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Encuentros fortuitos. por Seiken

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Encuentros fortuitos

Capitulo 15.

— Necesitamos ser libres de la tiranía de Lord Mum-Ra.

Fue su respuesta un tanto apresurada, los planes estaban hechos, los herreros habían sido convencidos, aun los reptiles participarían en la rebelión si creían que habría oportunidad de derrotar a Lord Mum-Ra, los únicos a los que no había tratado de convencer era a los tigres, ellos no querían ser libres, su orgullo y sus creencias les habían condenado.

La única forma de llegar a ellos era por Tygus y creía que su amante, su antiguo amante, no estaría dispuesto a abandonar todo lo que había ganado, sin importar lo mucho que tuviera que pagar por eso.

— ¿Qué hay de la tiranía de los vencedores?

Pregunto Akbar con tristeza, sus ojos volvían a perderse en el infinito.

— ¿Cuándo el amor sea traicionado por el deseo? ¿Cuándo los vencedores se vuelvan en tiranos? ¿En ese momento que harás Leo?

Leo guardo silencio pensando en las preguntas del elefante, dudando por primera vez de sus razones para querer rebelarse y de lo que haría una vez que tuvieran la victoria en sus manos, pero eso no importaba, no había tiempo para pensar en lo que ocurriría después cuando primero debían derrotar a Lord Mum-Ra.

Se había preparado para ese momento toda su vida, desde que su padre murió, no debía dejar que las distracciones lo alejaran de su meta, Tykus tenía razón, no debía arriesgar a todos por su egoísta deseo de tener a Tygus en sus brazos.

— Seremos libres, podremos elegir nuestro destino.

Fue su respuesta segura al mismo tiempo que comenzaba a alejarse, Shen pudo jurar que Akbar estaba decepcionado al escuchar esas respuestas a preguntas sin sentido.

— Temo que algunos no podrán hacerlo.

Leo ignoro sus palabras y los regreso a sus celdas, aun estaba confundido por la repentina decisión de Tygus, algo no estaba bien, pero no podía averiguarlo en aquellos momentos con la rebelión tan cerca.

Lo único que sabía era que Akbar le advirtió de una traición y en el único que podía pensar era en su amante, no, no su amante, en el capitán Tygus.

Panthera lo intercepto en uno de los pasillos, después de ver a Tykus supo que algo estaba mal, que debía ver a Leo, cuando lo encontró su amigo se encontraba enfocado en su tableta, haciendo cálculos para disparar en dirección de una galaxia, ella comenzaba a dudar si era justo aniquilar a millones por una oportunidad de libertad.

— Leo.

Leo apenas se molesto en mirarle, sus ojos estaban enfocados en su computadora portátil.

— ¡Leo!

El comandante la observo con una mirada distante, algo le había pasado, algo muy malo.

— ¿Qué ocurre?

Leo cerró los ojos, ellos tenían razón, Tygus nunca les hubiera ayudado en la rebelión de todas maneras, como él lo había dicho, apreciaba demasiado lo que había ganado con las migajas que le daba Lord Mum-Ra, sólo que él fue demasiado ciego para verlo.

— Tygus me dejo, dijo que no permitirá que le robe lo que ha conseguido.

Panthera no supo que decir, no deseaba estar presente cuando Leo se decepcionara por culpa de Tygus, su maestro le había dicho suficiente para saber que no era confiable, aun así por un momento ella creyó que su amante no era tan malo, como podría serlo si el dulce Leo se había enamorado de su persona.

— No sé qué decirte…

Comenzó, siendo silenciada por Leo cuando Lord Mum-Ra solicito su presencia en la sala del trono.

— Entonces no digas nada.

Le advirtió alejándose, odiaba a esa criatura, pero parecía que Tygus no y eso era lo que más le dolía, no entendía como sus regalos podían ser tan valiosos como para dejarlo atrás sin siquiera pensarlo.

— Ustedes tenían razón todo este tiempo.

Tal vez no confiaba en sus promesas y seguía viéndolo como una cara bonita o un cachorro indefenso.

— ¡Le demostrare que ya no soy un cachorro!

Panthera comenzó a seguirlo al escuchar sus palabras, Leo podría cometer alguna locura si acaso culpaba a la criatura por su separación, Tygus le era leal, al menos eso era lo que Tykus siempre le dijo.

— Leo debes calmarte.

Leo se detuvo en seco y estaba a punto de responder a su consejo cuando ella noto la llave que colgaba en su cuello, la que no se molesto en cubrir por culpa de su confusión, para él todo estaba saliendo bien, le había demostrado a su tigre que lo amaba y su tigre le había jurado amarlo por siempre.

— ¿Qué es esto?

Leo escondió el dispositivo debajo de su uniforme, recordando la reacción de Tygus al escuchar que su socio se lo había regalado, Tykus era un anciano un tanto extraño, pero hasta donde sabía no era leal a esa cosa y era lo único que importaba.

— No importa, si me disculpas el saco de huesos quiere verme.

Panthera asintió y dio la media vuelta, algo estaba mal, con ese regalo de su maestro, con el comportamiento de Leo, pero sobre todo con esa repentina ruptura, era como si el tigre quisiera alejar al comandante de si cuando estaban a punto de rebelarse, la única razón por la cual Tygus podría haber aceptado las caricias de Leo sin ninguna objeción.

O eso fue lo que le dijo Tykus, que el capitán solo estaba espiándolos y que pronto, cuando tuviera la información que necesitaba, lo abandonaría, pero eso significaba que las purgas comenzarían, cientos de muertos, ejecuciones públicas que aterrorizarían a los demás, que les advertiría lo que ocurriría si seguían con esos planes de libertad, sin embargo, todo estaba en calma.

Lord Mum-Ra no sabía nada de su rebelión, lo que significaba que Tygus no había encontrado nada o que el capitán era sincero, sólo buscaba el calor del cuerpo de su amigo.

Pero entonces porque lo abandonaría, que le había dicho para provocar esa reacción en Leo, a menos que los rumores y todo lo que Tykus decía fuera cierto, que la palabra Tyaty era un sinónimo de amante.

— ¡Por el gran rugido!

Pronuncio colocando una mano en su propia cintura, mirando en dirección del techo, pensando que si eso era cierto tal vez Tygus quiso esconder su relación para proteger a su amante, pero que de alguna manera Lord Mum-Ra se había dado cuenta de su engaño.

— No… no puede ser.

Panthera se pregunto entonces quien podría saber algo del capitán de las fuerzas especiales, el que repentinamente se convertía en una pieza muy importante para la rebelión, ya que tal vez podrían ofrecerle su libertad a cambio de la última piedra.

— ¡Akbar!

Seguramente el elefante vidente podría decirle algo del cachorro que ayudo a entrenar en el pasado, si Tykus tenía razón podría decirle si ese tigre huraño podría ayudarles o no.

— ¡Maldita sea!

De pronto se maldijo, ya que sus propios celos y su fe ciega en las palabras de Tykus le habían hecho pensar en lo peor de un soldado que podría serles de ayuda.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus permaneció en la misma posición por varios minutos y cuando comenzó a moverse lo hizo con calma, de forma casi mecánica, debía bañarse y salir de allí, sumergirse en sus tareas era la única forma en la cual podía tratar con esa pesadilla.

Tareas para una criatura que odiaba más que a cualquier cosa, de la cual se vengaría algún día, aunque su vida se fuera en ello.

Cuando joven decidió trabajar duro, ganarse su puesto y su gloria, tenía el respeto de sus soldados, el temor de los otros animales, nadie se atrevía a susurrar a sus espaldas sin pensar en las consecuencias, sin embargo, eso ya no era suficiente para él.

Lo que necesitaba era vengarse de la criatura que le había quitado todo, que estaba seguro solo quería destruirlo, pero que no se lo permitiría, sin importar lo que ocurriera no le permitiría destruirlo.

Tygus se sumergió en el agua caliente para limpiar su pelaje de las sucias manos de esa bestia, de su semen, de su olor y el agua siempre le había parecido tener un elemento purificador.

Por un momento sumergió su cabeza en el agua caliente tratando de borrar sus lagrimas, no quería que sus soldados le vieran con esa apariencia, seria indigno, sin contar que causaría muchas preguntas innecesarias.

Su baño fue rápido, dejándolo listo para patrullar los pasillos ocultos de esa nave, no quería permanecer en su habitación hasta que las ratas la hubieran limpiado, ordenaría que quemaran todo, las cobijas, el colchón, su uniforme desgarrado.

Podía confiar en que esas criaturas no dirían nada porque sabían que las consecuencias serian terribles, se aseguraría de moverlas a los reactores, esa sola idea era suficiente como para que temblaran de miedo, pero quien no lo haría con el panorama de una lenta muerte en los ardientes sótanos de esa tumba.

Tygus coloco sus manos detrás de su espalda y comenzó a caminar en dirección de la sala de entrenamiento, sólo Leo podría notar que estaba demasiado adolorido para caminar con rapidez, pero necesitaba dispararle a algo, lo que fuera.

Necesitaba controlar sus emociones antes de que pudiera ver siquiera a Leo, de lo contrario podría retractarse de su decisión de abandonarle y no podía dar marcha atrás.

Comenzaba a pensar que mantener a Leo vivo podría ser una forma de burlarse de su amo, él no conocía todo, solo aquello que los espíritus del mal pensaban era importante informarle, después de todo, el todo poderoso Lord Mum-Ra, no era más que un sirviente.

Esa noción le hizo sonreír, su amo se arrodillaba ante alguien más, nada podía ser más gracioso que eso.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Akbar al ver a Panthera delante de su celda le sonrió con amabilidad, no esperaba verla en esos corrales, pero nunca había sido una criatura que despreciara la visita de una buena persona.

— Panthera.

Ella se acerco a él y le pregunto desde el otro lado de la celda.

— Tengo muchas preguntas que hacerte Akbar.

Akbar asintió, jovial como siempre, con una sonrisa en sus labios, sentado en reclusión debido a sus constantes visiones que comenzaban a molestar a Lord Mum-Ra.

— ¿Cómo cuales?

Pregunto el elefante, notando por primera vez la expresión de preocupación en el rostro de la pantera.

— Es sobre Tygus.

Ella no era una persona que se fuera por las ramas, pero al mismo tiempo hablar con un vidente era una tarea demasiado ardua.

— ¿Si es sobre Tygus porque no se lo preguntas a él?

Aquella pregunta molesto a Panthera un poco, ese elefante no podía hablar en serio, era como si supiera sus dudas de antemano y no quisiera responderlas.

— Sabes que no puedo preguntarle en persona.

Akbar ladeo la cabeza pensativo, llevando una de sus manos a su trompa, la otra estaba situada en su barbilla.

— No puedo imaginarme lo que ha sido servirle a Lord Mum-Ra todos estos años, tampoco puedo verlo, una fuerza oscura me lo evita…

Esa fuerza oscura sin duda se trataba de Lord Mum-Ra, su control sobre las tres primeras piedras de guerra le daba poder en el plano astral, algo que solo los elefantes podían entender.

— Aunque no creo que nadie quisiera ver eso…

Panthera arqueo una ceja, esperando que Akbar continuara con sus extrañas palabras de advertencia, aunque no estaba segura de que lo fueran, no del todo.

— Sí tu pregunta es si acaso Tygus les ayudara con sus tareas, lo hará, pero no se unirá a su causa.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus comenzó a dispararle a los blancos móviles al mismo tiempo que trataba de pensar en la mejor manera de acercarse a Leo sin levantar ninguna sospecha, el comandante no podía traer consigo la llave todo el tiempo, lo que significaba que tal vez, si acaso tenia suerte podría robarla de sus propios cuartos.

De pronto dejo de disparar, para ese momento Leo debía estar en la sala del trono, según creía por el movimiento de la nave algo grande estaba pasando, tenía que apresurarse si quería robar la llave sin que Leo se diera cuenta.

Por el rabillo del ojo pudo notar una figura observándolo fijamente, estaba recargado en la pared contraria con los brazos cruzados delante de su pecho, podría dispararle en ese preciso momento y nadie le diría nada, pero prefería que la culpa lo corroyera, ambos tenían que pagar por los errores de Tigris.

— Estoy seguro que nos hacías muertos desde hace varias horas Tykus.

Tykus apretó los dientes, parecía que había estado bebiendo, un desagradable habito que comenzó cuando Tigris fue asesinado, un claro ejemplo de lo que te pasaba si eras un tigre que pensaba podía tocar lo que no te pertenecía.

— Pero parece que soy mucho más valioso de lo que Tigris fue en su tiempo.

Esperaba enfurecer al anciano con sus palabras hirientes, quería que perdiera el control, al menos una vez.

— Tanto como para que perdone mis ofensas y es triste, porque si Tigris no hubiera perdido su cabeza por ti, tal vez el seguiría vivo.

Los ojos de Tykus se volvieron una línea delgada, sus ojos estaban fijos en su cuerpo con una expresión difícil de describir, su cabello comenzaba a erizarse y sus orejas habían cambiado de posición, estaba alerta, tal vez estaba logrando su objetivo.

— Todos sus sacrificios, todos sus planes, todo giraba alrededor tuyo, y tú qué hiciste…

Tygus se relamió los labios al ver como el peso de sus palabras caía sobre los hombros del tigre de mayor edad, durante muchos años Tygus vio a su maestro castigarse a sí mismo, culparse por el desprecio que su antiguo amante le mostraba, creyendo que algún día, cuando fuera libre tendría alguna oportunidad de regresar con él.

— Despreciarlo, tratarlo peor que basura…

Tygus recordaba esa mirada, ese crudo odio reflejado en los ojos dorados del director, era casi palpable, tal vez solo sentía celos o realmente creía que Tigris tuvo alguna opción al servirle a su amo, sin embargo, vio como cada día ese trato, ese dolor causado por el hombre al que amaba lo hundía un poco más, hasta que termino por matarlo, destruirlo.

— Y la verdad es que tal vez yo le dispare…

Pronuncio Tygus, cada palabra era verdad, el disparo contra Tigris cuando fue nombrado capitán, Lord Mum-Ra no le dejo otra opción, pero su maestro ya estaba muerto desde mucho antes, no había nada más que un cuerpo que se movía entre los demás esclavos, en lo que se prometió que jamás se convertiría.

— Pero el ya estaba muerto… tu lo destruiste.

No se convertiría en una marioneta que entrenara a otro para servirle a Lord Mum-Ra, como Tigris, quien le heredo ese destino, creyendo que si le daba un remplazo él podría regresar a los brazos de su amante, un amante que hasta donde Tygus podía comprender no lo amaba lo suficiente para brindarle el beneficio de la duda ni para permanecer a su lado durante los peores momentos de su vida y tal vez, si Tykus hubiera sido un poco menos orgulloso él no estaría en su predicamento actual.

—Tú lo mataste.

Pronuncio Tygus acercándose al espacio personal del otro tigre, ya no importaban sus palabras, Leo estaba a salvo y el fue perdonado por su traición, aquella expresión le parecía graciosa, traición, cuando nunca tuvo su lealtad.

En realidad ahora que pensaba en todo lo que había pasado desde la explosión hasta la visita de Lord Mum-Ra, se daba cuenta de lo ridículas que fueron sus acciones y que el final era simplemente obvio el desenlace.

— Yo solo jale el gatillo.

En realidad tuvo suerte, su amante seguía vivo y el también, no pasaría toda su vida preguntándose que pudo haber ocurrido si Leo no se hubiera metido en su camino, ni que hubiera hecho para poder mantenerlo vivo, ni siquiera tendría que convencer a su amo de su lealtad, Lord Mum-Ra para ese momento debía estar seguro que su fuego se había consumido.

Tal vez ahora dejaría de serle tan interesante, aquello provoco que Tygus sonriera, porque sabía que tenía toda una vida para planificar su venganza, Lord Mum-Ra pagaría por lo que le había hecho, por lo que le hizo a Tigris y por el corazón roto de Leo.

Al ver que Tykus permanecía en su sitio casi en la misma postura comenzó a salir de aquel cuarto de entrenamiento, a esas horas solo se encontraban ellos dos despiertos, los otros tigres debían estar en sus habitaciones o en sus puestos de guardia, estaban a solas en un lugar poblado por miles de almas.

— A veces hablas justo como Tigris lo hacía.

Pronuncio Tykus mirándolo fijamente, sus ojos dorados posados en su cuerpo, sus brazos descansando a sus costados, sin que se diera cuenta había dado un paso en su dirección, con la rapidez de un soldado veterano.

— El me entreno.

Fue la respuesta de Tygus, quien se detuvo en el marco de la puerta, sus ojos fijos en las manos de Tykus, esperando el momento en que el antiguo director le atacara, había logrado que el viejo tigre perdiera el control, tal vez por el alcohol que había consumido.

— El hizo más que eso.

Respondió Tykus caminando en su dirección, deteniéndose a unos cuantos pasos de Tygus, el anciano siempre había sido impresionante por su masa muscular y su altura, a pesar de todo, seguía siendo un gato fuerte y ágil.

—Lo sé.

Tykus era varios años mayor, casi contaba con cincuenta años, una hazaña tomando en cuenta que los felinos generalmente no pasaban de los treinta, a veces Tygus se preguntaba si esta longevidad no era alguna clase de castigo, una muestra de lo que pasaba cuando osabas salirte de tu camino, casi como un recordatorio viviente, un soldado caído en desgracia, sin orgullo ni propósito.

— ¿Sabes que era tu padre?

Pregunto Tykus con sorpresa, el capitán asintió, lo supo algunos meses después de su nombramiento de los labios del antiguo comandante, un tigre que mando antes de Leo, a quien desprecio profundamente, sin embargo, eso no tenía porque saberlo el otro tigre.

— Lo supe desde siempre, las mismas rayas, la misma maldición, el mismo manto… ¿Debo continuar?

Pregunto Tygus, estaba perdiendo un poco de su compostura pero por fuera no parecía importarle ni el dolor del otro tigre, ni el dolor de su pasado, no había nada que lo perturbara, ni siquiera Leo podía adivinar sus pensamientos.

— ¿Aun así le disparaste?

Eso último logro que Tykus perdiera la cabeza porque de un momento a otro lo sostenía contra la pared, con uno de sus antebrazos contra su cuello, el otro sosteniendo una de sus muñecas, una llave que podría romper con facilidad, pero que no la rompería para mostrarle de una vez por todas que no le tenía miedo, aunque su pregunta había sido divertida, como si hubiera tenido una opción.

— Yo dispare mucho más rápido.

Tygus no sabía que ocurría en la mente del otro tigre, tal vez le creía, tal no, sin embargo, su expresión se modifico un poco y de pronto la frente de Tykus estaba recargada sobre su cuerpo, la llave con la que lo mantenía en su lugar se relajo un poco.

— Se suponía que estaríamos juntos, que lo dejaría ir de aquí, ese sería su premio.

Tykus de pronto lo rodeo con sus brazos, su cabeza recargada sobre su hombro, provocando que el tigre de menor edad se tensará por la incómoda cercanía, nunca había soportado que nadie lo tocara, siempre respondía de forma violenta sin siquiera pensarlo, sin darse cuenta de sus acciones hasta que el intruso estaba inmovilizado o en el suelo, tal vez el único que pudo tocarlo sin recibir daño alguno había sido Leo, pero este no era Leo.

— ¡Eres un hipócrita!

Pronuncio empujando a Tykus con fuerza, cambiando de posición, esta vez era él quien sostenía al otro tigre contra la pared, estaba furioso, el otro estaba quebrado, esa era la única palabra que podía describirlo.

— A veces juro que son el mismo.

Fue la respuesta de Tykus, al mismo tiempo que recorría su mejilla con la única mano libre, un gesto que le helo la sangre e inmediatamente alejándose del otro tigre Tygus decidió que aquella conversación ya había terminado, ya era suficiente.

— Como dos gotas de agua…

Tykus cayó al suelo poco después, cubriendo su rostro con ambas manos, ya fuera por el sentimiento de culpabilidad o por lo que fuera que poblaba la mente del director y aunque por fin había logrado que perdiera el control, el resultado no fue algo de lo que se sintiera orgulloso.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Para Leo era fácil realizar sus tareas en la sala de mando, algunos animales le temían, los otros sabían que él estaba de su lado, con los felinos era mucho más complicado, sin embargo, ellos siempre estaban en los corrales o en el campo de batalla, la única que siempre estaba a su lado era Panthera.

A quien no había visto desde que llevaran a Shen y Akbar a sus respectivas celdas, comenzaba a preocuparse por ello, tal vez algo había ocurrido que la retrasara y Lord Mum-Ra generalmente no perdonaba ninguna clase de demora.

Lord Mum-Ra observaba la galaxia que pronto seria destruida con placer, una sonrisa podía notarse en las comisuras de sus labios, Leo pensaba que aquella sonrisa era la que debía tener un monstruo de cuentos de hadas o de leyendas, aunque no debía imaginárselo ya que esa cosa era justamente eso, un monstruo milenario.

Un monstruo sin sentimientos al cual su amante prefería por sobre su persona, una verdad que comenzaba a dolerle, era como sí todo lo que compartieron no significara nada, ni siquiera las palabras que Tygus había pronunciado la última vez que estuvieron a solas, él no era nada para su tigre y en cambio su amante era todo para él.

¿No le dijo que siempre le amaría? ¿Sin importar que todo cambiara? ¿No le juro que su cuerpo, su alma y su mente serian suyos?

Aparentemente sus promesas no significaban nada para Tygus, pero para Leo imaginarse un futuro en compañía de su tigre había sido parte de su recompensa cuando derrotaran a la criatura milenaria, uno de sus objetivos y sin embargo, para su tigre los pocos regalos que le daba la criatura eran mucho más valiosos.

No se daba cuenta que esos regalos no eran más que migajas, que nunca sería más que una herramienta desechable y que cuando dejara de serle útil lo matarían, que Lord Mum-Ra le había negado el puesto de Comandante solo para humillarlo, que pudo ser quien mandara sobre todos sus ejércitos, que podría ser un líder respetado de su pueblo si se alejaba de la criatura, todos los tigres lo seguían, la mitad de los felinos le respetaba, pero para su pobre tigre su lugar era a los pies de su amo.

Tygus no se lo había dicho pero al rechazarlo supo que no formaría parte de la rebelión, si su afecto le podía quitar lo que ganaba sirviéndole a Lord Mum-Ra, entonces, la rebelión le quitaría todo lo que gano con ello, dejándolo sin nada.

Aunque si lograban rebelarse y mantenía a su amante consigo, su tigre tendría su amor, su protección, sus cuidados, Tygus estaría seguro, tal vez al principio no estaría contento, pero con el tiempo se daría cuenta que todo mejoraría, nadie lo lastimaría, ni humillaría y lo poco que obtenía de su amo el podría dárselo, Leo haría que sus sueños se volvieran realidad, su futuro sería brillante.

Tal vez con el tiempo podría recuperar su puesto, pero solo hasta que se hubiera hecho a la idea de su nueva vida, Tygus sería su consejero, su amante y el militar con mayor rango entre los suyos, su comandante.

La lealtad que tenía hacia esa cosa de piel azul, de mirada llameante, sería suya y a cambio el le entregaría su amor, todo saldría bien.

— Estas demasiado distraído Leo, una actitud que comienza a molestarme.

Pronuncio la criatura al darse cuenta que le observaba de reojo, cruzando sus brazos delante de su pecho, con una expresión molesta.

— Solo estoy haciendo algunos cálculos extra, no quiero que nada inoportuno se interponga en nuestra meta, Lord Mum-Ra.

La criatura sonrió complacida, sin dudar en su lealtad, ese orgullo ciego que compartía con los tigres seria su perdición, pronto caería y nada se interpondría en su camino.

— No me decepciones Leo.
¿Decepcionarlo? No, no lo decepcionaría, solo lo destruiría y construiría un nuevo reino sobre las cenizas de su imperio, sin embargo, primero debía convencerle de su lealtad, guardar silencio y esperar, esa era la única forma de lograr su victoria, no permitir que sus sentimientos lo delataran.

— Por supuesto que no, Lord Mum-Ra.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus estaba a punto de llegar a la zona en donde se encontraba Leo, conocía bien el camino y su habitación, después de todo durmió en su cuarto cuando intento salvar la vida de unos lagartos amotinados, sin embargo, comenzaba a temer que podría encontrarlo, dándole falsas esperanzas a su amante.

De pronto escucho unos pasos a sus espaldas, podría esconderse utilizando su don pero prefirió confrontar a quien le seguía, si se trataba de Leo solo le facilitaría el trabajo, no obstante quien lo seguía no era Leo, sino Torr, quien caminaba con una tableta en sus manos, comenzaba a detestar esas computadoras portátiles.

– Capitán Tygus.

Lo saludo con respeto, Torr jamás se olvidaba del protocolo, aunque le había dicho en más de una ocasión que podía llamarle por su nombre.

— ¿Qué ocurre Torr?

Torr se relamió los labios, observo en todas direcciones y después se acerco un poco más a él.

—Te he estado buscando todo el día, Bengalí me dijo que no te importunara pero creo que tienes que saber esto.

Pronuncio, como si quisiera guardar alguna clase de secreto.

— ¿Qué cosa?

Pregunto Tygus, comenzaba a preocuparse, Torr nunca era tan silencioso.

— Es sobre Leo.

Tygus arqueo una ceja, en que podría estar metido Leo para que Torr pensara que necesitaba saberlo, era absurdo, aunque tenía que averiguar que le perturbaba a su joven amigo.

— ¿De qué hablas?

Pregunto Tygus, sin embargo, Torr lo ignoro y camino hasta la habitación de Leo, abriéndola con uno de sus dispositivos, una maquina que había creado por su cuenta para el campo de batalla con el único fin de facilitar el espionaje.

— Leo es uno de los instigadores.

Respondió Torr al mismo tiempo que se abalanzaba sobre la computadora del cuarto de Leo, buscando información, Tygus se relamió los labios preocupado, si su amigo tenía razón no importo su sacrificio, lo matarían por otro crimen, uno que era mucho peor que sólo tocarlo.

— ¿Estás seguro de eso? Culpar a un superior de traición sin las pruebas para sostenerlo es muy peligroso.

Torr asintió ingresando en la computadora de Leo, sin encontrar nada que lo delatara, sin embargo, si Lord Mum-Ra sospechaba siquiera de su amante lo mataría sin siquiera comprobarlo, a menos que el fuera valioso para su señor, una posibilidad en la que nunca había pensado.

— Sólo me falta saber cuándo atacaran, esa información la han guardado demasiado bien.

Las dagas que le había regalado a Leo se encontraban guardadas en una caja con tapa de cristal, las únicas que poseía el joven león, algo raro tomando en cuenta que decían las coleccionaba, sin embargo, de lo que había demasiado eran dibujos hechos con grafito, uno de ellos era suyo, en un jardín.

El cual tomo, guardándolo en una de las bolsas de su uniforme, un recuerdo que le ayudara a recordar la forma en que Leo le observaba.

— Intente matarlo, pero no tuve suerte y casi te mato a ti, desde entonces me parece que Leo ha tratado de usarte para conocer los planes de Lord Mum-Ra, le dijo a Panthera que nuestro amo no sospecha nada.

Tygus se acerco a Torr, sabía que Leo no guardaría nada en esa máquina, un acto así sería demasiado descuidado, casi estúpido, Leo no era ningún incompetente, creía que su puesto lo demostraba.

— Pero él ha puesto espías en toda la nave, aunque me parece que yo soy el único que ha tenido suerte en ingresar en su rebelión.

Si lo hacía toda su información estaría decodificada en esa computadora portátil, la que nunca dejaba sola, justo como la llave, su amante no sería tan torpe como para dejar algo tan valioso sin vigilancia, sólo él o tal vez Panthera podrían tener acceso a esa información y él había perdido esa ventaja.

— ¡Ningún felino es tan estúpido como para traicionar a nuestro señor!

Pronuncio Torr cerrando la computadora, tratando de borrar su presencia en ese cuarto, al mismo tiempo que Tygus guardaba en su cinto una de las dagas que le regalo a Leo la tercera ocasión que estuvieron juntos, debía silenciar a su amigo, de lo contrario su amante sería asesinado.

— ¿Por qué me dices todo esto?

Pregunto siguiéndolo a sus espaldas, verificando que nadie estuviera presente y pudiera escuchar lo que Torr tenía que decirle, parecía que su destino era mancharse las manos con sangre amiga.

— Por que Bengalí me dijo que tú habías perdido la confianza de Lord Mum-Ra por culpa de ese león y pensé que si tú le entregabas esta información, que si tú desenmascarabas a los traidores, tú podrías recuperar tu lugar.

Torr no podía hablar en serio, acaso no se daba cuenta que Lord Mum-Ra solo los veía como una mascota, que sí no lo había asesinado era porque eso era lo que quiso de momento, porque nunca obtendría nada que realmente deseara, que no eran libres y que cualquier noción de libertad era solo un espejismo.

— ¡Lo que es tuyo por derecho!

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