Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El acompañante por Ixland

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Historia de fantasmas.

 

  No es Fantasía al uso, pero tampoco es horror del todo, así que por eso lo he metido en las dos categorías.

 

En la vida me había costado tanto hacer un resumen.

 

 

Notas del capitulo:

  Esto no será más largo de dos o tres capítulos cortitos.

 

¿Por qué capítulos cortitos y no más largos?

 


Primero porque llegué a un punto interesante para dejarlo ahí y luego porque cuando son más capítulos hay más reviews ^^'. Si dejaran más reviews los capítulos serían más largos :P.

 

 

 

            Todo comenzó de verdad cuando conocí a Ruki. Yo siempre lo había sentido, sabía que estaba ahí, pero trataba de ignorarlo; las cosas de las mujeres de la familia son sólo para las mujeres de la familia; los hombres no teníamos nada que ver en eso, no creíamos en eso, no nos influía para nada eso. Pero el caso es que a mi sí que me influía, sí que tenía que ver con eso y sí que acabé creyendo en eso. Pero traté de evitarlo toda mi vida. Si algo pasaba huía junto a mi padre, él nunca hablaba de esos temas.

 

            Pero cuando conocí a Ruki, supe que tenía algo que ver. Se lo dije a Reita, “no me fio, tiene algo raro”, pero Reita me miraba como si estuviera loco, esos dos se habían hecho amigos enseguida, a los pocos días ya hablaban de formar juntos una banda. Ruki me caía bien, y era bueno con la batería, pero me aterraba estar cerca suyo, porque algo parecía rodearle y me miraba como si me entendiera. Y nadie puede entenderme.

 

            Me acostumbré a su presencia, nos hicimos amigos. Reita, Ruki y yo pasamos por varias bandas hasta que encontramos a Yume y a Aoi. Las cosas nos iban bien, muy bien. Todo era genial en mi vida, entre otras cosas porque iba pocas veces por casa de mis padres.

 

            Pero un día todo sucedió de golpe. Fue durante la celebración que hicimos por la entrada de Kai en la banda. Nos fuimos a beber a un izakaya de una estrecha calle de Asakusa. Yo tenía frío, Aoi puso su chaqueta sobre mis hombros, yo quise sonreírle agradecido, pero no pude, algo pasaba. Al poco nos levantamos, en la calle la sensación de frío se intensificó, Kai contaba algo y Reita y Aoi se reían, pero yo noté un aire frío, que atravesó la calle helándome por el camino. Temblaba entero, pero no era de frío, sino de miedo. Tuve fuerza para levantar la cabeza, no siempre tenía fuerzas para hacerlo cuando pasaba, pero esta vez no estaba mi padre para poder huir con él. Me encontré con la mirada de Ruki, me miraba con una extraña mirada, otra vez como si me entendiera. Entonces lo comprendí: él lo sabía. Él de alguna forma tenía algo que ver con todo esto.

 

–Tú también puedes sentirlo –él sonrió extrañamente y cerró sus ojos un momento para afirmar sin decir nada-. Somos iguales.

 

–Shima, ¿de qué habláis? –Me miraba Aoi preocupado. Los otros dos nos miraban con duda también, habíamos matado el ambiente por completo. Dije que tenía frío y quería irme a casa. Aoi se apresuró a acompañarme.

 

            En la puerta de mi apartamento le devolví el abrigo, aunque aún tenía frío sabía que un abrigo no conseguiría calmármelo; tan sólo quizás un té caliente, una manta y una larga noche de tele lo hiciera. Pero Aoi no se fue, se quedó mirándome, serio, me acarició la mejilla y yo no pude moverme. Se acercó tan lentamente que parecía que me daba tiempo a huir, pero yo estaba tan paralizado que ni me lo planteé; yo quería que me besara, quería que me besara desde que lo conocí, pero ¿tenía que ser justo en ese momento? Después de unos segundos de besarme, él se acercó más a mi y me abrazó, entonces detuve el beso y lo aparté.

 

            No puedo olvidar la expresión de dolor que puso. Luego se disculpó y se fue. Tardé aún un año más en conseguir que me diera otra oportunidad de estar tan cerca, y otro más en tenerle a mi lado como pareja. Eso sí que fue felicidad.

 

            También me di cuenta de algo durante ese tiempo: cuando ensayábamos, en los conciertos, en los bares, …, no lo sentía; pero cuando no había tensiones, no había ruido, ni acción, la sensación volvía y rodeaba a Ruki. Él me miraba apenado muchas de esas veces y seguía con su actividad como si no pasara nada; yo traté de hacer cómo él, porque no volví a hablar del tema con Ruki.

 

            Pero aún me debatía entre la curiosidad y el terror que me producían esos temas. Soy una persona lógica, nada de esto podía ser real, pero a la vez lo era y yo sólo huía. No soporto las películas de terror porque me producen esa misma angustia, porque esos espíritus de las películas buscan algo de quien puede verlos, de quien puede notar su presencia; los de verdad buscarían algo de mi.

 

            La solución de mi tía abuela siempre había sido fácil: “háblales a ver que quieren”. Pero por lo simple era lo más complicado; yo siempre he sido un cobarde. Una de las razones para mudarme a Tokyo en cuanto fue posible fue el alejarme de mi casa y de las mujeres de mi familia, porque pensaba que eran ellas las que atraían a los espíritus; pero no fue así.

 

            Nunca había tenido tan claro que un espíritu estaba ahí más como con Ruki. Alguien lo acompañaba siempre. Pero por primera vez no quería huir, así que tuve que aprender a ignorarlo. Y lo conseguí durante años.

 

            Hasta esa noche.

 

–Diga… –el maldito tono del teléfono me había despertado de madrugada, no sabía siquiera si mi voz se podía escuchar al otro lado.

 

–<<¡Shima! –La voz era de Reita, sonaba apagada y en pocos segundos empezó a sollozar.

 

–¡Aki! ¡¿Qué te pasa?! –Me incorporé del susto. Empecé a vestirme, si Reita lloraba es que le iba a hacer falta.

 

–<<Taka…

 

–¡¿Le ha pasado algo a Ruki?!

 

–<<Yo… estaba con él… Me… me declaré, Shima…

 

–Pero eso es algo bueno, Aki. ¿O no? –Por un momento consideré que si mi amigo estaba llorando quizás el cretino del enano lo había rechazado a pesar de estar babeando desde hace años cada vez que estaban juntos.

 

–<<No… me ha largado…

 

–¡¿Te ha dicho que no le gustas?! ¡No me lo puedo creer! ¿Es idiota?

 

–<<No…, no sé. Al principio me ha besado y todo y no sé… Hemos acabado en un Love Hotel… Pero…

 

–¿No ha querido acostarse contigo después de estar ya allí?

 

–< < Um – negó–. No ha querido, se ha puesto a llorar, parecía que lo estaba forzando ¡pero de verdad Shima que no lo estaba forzando! Me ha gritado que me fuera, que le dejara en paz. Y yo…

 

–Tú… ¿qué?

 

–<

 

            Me senté de nuevo en la cama para pensar un momento. Ruki estaba babeando por el bajista a cada rato, desde hace años estaba claro que le gustaba. ¿Por qué le iba a llevar a un hotel para luego gritarle que se fuera? … A menos que no le gritase a Reita…

 

–Akira, escúchame. ¿Sabes dónde está Ruki ahora?

 

–< < N… no –sollozaba el otro–. ¿En su casa? Soy idiota, soy idiota.

 

–No eres idiota. ¿Dónde estás tú?

 

– < < Llegando a mi casa, estábamos cerca, vengo andando.

 

–Akira, ve a casa, coge el coche y vente para mi casa. Me vas a deber una buena, colega.

 

–<<¿Por qué?

 

–Tú sólo hazlo. ¡Y lávate la cara! Te necesito despejado.

 

            Reita colgó y yo busqué el número de Ruki en mi móvil. Tomé aire; tenía que llamar rápido o perdería el valor que me había dado oír a mi amigo llorar.

 

–<<¿Shima? ¿Qué pasa? –Ruki descolgó después de varios tonos. Pude notar que trataba de tranquilizarse para poder hablar.

 

–Ruki, ven a mi casa ahora.

 

–<<¿Eh? ¿Sabes qué hora es?

 

–Ven. Tenemos un… viejo “tema” que tratar tú y yo.

 

            Esperé unos segundos y la línea se cortó. Ruki parecía haber entendido cual podía ser el “tema”. ¿Qué pasaba si decidía no aparecer? O peor, ¿qué pasaba si decidía aparecer?

 

            Necesitaba agarrar valor de lo que fuera, así que desperté a Aoi que aún dormía a mi lado y le pedí que me abrazara un momento. Luego lo besé levemente y le pedí que se levantara y que se vistiera. Sabía que mi tono en ese momento era tan serio y sombrío que no le quedaba opción de réplica.

 

            Fui a la cocina y abrí una lata de cerveza. Me la bebí lentamente, repasando cada momento de mi vida que pudiera recordar estuviera relacionado con espíritus. Sobre todo traté de recordar todo lo que siempre me decía mi tía abuela cuando era pequeño de cómo debía comportarme.

 

            Aoi apareció en la sala mal vestido y casi sin poder abrir los ojos. Se me antojó la cosa más tierna del mundo cuando se rascó la cabeza y empezó a bostezar. Por un momento, me volvió el miedo y el pánico que siempre me hacían huir. Si algo le pasaba a Aoi por mi culpa… No sabía qué era lo que estaba siempre con Ruki. Si era alguna especie de maldición podía pasar a cualquiera de nosotros.

 

–¿Qué pasa, Shima? –Pregúntó Aoi ya más espabilado.

 

–Akira me ha llamado, estaba llorando, algo le ha pasado con Ruki.

 

–No te preocupes –dijo dándome un pequeño beso en la frente–, sea lo que sea se solucionará, esos dos se quieren y acabarán juntos en algún momento.

 

            Eso parecía cederle todo el poder al destino. Pero estaba dispuesto a echarle una mano al destino en esa ocasión. Aunque estuviera deseando correr y esconderme. O por lo menos que las mujeres de mi familia estuvieran allí para echarme una mano.

 

–Saca unas cervezas y algo para comer, va a ser una noche larga.

 

            Dejé a mi novio en la zona de la cocina y empecé a buscar por los cajones de la sala y del dormitorio. Sabía que en algún punto tenía guardadas cosas que me habían dado mi tía abuela y mi madre que me podían valer. Encontré un par de omamoris de protección y unos cuantos ofudas. Coloqué dos en el exterior de la puerta y otro en el marco de la habitación y el baño. Me guardé uno de los omamoris en el bolsillo, el otro lo besé y se lo até a Aoi a una traviesa del pantalón, él se dejó hacer.

            Al poco, llamaron a la puerta. Mi cuerpo empezó a temblar sin poderlo controlar. Aoi se acercó y me abrazó, su rostro mostraba que estaba asustado. Traté de tranquilizarme, me acerqué a la puerta, con Aoi aún a mi lado, y abrí. Reita me miraba con desconcierto a dos pasos de mi, a su lado, Kai trataba de entender algo.

 

–Pasad –dije apartándome–. ¿Qué haces tú aquí? –Pregunté a nuestro batería.

 

–Estaba en mi casa –contestó Reita.

 

–Me dejé las llaves de mi casa en la compañía, así que pensé que podría dormir hoy donde Akira, pero tampoco estaba, así que esperé en la puerta, me he quedado dormido ahí.

 

            Aoi rió, pero ni yo ni Reita teníamos ganas de hacerlo. Para mi Kai sólo era un problema más en ese momento.

 

–Procurad no beber mucho –dije cuando vi que abrían latas de cerveza y se sentaban como si aquello fuera una pequeña fiesta a deshoras–. Os necesito con la mente clara.

 

–¿Por qué estamos aquí, Shima? –Me preguntó Kai serio.

 

–Tú ni si quiera deberías estar aquí –contesté.

 

–¿Por qué has puesto esos ofudas en la puerta? Tú no crees en esas cosas –añadió el batería serio. Kai podía perder las cosas a menudo, pero no era un despistado, de hecho era bastante observador.

 

–Creo que nos harán falta –traté de resumir.

 

–¿Qué va a pasar esta noche, Shima?

 

            A la vez que la pregunta de Kai aún resonaba en el aire, la puerta sonó. Ya sólo esperábamos a una persona más; no había duda, era Ruki. Y mi cuerpo y mi alma lo sabían, porque ambos empezaron a temblar de antelación.

 

 

Notas finales:

  No lo revisé mucho, pero bueno, al final los reviso tanto que nunca los publico, así que como vaya.

 

  Si encuentran algún fallo me lo cuentan. Si hay algo raro o que no les gusta también.

 

  Nos vemos.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).