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Writter por ParadiseNowhere

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Notas del capitulo:

Creo que uno de los problemas que me impide acabar mis historias es el hecho de que siempre acabo cambiando cosas de atrás.

Reescribo partes, y es el cuento de nunca acabar, aparte de que me lío.

Así que he decidido prohibirme a mí misma reescribir cosas a no ser que sea cuestión de vida o muerte.

Capítulo 2_¿Amigos?

 

 

 

-¿Charlie?

-¿Sí?

-¿Puedes decirme por qué ayer había dos trapos llenos de sangre en el montón de trapos para lavar?

-Es que… a un cliente de mi turno de noche le dio una pequeña hemorragia.

-¿Y eso?

-Él dijo que le pasaba a menudo, que no me preocupara. Le dije que era mejor ir a urgencias, pero insistió en que era normal para él. Solo me pidió trapos para contenerla y limpiarse.

-Ah. Chico, esas cosas se cuentan. No esperas a que casi me dé un jamacuco al ver tanta sangre…

-Lo siento, lo olvidé.

-No pasa nada. Pero para la próxima avísame.

-Sí, jefe.

Realmente no había mentido. Tan solo había omitido cierta parte de los hechos. Como que había sido él quien había provocado tal hemorragia por un brusco despertar de su siesta en horas de trabajo.

Y no pensaba decir ni media palabra a nadie. Aún le daba vergüenza pensar en lo ocurrido. Había sido, con diferencia, la situación más estúpidamente surrealista de su vida. Y aquel tipo era lo más raro de la ecuación. Porque, por mucho que se empeñara en decir que no pasaba nada, le había dado un mamporro en la nariz. ¿Por qué no se había cabreado ni siquiera un poquito? Y aún por encima había sido agradable con él…

Aquello no tenía ni pies ni cabeza.

 

*****

 

Denzel había revisado el manuscrito de arriba abajo. Dos veces. Se había leído todas las “recomendaciones” que el editor había escrito. Otras dos veces. Pero no se le ocurría nada. No se le ocurría cómo cambiar la historia para que fuera más “cotidiana”.

Es más, ¿Qué gracia tenía una historia cotidiana? ¿Qué tiene de emocionante algo que puede pasar todos los días? Para eso ya está la vida real, ¿O no?

-Si tanto sabe del tema y tantas buenas ideas tiene, que escriba él la novela…- murmuró algo cabreado, repasando otra vez las notas del editor. La última le hacía especial gracia. Era algo que ya le había dicho Carol la noche anterior; que buscara inspiración en su propia vida amorosa-. Pues era lo que me faltaba…

Dejó todo encima de la mesa y se recostó sobre la silla, apoyando los pies sobre el escritorio, jugando con un cigarrillo apagado en los labios.

-Vamos a ver. Dos capítulos enteros al carajo. ¿Qué tienen de malo? En uno se resume la vida de él, y en el otro la vida de ella… pero no vale. Porque le resta espontaneidad a la historia. Hay que joderse.

Aquello era algo que hacía desde siempre. Siempre que daba vueltas a un asunto importante, hablaba solo en voz alta. Lo ayudaba a pensar.

-Para dos capítulos que había terminado… ¿Y qué tiene de malo la relación entre él y ella? Se conocen desde la infancia, fueron amigos, se separaron unos años y ahora vuelven a encontrarse. Es cotidiano, ¿O no? Y va el gilipollas ese y pone la pega de que es poco romántico y poco espontáneo. Y dale con la jodida espontaneidad. Me va a acabar volviendo loco… Lo más gracioso de todo es que, así por las buenas, tengo que reescribirlo todo prácticamente de cero…

Se sentó correctamente.

-… Asco de existencia. Necesito un respiro.

 

*****

 

 Sin saber muy bien cómo ni por qué, volvió a la cafetería de la noche anterior. Eran las doce de la noche, y había media docena de personas repartidas por la sala. Pero tras la barra estaban dos chicas. De Charlie no había rastro.

Se sentó en la barra misma y pidió un café para llevar.

-Perdona, ¿No está aquí un chico que se llama Charlie?

-Hoy no está, no le toca el turno- le respondió una de las chicas, tendiéndole el vaso con el café.

-Ya veo- dijo algo desilusionado.

-¿Quieres dejarle un recado?

-Ah, no. Solo quería hablar con él.

-¿Eres amigo suyo?- preguntó la otra chica, que por lo visto estaba pegando la oreja a la conversación.

-… Algo así. ¿Cuándo es su próximo turno?

-Hasta dentro de tres días no vuelve. Entra el viernes a las diez ¿En serio no quieres que le demos ningún recado?

-No, no. Está bien. Ya lo veré. Adiós, buenas noches.

-Buenas noches, vuelve pronto- dijeron ambas a coro.

Tan pronto Denzel salió por la puerta, ambas mujeres se pusieron a cuchichear.

-Oye, ¿Quién crees que será?

-Ni idea. Pero ya podía venir más a menudo, es bastante guapo. ¿Por qué Charlie nunca nos ha dicho que tiene un amigo que está tan bueno?

-¿Es que no lo entiendes? Es que lo quiere para sí…

-¿Qué quieres decir?

-Hija mía, no te enteras de nada. Si no nos ha hablado de él, es obvio que quiere mantenerlo en secreto. ¿Entiendes por dónde voy?

-¿Tú crees que será eso? ¿En serio crees que Charlie batea hacia ese lado? Sería una pena. El también es muy mono.

-Chica, o están casados o son gay, dice el refrán.

-Dudo que eso sea un refrán… Entonces, ¿Tú crees que será eso?

-Podría ser.

-Hm… Charlie con ese tiarrón…

-¿Te imaginas que monos?

Ambas callaron, perdidas en sus pensamientos. Ambas se sonrojaron.

-¿No nos estaremos saliendo un poco de madre?

-Tal vez. Y no sé tú, pero yo pienso tener una antena puesta, porque no estoy dispuesta a perderme nada de lo que pase con esos dos.

 

*** 3 DÍAS DESPUÉS ***

 

-Hola Charlie.

-Hola chicas. ¿Qué tal el día, Meryl? ¿Aún sigues aquí?

-El día bien, estaba por irme ya ¿Y tú, que tal estos días?

-Bueno… no han estado mal. Gracias por cambiarme los turnos. Os debo una.

-De nada.

-Para lo que necesites.

Las dos mujeres hicieron un aparte, tratando de no ser escuchadas por nadie, hablando en susurros.

-¿Se lo preguntamos directamente?

-¿Tú crees que será lo mejor?

-No sé… por lo menos, vamos a decirle que vino, y a ver qué cara pone.

-Vamos.

-Charlie- dijo una de ellas, adelantándose a su compañera.

-¿Qué pasa?- respondió el aludido, que colocaba distraído unas tazas de porcelana.

-Vino un amigo tuyo hace tres días. Preguntó por ti.

-¿Ah, sí?- dijo un poco extrañado. No es que tuviese muchos amigos; no tenía tiempo de hacerlos, amén de ser algo tímido y bastante torpe socialmente hablando- ¿Quién era?

-Ahora que lo dices, no preguntamos su nombre. Era alto, de pelo castaño claro… tenía los ojos verdes…

Una de las tazas de porcelana resbaló de su mano. La cazó en el aire, antes de que llegara al suelo. Un pequeño rubor cubrió sus mejillas.

-¿Ah… si? ¿Y qué… qué dijo?

Las dos chicas se dedicaron una mirada significativa. Como tratando de hablarse telepáticamente.

-Nada en especial… solo que quería verte. Y preguntó cuando tenías tu siguiente turno… tal vez aparezca hoy.

-¿Y no dijo nada más?

-No, no dijo nada más.

Charlie suspiró aliviado. Pero el rubor no se fue de sus mejillas. Las dos chicas lo dejaron estar por el momento.

-Marie, me voy. No se te ocurra quitarle el ojo en toda la noche. Ojito avizor, atenta a la llegada del de ojos verdes. Y mañana me cuentas sin falta todo lo que pase- le dijo en susurros.

-Tranquila, Meryl. Déjamelo a mí- contestó la otra de igual modo.

Ambas sonrieron con malicia, hicieron el símbolo de la victoria, y luego Meryl se fue despidiéndose de Marie y Charlie.

A lo largo de la noche, Charlie no hacía otra cosa que mirar con nerviosismo hacia la puerta mientras iba de aquí para allá, cumpliendo sus obligaciones. Cada vez que alguien entraba, se ponía en tensión, o daba un pequeño respingo. Era muy divertido verlo así. Y, por fin, a eso de las dos y media de la mañana, cuando la cafetería estaba casi vacía, llegó Denzel. Miró a Charlie, le sonrió y fue directamente a la barra, sentándose justo enfrente de él, que no había acertado a moverse.

-Buenas noches.

-Bu… buenas noches. ¿Qué quieres tomar?

-Uno con leche.

Marie tenía la antena más que puesta y vigilaba con atención.

-Vine el otro día, pero no estabas.

-Sí, me contaron mis compañeras. ¿Qué querías exactamente?

-No sé. Estaba aburrido y salí a dar un paseo.

-¿A estas horas?

-¿Y por qué no?

-Y yo que sé. ¿Tú no haces vida diurna, no trabajas a caso?

-Digamos que mi trabajo tiene un horario bastante flexible.

-¿Y en qué trabajas?- preguntó cogiendo un tetrabrik de leche aún sin abrir de la neverita.

-Soy escritor.

El tetrabrik de leche fue a dar al suelo.

-¡¿Eres escritor?!

-¿Y tú de qué te sorprendes?- preguntó Marie, que no pudo evitar meterse.

-¡Es que no lo sabía!

-¿Pero no sois amigos?

-Se podría decir que somos amigos bastante recientes…- dijo Denzel dedicándole a la chica una encandiladora sonrisa.

Marie no pudo evitar sonrojarse un poco. Aquel hombre, pese a su desaliñado aspecto, era muy atractivo.

-¿Y de qué os conocéis?

-Es una historia muy graciosa. Verás, hace unos días…

No pudo decir nada más. Charlie, rápido como un ninja bien entrenado, se había subido a la barra para poder alcanzar a Denzel y taparle la boca con las manos.

-Denzel, ven que quiero hablar un instante contigo a solas. Marie, ahora volvemos.

Salió de detrás de la barra y arrastró con él al otro chico ante la atónita mirada de Marie. Salieron afuera. Hacía un frío de mil demonios y ninguno llevaba abrigo.

-¿Qué sucede?

-Por favor, no cuentes lo que pasó el otro día a ninguno de mis compañeros- pidió con cara de cachorrito, juntando las dos manos en un gesto de súplica.

-¿Por qué no quieres que lo cuente?

-¿Te hago una lista? Para empezar, porque soy torpe y lo saben. Si se enteraran estarían burlándose de mí hasta el día de mi muerte. ¿Y qué crees que haría mi jefe si se entera de que estaba durmiendo en horas de trabajo y que aún por encima hice daño a un cliente? ¿Qué crees que pasaría?

-No había pensado en eso. Perdón. No diré nada.

-Bien. Te lo agradezco.

-… ¿Entramos? Hace frío.

-Euh, si, mejor entrar antes de que nos congelemos.

Entraron de nuevo en el local, bajo la atenta y aún sorprendida mirada de Marie.

-¿Qué se supone que acaba de pasar?- preguntó la muchacha.

-Nada, recordé que tenía un asunto urgente que comentarle a Denzel. Pero todo está solucionado, ¿Verdad, Denzel?

-Sí, sí, todo está bien- dijo sentándose en el mismo taburete en el que estaba antes.

-En fin… si vosotros lo decís… Creo que estabas a punto de contarme cómo os conocisteis…

-Ah, eso… pues…- por detrás de Marie, pudo ver la sombría mirada que le lanzaba Charlie. Una gota de sudor se deslizó por su espina dorsal-… em, Charlie cuenta mejor la historia.

La cara de Charlie sufrió una repentina metamorfosis. Pasó de mirada aterradora a sorpresa.

-¿Qué?

-Lo que oyes. Cuenta tú la historia.

-Eh…- Marie lo miró-… lo dices como si fuese una gran historia. No fue nada del otro mundo.

-¿A qué te refieres con que no fue nada del otro mundo?- Marie lo seguía mirando.

-Pues… pues a eso mismo. Nos conocimos en una cafetería. Fin de la historia.

-¿Ya está?

-Ya está. ¿Qué más quieres?

-Yo nada. ¿En cuál cafetería?

-¡En una que queda muy lejos! ¡¿Qué importa?!

-Bueno, bueno. Solo era por tener algo de conversación.

Charlie, algo ruborizado, se giró hacia la cafetera para terminar de preparar el café, refunfuñando algo por lo bajo.

-¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

-¡Déjame en paz!

-Qué carácter… ¿Fuera de este sitio es así de gruñón?

-No lo sé…

Marie le dedicó una mirada de duda.

-¿Cómo que no lo sabes? ¿Vosotros dos sois amigos o no?

-Bueno, como ya dije, es una amistad reciente…

-Hmn… ya veo.

Charlie puso la taza de porcelana delante de Denzel.

-Gracias.

El tiempo pasaba lentamente. Denzel y Marie se pasaron todo el rato de cháchara. Charlie se limitaba a rondar alrededor de aquellos dos, haciendo cosillas aquí y allí, pero lo que en realidad hacía era vigilar la conversación. Aquellos dos parecía que se lo estaban pasando bien. Y él se sentía un poco fuera de lugar. Se sentía excluido. Y eso lo hacía sentir extrañamente molesto. No se atrevía a meterse en la conversación, aunque solo estuvieran hablando de tonterías. Era tímido hasta ese punto.

Y el tiempo pasó, y llegaron las cuatro de la mañana. Hora del cambio de turno. Dos chicos llegaron para sustituir a Marie y Charlie. Después de poner al día a sus dos compañeros sobre lo que estaba hecho y lo que quedaba por hacer, se dispusieron a marcharse. Denzel también.

-Bueno, Marie, ha sido un placer charlar contigo- sonrisa infartante.

-…- Charlie callaba.

-Lo mismo digo- dijo ruborizada-. Pásate cuando quieras.

-Lo haré encantado.

-Bueno… me voy. Hasta mañana, Charlie. Hasta la vista, Denzel.

-Adiós.

-Hasta mañana, Marie.

Ambos se quedaron de pie en la calle. Seguía haciendo un frío de mil demonios. Por fin, Denzel pareció reaccionar.

-¿Quieres que te acompañe a casa?

-¿Por qué ibas a hacer eso?- preguntó extrañado.

-Es tarde…

-¿No deberías habérselo ofrecido a Marie?

-¿Y por qué iba a ofrecérselo a ella?

-Pues porque es una chica…

-… Pero si ella vive ahí al lado…

-¿Y tú como lo sabes?

-Me lo dijo antes, cuando charlábamos.

-Ah.

-¿Te acompaño o no?

-Haz lo que quieras- dijo echando a andar de pronto, con aire indignado.

-Oye, ¿Qué te pasa?- dijo poniéndose a su altura en dos zancadas.

-A mi no me pasa nada. Más bien debería preguntar yo qué te pasa a ti.

-¿Por qué?

-Bueno, no sé… para empezar, estás acompañando a alguien a quien no conoces a su casa.

-¿Qué tiene de raro?

-… No sé, simplemente es raro.

-Si tú lo dices- volvió a sonreír.

Curiosa habilidad la de aquel hombre, que con solo una sonrisa era capaz de hacer ruborizar a cualquiera y dejarle sin argumentos.

Siguieron caminando en silencio por las calles congeladas.

Y siguieron caminando.

-¿Pero dónde vives tú?

-Ya no falta mucho.

-Es algo lejos. ¿Vas siempre a pie?

-A etas horas no hay autobuses urbanos. Y si fuera todos los días en taxi, me dejaría todo el sueldo. Así que no me queda otra.

-Menudo coñazo.

-A mí me lo vas a decir. Pero no me queda otra.

-Ya.

-Es este edificio.

-¿En qué piso vives?

-El tercero.

-Ahm.

-Bueno… muchas gracias.

-De nada.

Silencio.

-Eh, bueno… me voy.

-¿Vas a irte solo a casa?

-Claro. ¿O es que pretendes acompañarme? Si me acompañas a casa, yo querría acompañarte de vuelta, y luego tú querrías acompañarme, y yo querría acompañarte de nuevo… y sería el cuento de nunca acabar.

-… ¿De dónde sacas esas ideas?

-Vienen solas. Un escritor sin ideas ¿De qué vale?

-Supongo que tienes razón. Bueno, en fin… es tarde. Me voy a dormir. Y gracias por no contar lo de… la otra vez.

-¿Por qué te da tanta vergüenza?

-¡Porque si! ¿¡Por qué no te da a ti vergüenza?!

-Es una anécdota divertida…

-¡De eso nada! ¡Es vergonzoso! ¡Es una estupidez!

-Bueno, vale. No volveré a mencionar el tema.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo. Al fin y al cabo, ¿No somos amigos?- dijo sonriendo como un niño pequeño.

-¿Cómo vamos a ser amigos si no nos conocemos de nada?

-¿Y qué?

-¿Cómo vamos a ser amigos si no nos conocemos? ¡No sabes nada de mí! Por lo que sabes podría ser un atracador de bancos ¡O un terrorista! ¡O un asesino en serie!

-No tienes cara de asesino en serie…

-¿Y tú que sabes?

-Soy muy listo.

-Estás como una regadera.

-Me lo dicen más a menudo de lo que puedes imaginar.

-Creo que me lo imagino.

-… ¿Entonces?

-¿Entonces qué?

-¿Amigos?- dijo tendiéndole una mano.

Charlie dudó por un instante. Miró la mano que Denzel le tendía y luego la enorme sonrisa que le regalaba. Y luego se sonrojó. Y luego, sin pensarlo demasiado, tomó la mano que le ofrecía.

-¿Y cómo se yo que tú no eres un asesino en serie?- murmuró algo turbado.

-¡Je, je, je, eso tendrás que averiguarlo!

Sin más, soltó su mano y se fue. Cuando ya estaba un poco lejos, Charlie gritó, para que pudiera oírlo:

-¡Eso no es muy tranquilizador, ¿Sabes?!

Desde la distancia, el viento helado le trajo la risa cristalina y alegre de Denzel, que se había girado y le saludaba sin detenerse.


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