No lo aceptaba, no estaba dispuesto a dejarte ir, en ningún momento se me preguntó si lo deseaba o no… la respuesta habría sido más que obvia…
“…Un sueño...”
Jamás olvidaré ese primer día, cuando por primera vez nuestras manos se estrecharon y pude sentir ese sentimiento sublime nacer en mi interior, sentimiento que a través del tiempo fue creando estragos, apoderándose de todos mis sentidos y aumentando cada día más…
“..Siento que ya no puedo retener este sentimiento..” murmuré tomando tus finas y delicadas manos, a lo que me observaste sin entender..
“Te amo, lo hago desde el primer momento en que te vi… y te juro que este sentimiento es verdadero..”
me sonreíste de esa manera tan hermosa y te aprontaste a abrazarme con fuerza. Volví a repetir esa frase tan desgastada y rebuscada recalcando que jamás dejaría de hacerlo… y lo mantengo…
“Yo también te amo..” susurraste haciéndome el hombre más feliz del mundo..
Ese fue el comienzo de nuestra historia juntos, nuestro primer beso, momento maravilloso que se grabó en mi retina como uno de los tantos que viví a tu lado…
“… El amor…”
A pesar de que el trabajo era algo en lo que ambos estábamos enfocados, jamás nuestra relación se vio afectada, siendo prácticamente la envidia de quienes nos rodeaban…
Vivían bombardeándonos de preguntas.. “¿Cómo lo hacen?” “De seguro el secreto está en la alcoba..” “¿Es cierto que nunca pelean?”… entre otros miles de dichos y preguntas a las cuales nosotros simplemente reíamos de buena gana..
“… Algo maravilloso…”
La noticia que me diste esa noche fue una realmente inesperada, desde hacía unos días que sabía de algo que te traías entre manos, te notaba nervioso y silencioso.. no niego que llegué a pensar que tenías a alguien más pero no fue mucho lo que retuve esa loca idea ya que de haber sido así me lo habrías dicho…
“Reita… tengo algo que decirte..” Asentí y deposité toda mi atención en ti, tomaste mis manos con esa delicadeza característica tuya y lo soltaste.. “Vamos a ser padres…”
Pensé que mi corazón saltaría de mi cavidad torácica… ¿Un hijo de la persona que amo?.. te abracé, te abracé con tanta fuerza que no tardaste en quejarte de lo torpe que era… “bruto” como solías llamarme… me disculpé, te besé y desde ahí comenzó esa nueva etapa juntos…
“…”
Era de madrugada cuando comenzaste con las contracciones, de ante mano sabíamos que esa sería la semana pero nos tomó por sorpresa la hora… afortunadamente el bolso estaba listo..
A duras penas te embarcaste en el auto y partimos volando al hospital…
“Tengo miedo…” dijiste una vez que estabas sobre la camilla y apretabas mi mano casi al punto de triturarla... “Tranquilo amor, estoy contigo.. no te dejaré sólo..” deposité un beso sobre tu frente y luego de eso pudimos sentir el llanto de nuestro hijo…
“…¿Por qué?...”
La primera vez que vimos esas pequeñas manitos que se aferraron como un imán a uno de tus dedos, como no queriendo soltarte, como no queriendo dejarte ir, quizás ya teniendo conocimiento de lo que se aproximaba..
…fue la última vez que te vi sonreír…
No sé que pasó pero algo andaba mal ya que comenzaste a quejarte.. no soltabas mi mano y te arrebataron al bebé de los brazos.. “T-Tengo frío..” murmuraste y pude ver el miedo reflejado en tus ojos… intenté calmarte pero yo temblaba, las enfermeras estaban moviéndose como locas, lo que el médico decía poco y nada recuerdo, sólo tengo la imagen patente de tu rostro cubierto en lágrimas…
“Lo siento..” dijiste y yo no entendía.. “..Sabía que terminaría así.. pero quería que.. tuvieras un pedazo de mí..”
…Fue cuando me di cuenta de todo…
¿Realmente habías sido tan egoísta?
El agarre de tu mano se hacía cada vez más débil, pero yo me negaba a dejarte ir..
“No!! Esto no tiene que ser así! Ruki!! Mírame!!” grité desesperado, mis lágrimas se mezclaban con las tuyas mientras besaba tu rostro..
“Reita..” me llamaste “..T-Te amo.. -
Finalmente cedió, la extremidad a la cual me aferraba se había convertido en peso muerto entre mis manos y esas últimas palabras hacían eco en mi interior…
…Me habías dejado…
“…Te extraño…”
Lo culpé, no lo quise, puedo decir que llegué a odiarlo por arrebatarme a lo más preciado que tenía en el mundo, por arrebatarme esa sonrisa que jamás podré volver a ver, esos labios que jamás podré volver a besar, por arrebatarme la calidez que jamás podré volver a encontrar, las luz de mi camino que sin previo aviso se apagó, dejándome a mí en la penumbra más grande de la que alguna vez tuve conocimiento…
“…Te necesito…”
Después de eso el tiempo siguió avanzando, muchas veces me vi apunto de seguirte, porque te dije que jamás te dejaría sólo… cerraba mis ojos pretendiendo que al tratarse de un mal sueño al abrirlos te encontraría a mi lado, sonriéndome y aferrándote a mí, pero nada.. cuando mis pupilas daban con tu lugar en la cama… no estabas..
Frustración, impotencia, pena, rabia, miles de sentimientos me invadían cada mañana al ver la fotografía que aun conservo en el velador… esa imagen en donde sales mirando a la cámara con tus hermosos ojos azules mientras yo besando tu mejilla mantenía los ojos cerrados, sintiéndome en un sueño del que jamás quisiese despertar…
¿Pero sabes amor? A pesar de que tu decisión fue egoísta, y de los años que han pasado, logré darme cuenta de que continúas vivo..
¿Por qué lo digo?
Porque ahora, mientras me balanceo en este columpio, observando como nuestro hijo juega con las hojas que caen de los árboles, te veo en él, con esa sonrisa capaz de hacerme olvidar y querer pasar cada obstáculo que se me pueda interponer en el camino, heredó tu fortaleza y tus ojos… ese par de hermosos destellos azules que me instan a darlo todo por él.. porque eso es lo que hay que hacer ¿no? Seguir adelante por nuestro pequeño..
…Y prometo no defraudarte…
Mas ahora, solo me queda agradecerte por entregarme el maravilloso privilegio de haberte conocido, haber compartido los primeros segundos de vida de nuestro hijo juntos, y por los hermosos recuerdos que tengo guardados en mi corazón…
Hasta siempre…