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Alas de Cristal por Endou_Riku

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Notas del capitulo:

Hola, gracias como siempre por entrar a leer.

Habría subido el capítulo ayer, pero había un error con la página o algo parecido, porque tanto a mí como a otros escritores no nos dejaba actualizar ningún fic.

Pero bueno, a la historia. La verdad es que tenía varias ideas para el capítulo, pero finalmente tuve que dejar una fuera para que no fuese demasiadas cosas condensadas xD

Me doy cuenta de que la historia está tomando un ritmo lento por necesidades del fic, pero creo que si no sería muy precipitado.

Y nada más, dejo mis aburridas reflexiones, pasemos a la historia.

Sintió la frialdad del suelo en el que estaba sentado. De nuevo aquel espacio hexagonal, con altas columnas que delimitaban su forma, le rodeaba.

Pero algo era diferente aquella vez. Había más claridad, más luz que entraba en la extraña habitación, si se la podía llamar así. Por primera vez se dio cuenta de que en realidad no tenía paredes, era como una cúpula desde la cual solo se veía un cielo de un azul intenso. Además, había otra diferencia importante. Ese chico que siempre aparecía no estaba en aquella ocasión. Estaba solo, sentado en el último escalón, a la orilla de la fuente.

Lentamente, se asomó a ella. En un principio, le devolvió su propio reflejo. Luego, la imagen borrosa de otro rostro empezó a aparecer.

 

 

 

 

No era la primera vez que el ruidoso despertador le interrumpía en el momento más interesante de su sueño, pero aún así lo apagó con enfado, tirándolo al suelo sin querer. Cerró los ojos fuertemente e intentó por todos los medios evocar la imagen que había querido mostrarle el agua cristalina de la fuente, pero no lo consiguió. Resignado, se levantó y miró por la ventana. El sol pálido se cubría de nubes, de nuevo esperaba un día gris. El tiempo había ido empeorando últimamente.

Pero no era el tiempo lo que lo preocupaba, sino su sueño. Era la primera vez que el sueño cambiaba y Gabi tenía la sensación de que tenía algo que ver con lo ocurrido el día anterior, la primera vez que había logrado recordar algo desde que Kana lo encontró.

Esa mañana salió temprano de casa con la determinación de hablarle a Aaron, aunque no tenía ni idea de cuándo lo haría ni de qué le diría. Nunca se hubiera imaginado que se lo encontraría nada más girar una esquina.

Aaron llegaba andando tranquilamente con la mochila colgada de un solo hombro. Llevaba ropa ancha y zapatillas deportivas, y también un auricular en el oído, por lo que Gabi pensó que iba escuchando música. Lo cierto era que, si lo miraba con detenimiento, podría parecerse a la sombra borrosa de su sueño.

 

“Era solo una mancha borrosa, podría ser cualquiera” se reprendió Gabi mentalmente. Además, ¿qué iba a decirle? ¿Que había soñado con él? Probablemente conseguiría que le tomase por un psicópata obsesivo.

Mientras Gabi seguía atascado en su discusión mental, Aaron ya había llegado hasta él y, obviamente, le había visto.

 

— Hola, ¿no eres el chico de ayer? — saludó deteniéndose en frente. Gabi observó que se metía la mano en el bolsillo, probablemente para bajar el volumen o parar la música.

— Ah... esto... sí — se golpeó mentalmente por no decir nada mejor.

— ¿Eres nuevo en el insti? — Gabi asintió — Yo soy Aaron, estoy en la clase B.
— Yo Gabriel, de la clase A — pudo decir algo coherente por fin.

Ambos empezaron a caminar y Gabriel confirmó lo que había pensado desde el momento en que había visto a Aaron por primera vez: que se trataba de una persona totalmente extrovertida, de estas que hablan con todo el mundo y a todo el mundo le caen bien. Justo lo contrario que él. Durante el camino, Aaron le habló sobre el instituto, los profesores y los alumnos y le dio consejos sobre qué profesores te dejaban entrar si llegabas tarde o te permitían entregar los trabajos con retraso. Gabriel solo escuchaba y asentía de vez en cuando o decía cosas como “ajá” o “vaya”. Luego se daba una patada mental porque debía de parecer retrasado.

Finalmente, llegaron a la puerta del instituto y Aaron se despidió de él para ir a reunirse con sus amigos, con los que se dirigió a su clase.

— Vaya, ¿ese no era Aaron? — le llegó la voz conocida de Kevin. Él y Maya llegaban hasta él y se dirigían miradas cómplices que no llegaba a entender.

— Me lo he encontrado por el camino — respondió él.
— Te gusta — dijo Maya.
— ¡Claro que no! — repuso Gabriel — Vamos a clase.

Y se apresuró hacia el edificio mientras sonaba el timbre, esperando que sus compañeros no hubieran notado el sonrojo que había aparecido en sus mejillas.

 

 

 

 

El resto del día, Gabriel se fijó cada vez que podía en Aaron. Sin embargo, no había nada en su comportamiento que tuviese nada que ver con él ni que le ayudase a recordar nada, después de todo solo era un estudiante normal que iba a clase, charlaba con todo el mundo y jugaba al fútbol en el recreo. Pero su observación tuvo una horrible consecuencia: Kevin y Maya se terminaron de convencer de que le gustaba.

 

— Si no te atreves a decírselo, puedes escribirle una carta de amor — le proponía Kevin mientras volvían a casa caminando los tres juntos. Bueno, en realidad Gabi solo quería librarse de ellos, así que aceleraba el paso cada dos por tres.

— Eso está muy visto, haz algo más original — se metía también Maya.

 

Finalmente llegaron al punto en el que se despedían, porque ellos dos vivían en otra dirección, y se separaron. Aún se estaba alegrando de haberse librado de su faceta de celestinas cuando un hombre le salió al paso.

 

— Al fin estás a solas.

 

Su voz era seria y su mirada clara se mantenía sobre él con determinación. Algo no le dio buena espina. Miró inconscientemente a ambos lados para buscar a alguien más, pero a aquellas horas del mediodía la pequeña calle por la que pasaba estaba desierta. El hombre, un joven de pelo rubio y piel muy clara, le arrinconó hacia la pared antes de que pudiera darse cuenta.

 

— Lo siento, no es nada personal. Órdenes — Gabi no lo entendió, pero un segundo después una hermosa daga de empuñadura plateada apareció en la mano de aquel hombre.

 

Espera, ¡no podía haber aparecido! Pero era lo que Gabi juraría haber visto, y tampoco parecía que el extraño tuviera ningún bolsillo ni lugar donde guardarla. Aunque, ¿en qué estaba pensando cuando aquella daga se dirigía rápidamente hacia su cuello? Debía haber una obertura, un lugar por donde escapar... El extraño lo agarró del brazo antes de que pudiera moverse... Debía de haber algo que pudiese hacer... Tenía que... ¡cualquier cosa!

 

— ¿Qué está haciendo? — le llegó una voz y alguien apartó al extraño de él.

 

El extraño miraba ahora con rabia al otro hombre que había aparecido. Al parecer, era un policía. Le había sujetado las manos al hombre a su espalda, haciendo así que tirase su arma. Algunas personas comenzaron a aparecer por las esquinas que daban a la calle, entre ellas Kevin y Maya.

 

— Parece que has tenido suerte — le dijo en voz baja el hombre rubio y produjo un haz de luz con su mano que solo Gabi pudo ver con claridad. Un segundo después, el policía estaba aturdido en el suelo y el hombre salía corriendo.

— ¡Llamen a un médico! — dijo alguien.

— ¿Estás bien? — le preguntó otra persona. Al responder él que sí, la atención de las cinco o seis personas que había allí se concentró en el policía, que aún estaba en el suelo y recuperaba el sentido en ese momento.

 

Gabi se dio cuenta de que había entrado en pánico y solo ahora era consciente de lo que había ocurrido. ¡Podría haber muerto! ¿De qué demonios iba todo esto? Ese hombre había dicho órdenes... ¿alguien quería verle muerto?

De pronto reparó en la daga de plata, aquella que había estado a punto de matarlo y ahora reposaba tranquilamente en el suelo. Era en ese momento o nunca: la recogió y la escondió con rapidez.

— Parece que este hombre se pondrá bien — dijo Kevin, sobresaltándole. Había olvidado que estaban allí. Y por cierto, ¿qué hacían allí? —, ese tipo debía llevar un arma paralizadora o algo parecido, ¡menos mal que tú estás bien! — añadió dirigiéndose a Gabi.

— Cuando nos dimos cuenta de que ese hombre te seguía no pensamos que fuera a intentar matarte — dijo asustada su amiga Maya.

— ¿Os disteis cuenta? — preguntó Gabi sorprendido.

— Bueno, creí que si nos separábamos, no podría seguirnos a todos y al que no siguiera, podría avisar a un policía — explicó la chica —. Tenía miedo de que si os lo decía y tratábamos de correr sin más, saliera a detenernos. Creí que era mejor avisar a alguien, ¡pero no debería haberte puesto en peligro! — parecía a punto de llorar.

— Yo tampoco — su amigo también parecía arrepentido —, creí que intentaría robarte, ¡no matarte!

— Está bien — se apresuró a decir Gabi —. No tenéis que disculparos, si no fuese por vosotros no lo habría contado. En serio, gracias.

— ¿Seguro?

— Seguro.

 

A los pies de Gabi, un maullido les sobresaltó a los tres.

 

— ¡Zeus! ¿Qué haces aquí?

— ¿Es tuyo? — preguntó su amigo.

— Sí, supongo. ¡Vaya susto me has dado!

— Creo que los tres necesitamos reponernos de esto y descansar — sugirió Maya.

 

Así que Gabi por fin pudo regresar a su casa, bueno, la de Kana. Nada más llegar, dejó a Zeus, saludó rápidamente a Kana y se encerró en su habitación. Sacó la daga y se sentó a observarla. Era mucho más bonita cuando no le apuntaba a la garganta. Su acero era increíblemente blanco y brillante y su empuñadura de plata tenía grabadas dos alas entrelazadas.

Tenía tantas preguntas en su cabeza y estaba todo tan reciente, que la cabeza le daba vueltas. Para empezar, si alguien tenía órdenes de matarlo era por algún motivo. ¿Estaría metido en algo turbio? No podía recordar al hombre que le había atacado, ni tampoco era como si quisiera buscarle para preguntarle nada. Luego estaba el asunto que no se había atrevido a mencionar a nadie. Él estaba tan cerca que podía verlo perfectamente y lo que había visto era que aquel hombre no llevaba ningún arma. Había hecho aparecer la daga y había derribado al policía con un haz de luz que salía de su mano. Pero, simplemente, eso era imposible.

La cabeza le daba tantas vueltas que terminó por caer rendido.

Notas finales:

Bueno, como siempre, espero vuestros reviews, para saber cómo voy y en qué puedo mejorar.

Un saludo.


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