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No sabía cuantas horas, minutos o segundos llevaba posado en esa ventana, era verano y la brisa entraba de la manera más deliciosa a su habitación lo que asía que se perdiera en su cabeza.
-Sanada...- Escuchó la voz de la persona en la que llevaba pensando los últimos tres años de su vida.
-Debo irme a casa.
-Entiendo- Se levantó de la silla de su escritorio - Te acompaño.
-No es necesario.- Movió sus manos como evitandolo.
-Yukimura...- Casi como suspiro se escapó de sus labios.
-Dime...- Sanada lo tomó del rostro de una manera muy dulce para ser él.
-No...no te vayas...- Lo atrajo asía sí - No me dejes.
Yukimura rió un poco, en ocasiones Sanada sabía como ser el más meloso y cursi en diez kilómetros a la redonda. Solo iría a su casa...solo... unas calles lejos.
-Sabes...- Le tomó las mejillas y atrajo sus labios a los del mayor, algo especial. - Tú eres muy dulce cuando te lo propones Sanada Genichirou.
Cada día lo amaba más, sabía siempre que pensaba y exactamente como se sentía, lo asía perderse en sus pensamientos que eran simplemente el, no podía dejar de pensar en aquella figura tan delgada mente encantadora, ese aroma que solo el tenía y esos besos que sólo él poseía.
-Te amo...- Lo decía tan natural a ese rostro tan angelical que era sólo suyo, a esos besos tan apasionados que eran dueños de sus momentos más íntimos.
De nuevo rió bajo. -Entonces me voy- Tomó su chaqueta que estaba encima del escritorio de aquella aburrida habitación del más pequeño de los Sanada.
-No hay manera de que logre que te quedes...solo un poco más. -Le mordió levemente el cuello y le tomó con una mano la cara y con la otra la cintura.
-Geni...chirou...no...no puedo- Con suspiros y algo excitado se alejó de aquel cuerpo tan ardiente que le encantaba.
-Bien, entonces vamos- Imitó al menor y tomó su chaqueta.
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Caminaban las pocas calles de diferencia entre sus hogares observándolas tan vacías como siempre, esas casas que recorrían todos los días uno cerca del otro escondiendo de la mira pública su hermosa relación.
-Estas bien?- Dijo a su compañero quien miraba al piso desde asía un rato.
-Claro que si Sanada- Le sonrió de manera un tanto sospechosa.
-No te creo.
-No es nada en serio.- Regresó su mirada al piso.
En un acto sorpresivo Sanada le tomó la mano, nunca había hecho eso ya que temía lo que las personas que los vieran pensaran mal, pero, se sentía preparado ya no sentía ningún tipo de inseguridad sobre lo que sentía por su amigo de la infancia Seiichi Yukimura, ya no le temía a la critica publica, ya no mas, lo gritaría si fuera necesario lo necesitaba y Yukimura también.
-Genichirou...que haces podrían vernos?- Dijo con algo de fastidio, a el en realidad nunca le importo eso, solo lo asía por Sanada.
-No me importa.- Apretó más esa mano tan suave y cálida que no pensaba dejar ir nunca.
Yukimura se detuvo, sin soltarse miró detenidamente esos ojos color miel que lo atraían tanto.
-Estas seguro Genichirou? No quiero que te sientas precionado yo...esperare el tiempo necesario.
-Ahora más que nunca quiero que tu y todo el mundo se entere de lo mucho que te amo.
Los ojos morados se iluminaron de tanta ternura que expresaban esas palabras, de verdad Sanada era perfecto.
-Yo...yo también te amo Genichirou- Le plantó un tierno beso largo que adornaba aquel momento de una manera especial.
Ahora no sentía tanta presión por esconder lo que en verdad sentía cada día de su vida.
-Seiichi perdoname- Bajo la mirada con algo de culpa, haber hecho esperar a Yukimura y obligarlo a convertir sus sentimientos en un secreto a voces le causaba un dolor en el corazón, sus inseguridades los habían llevado a esa situación, pero, ahora estaba seguro sobre lo que eran.
-De que hablas?- Se sorprendió un poco.
-Lamento haber tardado tanto en expresar solo un poco de todo lo que siento por tí- Se sonrojó levemente, el no era de muchas palabras y menos de unas tan cursis.
-Eres increíble lo sabes- Le tomó las mejillas con sus dos manos. -Sanada yo se perfectamente cuanto me amas aunque no lo demuestres como quisieras o como yo espero, pero aun así soy más que feliz a tu lado.
-Yu...Yukimura- Le sonrió, era el Seiichi Yukimura de la persona de la cual se había enamorado, la persona más perfecta e inusual que conocería en toda su vida, y eso lo asía ser aun más especial en su corazón.
-Vamos- Lo condujó de nuevo a caminar, solo faltaban unas cuantas calles y tendría que despedirse como cada día de aquel moreno ojos miel que le robo el corazón y el alma desde que eran niños.
Se posó frente al más grade ya en la entrada de su casa.
-Genichirou...- Se le acercó a su oreja de una manera muy sensual que era justo como enloquecía a Sanada.
-Mmm?...- Dijó bajo e intentando contenerse.
-Olvidé decirte que estaré solo en casa esta noche...-. Le sonrió, el siempre era asi, le gustaba provocarlo de la manera más cruel.
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La noche había pasado verdaderamente rápida, acababa de sonar el despertador del dueño de aquel cuarto de ensueño.
Los tempranos rayos del sol iluminaban las hebras negras del cabello de Sanada mientras Yukimura jugaba con un mechón de ellas.
-Yukimura que haces?- Dijo abriendo un poco los ojos.
-Sólo te observo- Rio inocentemente ya que sabía que eso fastidiaba al de ojos miel.
-Verte en las mañanas y tenerte aquí junto a mí es maravilloso.
-Lo se ya me lo han dicho- Sonrío, estaba mintiendo para provocar un poco de celos a Sanada.
-QUE?¿- Se levantó de golpe y apresó contra la cama al menor.
-Sólo era una broma Geni- Se acercó a su oído- ...yo... sólo soy tuyo.
Aveces Sanada deseaba darle un buen castigo por esos sustos que le sacaba, pero claro, se vengaría, no dejaría que abandonara esa cama en un buen rato o hasta que se artara de el, aunque, los dos sabían que eso nunca pasaría.
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-Sanada...tu dises que me amas cierto?- Cuestionó sentado junto a él mientras miraban una película en la sala de la familia Yukimura.
-A qué se deve esa pregunta?- Giró para prestarle un poco más de atención.
-Es...es sólo que- No pudó terminar ya que sus labios habían sido presas de otros.
-Creo que no lo he dicho las veces suficientes y tampoco lo demuestró como quisieras, pero, Yukimura nunca dudes lo que mí corazón siente por tí.
-Jamas lo dudaré...Geni... te amo.
-Yo te amo mucho más de lo que tu algún día podrás imaginarte...por que eres lo más importante en mí vida.
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