Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Me llama Mamá por SHINee Doll

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este pequeño shot es mi regalo para mi linda Rose ♥ porque ella es mi mamasita y hoy es 10 de mayo. Te amo, preciosa ~ :3

Me llama Mamá

- Quiero un bebé.

Mis palabras parecieron tomar a mis amigos por sorpresa. Pero, ¿cómo no habría de ser de esa forma? Traté de no reírme por la expresión totalmente desconcertada de Jinki y la mueca en el rostro de Jonghyun. En otro momento lo hubiese hecho, burlándome de ellos, pero deseaba que viesen que aquello no era una broma o un simple decir. Era real.


- No bromees así, Key.

¡A eso me refería! Rodeé los ojos y me levanté de la silla, abandonando la pequeña cafetería donde nos encontrábamos sin haber probado siquiera mi americano. ¿Por qué bromearía con algo así? Realmente estaba experimentando el deseo de formar una familia, ¿qué tenía eso de malo? Me detuve a mitad de la avenida y contemplé por un breve momento el cielo. Suspiré. ¡Me había vuelto loco! Había dos grandes obstáculos para que yo pudiese tener un bebé: en primer lugar estaba el hecho de que fuese hombre y en segundo lugar, más problemático que el primero a mi ver, es que no contaba con una pareja sentimental.

- Bien hecho, Kibum.

Repuse sarcásticamente, volviendo a emprender la marcha. ¿Cómo demonios se me había ocurrido la brillante idea de tener un bebé? Bufé completamente fastidiado. Quizá porque se acercaba esa molesta fecha… Revolví mis cabellos torpemente, tratando de no pensar en mi madre. No, esa mujer nunca había sido una verdadera madre para mí; menos después de que me abandonó.

Había crecido en un orfanato hasta que me habían adoptado a los ocho años. Mi madre biológica se había deshecho de mí a los cuatro años, diciendo que no era capaz de cuidarme. ¡Mentira! Lo cierto es que mi padre la había abandonado cuando supo que estaba esperándome y su nuevo esposo no quería hijos que no fuesen suyos. Un paseo por el parque y un helado, un cálido abrazo y una desconocida tomando mi mano. Esa fue la última vez que le vi.

No podía quejarme de mi vida ahora. Mis tiempos en aquel lugar fueron buenos, me hicieron tener una idea diferente de la vida y las personas, forjaron mi carácter y me volvieron la persona que sigo siendo. Cuando me adoptaron entendí lo que era tener una familia realmente, comprendí cómo se sentía ser amado; pero al mismo tiempo extrañaba el lugar que me recibió cuando ella se cansó de mí, echaba de menos a todos los que se preocuparon por mi bienestar, principalmente él.

- ¡Key, espera!

Paré en seco y giré en la dirección de las voces tan bien conocidas. Jonghyun fue el primero en llegar hasta mí, tratando de recuperar el aire antes de pronunciar alguna palabra. Jinki lo alcanzó después, respirando con fuerza mientras colocaba ambas manos en sus rodillas. Sonreí al verlos, pensando que habían exagerado al emprender una carrera tan sin sentido.

- Lamentamos haber reaccionado así, pero nos has tomado por sorpresa y…

Jinki me miraba con preocupación, esperando que notase la sinceridad en sus palabras. Jonghyun asentía, abrazándole por los hombros. Asentí, perdiéndome en la mirada que ahora se dedicaban, en sus sonrisas bonitas, en ese amor floreciendo entre ellos. En algún momento aparté la mirada avergonzado, no era correcto que los mirase de esa forma, que envidiara la relación que mantenían desde hacía año y medio y que cada día se volvía más fuerte.

- No se preocupen, chicos. Estoy bien.

Me había despedido luego de varios minutos en silencio, completamente incómodo. De camino a casa pensé un poco más en mis amigos. Nos habíamos conocido a los diez años, ellos crecieron juntos y yo era el hijo adoptivo del amigo de sus padres. Tenía la idea equivocada de que me mirarían con malos ojos, como toda persona que sabía de mi integración a esa familia, pero no fue así. Ellos me brindaron su amistad incondicional aunque no fuese realmente un Kim y me protegieron de todos aquellos que se burlaban de mí. Y estaba terriblemente agradecido aún ahora, once años después.

Jinki y Jonghyun eran parte de mi familia también; una que nunca imaginé tener. Les había confesado mi inclinación sexual a los quince años, esperando su falta de apoyo, pero habían seguido a mi lado y con el tiempo nos dimos cuenta que éramos más parecidos de lo que solíamos pensar. Cuando comenzaron a salir juntos fui completamente feliz.

- Me pregunto si lo mismo hubiera pasado entre nosotros.

De repente llegar a mi departamento no me pareció tan buena idea. Vivía solo desde los diecisiete años, cuando mis padres adoptivos fallecieron en un accidente de coche. Siempre que se acercaba el tan popular Día de las Madres me ponía melancólico; en parte por mi madre biológica, aunque no lo deseara, y por otra parte debido a la ausencia de mi madre adoptiva. Era complicado ver la festividad acercarse, las familias reunirse, los grandes letreros. Suspiré abatido, mirando distraídamente los alrededores.

Me detuve frente a una pequeña tienda del centro, contemplando a través del cristal los peluches, dulces y demás regalos para la ocasión especial. Ella adoraba los gatos de felpa, decía que se acordaba de mí al verlos; siempre me reía ante sus palabras, sabiendo que se refería a mis ojos pequeños y mi mirada un tanto felina. Él me revolvía los cabellos y me guiñaba el ojo juguetonamente. Esa era mi familia.

- ¡P-Por favor!

Pegué un salto cuando sentí que rodeaban mi pierna, pero gracias al cielo no grité. Un niño pequeño se aferraba a mí con desesperación mientras sollozaba. Giré en la dirección de donde había llegado, observando a su persecutor gruñendo fuertemente. Alejé al perro que le seguía con un aplauso y un par de palabras. Y tan pronto se marchó, el pequeño levantó su cabeza y me miró. Era hermoso, con su cabello oscuro, sus labios delgados y sus enormes ojos negros. Se separó de mí lentamente, dándome la oportunidad de agacharme hasta quedar a su altura.

- ¿Te encuentras bien, pequeño?

Él asintió, secando sus lágrimas. Acaricié su cabeza con delicadeza, como mi padre lo hacía conmigo y le pellizqué traviesamente una mejilla, haciéndolo soltar una risita que me derritió el corazón. Extendió ambos brazos en mi dirección, pidiéndome que lo cargara y lo levanté del suelo, sintiendo sus brazos pequeños en mi cuello. ¿Dónde estarían sus padres? Le pregunté un par de veces, pero no sabía qué respuesta darme. ¿Qué debía hacer ahora? No podía quedarme con el niño, tampoco dejarlo solo. Entré en un dilema.

Finalmente suspiré y crucé la calle con él en brazos, deteniéndome frente a la florería y contemplando la enorme variedad de arreglos. Debía comprar flores para la tumba de mamá… Un muchacho salió en ese momento y me miró fijamente, suspirando cuando reconoció al pequeño entre mis brazos. El niño gritó “papá” en su dirección y luego me miró sonriente. Yo estaba en shock, principalmente porque aquellos enormes pozos marrones eran bien conocidos para mí.

- Minho…

 

 

 

 

Moví mis pies nerviosamente. Minho acababa de dejar a Yoogeun con otros niños en uno de los tantos juegos del parque y ahora caminaba en mi dirección. Cuando se sentó a mi lado, me sentí extraño. Tenía sin verlo desde la tarde en que fueron a recogerme en el orfanato. Me mordí el labio, mirando mis manos entrelazadas sobre mi regazo. ¿Qué debía decirle? ¿Qué podía hacer? ¿Cómo actuar?

- Ha pasado mucho tiempo, Kibum.

Su tono era cálido, a pesar de que sus palabras sólo eran pronunciadas para disipar la tensión del ambiente. Asentí torpemente, girándome a mirarlo. Su postura era más relajada que la mía, su sonrisa no temblaba, pero en sus orbes podía ver aquel mismo nerviosismo que me recorría por completo. Sonreí también, tratando de hacer menos complicado aquel encuentro.

- Jamás pensé que te volvería a ver.

Me miró sorprendido y me mordí la lengua por mi falta de tacto. Lo cierto es que estaba acostumbrado a decir las cosas de frente, siendo sincero y muy directo, hasta cierto punto cortante y frío. Había tenido muchos problemas en el pasado con eso; además de mi personalidad demandante, mi sarcasmo venenoso y mi sentido del humor tan distinto del resto.

- Yo siempre supe que te cruzarías en mi camino de nuevo.

Ahora era mi turno de mirarlo con sorpresa, visiblemente confundido. Me sonrió tiernamente y colocó una mano en mi mejilla, como lo hacía cuando éramos pequeños y lloraba por alguna razón. Cerré los ojos, dejándome llevar por su tacto delicado, su piel suave, ese cariño que creía olvidado. Pero todo el cuadro se transformó ante mis ojos cuando recordé al pequeño que corría detrás de una pequeña niña a unos metros de nosotros. No era correcto esto.

Abrí los ojos de golpe y giré mi rostro en dirección al pequeño Yoogeun. El niño nos miraba fijamente, sosteniendo una pelota roja entre sus manitas. Se me detuvo el corazón. ¿Cómo explicaría Minho eso? ¿Qué pasaba por la mente inocente del pequeño? ¿Qué diría su madre cuando…?

- Cuando te marchaste, Kibum, me hice la promesa de encontrarte de nuevo y no dejarte ir nunca más.

No podía creer sus palabras. ¿Qué significaba aquello? Tenía muchas preguntas que hacer, pero me faltaba valor, por vez primera en mi vida, para efectuarlas. No podía ser lo que yo pensaba. Había crecido convenciéndome de que mi cariño por Minho, mi tristeza al recordarlo, el dolor al pensar en él eran debido al amigo de infancia perdido, mi sostén en años tempranos. A veces decía que era más que eso, que siempre le había querido de otra forma, que imaginaba mi vida a su lado. ¡Ni yo mismo lo entendía! Era un niño cuando nos separaron, no podía pensar en él de forma diferente; no podía haberme enamorado sin saberlo, ¿o si? Sin embargo, ahora que lo tenía a mi lado me sentía completo de nuevo; mi corazón se llenaba de calidez, de amor… Me abofeteé mentalmente. Todo aquello era incorrecto. Y yo lo sabía.

- Debes estar bromeando.

Bueno, esa había sido la mejor forma de romper la atmósfera. Felicitaciones, Kibum. Aunque tampoco es como si quisiera seguir inmerso en ese ambiente de romanticismo de novela barata con un montón de mariposas revoloteando en mi estómago; porque, de hecho, las sentía. Me di otra bofetada mental, molesto conmigo mismo, ¿por qué me ponía así por un simple gesto de su parte?

- No bromeo, Kibum. He esperado por ti todo este tiempo.

Rodeé los ojos, enfadado. Él sonaba sincero, no tenía razón para mentirme; pero, si realmente había esperado por mi, ¡¿de dónde había salido el niño?! Fruncí el ceño y volví a mirar en la dirección donde se encontraba Yoogeun, nuevamente nos miraba, sólo que ahora estaba sentado en la caja de arena. El pequeño se parecía a Minho en demasía, aunque su nariz y sus labios eran como los míos. Una perfecta combinación de nosotros dos. Me odié por pensar eso.

- Debo irme. Un gusto haberte visto, Minho. Cuida a Yoogeun.

Y sin más me había marchado, llevándome conmigo todas esas dudas y sentimientos que me creía incapaz de afrontar. Él no había corrido tras de mí como en las películas, yo no le miré después de pronunciar aquellas palabras, el pequeño no se acercó a nosotros. No pasó nada. En ese momento yo no podía saber que mi destino ya estaba escrito y mi vida iba a cambiar completamente. ¿Cómo iba a imaginarlo siquiera?

 

 

 

 

Me giré entre las sábanas, tanteando con mi mano el lugar vacío a mi lado. Fruncí el ceño aún con los ojos cerrados, preguntándome por qué me encontraba solo. Me giré de nuevo, cubriéndome el rostro con las mantas, pero el sonido de algo romperse en la cocina me obligó a despertar completamente. Salí de la cama lo más rápido que pude, temiendo que hubiese ocurrido algo grave. Poco me importó llevar puesta únicamente una camiseta a mitad de los muslos y el cabello revuelto. No era momento para pensar en eso. Bajé la escalera corriendo, tropezando al llegar al final y casi cayendo al suelo. Empujé la puerta que daba a la cocina y…

- ¡Felicidades!

Me quedé en shock. Jonghyun me tomó una fotografía inmediatamente, dejándome completamente ciego. Jinki reía alegremente, mirando sobre el hombro de su novio la pantalla de la cámara digital. Parpadeé confuso, notando por vez primera la presencia de Taemin y Kai en la cocina, sentados frente a la mesa, justo donde se encontraba un bonito pastel con flores rosas. Algo en mi cabeza hizo clic en ese momento y no pude sentirme más avergonzado. Miré a Minho de pie junto al refrigerador, lo miré por lo que me parecieron largos minutos, para luego darme la vuelta y salir de ahí.

10 de mayo, de nuevo. Seguía molestándome esa fecha, continuaba pensando demasiado. Habían pasado muchas cosas en el último año. Después de aquella simple despedida en el parque, me arrepentí terriblemente de no haber averiguado sobre el pequeño, la vida de Minho y la verdad oculta en sus palabras. Sin embargo, ¡¿cómo iba yo a saber que era muy amigo de Taemin, mi vecino y compañero de universidad?! Nos habíamos cruzado accidentalmente frente a mi puerta dos días después, mirándonos con confusión. A partir de ese día y hasta que llegó el esperado día de las madres, encontré un arreglo de rosas rojas frente a mi puerta. ¡Estaba completamente loco!

- No te molestes con los chicos, amor.

Me giré con los brazos cruzados, alejando aquellos cursis recuerdos de mi mente. Minho cerró la puerta y avanzó hacia mí lentamente, con aquella sonrisa traviesa bailando en sus labios y sus ojos mirándome con picardía. Eso no podía ser nada bueno. Rodeó mi cintura con un brazo y me pegó a su pecho en un movimiento brusco, besando mi frente. Me hacía sentir pequeño en esos momentos, aunque yo fuese mayor.

- No entiendo qué hacen en mi cocina, rompiendo mis vasos y felicitándome un diez de mayo. ¿Qué creen que soy o qué?

Él se rió encantado, acariciándome la mejilla con ternura, como la primera vez que lo recibí en mi casa, como la primera vez que nos besamos. Miré directamente a sus ojos, cuestionándome cómo podía amarlo tanto y de esa forma. Caí en la trampa. Mis labios se movieron contra los suyos apenas se acercó lo suficiente y pronto correspondió a mi caricia. Pasé mis brazos por su cuello, besándolo lento, olvidándome del resto del mundo. Sonrió contra mis labios, abrazándome con más fuerza, colocando su mano libre en mi nuca para profundizar nuestro contacto.

- Te amo, bebé.

Sonreí, besándolo de nuevo. Aún tenía grabado aquel día, un año atrás, cuando le había armado un escándalo por Yoogeun. Él se había reído de mí, divertido por mi reacción exagerada; yo sólo deseaba golpearlo. Al final todo quedó aclarado y no pude sentirme más ridículo. El pequeño era hijo de la media hermana de Minho, quien lo había dejado a su cuidado cuando aún no cumplía ni los once meses. Minho había criado al bebé todo ese tiempo él solo, y Yoogeun sabía que no era su padre, pero insistía en llamarlo de esa forma. Prácticamente había saltado sobre él para comerle la boca tan pronto escuché su explicación.

Me separé de Minho riendo con fuerza, observándolo fruncir el ceño y cruzarse de brazos. Simplemente me resultaba gracioso recordar aquella escena bizarra. Pero qué podía hacer, así fue como ocurrió todo. Nuestra historia no era digna de narrarse, era demasiado vergonzosa. Escuché a Jonghyun gritar al pie de la escalera y dejé de reírme, recordando de pronto su presencia en nuestra casa. Algo se rompió de nuevo. Fruncí el ceño. ¿Qué estaba ocurriendo allá abajo?

- Será mejor que bajemos, Kibum, o acabarán con tu cocina.

- Sólo deja que me vista y bajo, amor.

Asintió y suspiré resignado. ¿Por qué mis amigos insistían en felicitarme un diez de mayo? Quizá tuviera que ver con Taemin diciendo que yo era su “madre” por aquí y por allá. Sus “umma” siempre hacían reír a todos en la universidad, pero esto había llegado demasiado lejos. Estaba seguro que Jinki y Jonghyun le seguían la corriente por mi deseo de tener un bebé el año pasado. Y Kai… Bueno, él hacía todo lo que su novio desease. Terminé tomando una ducha rápida y arreglándome lo mejor posible antes de salir de la alcoba. Podía escuchar las risas de todos desde la escalera. Estaba por bajar cuando Yoogeun tiró de mi pantalón con su manita. Se restregó los ojos con la otra mano, bostezando.

- Te hemos despertado, ¿cariño?

Él asintió, soltando mi ropa y extendiendo sus brazos para que lo cargara. Yoogeun seguía siendo el niño más bonito que había visto en mi vida, con sus expresivos ojos oscuros y sus labios delgados. Colocó ambas manos en mi rostro y trató de mirarme a los ojos, sonriendo.

- Felicidades, mamá.

Su voz sonaba dulce, extremadamente alegre. Sonreí un poco, preguntándome quién le había enseñado eso. Seguramente había sido el idiota de Jjong. Yoogeun no tenía una imagen materna realmente, y eso me preocupaba, pero sabía que nadie en el mundo podría amarlo más que nosotros. Llegué a la cocina con él en brazos, siendo recibidos por Minho inmediatamente. Era un tanto extraña aquella situación, pero debía acostumbrarme a ella. Después de todo, ahora tenía la familia que deseaba.

Tengo todo lo que necesito para ser feliz: a mis amigos, a la persona que más amo, y a este pequeño y hermoso niño que me llama mamá.

 

Notas finales:

Me pareció un poco extraño mientras lo escribía, pero cuando lo volví a leer me gustó. Espero que a ustedes también.


¡Feliz Día de las Madres! Recuerden darles mucho amor ~ ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).