Hoy es mi primer día de clases. En realidad solamente desde las vacaciones de invierno pues ahora que es febrero me toca regresar para cursar mi último semestre en la preparatoria. Al fin, mis últimos 6 meses en esa escuela, aunque prácticamente mi popularidad me hace pasarlo bien.
Han puesto nuevas reglas y una de ellas algo absurda porque aplica en todos los grados, debería aplicar sólo para el primer año. ¿Qué se le puede hacer?. La regla implica unirse a un paraescolar si es que no aun no perteneces a uno. Y en mi caso no pertenezco a ninguno, tal vez elija un deporte, no lo sé, algo que me distraiga de lo académico.
Victoria Maxwell, de 17 años, ojos color café oscuro y de cabello corto, cenizo claro y lacio. Piel blanca y cutis fino, cuida mucho de su aspecto personal.
El primer día de clases está por comenzar, no veía nada nuevo aparte de la estúpida regla. Después de haber tenido varias clases fui a checar la lista de paraescolares disponibles pero nada se veía interesante por lo que escogí lo mismo que mi mejor amiga, ella escogió música, nada mal. No sé tocar ningún instrumento, tal vez valla a la sección de coro con ella y no a la de instrumentos.
-Mañana son las audiciones para el coro.
Dice mi amiga muy ilusionada, siempre había querido pertenecer a uno.
-Sí, espero quedemos.
No estaba tan ilusionada como ella pues no me agradaba mucho la idea de ser corista, de hecho sólo lo hacía para estar junto a ella…de igual forma, música se divide en varias secciones como son clases de violín, guitarra, piano y flauta dulce. No sé tocar nada de eso aparte no quiero separarme ni que se separe de mi...
Ellas han sido mejores amigas desde la secundaria y su grupo de dos personas es raramente alterado a tres o cuatro, ellas siempre terminan siendo dos a fin de cuenta. Su mejor amiga de nombre Stephanie tiene su misma edad, ojos oscuros, cabello largo, ondulado y negro, piel ligeramente morena y un poco bajita.
Hoy es el día de las audiciones, estoy algo nerviosa. Stephanie ya paso y quedo dentro pero yo aun no estaba segura de querer unirme a esto.
-Aprender flauta es my fácil y no cuestan tanto, si no quieres estar en el coro puedes ir a eso.
Me dijo al ver que no quería pasar.
-Bueno…¿estás segura?.
Sabe que m refiero al tema de separarnos.
-Sí, creo que distanciarnos en una actividad extra no hará daño, ve.
Sin más le di un abrazo y fui al aula de flauta dulce. Me sentía tan desubicada ahí, todos iban con su flauta y se veían tan sosos, imagino que son el tipo de personas con las que no congenio. Fui a sentarme en la parte de atrás y me dedique a observarlos en lo que llegaba el maestro.
-Me pregunto si debería tratar de hablar con alguno de ellos o esperar a que me hablen.
A Victoria le gustaba elegir sus amistades, no que ellos la eligieran pero ese no era su territorio, de seguro no tendría nada en común con nadie. Siguió sentada en su lugar pensando hasta que llegó, era profesora.
-Buenos días jóvenes, seré su profesora de flauta a partir de ahora. Mi nombre es Layla Castillo y exijo mucho respeto en mi clase al igual que disciplina.
Iba vestida con una falda de vestir color negro que llegaba por debajo de sus rodillas, un saco de vestir del mismo color con una blusa blanca de manga larga debajo. Como si ya fuera a dirigir un concierto o algo por ese estilo.
Layla Castillo, de 22 años, ojos color miel y de cabello largo, negro y lacio, piel blanca y usa lentes. Suele inspirar respeto en sus alumnos por alguna razón.
-¿Todos traen su flauta? Respondan y álcenla por favor.
Todos respondían en un “Sí” unisonó mientras alzaban su flauta excepto yo y se dio cuenta. Vio a toda la clase de extremo a extremo y pidió un voluntario para ir a sacar copias, un chico se ofreció y fue a la papelería que quedaba a unos metros de la escuela.
-Cuando vuelva su compañero empezara la clase, son las partituras con las que empezaremos a trabajar, por mientras pueden platicar en voz baja.
Como si todos se conocieran empezaron a platicar excepto yo, me sentía algo incomoda hasta que la profesora se acerco a mí y me pregunto por qué no traía una flauta a lo que le expliqué que escogí esto a última hora. Ella me escucho sin interrumpirme, sentí que le platique todo como si fuera mi amiga; finalmente ella asintió y me dijo que entendía, que venía prevenida en caso como estos por lo que me pidió seguirla hasta su escritorio, al llegar saco una flauta de su portafolio verde esmeralda para dármela, se ve que es nueva pues aun trae el instructivo de uso.
-Puedes tomar esta, ya puedes volver a tu asiento.
-Pero…no tengo dinero para pagársela ahora.
-Descuida.
Hizo una pausa y al final dijo algo más. -Te la regalo, sólo cuídala para que dure, ¿sí?- me guiñó el ojo y me sonrió de una forma tranquilizante a lo que respondí sólo con un “sí” mientras volvía a mi lugar.
El chico que había salido volvió con las copias, las dejo en el escritorio y fue a sentarse.
-Ya que han llegado las hojas, vengan con $5, son cinco hojas impresas por ambos lados, como he dicho antes con estas partituras comenzaremos.
Todos fuimos y cuando dije que no tenía dinero era porque iba a irme caminando, ósea que no traía ni un solo centavo conmigo. Me toco de último y como si hubiera escuchado mis pensamientos la profesora me dijo en voz baja que podía tomar mis copias sin pagar.
Así fue como comenzó mi primera clase de flauta dulce con una maestra muy genial, no sólo por regalarme el material sino por su forma de vestir y su actitud. No le conté de esto a mi mejor amiga, lo vi como algo sin importancia hasta que...
-Victoria, ¿has escuchado que tendremos una profesora nueva?.
-¿No es así todos los semestres?.
-Sí pero es literalmente nueva en la escuela, dicen que es muy, muy linda, muero por verla.
Sí, Stephanie es bisexual y me divierte escucharla hablar de mujeres, lo prefiero mucho más a hombres. Creo que una mujer hace mejor pareja con ella, todos los hombres que tratan coquetearla desentonan con ella, ellos son muy toscos y ella es demasiado fina por así decirlo, a veces pienso que me gusta y a veces sólo creo que he aprendido a apreciar todo en ella. Esos pensamientos me hacen querer preguntarle si me aceptaría como algo más…
-Pero es una maestra, tendrías problemas si tú y ella…ya sabes…
-Aun mejor, un amor prohibido ¿no se te hace romántico?, tratar de no interponer sentimientos en el trabajo, vernos escondidas de los demás, salir con el riesgo de que alguien nos vea y al final ¡darnos amor como si fuera la primera vez!.
-A veces creo que vez demasiada televisión.
No me molesta que fantasee de esa forma pero si llegase a tener pareja deduzco que me pondría celosa, como si me la estuvieran quitando.
-¡Oh!, vamos, podría ser de esa forma.
-Podría pero no es conveniente.
Que ridiculez querer estar junto a un maestro, creo que sería muy mala suerte si alguien se llegase a enamorar de uno. Mientras yo estaba absorta en mis pensamientos de “lógica” viendo afuera de la ventana entró la nueva profesora.
-Si es linda como se rumoreaba.
Masculla Stephanie con emoción tomando mi mano con fuerza.
-No ha de ser para tanto.
Cuando voltee a ver…
-Buenos días clase, este semestre les impartiré la materia de lengua extranjera. No me gustan los chistositos en clase ni mucho menos escuchar algún tipo de insulto. Mi forma de calificar se basa un 50% examen, 40% tareas y 10% asistencia, aprecien que prácticamente les regalo un punto.
Escribía los porcentajes en la pizarra junto a su nombre: “Layla Castillo”. Por alguna razón comencé a ponerme nerviosa y trate de soltar la mano de mi amiga por si comenzaba a sudar pero no pude, trague saliva y respire hondo, no podía creer que fuera mi maestra de inglés.
-Como he escrito, me llamo Layla Castillo. ¿Alguna pregunta antes de comenzar la clase?.
Un compañero alzo la mano y preguntó: -¿Sabe algún otro idioma aparte de Ingles?-
-Sí, italiano. ¿Alguien más?.
Respondió tan segura que era difícil creer que fuera maestra primeriza. Nadie más quiso hacer una pregunta a lo que empezó la clase.
En casa me puse a pensar que no aceptaría que esa profesora y Stephanie estuvieran juntas de ser posible, a pesar de sólo llevar un día de conocerla siento que podría conocerla más…más allá que a una profesora.
-Tonterías, a mi no me gustan las chicas…¿cierto?.
Me preguntaba a mi misma en voz baja, dude al recordar mis ideas sobre ser novia de mi mejor amiga.
-Sólo por haber sido tan buena conmigo no significa que me guste, aunque me pareció alguien interesante.
Bufé. Ya eran dos días con la clase de hoy pero no se deja conocer tanto como en las otras clases los fines de semana. Mi mente me metió la idea de querer conocerla más, tal vez sea divertido tener como amiga a una profesora, aparte de verse joven hay probabilidad de que sea más genial.
¿Empezar a dudar de su sexualidad por eso no es algo tonto?, si no fuera de esa forma no podría dar inicio esta historia.