía voltear a verte alguna vez?— y el maldito no había podido quedarse callado. Naruto quiso estrellar uno de sus puños contra su cara, pero cuando lo intentó, tan sólo obtuvo como resultado el tener las dos manos por sobre su cabeza, siendo agarradas fuertemente por una del gran Kyuubi. El gesto cínico que mostraba el otro tan sólo lo hacía enojar más,  fruncir el ceño y mostrar sus dientes, era lo único que podía hacer —Enójate más, eso me calienta mucho. Desgraciadamente hoy no tengo ganas de hacernos daño Naru, así que estate quieto.

—Vete a la mier… — no pudo continuar a causa de la mano infiltrada ya en sus bóxers. No podía protestar, tan sólo podía cerrar los ojos y querer evitar su rubor, sabía que aquellos odiosos ojos le observaban atentamente, pero, no quería admitirlo, no quería admitir que aquello tan sólo le creaba más dependencia.

No sintió cuando el otro aflojó el agarre, y mostrando sus habilidades para contorsionarse llevó su boca hasta las orillas de su ropa interior y empezó a bajarla lentamente con los dientes, mientras la otra mano seguía masajeado y apretando su miembro. Cuando abrió sus ojos y vio aquella escena se quedó inmóvil, sintió que su erección se hacía más dura y aquel estúpido y lento movimiento que ejercía la gran mano del otro no era suficiente.  Cuando Kyuubi hubo bajado sus bóxers lo suficiente, metió su pie en medio de sus piernas,  terminó de bajarlo de un pisotón, y se levantó.

—Todo esto sería mejor si ambos estuviésemos fuera, este lugar me deja corto de acciones— luego de que el mayor dijera aquello, se acercó y tomó sus labios en un voraz beso. Sus lenguas jugaban a un juego en donde por supuesto él ya había perdido, hilitos de saliva se escapaban de sus bocas que cambiaban de posiciones constantemente, comiéndose mutuamente, cuando hubo terminado aquella guerra Kyuubi mordió su labio inferior fuertemente, haciéndole una herida. Gruñó por el acto, puesto que le había dolido pero… no hubo respuesta.

De pronto sintió como sus piernas flaqueaban, y sin más quedó sentado en el suelo de aquella pintoresca habitación. Las manos grandes del de ojos escarlata abrieron sus piernas, dejándole en una pose parecida a la de una rana, una pose demasiado vergonzosa cabe decir, puesto que dejaba expuesto a los cuatro vientos su miembro. Sus manos seguían por sobre su cabeza, agarradas por quien sabe qué, y la mirada del otro estaba cargada de lujuria. Kyuubi se arrodilló frente a él y luego se dobló, acercando el rostro a su ya excitado miembro.

—Ya…ahhh…para— Naruto no pudo seguir su petición al sentir aquella juguetona lengua recorrer su excitación desde a la base hasta la punta.

—No, no hasta que supliques por más— ¡Eso nunca! Era lo que pensaba Naruto en esos momentos.

El mayor lamía tal cual helado de chocolate toda la extensión del menor, así hizo repetidas veces y luego sopló por sobre el miembro de Naruto, causándole escalofríos. Abrió sus ojos levemente para ver lo que ocurría; Kyuubi le miraba expectante, ¿Qué era lo que quería? Su miembro palpitaba de dolor, necesitaba más atención.

—¿No vas a seguir?— dijo con la respiración entrecortada.

—Me pediste que parara ¿No?— las pupilas azules se dilataron, dejándole un gesto en la cara que hizo sonreír victorioso a Kyuubi —Si quieres que siga pídelo— apretó la mandíbula lo más fuerte que pudo. Sentía la sangre de la herida que se había ocasionado anteriormente. Su miembro dolía más que su orgullo, así que optó por obedecer.

—Por favor, continua.

—Buena elección Naru— el de ojos color sangre siguió con la felación. Naruto sintió como el otro metía de un solo su miembro en la boca, haciéndolo sacar un gemido ahogado. Empezó el vaivén lento, sentía como aquella mirada  le penetraba, y estaba seguro que sonreía complacido. Mientras, sentía como la saliva, aquella traviesa lengua y frenesí lo volvían loco, se dio cuenta de lo mucho que le gustaba estar en aquella posición de debilidad, pero por sobre todo, lo mucho que necesitaba del otro; estaba seguro, era más que necesidad, Naruto desde siempre le había amado e idolatrado, siempre le había admirado.

Empezó a dejar salir sus gemidos naturalmente, ya no había nada más que pudiera hacer, estaba perdido. Luego sintió unas sensaciones raras y placenteras recorrerle todo el cuerpo, era como si un toque de electricidad le recorriera la espina dorsal, y seguidamente el orgasmo se hizo inminente. Observó con los ojos entrecerrados él como Kyuubi se tomaba toda la sustancia lechosa, sin dejar escapar nada.

—Lástima que esto sólo sea imaginación de tu pervertida mente— la voz grave de Kyuubi se le hizo sumamente sexy. Puede que ambos estuvieran en su cuerpo, pero eran entes separados, estaba seguro.

—Yo te… podría llegar a querer algún día— desvió su vista apenada hacia otra dirección. No sabía por qué, pero necesitaba decir aquello, al darse cuenta de ese tipo de pensamientos, necesitaba exteriorizarlo. No recibió respuesta, al levantar la vista únicamente se encontró con un Kyuubi con el ceño fruncido. Tragó saliva, de nuevo aquel delante de él acercó su boca a su oído.

—No te enamores, sólo disfruta, después de todo esto es enfermo— sintió como el aire caliente chocaba contra su oreja, haciéndolo sonrojarse —La próxima el que disfrute seré yo, ahora vete que tienes visitas— Naruto abrió los ojos rápidamente. Tenía la respiración, observó a su alrededor y se dio cuenta de un pésimo punto, se había masturbado frente al espejo inconscientemente. Eso apestaba, daba asco.

Pronto habrá risas y voces,
Y las nubes sobre las montañas.

Terminó de vestirse y trató de hacerse creer que todo aquello había sido un sueño, mas cuando volteó, vio frente a él algo inesperado, que lo hizo asustarse. ¿Qué hacia Gaara sentado en la cama de su cuarto observándolo masturbarse?

—¿Qué haces acá?— con voz temblorosa pudo pronunciar aquella difícil pregunta, atemorizado. 

—¿Cómo se llama el tuyo? Se presento como Kyu, pero no creo que tenga un nombre tan estúpido— ¿el tuyo? ¿Entonces eso era algo normal?

—No, se llama Kyuubi.

—Vine a visitarte, pero cuando me recibió me dijo que estabas haciendo algo importante y en estos momentos no podías recibirme, y luego me sentó acá y me dijo que tenía que arreglar algunos asuntos.

—¿Tú también tienes uno?— dijo Naruto cambiando rápidamente el tema.

—Sí, se llama Shukaku.

—Vaya, entonces es algo normal, ¿verdad?

—No, debemos mantenerlo en secreto Naruto, sabes cómo son las cosas en este pueblucho, podrían acusarnos de brujos y mandarnos a la hoguera— Naruto rió por lo bajo, era cierto que estaban bastante atrasados, pero no era para la hoguera, ¿O sí? —Me alegra no ser el único, tenía miedo.

—Sabes, sé que sonará loco…

—Todo lo que viene de ti es loco.

—”Ja-Ja”, muy gracioso don chistecito, pero esto va enserio— al observar que tenía toda la atención del de cabellos rojos sobre su persona continuó —. Haber por lo que me voy dando cuenta, ¿Lo del sexo nada más llega hasta la felación? Es imposible violarnos a nosotros mismos.

—Desgraciadamente ésta vez estas en lo correcto.

—Hagamos un trato, ¿Por qué no terminamos entre nosotros lo que iniciamos allí adentro?— al observar el rostro contrariado de su amigo se decidió a explicarlo mejor —Mira, no hablo de que nos ena… ¿Tú tienes la misma relación con Shukaku que yo con Kyuubi?

—Podría decirse que… ¿Sí?

—Bien, entonces por qué no sólo para satisfacer el morbo lo terminamos entre nosotros como un favor, ¿Entiendes? Y podemos dejar que ellos también lo hagan no sé… Mejor olvídalo— oyó una queda risita por parte de Gaara.

—Para ser tu primera vez estás bastante ansioso.

—¿Cómo sabes eso?

—Tu amiguito me lo comentó, entre otras cosas.

—Ese bastardo— gruñó, mientras que jalaba unos cuantos cabellos rubios de su cabeza.

—Me parece bien.

Desde ese día él y Gaara se volvieron más que amigos y menos que enamorados, se volvieron confidentes. Eran como hermanos, como amigos íntimos; sus temores, sus problemas y sus penas se las contaban entre ellos, sintiéndose más aliviados al saber que podían compartir aquello entre los dos. Una locura mutua, era bueno saber que no eras el único con problemas mentales. Cualquiera hubiera creído que los lazos entre ellos llegaban a cuestiones más allá de confidencia, pero no era así, más bien era diferente, puesto que ellos únicamente sentían algo obsesivo y apasionado por sus “personas” especiales.

Correremos lejos en caminos que están vacíos.
Luces del campo de aviación brillando sobre ti.

Oyó el “clic” de cuando le quitaban llave a la puerta, era hora de actuar. Al observar por una ventana con rendija ahí cera se dio cuenta de que ya era hora de la cena. El enfermero entró calladamente y cerró la puerta tras de si.

Llevaba planeando aquel escape por más de dos semanas, no podía salir nada mal. Al ser pacientes sumamente tranquilos y no dar ningún problema, los doctores habían acordado darles habitaciones sin cámaras de seguridad, puesto que según todo ellos estaban en estado “vegetal”, no hablaban ni hacían nada. Idiotas. Tenía exactamente cuatro minutos para matar al enfermero sin que nadie se diera cuenta, al salir tendría que esconderse en algún lugar hasta que llegara la hora en donde la mayoría de pasillos estuvieran despejados e ir a sacar a Gaara. Estaba seguro que había una ruta de escape por el ala Este del lugar, así que sin matar a muchas personas lograrían un escape perfecto.

Vio cuando el enfermero se dio la espalda para dejar compuesta la comida de la bandeja en la mesita. Aprovechó la ocasión. Sacó el bisturí cuidadosamente y sigilosamente se acercó por detrás al hombre de traje blanco. Con la mano en donde tenía la sobre funda de la almohada le tapó la boca y con la otra ágilmente hizo un corte profundo y grande en la garganta del hombre. El cuerpo entre sus brazos forcejeó unos minutos, tratando de gritar y pedir auxilio, más no duró mucho tiempo.

Sonrió cínicamente al ver como el cuerpo inerte del enfermero caía al suelo. Eso había sido fácil. Tomó las llaves que llevaba en el bolsillo el hombre y luego agarró la bandeja de hierro, en cualquier caso podría ser útil. Todo por él. Nunca se había imaginado lo bien que se sentía aquella sensación de haber matado a alguien.

Antes de tomar el pomo de la puerta, giró un poco su rostro. Observar el charco de sangre en el suelo blanco deformaba toda la imagen de aquel blanco y descolorido cuarto. Era hora de salir de aquel lugar. Con la mano salpicada de sangre giró el pomo y abrió la puerta, puerta que le llevaría de nuevo a los brazos de su querido pecado. 

Nada puede separarnos, no yo, te amo
Ellos no nos atraparan.

Golpes.

Cada parte de su cuerpo dolía. El dulce color de sus pupilas era acompañado  por sombras moradas alrededor de cada uno de sus ojos, su nariz ya desperfecta del tabique tenía abolladuras, la piel que cubría todos los huesos de su cuerpo estaba pintada de intensos colores; morados, verdes, amarillos, azules y hasta negro.

Todo su cuerpo, toda esa piel ya desgastada y sucia estaba repleta de golpes y cortadas, ¿Qué era lo que pasaba con él? ¿Por qué no morir ya de una vez? Cada vez que se sentaba frente a un espejo, cada vez que su cara se asomaba por la ventana; terror, eso era lo que veía en los ojos de las personas, ¿acaso también sería asco? 

“¡Yo no tengo la culpa!”. Por más que se esforzaba en gritarles a las personas que él no sabía nada al respecto, ellos parecían no creerle. ¿Qué era lo que pasaba con ellos?¿Acaso nadie iba a ayudarme? 

Por más que pedía ayuda, por más que gritaba “auxilio”, nadie acudía, nadie se acercaba, porque él… no era normal y ése era el problema por el cual todos se alejaban.

“Mamá, mírame, ¿Qué es lo que ves? Sí yo he perdido mi mente. Papá, es que acaso yo nunca podré ser feliz, ayúdame yo ya he cruzado la línea”. Ni su familia lo quería, ni sus amigos veían a verle, acaso ¿Haber amado a un hombre era tan malo? ¿Amarse a él mismo era tan malo? ¿Acaso necesitarle era tan aborrecible?

Para la religión, para los estereotipos, para las clases sociales, tan sólo eran una vergüenza. Todo lo que aquella persona veía en él, todo lo que él veía en aquellos ojos; es que acaso todo fue una mentira excusada por un sentimiento. Sí, Shukaku había sido su vida, su cielo, su Dios, entonces, ¿por qué ya no estaba? ¿Por qué se había ido? Todo lo que él dijo y prometió, todo lo que había sacrificado, ¿Era tan sólo una mentira más? 

Todos estos sentimientos se mantenían en silencio dentro de su mente, ya nadie respondía. ¡Eso no era suficiente! Él le había golpeo, y le escupió en la cara, pero no, sus acciones no fueron suficientes para matar el amor que sentía hacia él. Su cara, su insulso hablar, todo él seguía tan presente en sí mismo, como un tatuaje permanente, pero el escozor que creaba tenerlo en su piel era asfixiante.

“Amarme a ti mismo, a mí cuerpo; es la única prueba de mi existencia, el único que sabe cuánto sufrí y sacrifique yo por ti… y es por eso que te he marcado, mi esclavo”. 

Había desaparecido, él también le había dejado. Cada vez que se tocaba, cada vez que besaba el espejo frente a él tratando de recordar sus manos recorriéndolo, sus labios saboreándolo, únicamente de esa manera podía saber que todo aquello nunca había sido un sueño.

—¡Sáquenme de aquí!— ¿Cuántas veces llevaba gritando aquella frase? No llevaba la cuenta, sólo sabía que ya llevaba muchas.  Debía ir a buscarle, debía ir detrás de él, seguramente estaba necesitándolo en aquellos momentos —¡Shukaku!— ¿En dónde estaba? Ya no estaba en su mente, ya no se reflejaba en el espejo, sin él no era nada, sin él no era nadie.

—Hola Gaara.

—Devuélveme a Shukaku, ¡Lo quiero! ¡Maldito Kyuubi que le hiciste!

—Kyuubi tampoco está— Naruto tenía la vista perdida, ¿Cómo había llegado hasta su habitación? Observó sus manos llenas de sangre y comprendió todo, seguramente en esos instantes había cabezas rodando por todo el pasillo.

Las personas les llamaban psicópatas, ellos únicamente veían a dos seres incomprendidos dentro de la habitación.  Sus lágrimas no paraban de salir, estaba perdido, de nuevo estaba solo.

—Debemos ir a buscarlos Gaara.

—¿A dónde?— el rubio frente a él sacó lo que parecía un bisturí de su traje blanco.

Era increíble lo descuidados que esos enfermeros podían llegar a ser. Les odiaban tanto, que al verlos doblegados bajaron la guardia, se aprovechaban de su inestable figura para pegarles y cortar con placer sus desnudos cuerpos. Eran odiados por todos, pero a su vez también temidos.

 “El ser humano le teme a lo que ante sus ojos es anormal”.

—Si es necesario, hasta el mismismo infierno. 

Correremos lejos, todo simple.
En la noche bajará nuestro ángel guardián.

—Naruto, ¿estás seguro de que regresaran?— las plantas de sus pies somataban el frío suelo de baldosa cerámica, esquivando ciertas veces cuerpos tirados inertes del persona — ¿Era necesario matar a tantos?

—No me dejaron opción— Gaara sentía como si en lugar de hablar con su amigo Naruto estuviese hablando con Kyuubi. Nunca pensó en llegar a matar algún día, aun así mucho menos el ver a Naruto matar.

—¿Estás seguro de que la venganza es la única forma de regresarlos?

—No se me ocurre una mejor idea, ¿A ti?— tampoco, pero no es que le agradara la idea. Ambos estaban débiles de mente y cuerpo. Naruto nunca lo había aceptado del todo, el hecho de que ambos realmente estaban enfermos mentalmente.

Debemos matar a Sasuke, él fue quien los mató.” No estaba seguro de si eso era algo certero, pero, quería devuelta a Shukaku no importaba el precio. La alarma penetraba sus oídos sin piedad. Si no salían pronto de ahí, serían hombres muertos. Sintió que Naruto apretaba el agarre de su mano, dirigió su vista a los zafiro encontrándose con algo desconcertante.

—Naruto tu ojo derecho…

—Puedo sentirlo, siento que Kyuubi vuelve. 

Nos apuramos, las encrucijadas están vacías.
Nuestros espíritus se levantan, ellos no nos atraparan.

Al salir al aire libre notaron un cúmulo de gente frente a el hospital psiquiátrico, tenían armas y objetos punzo-cortantes en manos, si los encontraban iban a matarlos. El olor a sangre y la adrenalina había incendiado sus ansias, ninguno de los dos eran los mismo, ambos habían cambiado, algo dentro de ellos había dejado de existir, dando paso a algo nuevo y excitante, algo que recorría por sus venas quemando al pasar.

—Ellos no nos entiende, debemos escapar— la voz de Naruto ya no era la misma, era más ronca y rasposa. Su pupila derecha había tomado un color anaranjado amarillento.

—Ellos no van a atraparnos— a su vez Gaara llevaba el ojo izquierdo de un color amarillo oro. Ambos sonreían cínicamente, ambos deseaban seguir matando a todo aquel que se interpusiera en su camino, la pregunta era… ¿Quiénes eran ellos exactamente?

El viento soplaba fuertemente, chocando contra sus cuerpos envueltos tan sólo en aquel camisón blanco que mantenían en el loquero. Sus manos estaban fuertemente apretadas, uniéndolos en su definitiva hazaña, la cual cambiaría todo, su forma de vivir y de ser.

Ambos empezaron a correr en dirección contraria a la muchedumbre, ya que habían salido por la parte trasera del lugar. Ambos se sentían excitados; la luna seguía sus pasos de cerca, el viento cubría los ruidos de sus pisadas con su silbido y la oscuridad encubría sus gráciles movimientos por el pueblo.

Se dirigían a la mansión Uchiha, sería fácil lograrlo. Estaban tan cerca de lograrlo, tan cerca de regresarlos, que hasta sus respiraciones agitadas o el cansancio de sus piernas ya no importaba.

Mi amor para ti para siempre,
Solo tu y yo, todo lo demás es nada.

Sasuke se encontraba solo en la mansión, su padre jefe de policías había ido a solucionar un problema con el psiquiátrico. Su madre siendo jefa del comité de vecinos había salido a tranquilizar a la gente ansiosa que estaba muriendo del pánico. Al parecer unos locos habían escapado del loquero y matado a la mayoría del personal a su paso. Itachi había ido con su padre por precaución, y por más que el había insistido en ir también no se lo permitieron. 

Oyó unos ruidos en la puerta trasera, a lo cual no hizo caso, seguramente y era el viento. Recordó que esa puerta siempre estaba sin seguro y seguramente —por precaución— era mejor ir a echarle llave. Caminó hacia la cocina descuidadamente, metido en sus pensamientos internos. Al llegar a su destino caminó por el cuarto a oscuras, puesto que sabía el camino de memoria, se acercó a la puerta y pasó el cerrojo.

—Listo— antes de darse la vuelta la luz de la cocina se prendió. Quedó paralizado, con la vista pegada a la puerta, sin darse cuenta había dejado de respirar. Por su mente pasaron miles de estúpidas ideas para escapar, aunque ninguna serviría. Huir por la puerta no era algo factible, puesto que sería acorralado si el sujeto tras de él salía por la puerta de enfrente, voltearse y ver a un tipo vestido de negro con un arma en manos tampoco era algo sano para su mente, en fin estaba en pocas palabras perdido.

—Vamos Sasuke, ¿No vas a saludar a tus amigos?— Sasuke al oír aquella voz se volteó rápidamente por impulso, encontrándose con la imagen más espantosa que en su vida había visto.

Eran sus dos amigos, Gaara y Naruto, ambos llevaban la ropa blanca del psiquiátrico, pero esta estaba teñida con manchas rojas. La cara de Naruto estaba salpicara por ligeras gotas de sangre y sus manos estaban embarradas de esta, mientras que Gaara llevaba los labios remarcados del mismo líquido y a la vez sus manos también estaban llenas de sangre. Sasuke sudó frío, a diferencia de Naruto y Gaara, él no veía la diferencia del color de ojos, puesto que para los otros era parte de su ya avanzada locura.

—¿Esto es una visita para la hora del té o para la hora de morir?

—Bueno, si gustas podemos tomar el té antes de matarte— no pudo responder, su voz se había quedado trabada en su garganta.  Los rostros de sus amigos estaban deformados por una sonrisa cínica y fría, dejando mostrar sus blancos dientes de forma repulsiva, sus pupilas estaban desorbitadas y contraídas. Iba a morir.

—¿De manzanilla o de menta?

—¿No tienes de esencia a muerte? Creo que sabe mejor, más porque va con la ocasión— había una pistola en el despacho de su padre, que para suerte estaba a la par de la cocina.  Como sus piernas reaccionaron, salió corriendo en contra de los dos chicos lo más rápido que pudo, cayendo los tres al suelo. Al tratar de levantarse Gaara tomó su pierna haciéndolo resbalar y chocar contra el suelo. Había fallado.

El de ojos jade tomó sus brazos haciéndole una llave por detrás de la espalda. Naruto le tomó por el pelo y haló su cara hacia arriba, obligándolo a conectar sus vistas.

—Oye Gaara, Sasu quería escapar.

—Vaya problema, y yo que creí que creí que ya no estábamos en edad de jugar a las escondidas.

—¿Por qué nos temes?

—¡Porque ustedes están locos!— el tiempo se detuvo con aquel grito. Ahí estaba, lo había admitido, el motivo por el cual nunca trató de comprenderlos o ayudarlos era porque les temía, porque sus amigos estaban locos.

Sintió como unas uñas se enterraban en sus brazos, luego Naruto le escupió a la cara. Todo había acabado para él, lo peor es que… no quería morir. Tenía miedo.

—¡Maldito! Dijiste querer ayudarnos, que no debíamos curarnos de nuestra enfermedad, que querías a tus amigos de regreso, pero al final tú fuiste igual que los demás, únicamente le temías a lo desconocido— ése había sido Naruto. Sentía que su cabellera sería arrancada de una forma espantosa.

—Mátalo Naruto, no lo vale.

—Tienes razón, no lo hace, además no nos queda tiempo, aún así quiero disfrutar.

No hay vuelta atrás, no hay vuelta atrás.
Ellos no entienden.

Ya Sasuke amarrado en la silla y con una mordaza en la boca, Naruto se sintió complacido. Gaara había ido a ver si no venía nadie, en todo caso le informaría y huirían.

Naruto rompió la camisa de Sasuke de un solo tirón, no podía darse el lujo de tardarse, puesto que pueblo y medio los andaban buscando. Los ojos negros le miraban con terror, cosa que lo hizo sentirse enfermamente emocionado.

La mano morena con bisturí en mano empezó a cortar profundamente el pecho de Sasuke, con suma delicadeza y esmero se esforzaba por poder cortar profundamente la piel albina del traidor. La silla se tambaleaba por los esfuerzos que hacía Sasuke para gritar y liberarse.

Naruto levantó su vista, observando así las lágrimas que salían del rostro contraído de Sasuke. Seguramente estaba doliendo y mucho. Se sintió lleno y pacífico, aquel rostro que alguna vez había sido inmutable y frío, ahora tan sólo era el rostro de una persona norma, con sentimientos.

Luego de marcar en Sasuke la palabra “traidor” Naruto le observó unos momentos. Sasuke tenía pequeñas convulsiones a causa del llanto y del miedo, mientras que sus mejillas estaban llenas de rastros de lágrimas.

—Adiós Sasuke— dijo en un susurro en el oído de Sasuke. Llevó el bisturí al cuello de Sasuke y de una pasada cortó la yugular. La sangre empezó a salir rápidamente, mientras que Sasuke cada vez se sentía más mareado, aquello seguramente hubiese dolido, sino fuera porque el miedo lo tenía anestesiado y luego todo desapareció.

Naruto sonrió conforme, desgraciadamente, la presencia de Kyuubi realmente ya no estaba tan presente como hacía unos momentos, antes de desesperar oyó a sus espaldas unas palabras. El tiempo se paró frente a él y luego sólo sintió como su vista se hacía nublosa y caía estrepitosamente contra el suelo.

 “Adiós Naruto".

Ellos no nos entienden,
No nos atraparan.

¿Por qué lo había matado? Porque no había lugar en ese mundo para ellos. Ambos estaban solos, ambos eran incomprendidos, ambos iban a sufrir más de lo necesario. ¿Por qué había dejado que Sasuke muriera? Porque nunca iba a perdonarlo, no sólo le había convencido de que estaba enfermo y que debía “curarse”, sino que también había siempre temido de ellos, haciendo pasar ese temor por preocupación. Nunca pudo aceptarlos tal y como eran.

Gaara tenía en su mano el arma asesina, que le había quitado la vida a la única persona que en este mundo pudo comprenderle alguna vez. Observó la triste escena frente a sus ojos y luego metió el cañón de la pistola entre su boca y cerró sus ojos.

 “Espero me estés esperando en el infierno, Shukaku”

No nos atraparan,
No nos atraparan.

Era invierno, los copos de nieve caían alegremente por sobre el pueblo. Los niños pasaban corriendo frente a mí, todos me temían por mis horrendas ojeras y mi pinta de niño psicópata. Todos en el pueblo me odiaban y evitaban siempre, era increíble lo triste que podía llegar a sentirme en aquel frío lugar.

Mi padre era alcohólico, y luego de sus noches de farra regresaba y le daba una golpiza a mi madre. Mis hermanos miraban como sobrevivir por su cuenta solos, sin ningún tipo de cargamento encima. Estaba tan solo en aquellos momentos. 

—Oye niño, ¿vamos a jugar?— levanté la vista topándome con dos chicos parados frente a mi. Uno tenía una gran sonrisa, mostrando sus blancos y bien cuidados dientes, su piel morena combinaba a la perfección con aquellos cabellos dorados y por último el color de sus ojos contrastaba a la perfección con aquellas tres marquitas al lado de cada cachete, parecía un zorrito. El otro era completamente blanco, con una sonrisa prepotente en labios, sus cabellos azabache hacían juego con sus ojos del mismo color, ese chico era tan bien parecido y con facciones tan finas que parecía un mini modelo —. ¿Y bien?

Cerré mis ojos un rato para comunicarme con mi dueño y pedir permiso. “Por mí está bien, pero ten cuidado, recuerda que si alguien descubre este secreto serás tratado como escoria”. Sonreí ante su preocupación, aunque bien sabía que era más por le hecho de que no le gustaba que nos lastimaran, a preocupación, después de todo ambos habitábamos este cuerpo huésped. Asentí quedamente emocionado por mis nuevos amigos ya hechos. “Ah y que no se te olvide Gaara, tú eres sólo mío”. Me ruboricé ante tal comentario, puesto que eso era algo que ya tenía bastante presente.

Al abrir los ojos, ya caminaba directo hacia un lugar “x” en el cual jugar. Era arrastrado de la mano por el de pelo rubio.

—Gracias por invitarme.

—Yo me llamo Naruto, desde hoy seremos mejores amigos— un calor invadió mi pecho, ¿amigos? Este invierno sería el mejor de todos, dije para mis adentros.

¿Quién diría que al final terminaría causándole tantos problemas a ambos?

Nada puede separarnos, no, no te amo.
Ellos no nos atraparan.

 

Notas finales:

¡Oh! Si alguien se pregunta por el asqueroso OoC, creo que cuando uno está loco, puede variar de actitudes constantemente y de formas de expresarse. Respecto a Sasuke, el miedo también puede persuadir hasta a los más machitos, por lo menos yo me haría pipi si se que estoy en manos de dos locos psicópatas que quieren matarme y luego comerme. 


Estoy triste, que en un shot no pude explicar en su extensión la complejidad que tenía la idea, pero no puedo seguir acumulando ideas y más ideas.


Les quiere: Pabeth.


PD: Cuando pongo "resubido" me molesta, porque me imagino que estoy diciéndo algo así como: "Resubido de tono", o cosas por el estilo. (:B)


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