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Carta de un pez a un pájaro por saylor_mero

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Notas del capitulo:

Este fanfic es un regalo.

Un grito.

 

Algo que pasará desapercibido., por mucho que levante polvo.

Y se le perdió su alma en el café.

 

 

 

Eran las 3:28 de la madrugada. Y allí estaba, de nuevo, solo. Con la noche verduga como única compañía. Como había estado siempre desde que él había entrado en su vida.

 

 

 

Riendo de día, llorando de noche.

 

 

 

Y era el quinto café.

 

 

 

Él se había ido. Habían sido circunstancias. Ni siquiera recordaba cuáles, sólo sabía que no merecían la pena. Sólo deseaba haber deseado lo mismo en aquel momento.

 

 

 

Sólo le quedaban retazos de él. Aquella caja que sacaba de su armario sólo en aquellas noches de lágrimas. Aquella caja con su mayor tesoro.

 

 

 

Tan sólo dos pedazos de papel metidos en un sobre y un conejito de cartón.

 

 

 

Suspiró. A veces se preguntaba si él estaría igual, echándole de menos en cada parpadeo. Fantaseaba, soñaba con que él llegaba a su lado y le cogía de la mano. Daba gracias a que, al menos en su mente, no había límites.

 

 

 

Podía soñar lo que quisiese.

 

 

 

Y soñaba con una tregua imposible. Un viaje de tren, dos billetes, ellos dos. Sólo ellos. Acariciarle una vez más, sólo una vez, besarle de nuevo. Decirle cuánto le quería.

 

 

 

Y luego volver. A su vida. A sus amigos. A su amante.

 

 

 

Sonrió, pensando en qué diría él si estuviera en su mente. No hacía falta ser muy listo para saber que había perdido la esperanza. Que ya vivía sin él. Que ya ni siquiera tenía su recuerdo.

 

 

 

Pero tal vez, si pensase en él, se sentiría traicionado. Sí, traicionado, por todas las palabras que él consideraría sin sentido.

 

 

 

Ojalá, ojalá pudiese verle llorando en aquel momento.

 

 

 

Y que él le preguntara:

 

 

 

“¿Después de todo este tiempo?”

 

 

 

Y él pudiera responderle:

 

 

 

“Siempre”

 

 

 

Qué sonrisa tan triste. Si él supiera... entendería que cuando le prometió un para siempre, no mentía.

 

 

 

Bebió de su café, dejó que la ceniza de su cigarro cayera sola.

 

 

 

Pero seguiría ahí, sentado frente a su ordenador, escribiendo su vida con una metáfora, deseando que él la oyera, como todos esos gritos prohibidos y silenciosos, y observando sus palabras, su vida, sus sensaciones, desde lejos.

 

 

 

Solamente deseando verle de nuevo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las lágrimas cayeron sobre aquel papel, tanto tiempo guardado, apartado de sí.

 

 

 

 

 

“Pese a todo, no puedo arrepentirme, aunque no haya sabido entenderlo y hacer las cosas bien... yo realmente creo que este sentimiento vale la pena por sí mismo.

 

Con todo esto quiero decir que te quiero, te quiero, te quiero...”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carta de un pez a un pájaro.

Notas finales:

Cuando la conciencia

volvió,

todo había sido lavado

por las mareas lejanas del tiempo,

pero las cicatrices de los

recuerdos

nunca se desvanecen.

 

Detén mis lágrimas,

detén mi amor,

detén mis recuerdos.


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