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Writter por ParadiseNowhere

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Notas del capitulo:

 Yah, esta vez pude escaquearme un ratillo por la semana para subir un capi.

 ... lo sé, debería estudiar más...

 En fin, ahora ya está hecho ^^.

Y bueno, para bien o para mal, el final está cerca. Ya falta muy poquito.

Capítulo 12_ En la nieve.

 

 

 

 

Ni siquiera se había dado cuenta de cuándo se había quedado dormido. Abrió tímidamente los ojos y se arrebujó en la manta. Se estaba calentito y se sentía la mar de cómodo. Estaba apoyado en algo cálido y agradable. Pero había algo raro. Podía notar un corazón que no era el suyo latir, podía notar que su “almohada” subía y bajaba en lento compás.

Se removió un poco y se irguió. Solo entonces se dio cuenta de que estaba tumbado sobre el pecho de Denzel.

Se ruborizó hasta la raíz del pelo. Ah, claro, ayer había venido su padre. Luego había hablado con Denzel y luego se quedó sopa. Se giró para cambiar de posición con cuidado para poder verlo. Estaba sentado algo de lado sobre el sofá, el codo apoyado en el reposabrazos y la cabeza apoyada en la mano. ¿Cómo rayos podía mantener aquel brazo en equilibrio estando dormido?

Se lo quedó mirando un instante. ¿De verdad se había quedado allí toda la noche, en aquella posición tan incómoda? Se levantó con cuidado de no despertarlo, pero fue inútil. Denzel tenía un sueño muy ligero.

Abrió los ojos y lo miró para luego desperezarse, haciendo chascar su espalda.

-Hmnnn… buenos días- dijo.

-Ehm, buenos días. ¿Por qué has dormido aquí? Seguro que ahora te duele todo…

-No quería despertarte. Te quedaste frito sobre mí y no quería que te despertaras.

-Yo duermo como una piedra. No me hubiera despertado ni aunque me hubieses tirado al suelo…

-Pues entonces dormí ahí porque me apeteció. Se estaba muy cómodo- dijo levantándose y desperezándose de nuevo mientras bostezaba.

-Em… yo… lo siento.

-¿Qué es lo que sientes?

-Siento que hayas tenido que pasar por esto el día de navidad.

-Deja de decir eso. Lo dices como si fuese tu culpa. No te preocupes, no voy a decir nada a nadie, eso por descontado. Y, si quieres, no volveré a mencionar el tema en tu presencia jamás. O, por el contrario, si quieres hablar de esto, o de lo que sea, te escucharé. Puedes apoyarte en mí siempre que lo necesites, quiero que eso te quede claro.

Charlie lo miraba azorado allí, de pie ante él. No pudo evitar sonreír.

-Gracias.

-No hay de qué.

Pasaron juntos toda la tarde, tirados de cualquier forma en el sofá. Apenas hablaron. Miraron una película tras otra en casi total silencio, tan solo disfrutando del silencio, la quietud y la mutua compañía.

Ambos tenían muchas cosas que decirse y de las que hablar. Se sentían, en cierto modo, obligados a hablar de lo que había ocurrido. Pero, simplemente, no sabían cómo empezar o cómo expresarse. Así que, simplemente, no dijeron nada. Se quedaron allí, en calma, todo el día.

No se dieron cuenta del tiempo hasta que estuvo bien entrada la noche. Entonces Denzel decidió marcharse a casa. Charlie insistió en abrigarse y acompañarlo a la puerta, y Denzel lo dejó hacer.

Bajó con él a la calle y se despidieron bajo la nieve que caía suavemente en la semioscuridad. Podía notar que Charlie seguía decaído. Y le mortificaba no saber cómo animarlo. Pero tenía miedo a sacar el tema y que se pusiese peor la cosa.

Entonces, en una venada, Denzel tomó su mano y tiró de él para que caminase detrás de él. Charlie, algo sorprendido por lo repentino del gesto, se dejó llevar sin decir nada. Lo llevó hasta un pequeño parque que había allí cerca. El lugar estaba bien iluminado con farolas y la capa de nieve lo cubría todo por completo.

-¿Qué haces?- preguntó.

-La nieve está sin estrenar- dijo sonriendo y soltándole la mano-. A estas horas no pasa nadie, nadie ha dejado sus huellas aún sobre esta nieve.

-Vas a pescar un resfriado.

-¿Y qué más da?

-Oh, ya, se me olvidaba que tú no tienes que trabajar. Pero yo sí.

-Venga, no seas así. Si a ti también te encanta la nieve- dijo acercándose y cogiéndolo de la mano otra vez-. Ven conmigo.

Charlie se dejó hacer y fue caminando dócilmente a su lado.

-Claro que me encanta la nieve, pero es tarde y no vamos muy abrigados.

-Oh, vamos, olvídate de eso ¿No me digas que no eres capaz de contagiarte de la magia del lugar?- dijo abarcando con su mano libre todo el lugar, completamente vacío.

-¿De qué magia me hablas? Sólo veo nieve.

-No es solo nieve. Es mucho más. Vamos, ¿No me digas que no es maravilloso? El frío quemando tu cara y calando tus huesos, congelando la sangre en tus venas. Es el frío que a la vez te aguijonea y a la vez te revitaliza, te despierta y te hace sentir vivo.

Era una medida un poco desesperada. En realidad, no sabía qué diablos estaba haciendo, pero era todo lo que se le ocurría en aquel momento para tratar de animarlo. Así que siguió hablando, improvisando sobre la marcha y diciendo las cosas sin apenas pensar.

Quería animarlo, quería hacerlo sentir bien y recobrar su alegría a toda costa. Por alguna razón, no soportaba verlo así, tristón y mustio. Quería que riera, que sonriera de verdad, recuperar la calidez que siempre teñía sus ojos azules y que no era capaz de encontrar desde el instante en que su padre había aparecido en su piso. No soportaba la idea de que algo le hiciera sentirse apenado.

-El viento soplando entre tus ropas, que eriza tu piel y juega con los copos de nieve que vuelan sin orden de aquí para allá, sujetos a su capricho, posándose sobre todo, sobre el suelo, los árboles, los bancos… y sobre ti. Se derriten al contacto con tu piel y se enredan en tu pelo un instante para acabar desapareciendo también… aunque así parece que tienes caspa- dijo tocando suavemente el pelo de Charlie, al que este comentario tan espontáneo hizo reír un poco.

Caminó un par de pasos más y lo hizo girarse.

-Y no me digas que no es genial dejar tus huellas en la nieve virgen. ¿No te hace sentirte un conquistador, no te hace pensar que has pisado donde nadie ha pisado antes? Esas huellas que son solamente tuyas, que te dicen de dónde vienes y dónde estás, pero que no saben adónde vas a ir a continuación.

-¿Cómo que no lo saben?- dijo empezando a contagiarse de su humor y siguiéndole el juego sin proponérselo.

-Claro que no lo saben. Porque, a lo mejor, de repente, te giras hacia tu derecha- dijo tirando de pronto de su mano, casi arrastrándolo por la nieve-. O decides que quieres seguir un copo de nieve que ha llamado tu atención y cambias bruscamente la dirección de tus pasos a la izquierda.

Giró muy rápido y lo hizo rodar con él en un semicírculo. Charlie reía contento, absorto por sus palabras y sus tonterías. Se había dejado engatusar completamente por su verborrea. <<Es increíble>>, pensaba fascinado. <<Es capaz de sacarse palabras tan hermosas de la manga en un instante. Con razón es escritor>>

-O a lo mejor me apetece volver atrás, porque me estoy congelando y quiero volver a casa- dijo tirando de Denzel un par de pasos hacia dónde sus huellas los llevaban de vuelta a su portal.

-¡No, hacia atrás todavía no!- exclamó sonriendo y tirando de él- Hacia atrás hay que ir solo cuando ya no queda nada delante de ti. Sólo cuando conquistes el horizonte, cuando hayas hecho tuyo todo aquello que ves y llevado tus huellas por doquier.

-¿Y cuándo no sepa adónde quiero ir? ¿Qué hago entonces?

-Entonces, simplemente cierras los ojos y dejas que decida el viento. Puedes ir con él o en su contra. Puedes seguirlo allá donde va o buscar el lugar del que viene. ¿Qué más da? Y si ves que no hay viento, simplemente cierra los ojos- dijo soltándole la mano y cogiéndolo por la cintura, elevándolo hasta dejar sus rostros casi hasta la misma altura- y ponte a girar- y empezó a girar de pronto.

-¡Ei, para! ¡Me estoy escurriendo, me voy a caer! ¡Para!- exclamaba Charlie.

Denzel paró de pronto y lo dejó escurrirse hasta que tocó de nuevo el suelo con los pies, pero no lo soltó.

-Perdón, no debí hacer eso. No te enfades- dijo al instante.

Entonces, Charlie se apoyó en su pecho, riendo. Había conseguido hacerlo reír, había conseguido que se animara. Aquello era suficiente para ponerlo de buen humor a él también. Se contagió de su risa y ambos rieron hasta que por fin pudieron parar.

-Tranquilo, no me he enfadado. Es que me cogiste tan de sorpresa que… no sé.

-Menos mal.

-Dios, ¿Cómo puedes estar tan loco?- sonrió apoyándose de nuevo en su pecho, sin importarle la cercanía del otro.

-Si consigo hacerte sonreír, merece la pena estar loco- dijo estrechándolo un poco más contra sí, sintiendo su respiración agitada y el calor que emanaba de él.

-¿Has hecho esto solo para animarme?

-Sí. ¿Lo he conseguido?

-Ya lo creo.

Sonriente, aunque algo azorado, Charlie levantó la mirada. Sus ojos se cruzaron. Ahí estaba de nuevo, ese brillo, esa azul llama alegre y vivaz había vuelto a su mirada. Se sentía contento solo con ver aquellos ojos refulgir de nuevo.

El corazón de Denzel. ¿Qué diablos era aquel sentimiento? Tener a Charlie allí, entre sus brazos, era una sensación maravillosa para él. Y de pronto se descubrió pensando que no quería soltarlo, que quería abrazarlo más fuerte y no dejarlo ir.

Se descubrió pensando en el momento en el que despertó esa mañana, cuando lo primero que vio fueron aquellos ojos azules. Pensó en lo adorable de su rostro cuando dormía sobre su pecho y lo plácidamente que había dormido sintiendo su cercanía. Pensó en su risa, en su carácter, en su voz. Pensó en lo feliz que le hacía verlo todos los días, hablar con él o, simplemente, estar a su lado.

Y entonces, en un instante, comprendió lo que realmente quería. Algo que hasta ese instante no había pensado, algo que no se había atrevido a pensar siquiera, y que en ese preciso momento explotó en su mente. Algo que había estado creciendo dentro de él sin que se hubiese dado cuenta, y que ahora que había salido a la luz no se veía capaz de ocultar.

Quería protegerlo de lo que fuese, quería hacerlo reír, animarlo cuando estuviese triste, ser su hombro sobre el que llorar. Quería levantarse todos los días a su lado, que sus ojos fuesen los primeros en darle los buenos días, y que su rostro somnoliento fuese su última visión antes de irse a dormir.

Dos palabras que quemaban su boca, pero que no se atrevía a decir. Dos palabras tan grandes y a la vez tan ínfimas que se grabaron a fuego en su alma, pero que no fue capaz de invocar con su voz. Dos palabras de las que había renegado hacía tanto tiempo que nunca creyó querer volver a utilizar.

<<Te quiero>>

Entonces, Denzel tomó con cuidado la nuca del otro chico, haciéndolo levantar la cabeza un poco más, elevando su rostro. Hundió los dedos en el suave y ondulado cabello, que en ese instante estaba suelto y se inclinó, salvando la distancia que los separaba para unir sus labios.

Notas finales:

 ¡Aha, sorpresa!

¿Cómo os habéis quedado con ese beso? ¿Y ese "te quiero"? ¡Por fin!

Si, lo sé, soy una romántica empedernida. Me encantal las escenas así, como la de que Denzel se inventa todas esas tonterías para animarlo y luego acaba en beso ^^.

Y bueno... pues ya queda poquito. ¡Así que, aquí vamos!


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