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¡Ay amor! por Ishida Rio

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Cuento 3. Mamá… tengo que decirte algo…

Aquél día no tenía que trabajar, así que podría estar todo el tiempo con su joven hijo. “Siempre está tan solo….” Pensó, “jamás estoy con él… debe sentirse tan solo”.

La olla humeante le avisaba que el estofado estaba casi listo. Hace tanto tiempo que no cocinaba. Aprovechando el día libre, dejó que los sirvientes se fueran a sus casas y decidió ocuparse de su casa con el mismo esmero con el que cuidaba de las empresas de su difunto marido.

Los sonidos se extendían por los amplios pasillos y llegaban hasta ella claros y nítidos. Estaba sola en su casa, sola, así como estaba su hijo todos los días. “Mi niño”. El chico no estaba esa mañana. Tenía que estudiar en casa de un compañero y se había quedado a dormir. Ella le había dicho que los invitara a su casa mejor, pero él le contestó que era mejor que no, así ella podría descansar. A cambio, pasarían todo ese sábado juntos… pero habría un invitado.

**Mamá, mañana va a venir un amigo. Llegaré antes que venga así que no te preocupes.**

Aún así, se preocupó de tener los salones brillantes y la habitación de su pequeño lista y preparada. ¿Quién sería el amigo de su niño?, ¿o sería acaso una amiga que sería su novia? Tantas preguntas rondaban su cabeza que la entristecieron. Casi no conocía a su hijo, casi no conocía a su Syaoran.

De pronto, el timbre le anunció que había alguien en la puerta. Acostumbrada a que el portero abriera, lo dejó sonar un rato, pero luego recordó que estaba sola y corrió a la entrada.

- ¿Si? -dijo al abrir-
- Buenos días señora…, busco a Syaoran, ¿está él?

Ieran se quedó mirando al chico que buscaba a su hijo. Un joven alto, de pelo azul y penetrantes ojos azules, protegidos por unos entretenidos lentes redondos. Su piel clara resaltaba aún más al lado del color oscuro de su pelo.

- Eh, no, no ha llegado aún… ¿eres tú el amigo que me dijo que vendría?
- Espero que si señora -respondió el con una hermosa sonrisa-
- Entonces pasa, esperémoslo juntos en la cocina.

Ambos entraron en la amplia casa y fueron hacia la mencionada habitación de la casa.

- ¿Y cuál es tu nombre?
- Soy Eriol, Hiragizawa Eriol.
- Mi nombre es Ieran, soy la madre de Syaoran.
- Lo supuse señora. Tienen los mismos ojos.
- Jaja, que amable eres Eriol. -comentó divertida y asombrada de que el chico se fijara en esos detalles- Me disculparás que aún esté cocinando, pero como estoy acostumbrada a que me hagan el almuerzo, esto es casi nuevo para mí.

- Syaoran me contó que hoy estaría usted en casa. Se veía muy contento de eso.
- ¿De veras se veía contento?
- Mucho… -ante la respuesta, ella sintió como miles de mariposas le revoleteaban en el estómago, pero el murmullo serio del chico la distrajo un momento- … ¿Qué lo habrá retrasado?...

Ieran y el joven Hiragizawa hablaban tranquilamente sobre distintos temas. Pronto la mujer tomó uno que le interesaba de sobre manera.

- Me alegra que Syaoran traiga a sus amigos a la casa. Está todo el día solo debido a mi trabajo…

- No se sienta mal por eso señora Ieran… para serle franco -Eriol se sonrojó un poco y sonrió- no es la primera vez que vengo… Syaoran suele invitarnos de vez en cuando.

- ¿En serio? -ella dejó de revolver su olla para sonreír abiertamente- Mejor aún, eso me demuestra que no ha estado tan solo… pero me gustaría poder estar mas tiempo con él.

- Igual a él…

- ¿Perdón?, ¿dijiste algo?

- Eh... no nada, solo un pensamiento loco.

Entonces, la puerta se abre bruscamente y un portazo resuena en toda la casa.

- Debe ser él -dijo Ieran

- Syaoran… -murmuró Eriol-

- ¡¡Mamá!!

En el arco de la puerta aparece el joven. Tenía las manos en las rodillas y se mantenía agachado para poder recuperar el aliento. Vestía unos jeans azules y una polera gris manga larga. Una mochila roja colgaba de su espalda y sus anteojos negros ya se le caían de la cara.

- Mamá, perdón por atrasarme, ¿No ha llegado Eriol verdad? Espero que no, estoy hecho un desastre…. ¡no creí que me tardaría tanto!

- Syaoran…

- ¿Cómo pude tardar tanto?, no sé que diablos me pasó te lo juro mamá...

- Syaoran....

- ... En un momento eran las 9 y de pronto ¡pluf!, las 10 con 15... ¡y con lo que me costó encontrar en qué venirme!, el tren no llegaba nunca y...

- Tu amigo está aquí.

Sorprendido, Syaoran mira hacia el lado y ve que Eriol lo observa aguantando la risa. …l se sonroja rápidamente.

- ¡No te rías Eriol no es gracioso!

- Si lo es Syaoran, acéptalo.

- ¡No lo es!... -paseó su mirada molesta de su madre a su amigo, pero luego suspiró- No importa, acompáñame. Bajo enseguida Mamá.

- Claro hijo.

Ambos chicos subieron entre risas. Luego de unos momentos, volvieron al llamado de comida lista. Luego del almuerzo, conversaron largo rato y más tarde tomaron el té. Cerca de las 6, Eriol anunció que tendría que irse.

- Pero… ¿tienes que irte? Aún es temprano. Si quieres después podemos ir a dejarte a tu casa -dijo Ieran-

- Muy amable, pero le prometí a mis papás estar a tiempo para un compromiso que tendremos en la noche.

- Qué lástima. Espero que vuelvas Eriol.

- Lo intentaré señora Ieran.

Hiragizawa se fue dejando a la madre y a su hijo solos.

- ¿Mamá? -preguntó al rato Syaoran- ¿Qué te pareció Eriol?

- Un chico simpatiquísimo. Es muy detallista, me dijo que teníamos los mismos ojos. Que tierno.

- Mamá… -el joven calló unos momentos y tomó aire para continuar- ¿Qué me dirías… si te digo que Eriol es homosexual?

Ieran lo mira sorprendida, sin saber que responder.

- ¿Homosexual?, ¿un chico como él?.... -Ieran movió la boca pero no halló palabras- Vaya,
¿quién lo diría?… -dijo con una sonrisa forzada para no herir a su hijo- No podría decirte nada, mas que es una lástima que alguien de su talle sea así.

- Ya veo.

- Pero es… ¿de palabra o tiene pareja?

- … Tiene pareja. -la mujer observó a su hijo y lo notó extraño-

- Parece que te afecta eso cariño. ¿Acaso eso interrumpe su amistad? ¿Tienen problemas?

- No, para nada Mamá… es que… no sé como decírtelo… -una nerviosa sonrisa adornó la cara de Syaoran-

- ¿Qué pasa hijo?, me preocupas…

- Mamá… la pareja de Eriol…

- ¿Si?, ¿lo conozco?, ¿te molesta?...

- Soy yo Mamá.

- ¿Qué?, ¿tú qué?

- … La pareja de Eriol…. soy yo…

Ieran se quedó estática unos momentos mientras analizaba las palabras de su hijo.
¿Syaoran homosexual?, ¡¿Su hijo homosexual?!.

- Pero… pero Syaoran, lo que me dices es grave…

- ¿Grave?, ¿porqué grave?

- Es que…. -ella se levantó y caminó en círculos por la sala.- No me esperaba algo así…

- Yo… yo quería que lo conocieras Mamá… -comenzó él mirando el suelo- Y que no te enteraras de esto por otros lados.

¿Su niño?... ¿por qué su niño?

- Syaoran… ¿estás seguro de lo que me dices? -el solo asintió, casi sin mirarla- Dios santo…

- Mamá… necesito saber que piensas de esto…

- ¿Qué pienso?... ¡¿qué quieres que piense?!, acabo de conocer a un chico guapo y simpático, el mejor amigo de mi hijo y resulta que es homosexual… ¡y ahora me entero que mi hijo... MI hijo es su pareja!

El chico apretó los puños y ahogó un sollozo antes de mirarla.

- ¿Hubieras preferido que no te lo dijera?... ¿Qué te lo hubiera dicho otro?

Sin poder controlarse, Ieran cae sentada en un sillón y comienza a llorar. Syaoran la observa desde su posición. Luego, en silencio, se retira.

**Mi hijo… ¡¿cómo es posible?!, de verdad ya no lo conozco, ¿dónde está el niño que me decía que le gustaba la niña de ojos verdes que se sentaba junto a él… ¡¿dónde está mi Syaoran?! Este no es mi hijo… no lo es…**

Desde ese día, Ieran y su hijo no volvieron a pasar una jornada juntos.

Innumerables veces, ella quiso hablar con él, disculparse por su actitud… pero siempre lo encontraba dormido o estudiando. Eriol no volvió a la casa. Ella veía que su pequeño casi no estaba en su hogar. Un día, uno de los tantos que Syaoran anunciaba que llegaría más allá de las 10, Ieran se armó de valor y entró en la pieza de su hijo. Allí, encontró algo que parecía un diario de vida.

“La verdad es que me da pena no estar ya tanto en mi casa. Pero me siento encerrado. Sé que Mamá no acepta mi condición de homosexual, y no la culpo de eso. Desde la muerte de Papá siempre esperó un nieto, y saber que jamás lo tendrá debe ser sumamente duro para ella.

Lo malo es que tampoco tengo el valor de decirle que no me importa que no le guste. Que la quiero igual, que sé que algún día lo entenderá… pero no puedo verle la cara… Extrañamente me siento avergonzado de no haber cumplido sus sueños. Espero poder conversar un día con ella. Un día que no tenga yo que estudiar o ella que trabajar. Quiero hablar con ella como esa tarde que vino Eriol. Como esa noche que le dije cuales eran mis preferencias…”

Casi llorando, Ieran dejó el diario de Syaoran en el cajón en donde lo encontró y corrió a la cocina para hacer algo exquisito para su niño. Esa noche conversarían. No habría trabajo, no habría estudio, solo serían ellos dos, hablando, conversando el futuro. Ella le diría que la disculpara por ser tan poco comprensiva, que también lo ama de la misma manera de siempre. Le diría tantas cosas… tantas cosas….

Pero Syaoran jamás llegó. El auto en que lo llevaban de vuelta a casa volcó luego de ser impactado por un camión en la ciudad. En el vehículo, además de él, iban Eriol, su hermana y el novio de esta. Los 4 murieron. En el funeral, Ieran vió como los Hiragizawa se desmoronaban. Sus únicos hijos muertos la misma noche. Ella misma se vio llorando no solo la muerte, sino también la cobardía, la imprudencia y los estúpidos perjuicios. Jamás pudo decirle que lo quería. Jamás pudo pedirle que la perdonara. Jamás pudo decirle que si quisiera que llevara a Eriol a la casa y que ella cocinaría para los 3… jamás… porque fue demasiado tarde… y el tiempo no esperó por ellos.

La casa quedó vacía desde ese día. Ieran ni siquiera iba a comer, y a los pocos meses, la vendió. Abandonó todo, dejando las empresas en manos de su hermano y volvió a China. No quería saber nada, solo quería a su hijo, solo quería a su Syaoran.

**>>
-Mamá…¿son buenos los secretos?

- A veces hijo, ¿por qué?

- Por nada.

- Hay secretos que es bueno no decir. Y hay otros que si no los dices, pueden tener consecuencias fatales.

- Prometo no guardar contigo jamás ningún secreto Mamá.

- Yo también lo prometo Syaoran

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