—Kaname…sama— musitó Aidou al sentir como el castaño pasaba la lengua acariciando su cuello.
—Tengo…sed…— dijo el sangre pura, saboreando un poco mas aquella piel tan suave y dulce.
—mm…— gimió el rubio al sentir mas las caricias de aquella lengua en su cuello descubierto, cuantas veces el había soñado y anhelado estar tan cerca de aquel vampiro. Y justo ahora su anhelo, su mayor sueño era realidad, aunque Kaname no lo viera así, el solo lo veía como la forma de saciar su sed.
El azabache mantenía acorralado al rubio de espaldas contra la pared, tomando con una de sus manos la barbilla de Aidou para así poder tener libre su cuello y con la otra mantenía con un fuere agarre las manos de Aidou sobre su cabeza dejando a este sin defensa alguna.
El castaño por fin clavó sus filosos colmillos en aquella piel tan suave, haciendo que el otro gimiera al sentir como Kaname succionaba su sangre.
—ka…Kaname….sama…— susurró el rubio, era la primera vez en que su líder le mandaba a llamar solo por que tenia sed, normalmente hubiese bebido de Rukka…¿pero por que el?, ¿Por qué esta vez le había llamado a el y no a Rukka estando ella completamente dispuesta a ofrecerle su sangre.
Después de haber bebido lo suficiente el castaño sacó sus colmillos del cuello de Aidou, para después lamer la herida que había dejado, subió hasta llegar a los labios del rubio. Esa era su forma de agradecerle, el sabia que Aidou guardaba un profundo sentimiento hacia el, el castaño sentía lo mismo, pero por su posición como sangre pura no podía permitirse aceptar esos sentimientos los cuales serian inaceptables.
Siguió besando aquellos labios delgados pero suaves y dulces, su lengua fue invadiendo la boca del otro, quien movía sus labios torpemente. Aun así, disfrutaba aquel beso. Nadie se enteraría, el único testigo de aquella entrega serian la luna y ese hermoso cielo oscuro.
La luna iluminaba la recamara, dejando ver a dos personas amándose, poco a poco habían llegado a la cama y comenzaban a desvestirse desesperadamente, los besos ya no bastaban, necesitaban sentir sus cuerpos junto al otro.
Estando los dos completamente desnudos, Kaname comenzó a bajar de su boca hasta el ombligo del rubio, dejando pequeños besos, haciéndolo gemir, pidiendo más y más.
Aidou acariciaba la espalda del castaño, bajo hasta los glúteos de este y comenzó a masajearlos, excitándolo mas, luego le besó el cuello dándole pequeños mordiscos que hacían que Kaname gimiera
Sin mas, Kaname comenzó a lamer los pezones del rubio haciendo que este arqueara la espalda, bajo hasta su miembro y lo metió en su boca chupándolo como si de algún caramelo de tratara, Aidou le tomo de la cabellera, marcándole un ritmo al vaivén, siguió así hasta que el rubio se derramó en la boca del otro, este bebió toda su semilla y entonces introdujo uno de sus dedos en la entrada de Aidou ayudando a que se dilatara, luego introdujo un segundo y un tercer dedo, moviéndolos en círculos hasta que supo que estaba listo, el rubio soltaba gemidos acariciando la espalda del otro, cuando Kaname saco sus dedos comenzó a acomodar sus piernas alrededor de la cintura del castaño, moviendo su cadera de forma que sus miembros se rosaran dándole a entender que estaba listo para recibirle dentro de el.
El de ojos azabaches comenzó a entrar poco a poco en el interior del oji azul, este hiso un pequeño gesto de dolor, y Kaname se movió despacio para que se acostumbrara a tenerlo dentro, poco después los gemidos de dolor era de placer, gemidos que cada vez pedían mas y mas.
El castaño se movió más rápido hasta que los dos llegaron al clímax derramándose en el interior del rubio y este entre ambos.
Se recostaron uno alado del otro, esto seria su pecado, un dulce pecado del que solo el cielo y la luna serian testigos. Un pecado, uno muy cruel…pero hermoso y dulce pecado del que nadie más se enteraría