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Consecuencias...... por almogabar

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Notas del capitulo:

Hola!!!!! aqui sorprendida ante la aceptación de mi nueva historia y que haya personitas que aun se acuerdan de mi.... Mil gracias a las 5 chicas que me han dejado sus comentarios, espero tener la misma aceptación con el capitulo publicado a continuación... recuerden que un reviev es el alimento espiritual de una escritora... pues gracias a todos y pues no les quito mas su tiempo.

Basado en Slam Dunk de Takehiko Inoue

Consecuencias

By Almogabar

 

 

Episodio 2: El día después……

 

 

Se sobresaltó cuando escuchó el tocar de la puerta, trató de levantarse y una punzada le regresó a la cama con un gesto aterrado en el rostro, la bruma de un mal consumado sueño comenzó a aclararse y cada una de las escenas de la noche anterior comenzó a desfilar por su mente. No había manera de concebir que esa pesadilla fuera real, salvo el acuciante dolor que lo embargaba y el llanto que comenzó a crecer en proporciones.

 

La noche mágica que inició al conocerle terminó como el peor error jamás concebido, nadie le hubiera podido decir que Rukawa Kaede era realmente un monstruo de la peor calaña.

 

-Hanamichi!!!!!....- Era la voz fastidiada de su hermana mayor, logró no sin esfuerzo levantarse de la cama, tomar el pantalón del pijama de la noche anterior, colocárselo y avanzar lentamente el pequeño tramo que lo separaba de la puerta, que para él resultó verdaderamente un infierno y le abrió la puerta.

 

La imagen que recibió Ayako debía ser diferente, poco agraciada pues una sonrisa ensanchó sus labios, hubiera dado parte de su vida con tal de que ella fuera realmente como una hermana mayor y pudiera contarle sus males, por sobre todas las cosas aquella terrible experiencia con su futuro cónyuge.

 

-¿Qué quieres?...- preguntó, la timidez hizo eco de su voz, nervioso observó tras ella, temeroso de volver a verlo, en ese momento no lo soportaría.

 

El fastidió creció a limites insospechados, la mujer frunció el cejo y en un arranque lo empujó fuertemente, el golpe leve provocó en Hanamichi un aullido de dolor y lagrimas brotaron de sus ojos en el momento mismo de caer de culo..-Papá dice que bajes a desayunar…- y sin importarle o disculparse siquiera lo dejó ahí, mordiéndose los labios para que nadie lo escuchara.

 

Permaneció en el lugar algunos minutos, tratando de controlar los espasmos, sentía su cara hirviendo y las lagrimas bajando por sus mejillas continuamente, se valió del marco de la puerta para levantarse y dirigirse lentamente hacia el baño, toda la opulencia carecía de valor para él, comenzó a desnudarse lentamente y permitió que la tibieza del agua lavara el hilillo de sangre que bajaba entre sus piernas.

 

Sollozó fuertemente, sus gemidos y lloriqueos hicieron eco en el lugar, junto al estremecimiento  que invadía cada centímetro de su piel, él no era malo, no merecía un trato similar, que sus padres vieran en él una posibilidad para ascender, que fuera un simple contrato o pertenencia para alguien tan mezquino como su prometido era en realidad injusto para él, quien realmente deseaba ser libre.

 

Libre para largarse de ese lugar, sin que los remordimientos lo ataran de mano, porque perder a su padre sería seguramente más doloroso de lo que experimentaba en ese momento, en que el simple roce lo trastocaba, sin saber siquiera que la inocencia brillando en el interior de sus ojos quedaba sin macula, que la blancura de su alma era eterna o de la profunda mirada de Rukawa estaba fija en su cuerpo.

 

Cuando finalmente salió, 45 minutos después con una toalla cubriendo precariamente su desnudez encontró a Kaede, sentado en su cama observándole fijamente.

 

-Tenias preocupados a tus padres…- Murmuró, sin deje alguno de pena, con indiferencia. Parecía incluso como si hablara consigo mismo, aquellos ojos que la noche anterior ardían hoy se encontraban apagados, como si no existieran vida en ellos, como un espejo en el que podía ver su propio terror reflejado.

 

Por auto reflejo se pegó a la pared, no quería que se acercara, ni que lo viera o tocara, las lagrimas picaban ya sus ojos  silenciosas comenzaban un lento recorrido por sus mejillas sonrosadas, hubiera querido escapar o gritar en su defecto cuando le vio ponerse de pie y avanzar hacia él, se estremeció cuando se inclinó un poco, lo suficiente para que el mentolado aliento del hombre mayor le invadiera, el nerviosismo provocó una fina capa de sudor en su frente.

 

-¿Me tienes miedo?...- Hubiera jurado que había burla en sus palabras, incluso aquellos ojos se estrecharon lo suficiente, tratando quizás de ver cuan cierto era el temor que lo invadía, cuando le sujetó de la mano y le arrastró a la cama comenzó a sollozar nuevamente, sobre todo cuando lo despojó de lo único que realmente lo protegía, aquella toalla que cayó a sus pies.

 

Estaba a su merced, herido, con sangre aun escurriendo de sus piernas, Kaede le miraba con ojo critico, evaluando quizás el probable daño que le hubiera causado…-¿yo te hice eso?...- la pregunta hizo abrir a Hanamichi los ojos (que mantenía cerrados) y fijarlos en él, su rubor incrementó, incapaz de mentir negó, mordiéndose los labios.

 

¿Qué podía decirle?.... Acaso podría confiarle a él, que su propia hermana disfrutaba con cada humillación recibida?... tragó hondo, ante el nerviosismo que lo invadía ante su cercanía, ante la fragancia que seguía a flor de piel en su cuerpo, en el hormigueo de sus labios.

 

Creyó sentir verdadero pánico, había escuchado en más de una ocasión la actitud de aquellos a los que violaban y viéndolo de manera fría, el estremecimiento, el caliente rubor y el hormigueo en sus labios y bajo vientre no tenían nada que ver con las consecuencias de alguna, quizás debido a que antes de lo sucedido él sentía una especie de atracción por el hombre que estaba nuevamente encima suyo.

 

-¿piensas responder?...- la impaciencia y molestia logró sobresaltarle, le observó detenidamente, en el fondo de sus ojos, había un sentimiento indescifrable que jamás había visto, no tuvo oportunidad de preguntarle, ni siquiera sentía la confianza suficiente para dirigirse a él, de alguna manera, si bien habían compartido el lecho no significaba que para Rukawa las cosas dieran un nuevo giro.

 

Se convertiría en su esposo sin replica, sin voz ni voto y aunque aquello era ridículo y terriblemente retrograda, la presión no cedió para nada, mucho menos los ojos azules fijos en él, esperando una respuesta que no estaba completamente seguro de darle, negó entonces levemente, mordiendo el labio inferior y desvió la mirada, fijándola en el espejo que provocó un sonrojo más intenso al ver en la posición en la que se encontraba, Kaede entre sus piernas flexionadas, su propia desnudez lo turbó en el momento mismo en que aquellos dedos fríos recorrieron su pierna…-Aún me duele…- susurró, tratando de fijar en él la mirada, de que el temblor de su cuerpo era debido a un temor naciente de la noche anterior, no de la expectación, no del constante hormigueo de sus labios o del deseo porque repentinamente salvara las distancias y lo besara.

 

En Kaede la acción era inesperada, al levantarse y observarle fijamente.

 

-Vístete..- ordenó, lanzándole la toalla que él mismo le arrebatara…-tus padres quieren despedirse de ti…- sin más salió de la habitación, cerrando lentamente la puerta, Hanamichi le observó partir, sintiendo el corazón acelerado.

 

-¿Qué es lo que pasa conmigo?...- Murmuró, aun confuso… aun así siguió al pie de la letra las indicaciones de Rukawa, vistiéndose con esmero, cuidadoso de no provocarse un mal mayor salió de la habitación, recorrió el amplio pasillo, bajó las escaleras y se dirigió hacia el amplio jardín, donde provenían las risas de su hermana mayor.

 

Lo mínimo fue sorprenderse, al encontrar a Kaede hablando animadamente con su hermana, con una sonrisa que jamás seria dedicada a él y bajó la mirada, tímido, sobrecogido ante la humanidad cálida que mostraba con ella y la sequedad con la que había visto se dirigía a los demás.

 

-Ya nos tenias preocupados Hana-kun…- el suave y cálido apretón de su madre lo sacó de su abstracción, la miró de reojo, con una tímida sonrisa bailando en sus labios, sin saber que decirle y consciente de que quizás era la última vez que los vería reunidos, suspiró y entonces buscó con la mirada a su padre, quien alejado de todos se encontraba a buen resguardo bajo un frondoso árbol, sentado y pensativo, se acercó a él y como cuando era niño se dejó caer a su lado, recostando su cabeza en su hombro.

 

-voy a extrañarte…- Su voz, suave y debilitada se escuchó apenas, Hanamichi se volvió hacia él, su padre le acarició con ternura su mejilla…-¿vas a estar bien?...- sabia que probablemente no, aunque confiaba ciegamente en la habilidad de su hijo para hacerse querer con facilidad, su pequeño mimoso asintió, acunando su rostro en su mano, sonreía tristemente, no quería dejarlo, mucho menos cortar de tajo sus sueños pero consideraba que era lo mejor.

 

-Yo también los voy a extrañar….- replicó, con la verdad brillando bajo sus espesas pestañas, con el llanto picando sus ojos y con el nudo en la garganta presente…-¿No pueden quedarse un poco más?...- En verdad que le gustaría, tenerlo sobre todo a él, poder refugiarse en sus brazos y tratar de olvidar toda la confusión que sentía.

 

-Eres un maleducado Hanamichi….- la siseante voz de su hermana lo distrajo, fijo en ella la mirada, aun acompañaba a Rukawa… a Kaede, quien le observó con la indiferencia marcada en la profundidad de sus ojos, quizás con repudio o frustración, se levantó entonces, alisó su ropa y se dirigió a ambos, colocándose frente a su prometido se inclinó, depositando un casto beso en su fría mejilla.

 

-Ella seria una mejor opción Ne?...- su pregunta susurrada, convino la risa de Kaede quien asintió, complacido quizás por la observación de su prometido, al que instó a sentarse sobre sus piernas.

 

-Es hermosa, inteligente…. Es perfecta…- lo sintió removerse y su sonrisa se amplió aun más, Sakuragi Ayako podría ser verdaderamente la esposa perfecta, su sensatez, la seguridad con la que se desenvolvía contrastaba con la personalidad abierta y dependiente del pelirrojo a quien tenia abrazado..-¿En verdad quieres que te cambie por ella?...-

 

Hanamichi lo observó, con el ceño fruncido y tragó hondo antes de siquiera plantearse responder… No quería… Ayako no merecía estar en su lugar, no toleraría siquiera que Rukawa observara más y se interesara en ella.

 

-Veo que se llevan bien…- tuvo un sobresalto cuando Ayako se acercó a ambos, con una torcida sonrisa, con el brillo indescifrable que le heló la sangre… Ella sabía, estaba seguro que de una u otra manera ella se había enterado o quizás lo hubiera presenciado…-Hana-kun… ¿sabias que me quedaré un par de meses con ustedes?...- y ahí estaba el golpe final, la sentencia y la constancia a su vez de que su vida era ya un infierno.

 

Se levantó y se dirigió no sin prisa a su habitación, por lo menos mientras se habituaba a su nueva vida, que comenzaba quizás de la peor manera.

 

El nerviosismo quedo patente en él, cuando comenzó a pasearse nerviosamente por la amplia habitación, maldiciendo su suerte, aquella que se acrecentó en el momento mismo en que era precisamente ella quien estuviera quedándose en ese lugar.

 

Frustrado salió de su habitación, no queriendo encontrar reproche en  alguno de ellos, bajó por las escaleras y esta vez se dirigió hacia la cocina, donde una mujer ya mayor parecía esmerarse en lo que hacia.

 

-Tu debes ser Sakuragi-kun, el prometido del joven Kaede..- su voz, suave y acariciante le llenó de calidez y por primera vez en esos dos días sonrió y sus ojos brillaron en el momento en que asintió…-no seas tímido… pasa… debes estar hambriento…-su animo pareció contagiarlo, así que se adentró un poco más y se sentó en un pequeño comedor.

 

-En realidad no eh comido desde ayer en la tarde…- Murmuró a la vez que tomaba una manzana y daba buena cuenta de ella…-y por favor llámame Hanamichi…-

 

-Joven Hanamichi…-Murmuró más para si, que para el propio pelirrojo, el chiquillo en cuestión parecía un poco tímido, completamente diferente a los chicos que anteriormente habían visitado a la familia…-Yo soy Reiko… puedes decirme como más te guste…- y sonrió. Hanamichi fue consciente de la sinceridad de su acto, había encontrado en esa humilde mujer toda la  comprensión y cariño que tanto necesitaba.

 

Bastaron minutos para que el pequeño comedor se llenara de humeantes platos que el pelirrojo degustó con una amplia sonrisa, ella era lo que necesitaba, el paño de lágrimas que tanto esperaba.

 

Le contó sin problema alguno su vida, gustos y niñerías, que incluso dentro de 2 semanas cumpliría apenas 16 años, la sorpresa llenó de risas la habitación, un par de minutos después, con el estomago saciado le agradeció con un abrazo apretado y un beso en su frente.

 

-Gracias por tu tiempo y por escucharme…-

 

Entonces la puerta se abrió, asomando por ella un chico de algunos 25 años, de sesgados ojos negros, tez blanca y cabellos de un marrón, cuyos destellos se veían rojizos.

 

-Interrumpo?...- su voz no era suave, mucho menos gruesa, no había tenido la oportunidad de verlo, aun así había algo en su mirada que lo sorprendió gratamente.

 

-Pasa Kaoru-kun…. Hana-kun, él es Kaoru, mi nieto… -Presentó, logrando solo que las mejillas del pelirrojo se tornaran rosadas, sonrió para si, sonrisa que se congeló en el momento mismo en que vio a Kaede de pie, observando el proceder de ambos.

 

-Te estaba buscando…- su voz le sobresaltó, palideció al ver la furia oscilar en su mirada, retrocedió en el momento mismo en que lo vio acercarse a él y sujetarle de la mano, arrastrándole literalmente fuera de la cocina.

 

-No quiero que vuelvas a ese lugar, ni que interactúes con ninguno de ellos..- No sabía que le molestaba más,  el firme agarre o las palabras dichas, quizás aun persistía en él la molestia, la falta de sensibilidad de Kaede para con él, la calidez de un trato dirigido hacia su hermana, en su vida la había envidiado, hasta ahora.

 

-¡¡¡Qué es lo que quieres de mi!!!...- Molesto se soltó de su agarre, si bien era un chiquillo a punto de cumplir 16 años no significaba que tuviera que permitir toda esa clase de trato.

 

-Te lo demostré la noche anterior….¿necesitas que vuelva a decírtelo?...- la repentina cercanía, su aliento golpeando en sus labios calmó repentinamente su arranque de furia..-Aun eres un niño Sakuragi, una pequeña fiera que estoy dispuesto a domar…-y lo besó, demandante, absorbente, los puños que golpearon su pecho cedieron poco a poco y sus brazos se enlazaron tras su nuca, abandonándose a la embriagante sensación.

 

Cuando finalmente cayó en cuenta de sus palabras lo empujó, la respiración agitada, el corazón latiéndole fuertemente y las piernas tan debilitadas que tuvo que sostenerse de una pared, nunca había experimentado algo tan fuerte, un calorcillo instalado en su bajo vientre, delicioso y adictivo.

 

-Voy con mis padres…- y sin más se echó a correr, evadiendo, tratando de controlar, de que su corazón dejara de golpear agitado en su pecho, de que el terrible presentimiento no fuera realidad, corrió hasta que su rostro se tornó rosado y su respiración se viera entrecortada, tan solo para llegar con sus padres y abrazarse fuertemente a Hiroshi.

 

-Papá….- y un sollozo rompió el tenso silencio en el que los Sakuragi se encontraban, abrazando protectoramente a su pequeño bien más preciado, a la luz que había llenado su existencia.

 

 

||°||°||°||°||

 

Caía ya la noche cuando despertó, con las mejillas empapadas y el corazón pesado, sus padres se habían ido a media tarde, reticentes a dejarle, pero confiados en que Ayako le cuidaría.

 

Estaban totalmente equivocados….

 

Se levantó, tallando con insistencia sus ojos enrojecidos, acomodó un poco sus cabellos, alisó su ropa y se dirigió hacia la habitación de su prometido, necesitaba hablar con Kaede…”su Kaede” y decirle la razón de su molestia, quería confiar en él.

 

En el camino bostezó suavemente, la incomodidad entre sus piernas aún le causaba dolor, sobre todo al tomar asiento, tenia poco tiempo para conocerle, para tratar de descifrar el puzzle que era la vida de su futuro esposo.

 

Se sorprendió al ver salir a Kaoru de una de las habitaciones, le sonrió tímidamente al recordar la escena de la pasada tarde, había algo en él que lo turbaba, de una manera diametralmente opuesta a lo que sentía por Kaede.

 

Su cercanía si bien no le provocó rechazo si lo desestabilizó, mucho más ante la ancha sonrisa que le pareció falsa o la curiosa critica instalada en aquellas pupilas de un negro brillante ahora opacado tras una sombra que no pudo identificar.

 

-Joven Sakuragi…- Saludó innecesariamente, con la vista fija en aquellos preciosos ojos, en las espesas pestañas de un vibrante rojo, alzó la mano y enredó entre sus dedos los bermejos mechones y aspiró profundamente..-No debería deambular por la casa tan noche… podría perderse o ver algo que no debe…- Aquella advertencia le hizo fruncir el entrecejo y reaccionar finalmente.

 

Se dio la media vuelta y regresó sobre sus pasos.

 

A media escalera se detuvo, desconcertado, ya había tomado una decisión y para bien o para mal era la adecuada, mientras se dirigía a la habitación que creía de Kaede pasó por la de su hermana, quien tenia la puerta entreabierta.

 

La curiosidad pudo más y se acercó al escuchar ruidos, asomó tan solo un poco la cabeza y palideció notablemente cuando vio que tenia compañía, su sonrojo se incrementó cuando unos ojos azules se alzaron hacia él, su mirada fija y acerada, su sonrisa torcida fue desviada cuando los labios de su hermana interceptaron su boca.

 

De repente sintió nauseas, pero no podía moverse, ni reaccionar, siguió viendo, observando la manera en la que él le hacía el amor, acariciando y besando la piel descubierta de sus hombros, apartando sus negros tirabuzones, cuando finalmente pudo moverse corrió nuevamente, tropezando gracias a la humedad de sus ojos, a las lagrimas que entorpecían su mirada.

 

Rompió en llanto, golpeando con los puños el piso, sintiéndose desfallecer, sin saber si esto que sentía era rabia o celos, o su corazón cayendo en miles de pedazos a sus pies.

 

No necesitaba experiencia para saber que quizás ambos ya se conocían, que probablemente fue una sucia treta de su hermana para joderle la vida o de que simplemente ese era su destino, ser opacado ante la “perfección” de su hermana.

 

-Te lo había advertido….- no sirvió de nada alzar el rostro y fijarlo en él, solo veía manchas borrosas, pero reconoció su voz y recordó su advertencia, no supo porque, pero se lanzó a sus brazos y ellos le sostuvieron cálidamente.

 

-Llévame a mi habitación…- pidió, su aliento cálido provocó un estremecimiento en el joven quien le sujetó con firmeza, sintiéndole ligero como pluma, libró con ambos pulgares  las lagrimas y acarició aquellas mejillas arreboladas, el chiquillo era precioso en mas de un sentido, no comprendía la acción de Rukawa al usarle también como un juguete.

 

Una vez en la habitación con cuidado le recostó en la cama, cubriéndole con cuidado con la fina sabana.

 

-Largo de aquí…- su voz fría, no le sobresaltó aun así asintió hacia él y salió de la habitación, Hanamichi se limitó a observarle sin saber que decir, si gritar o reclamarle, sus ropas aun desarregladas, la camisa a medio abrochar revelaba parte de su pecho y se sintió miserable cuando deseó ser él quien formara en su pálida piel todas aquellas marcas.            

 

Resuelto se incorporó, los nudillos enrojecidos le pulsaban dolorosamente, aun así se dirigió hacia el closet y lo abrió de par en par, en una de las esquinas, se encontraban las 2 maletas que trajo consigo y comenzó a llenarlas, supuso que ya había tomado una decisión por lo que no había nada que pudiera seguir haciendo en ese lugar salvo conservar la poca dignidad que le quedaba.

 

No se esperó el fuerte agarre que lo tumbó literalmente sobre la cama, ni el rostro deformado de Kaede ante la ira que lo consumía…-Ni pienses que te voy a dejar ir…- espetó, no había en él la necesidad de gritar para imponerse, ni siquiera para acorralarle, pero Hanamichi no estaba dispuesto a permitir nuevamente que siquiera lo tocara. Le empujó, cansado de ser ante sus ojos un niño, de que lo desestimara y humillara, por sobre todo que disfrutara haciéndole daño.

 

-Entonces que se vaya ella…- susurró, conteniendo las ganas de darle un puñetazo.

 

-Si no es ella, será otra u otro…- replicó a su vez, ganando que esta vez Hanamichi le golpeara, el golpe fue preciso, le hizo girar la cara y trastabillar, apretó a su vez los puños y le regresó el golpe, rompiéndole el labio y tirándole al piso, se colocó a horcajadas sobre él , sonriendo ante la cara de expectación de él, quien ingenuamente había creído que no le contestaría el golpe.

 

-Nunca más vuelvas a intentarlo…-  retó, el pelirrojo aun bajo su peso se removió, furioso, asombrado incluso ante su proceder, la furia haciendo brillar aun más sus ojos y le escupió directamente, una mezcla de saliva y sangre que escurrió por su pálida mejilla.

 

-Pruébame…- y Kaede lo hizo, rasgando la camisa y besándole los labios, los golpes lanzados por Hanamichi no eran ni la mitad de efectivo que el primer golpe lanzado, él mismo era un mar de confusión sin saber siquiera que hacer, pensando que quizás su vida sería eso, infidelidades, golpes y sinsabores.

 

Pero al final lo tenia a él, a su lado y de alguna manera u otra sabía que nadie tendría el poder de hacerle regresar y plantarse, aunque todo fuera por medio de un miserable contrato.

 

“Aunque sea solo esta noche”….. se prometió, sin importarle siquiera las escenas desfilando aun por su mente, lo descabellado de la situación, algo lo ataba a Rukawa Kaede y estaba dispuesto a averiguarlo sin importar verdaderamente el precio.

 

Un par de horas después, ya en la soledad de su habitación se permitió llorar, flaquear y despotricar en contra de su vida injusta, que le mostraba nuevos matices, que a pesar de tener extremos dolorosos le habían demostrado que de una manera u otra el amor a primera vista si existía.

 

La mañana le encontró aun en la misma posición, aun desnudo, sentado en una esquina, abrazado a sus piernas y con el rostro oculto entre ellas, había tomado una resolución, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conquistarle y fragmentar poco a poco esa fría barrera de hielo que era su corazón.

 

Sin importar cuantas veces cayera en su intento, ni las veces que los sinsabores le hicieran retroceder, quería recuperar un poco a aquel Kaede que había conocido en su tierna infancia, el pre adolescente que le había jurado protegerle por sobre todas las cosas.

 

-Aunque tú no me recuerdes, aunque ya no signifique nada para ti, yo jamás te eh olvidado…-

 

 

 

Continuará…..

 

 

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aqui.... en verdad que les agradecería saber que opinan sobre la historia.... saludos y hasta la proxima entrega.


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