I go oh oh you go ah ah
La la la la
La la la la
I can la la la la la la
I wanna wanna
wanna get get get
What I want, don´t stop
Gimme, gimme, gimme whatcha got got
01.-
La femenina y suave voz de aquel grupo americano resonaba en toda la discoteca, mandando un mensaje subliminal que se colaba perfecto en el ambiente sexual que se respiraba en esa sofocante madrugada de un intenso verano. Pero eso no era exactamente lo que el baterista de Alice Nine escuchaba; ni siquiera escuchaba las risas y carcajadas alcoholizadas de sus compañeros de banda y de los the GazettE. No, eso no era lo que lograba llegar a su cerebro que ya estaba excitado por el alcohol; tampoco lograban sus ojos captar las imágenes del baterista, de la banda amiga, con el enano naitomea, que estaban montando un espectáculo erótico (propiciado por el de menor estatura, claro), que lograba encender al resto de parejas allí existentes, e incluso algunos tríos.
No, a su cerebro solamente llegaban las imágenes de su delgado pelinegro, coqueteando descaradamente con la cual sería nada más y nada menos que la hermosa Kana Tsugihara. Sorbió un poco más de su vaso de vidrio pensando que hasta él (quien prefería ser sometido en la cama a tener una chica en ella), volvería a ser hetero con tal de tenerla a un lado.
Bufó entrecerrando los ojos, al ver como la chica inclinaba su torso hacia el frente, con su perfecto escote dejando poco a la imaginación, y susurraba algo al oído de Ruka. A juzgar por la cara de este, Nao supo que lo que le decía, no era exactamente tierno y respetuoso. Se levantó tambaleante (jurándose a sí mismo que en su vida volvería a tomar de esa manera), ignorando los jalones al borde de su camisa patrocinados por el pequeño rubio de su banda, y se dirigió a la barra con la mejor de sus sonrisas.
—Que calor hace, ¿no? —dijo con las palabras un tanto inentendibles, debido a que su lengua se encontraba dormida; abrazó a Ruka por el cuello en un gesto infantil y posesivo, mirando con una inocencia por demás fingida a la chica frente a él.
—Sí, bueno. No creo que ayude al calor si te cuelgas a mi cuello de esa manera —se sacudió el naitomea a Nao de encima, sin delicadeza alguna. Causando un mohín inconforme entre sus abultadas mejillas, volteando su atención de nuevo a la chica en frente de él—. Para eso… —fue interrumpido de nuevo por el chico, que ahora no estaba detrás de él, sino al lado de Kana.
—Kana Tsugihara, ¿verdad? —se introdujo a la conversación él mismo con un gesto torpe de las manos, haciendo que un poco del vodka que llevaba en el vaso se derramara en el pantalón de ella. Sonrió haciéndose el inocente, pero no lo suficiente como para que su “pareja” le creyera—. Lo… siento mucho, creo que he bebido más de la cuenta esta noche —su lengua aun no aflojaba, por lo tanto las palabras sonaron aun más enredadas, haciendo difícil entenderlas. Escuchó un bufido a su lado y la sonrisa de la modelo le hizo saber que no era importante—. Soy Murai Naoyuki, pero para ti soy Nao. Y mi querido Ruka es… —un brusco, pero disimulado, golpe en sus costillas que por pura y física suerte no lo lanzo al suelo en su estado de ebriedad, le hizo callar.
—Soy su mejor amigo, Nao-san es muy cercano a mi —completó Ruka con voz escueta ante la mirada perpleja de quién, hasta hace unos segundos, creía tener pareja. Nao bajó su mirada con su estomago revuelto, maldiciendo a cuanto objeto, persona o deidad se le cruzara por la mente. Llevó una mano a su boca para intentar contener las arcadas. Demasiado tarde.
La cara de indignación de la chica no tenía precio, pero si bien era una extraña victoria en contra de ella, era una aplastante derrota en su relación de pareja. Ya podía mandar a la mierda los dos años de noviazgo por los que tanto había trabajado, si es que no los había mandado ya con su vomito involuntario.
En cuanto Ruka le dio un empujón, cayó al piso del bar en donde se encontraban. Con su bebida derramada encima de él y goteando hasta el suelo, vio como la persona que amaba corría a socorrer a alguien que no era él. Se sintió la mierda misma.
Como pudo se levantó del piso recogiendo la poca dignidad que le quedaba, aguantando las lágrimas de dolor, salió de ese bar como si le hubieran dado la paliza de su vida, y ni siquiera eso, como si en su vida jamás hubiesen existido recuerdos felices junto a la persona que ahora mismo arrancaba en su auto llevando a alguien que seguía sin ser él a un lugar que no era su hogar. Algo en su mente le hizo ver que no sería la única noche que pasaría lejos de él, y que tampoco sería la última discusión.
Apagó su celular y con dos pies izquierdos caminó hasta la carretera principal más cercana. Con suerte, algún violador maniático lo tomara y descuartizaría allí mismo. Pero sólo encontró un taxi dispuesto a llevarlo hasta su morada, incluso un simpático vecino que le ayudó a entrar a su departamento.
En cuanto abrió la puerta de este, con ayuda del chico que lo sostenía mientras él decía incoherencias, el alcohol se le bajo a los pies al ver a Ruka sentado en el sillón individual que tanto le gustaba (y no sólo por motivos de cómodo descanso), mirándolo de una manera que lo dejó sin aliento, dándole una sensación de cachorro desamparado también. Le dio las gracias en un idioma extraño al chico y cerró detrás de sí, dispuesto a enfrentarse a la bestia que, sabía, él mismo había desatado.
Soltó el aire despacio, sin atreverse a mirar los ojos negros que lo analizaban acusadoramente, expectantes a una explicación, o mejor dicho, una disculpa en toda regla. Porque para Ruka, si Nao no se arrastraba a sus pies, no había arrepentimiento.
—¿Y? ¿Ninguna explicación? —su voz sonaba helada, monótona; como Nao sabía que sonaba cuando realmente estaba furioso. Tembló con miedo y se sintió estúpido al verse como un niño asustado. —Kana-chan es una amiga de la infancia, ¡¿no se te pasó por esa estúpida cabeza que cargas?! —Nao cerró los ojos al sentirse atacado y lentamente empezó a sentirse enojado. Jamás, en su vida ni siquiera su madre le había tratado de esa manera como para que él lo viniera a hacer.
—¿Y tú? ¿Tampoco tienes nada que decir? Te recuerdo que una relación es de dos, no sólo de un “novio” y un “mejor amigo” —se había podido defender, pero no se sintió mejor. Estaba prácticamente haciendo una escena peor que la del bar, aunque por lo menos sabía que estaban solos, y que se ahorraba la humillación pública. —¿Qué mierda crees que me pasó por la cabeza al escucharte decir eso? ¿Crees que se siente lindo que te nieguen delante de una…? —acalló sus palabras al ver que estaba a punto de decir una barbaridad, de la cual se podría arrepentir mucho. No por estar borracho era un inconsciente.
—¿Una qué? Adelante, completa la frase —rió Ruka provocándole, si bien quería molerlo a golpes, todavía podría controlarse. Levanto una ceja al ver la cara de Nao, una mezcla de vergüenza e ira —. No eres capaz, ¡já! Lo que me hacía falta, un cobarde.
La sangre de Nao hirvió al insulto, y sin poder detenerlo, soltó todo lo que había en su interior: —¡Una golfa! ¡Una aparecida! ¡Una entrometida! —le gritó fuera de sí, con la cara roja de rabia y ya sin poder utilizar su tono formal y educado. —La cual, de seguro es muy fácil en la cama, ya que tal vez satisface tu ego de hombre, ese que tienes de que tus amantes griten tanto cuando están contigo. ¡¿Es por eso que ni me has tocado a mí en meses?! ¡¿Por qué no es suficiente para tu estúpido orgullo?! —hecho una furia por las palabras dichas, Ruka dejó de lado su parte civilizada y todo el sarcasmo que se había acumulado en la punta de su lengua le supo amargo. Incapaz de decir palabra alguna, se acercó dos pasos hasta donde estaba aquel que había osado herirlo en lo más profundo de su orgullo viril. Levanto la mano en unas decimas de segundo y cuando se dio cuenta ardía. Ardía igual que la mejilla roja del tierno Nao, por la cual ya bajaban hilillos salinos. No se detuvo a pensar cuanto daño podría hacer con sus actos ni sus palabras, y aprovechándose de su estatura, arrastro de un brazo (con demasiada fuerza), a un sollozante Nao a la habitación. Arrojándolo a la cama sin consideración, le habló con un tono que helaba la sangre del su cuerpo.
—¿Así que es por eso? —Soltó una risa sádica—, pues bien, te lo concederé, pero después no andes llorando —haciendo oídos sordos a las suplicas de su acompañante abusó de se cuerpo, de su alma y de su amor.
Salió del departamento a las 6 am, en dirección a la casa de alguien que sabía no lo juzgaría, dejando un pelinegro con orgullo mancillado, aun más que su cuerpo y mente.
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DOMINGO, 11:43 AM
Su cabeza, con los sentidos aumentados en gran proporción, logró captar (y no solo captar, casi sintió como si el golpe fuera dado a él) como de golpe se abrían las cortinas de la habitación. Apretó los ojos con fuerza sintiéndolos arder y, volteó su cabeza en un vano intento de encontrar algo de oscuridad que no le hiriera la vista. Se quejó al sentir que le quitaban la cobija de su cuerpo y abrió los ojos, mas guiado por el enojo que por el sentido común.
—¿Y a ti, qué mierda te pasa? —le gruñó al pequeño de su banda, al ver como sin piedad de su resaca le hacia esa maldad sin siquiera mirarlo.
—¿A mí? Já… —se burlo irónico Yomi, todavía sin mirarlo.
Soltó un bufido inconforme y se cubrió con la almohada mientras escuchaba como su anfitrión terminaba de recoger algunas cosas que estaban regadas en el suelo.
—Levántate —le ordenó con voz dura y Ruka no entendió el porque de la actitud tan tosca de Chiba.
—Me estoy empezando a hartar de que me trates así —dijo de manera fuerte levantándose sin delicadeza de la cama. Escucho como el otro tiraba las prendas que tenía en las manos al suelo y se volteaba a encararlo.
—¿Hablas de malos tratos? Disculpa, creo que no escuche bien, ¿te quejaste de cómo te trate?—se volvió despacio y con una sonrisa en la cara que descolocó a Ruka —, llegaste esta mañana a mi departamento, completamente alcoholizado —le dijo levantando su dedo índice —, pero eso no es nuevo, ya es de todos los fines de semana; lo nuevo aquí, es que llegaras con tu ropa manchada de sangre, y en el momento en el que te lo pregunto, ¡SÓLO TE ENCOJES DE HOMBROS Y ME DICES QUE NAO TE HIZO ENOJAR! ¡¿Qué mierda crees que me hace pensar eso?! —levantó el segundo dedo mientras decía la oración, y siguió con el tercero en cuanto comenzó a hablar de nuevo —, y llamo al apartamento de Nao y tuyo y no me contesta nadie, cuando todo el mundo sabe que Nao salió anoche solo —le recito tranquilo, y previendo los pensamientos de Ruka agregó por ultimo —: Y bueno, puede que fuera a otro lugar, pero cuando llamo a sus compañeros de banda me cogen el móvil y me mandan a la mierda, que tú y nosotros nos podemos pudrir —y con la calma que no sentía, le agarró del cuello de la camisa y lo azotó contra una pared —. ¡Dime que mierda le hiciste a Nao! —le reclamo y lo volvió a azotar en cuanto la cara de Ruka se tornó indiferente a sus reclamos.
El mayor, empujó a su bajito agresor con tan una mano, y con toda su frialdad le respondió un indiferente—: Nada que él no haya pedido —y volteó su cuerpo dejando al otro descolocado, para después perderse detrás de la puerta del baño.
—Espero esta vez no se te vaya hondo Ruka, de verdad lo espero —suspiró Yomi antes de salir en busca de su pareja.