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"HoPpInG My LaSt BrEaTh" por beautiful demon

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  ¿Puedes oírme?...¿Puedes sentirme?...yo no, ya no escuchó el latido de tu corazón ni siento tu alma cerca de la mía, no te alcancé y tu no me esperaste, quería irme junto a ti y no quedarme aquí... sola, en un lugar tan horroroso en donde tu habías sido mi luz, me has dejado atrás, me cuesta alcanzarte. Todo paso tan rápido y ¿es qué acaso no fue suficiente? hicimos todo lo posible pero... odot eneit nu nif, siempre nos repetimos esas palabras pero nunca entendimos su significado, lo que realmente quería decir, hasta ahora, que ya es muy tarde y dime: ¿lo habrás entendido antes de irte?... espero que si. Nuestro planeta era tan hermoso, tan puro ¿cómo no pudimos evitarlo? No sirve de nada reprocharme ahora cuando estoy en este estado al igual que los demás.


  El planeta Weisen era un mundo habitado por seres de una gran belleza, vivían de sus emociones: podían vivir siglos gracias a una enorme felicidad así como morir a causa de una aguda tristeza o dolor, eran seres puros que poseían magia, unos poca otros mucha...tal vez demasiada. Nuestros dioses Azel, dios de la magia y guerra; Zauber, dios de la sabiduría; y por último Ali, diosa de la naturaleza eran justos y poderosos; sin embargo nada pudieron hacer ante esto, sus elegidos fallaron...nosotros fallamos.


  Eodred y yo, Erin, éramos hermanos gemelos. Aún recuerdo como era Eodred antes de que estuviera así; sus ojos eran pardos, tenía una enigmática mirada, sus facciones eran armoniosas, sus caireles eran perfectos y extremadamente negros, los odiaba al igual que yo, nos era difícil cuidarlos. Yo soy igual a él o al menos lo era, la única diferencia era que yo soy mujer. …ramos hijos de Vid, un weise sumamente poderoso con habilidades singulares, fue la persona más sabia y poderosa que he conocido en mi vida, me preguntó si Eodred y yo éramos igual de poderosos...tal vez si... tal vez más. Nuestra madre era Ewing, una bella y delicada weise con poderes poco comunes. Heredamos de ellos sus poderes, su belleza, su pureza pero he de admitir que no su sabiduría.


  Recuerdo el día en que mamá murió. Era en la época en que la enfermedad Aika se había vuelto una plaga. Aika era una enfermedad mortal que mataba tu cuerpo lentamente. Mamá sufrió mucho. La enfermedad era muy lenta, los medicamentos para que el dolor fuera menos no ayudaban, el dolor torturaba.


  Una noche desperté alarmada por gritos provenientes de mi madre; pedía gritando y con voz ronca que se le matará, pedía morir a mi padre, recuerdo, mi corazón se estrujó al oírla, sus gritos eran desgarradores. De pronto hubo silencio y con pesar y dolor terrible supe lo que había sucedido. Mi padre murió al poco tiempo, no fue capaz de resistir la terrible tristeza que allegaba su corazón y la horrible amargura de haber matado a lo que más amaba en la vida. Lo encontramos tirado en el suelo con una daga en el pecho, Eodred lo tomó en sus brazos tratando de animarlo, de traerlo a la realidad, pero mi padre tan sólo entreabrió sus ojos y movió sus labios para decirnos algo más que sólo una consolación.


-Odot eneit nu nif-


  Esas fueron sus últimas palabras y las recordaríamos hasta este momento. Fue la primera vez que vi llorar a mi hermano; Eodred amaba tanto a mi padre, lo admiraba, se enorgullecía de ser su hijo, su sangre. La imagen de Eodred llorando sobre el pecho de mi padre no le he podido olvidar, acude a mi en este momento y me doy cuenta que me sigue partiendo el alma.


  No fui capaz de llorarle a mi padre, era tanto dolor por las dos perdidas que sentí que si flaqueaba en ese momento no serviría de apoyo para mi hermano y me arriesgaría a perderlo, los dos moriríamos de tristeza.


  Fuimos acogidos en el hogar de Damar, amigo íntimo desde la infancia de mi padre y emperador del pueblo weise, en cuanto se entero de la muerte de mis padres. Ahí conocimos a su hijo Berú, un joven de cortos, lacios y dorados cabellos con unos ojos traviesos color verde esmeralda. Rió al recordar lo mal que se llevaban ellos dos, ambos eran diferentes y a la vez similares; Berú era travieso, desentendido y muy seductor causando con su encanto que muchas mujeres se enamorarán de él, casi siempre metía en problemas a Eodred cuando hacia alguna travesura y cuando se enojaba era muy parecido a mi hermano, pero fueron muy pocas las veces que lo vi realmente así, en cambio Eodred era serio, a veces llegaba a ser introvertido, tenía una carácter fuerte aunque conmigo era dulce, también era misterioso por lo cual muchas jóvenes se sentían muy atraídas. A Eodred le interesaba más la magia y se ocupaba en hacerse más fuerte, en saber pelear y aprender el lenguaje sagrado.


  ¡Ah si! el magnifico lenguaje sagrado, era hablado por muy pocos entre ellos mi padre, quien nos había enseñado un poco pero no lo necesario, fue Eodred quien me enseñó la mayoría. Me acuerdo que se enojaba mucho cuando en sus clases le ponía más atención a las bromas de Berú que a él; también mi hermano tenía una forma de hacer enojar a Berú, pero no duró mucho. A Berú le molestaba que Eodred me hablará con el lenguaje sagrado pues el era muy curioso y cada vez que hablábamos se entrometía molestando a Eodred, pero cuando hablábamos en lenguaje sagrado no podía ya que él no lo sabía y no quería aprenderlo; no obstante no aguantando la curiosidad lo aprendió, interrumpiéndonos y molestando a Eodred cada vez que podía. Después de todo sé que eran amigos...más que amigos, sabía que ellos dos se amaban y eran amantes, nadie se dio cuenta sólo yo... sé que se amaron demasiado. A veces los oía tener pasionales noches en la habitación de uno de los dos, a escondidas los veía besarse de una forma en la que nunca lo harían conmigo.


  Era tanto su amor que llegue a tenerles envidia pues sabía que nunca llegaría a tener lo mismo con alguien, sin embargo me conforme y me alegre por ellos.


  Esos años fueron muy alegres y divertidos empero eso no evito que los problemas se desatarán.


  El planeta por mucho tiempo no había tenido una guerra y era un mundo pacífico; sin embargo, esta vez la guerra fue inevitable.


  Aigam argen, era magia sumamente poderosa y era controlada por unos cuantos weise de un poder de gran magnitud, si no eras capaz de controlarla esta te corrompía y tomaba el control de tu cuerpo y de tu magia realizando sus propios propósitos y no para lo que estaba destinada ya que está creada por sombras y un sentimiento de rencor u odio la hace más poderosa inclinándose a ser maligna.


  Eso fue lo que paso con un weise que era poseedor de poca magia, la aigaim argen lo controló obligándolo a crear millones de criaturas de magia negra que eran de abominable y hosco aspecto para que después estas mismas mataran al weise; fueron llamados natch.


  Los natch reclamaron el planeta sintiendose dueños de él, pero fueron ignorados causando que los natch atacaran al pueblo weise. Damar se vio obligado a defenderse mandando ejércitos a atacarlos dando inicio a una nueva guerra.


  Vimos a varios partir a la guerra para nunca regresar.


  Ocho años duró la guerra marcando con su fin el principio de la destrucción.


  Recuerdo bien cada detalle de la última batalla contra los match, el inicio del final, pues ¿cómo olvidarla si fuimos nosotros quienes marcamos el fin? Le debíamos tanto a Damar que quisimos pagarle ofreciéndonos para ir a la guerra, nos sabíamos poderosos y capaces para enfrentarlos. Damar dudó, pero ante nuestra insistencia cedió con una condición: primero tendríamos que ver una batalla para saber que hacer cuando estuviéramos en la siguiente sólo que... no habría una siguiente.


  Hacía frío ese día, el lugar de la batalla se efectuaría frente a un frondoso bosque. Nosotros observaríamos todo desde una serie de rocas que tenían una buena altitud para poder ver; se encontraban separadas del bosque por unos quinientos metros y entre el bosque y nosotros estaban los soldados esperando por los natchs.


  El viento amenazaba con arrancar las hojas de los árboles, hacia chocar a las ramas entre sí, causaba que las ropas de los soldados ondearan hacia la izquierda produciendo un singular sonido. El viento se volvió más violento cuando sobre nuestras cabezas volaron las Nabels, aves de majestuoso plumaje negro y blanco que eran de un enorme tamaño montadas por los weise, uno de ellos era Damar. De repente escuché gritar a una horrible voz que captó toda mi atención.


-¡¡¡Die wollen gestorben!!!-


  “Los quiero muertos”, idioma Natch. Escuché más gritos de guerra al otro lado del bosque.


  Sentí la tierra vibrar levemente, entendí que se acercaban. Vi a Damar volar a un nivel bajo frente la primera fila.


-¡¡Prepárense!!-


  Volvió a elevar el vuelo hasta llegar a la fila de los Nabel.


-¡¡Arqueros atrás!!- ordenó


  Después todo fue silencio. Sentí vibrar al piso más fuerte y más cerca, no tardarían en llegar a nosotros.


  Fue la primera y última vez que los ví, de entre los árboles miles de natchs salieron.


-¡¡Preparen!!- Unos cuantos pasos nos separaban y los arqueros apuntaban. -¡¡¡Fuego!!!-


  Miles de flechas cruzaron la corta distancia rodeadas por un color dorado; muchos cayeron para morir al instante, otros para agonizar y unos se protegieron con unas barreras de gran grosor.


-¡¡Espadas!!, ¡¡¡Espadas!!!-


  El sonido del filo rozando con su funda se oyó a lo largo de la multitud. Cinco pasos, cuatro pasos, tres pasos, dos, uno... -¡¡¡¡Ahora!!!!-


 Las filas se deshicieron en ese momento abalanzándose hacia los natchs.


  Oí espadas chocar unas con otras, oí como algunas eran enterradas y también oí lo agonizantes gritos de dolor.


-¡Nabels! ¡¡Rompan filas!!-


  Los nabels sobrevolaron la batalla, bajaban sin tocar el suelo permitiendo a los jinetes desenvainar sus espadas y clavarlas en los natchs; algunos nabel agarraban a dos o tres natchs con sus patas y los aventaban contra los árboles dándoles una muerte inmediata. Vi como un nabel caía derrapando en la tierra levantando polvo aplastando a natchs y weise. Había sido atacado por una criatura de su mismo tamaño cubierta de escamas con huesudas alas, patas fornidas y ojos amarillos.


-¡¡¡Holens!!!- advirtieron.


  Más holens llegaron dando comienzo a una batalla en el cielo.


-¡Magia!- gritó Damar- ¡¡¡usen magia!!!-


  Brillantes rayos aparecieron atravesando los cuerpos de los natch. Ellos contrarrestaron el ataque lanzando bolas negras rodeadas de eléctricos rayos rojos que mataba entre cinco o siete wiese. Los weise empezaban a ser menos.


-¡Arqueros!, ¡¡¡arqueros!!!-


  Flechas fueron mandadas a los holens sin tener ningún éxito, estos les atacaron acabando con los arqueros.


  Eodred y yo nos dimos cuenta que la desesperación había embargado a Damar y decidimos que teníamos que ayudarlo de alguna manera.


-¡Aipoc!-


  Las flechas que no habían sido utilizadas por los arqueros flotaron y se multiplicaron.


-¡Neuqata!-


  Las flechas cruzaron el campo llegando hasta los natch causando la muerte de varios de ellos. Los soldados y Damar pensaron que los responsables eran los arqueros sin saber la verdad.


-Al etreum áranafrop atse arreit nis sonracot-


  El viento llevó las palabras hasta los oídos de los soldados dejando a unos pocos petrificados deteniendo su pelea, Damar jaló las riendas de su nabel para que parara y volteó a vernos con los ojos muy abiertos, casi desorbitados y con palidez en su rostro.


  La tierra empezó a vibrar con fuerza haciendo casi un terremoto.


-¡¡¡On nave al zul!!!- oí gritar a un viejo


La tierra se abrió en dos.


-¡¡¡No vean la luz!!!-tradució otro en un grito de desesperación- ¡¡¡No la vean!!!-


  De la tierra salió una enorme luz en forma de tubo se dirigía hacia el cielo con una fuerza impresionante haciendo que las nubes dieran la apariencia de que una tormenta abominable se aproximaba; un campo de fuerza cubrió a los weise; la cegante luz se convirtió en una explosión de un sonido en seco e insoportable. El humo se apodero del el lugar.


  Cuando el humo se disolvió no quedaba nada, ni el bosque ni los natch, habíamos ganado la guerra.


  Mis palabras fueron el fin y el principio.


  Muchos aprendieron nuestros nombres después de eso reconociéndonos como unos weise poderosos.


  El pueblo weise decidió olvidar la terrible guerra, dejarla atrás, pero Eodred y yo no, un mal presentimiento nos asechaba y recordamos las últimas palabras de mi padre dándonos cuenta que eran más que eso.


“La miraba con severidad, intentaba decir algo. Todo era oscuro, sus labios se movían diciendo algo inaudible para ella, oía tras él un ruido familiar... abrió sus ojos con impresión. -odot eneit nu nif- oyó al fin”


  Ese fue mi primer sueño en el que mi padre aparecía y me advertía, pensé no recordarlo, me equivoqué.


  Mi hermano y yo teníamos los mismos sueños, creo que él los entendía mejor; cada vez que hablábamos de ellos quedaba en silencio con aire meditativo, su tez palidecía y gotas de sudor recorrían sus sienes. ¿A qué le tenía miedo? ahora lo sé...pero ahora...ahora no importa que los haya entendido...


  “Agaim, artseun nóicavlas, artseun nóiccurtsed, ¿láuc ed sal sod?”. Esa fue otras de las palabras de mi padre en mis sueños. No las entendí en ese entonces y me sentí frustrada...”magia, nuestra salvación, nuestra destrucción ¿cuál de las dos?” ¿Qué significaba eso? ¿Qué era lo que tenía que entender?.


  El senado del imperio tenía pensado eliminar a la magia totalmente para evitar otro   conflicto de esa magnitud causado por la aigam argen. Nos encontramos en un dilema puesto que si erradicábamos la magia no podríamos protegernos de futuras guerras contra otros mundos y nuestro planeta decaería, por otro lado si lo hacíamos la aigam argen no podría volver a crearse sin magia y la posibilidad de otra guerra contra criaturas de magia negra quedaba descartada; no supimos que elegir o aconsejar a Damar y no hicimos nada, nuestro primer error. Damar aceptó erradicar la magia, pero la mitad de la población estuvo en desacuerdo entre ellos Berú.


  El senado decidió tomar medidas drásticas y obligó a aquellos que se oponían encarcelándolos y llevándolos a la fuerza para que su magia les fuera quitada. Esto causó una rebelión dirigida por Berú lo cual fue muy doloroso para Eodred pues tendría que combatir contra él.


-Debemos eliminar a aquellos que no quieran desprenderse de la magia-me había dicho Eodred-quienes no son capaces de rehusarse a ella tiene la mayor posibilidad de ser controlados por la aigam argen, si acabamos con ellos tal vez no tengamos que destruir la magia-


  La idea de mi hermano me resultó un tanto cándida y a la vez frívola, pero tenía razón desde nuestro punto de vista. Acepté y ese fue mi segundo error.


  Una nueva guerra inició sólo que esta vez no serían natchs contra quienes pelearíamos sino los weise, nuestra misma raza.


  Estábamos concientes de que Berú era más poderoso de lo que aparentaba y que incluso era capaz de controla la aigam argen a la perfección, sabíamos que sería una feroz guerra y así lo fue, peor de lo que imaginábamos.


  Todavía oigo los gritos en mi cabeza, todavía oigo las espadas chocar, todavía escuchó las palabras de mi hermano y mías conjurar la muerte de otros, sus almas me siguen atormentando.


  Llegamos a controlar la aigam argen y la usamos en la guerra; por un momento perdimos la piedad, olvidamos la inocencia, la pureza nos abandonó y la guerra superó el amor entre Berú y Eodred, haciendolos olvidarlo y que sus ideales superaran todo entre ellos dos.


  A pesar de controlar la magia, de aprenderla nunca la entendimos en realidad, ni a ella ni a las advertencias de mi padre que tanto nos decía… sé que  debe estar decepcionado.


  La guerra continúo y creo no ha parado, pronto lo hará, su líder ha muerto... ¿cómo me atreví?


  Fue en esta última batalla en que todo para nosotros acabó, fue en esta en la que cometimos el más grave error.


  Nos atacaron por sorpresa, Eodred y yo fuimos avisados y no dirigimos en una nabel hacia la batalla, mientras más nos acercábamos más la distinguía con mi vista y oídos. Nuestra nabel cayó atravesada por una flecha, caímos al suelo. Cuando abrí mis ojos con lentitud me di cuenta que mi hermano pelaba protegiéndome, me paré con dificultad y conjuré mi magia.


  Mis cabellos volaron hacia arriba llevados por mi energía, mis pardos ojos fueron totalmente blancos y en un instante una cuarta parte de nuestros enemigos murieron. Vi a Eodred alzar una mano y acabar con la otra cuarta parte; sin embargo vimos a nuestros aliados morir más rápido, Berú estaba ahí.


  Berú y Eodred se encontraron y pelearon a pesar del sentimiento que se tenían el uno al otro; fue la pelea más impactante que había visto en mi vida, luchaban a una velocidad impresionante y su agilidad con la espada era fascinante, pero todo cambio cuando Eodred se descuido y Berú, en un impulso, le enterró su espada en el pecho, vi a mi hermano caer y escupir sangre.


La tristeza y el odio acudieron a mí, sentí una tremendo rencor y una inexplicable sensación de vació me invadió causando que no me diera cuenta de que Berú lloraba de rodillas, arrepentido y con el corazón marchitado. La aigam argen me controló, ataqué con todo mi poder hacia Berú con intención de matarlo y así sucedió.


  Mi mente nublada por la furia y mis ojos por el llanto no vieron venir el peligro, sentí flechas clavarse en mi cuerpo, caí junto a mi hermano, agonicé...agonizo.


  Cuando mi mente tomo claridad y vi lo que había hecho lloré con amargura notando que Eodred lloraba igual.


-Nos equivocamos, ¿verdad, Erin?...yo... lo amaba Erin, amaba a Berú-


  Sus palabras estaban llenas de dolor, de arrepentimiento y aún así trató de sonreírme al cerrar sus ojos para siempre, lo vi morir y mi corazón lo hizo con él.


  Tiemblo de dolor, de miedo, nos equivocamos tanto.


  La batalla ya ha acabado y no sé quien ganó, ¿ahora que importa?


  Ahora entiendo las palabras de mi padre.


  Nos autodestruimos, corrompidos por el poder, no importa cómo, era inevitable; pasara aquí y en otros lugares, no importó lo que hiciéramos por evitarlo siempre hay quien lo inicié y ya iniciado es imposible pararlo. El fin, la destrucción, llega a todos tarde o temprano.


  Este fue nuestro fin, esta fue mi historia, esta fue mi vida; ahora sólo me queda esperar...esperar mi último respiro.


  Esta cerca, lo siento.


  Mis parpados pesan, mi respiración se vuelve difícil, mis músculos están tiesos, mis labios secos, el frío me recorre, mi corazón late cada vez más lento, el sabor de la sangre ha llegado a mi boca y susurró otra vez:


-Euq sortseun sesoid son nenodrep- (que nuestros dioses nos perdonen)


“Odot eneit nu nif”...todo tiene un fin.


Fin


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