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Tú, Que Eres El Sol por Nessa Yaoi Uno

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            Tú, Que Eres El Sol

 

      Una figura apoyaba su rodilla en el suelo en signo de respeto a su maestro mientras inclinaba su cabeza a la espera de las órdenes que debería seguir para su más importante misión, aquella que lograría cambiar su vida para siempre.

- ¿Lo has entendido, Sai? Quiero saber lo que hace, cuando lo hace y como lo hace, serás su sombra en todo momento, incluso cuando duerme – demandaba seriamente la persona frente al joven anbu – Deberás entregarme un reporte completo sobre sus movimientos, con quien habla e incluso sus hábitos – hablando sin cambiar la expresión austera en su rostro – Hasta aquello que te parezca irrelevante, quiero saberlo todo de él, ¿Queda claro?

- Como usted ordene, Danzo-sama – sin levantar su cabeza.

- Y recuerda, puede parecer muy inofensivo en el exterior,  pero lo verdaderamente peligroso es lo que lleva dentro, y ahora ve, espero noticias muy pronto – dándole la espalda.

- Si, maestro – desapareciendo del lugar como una ráfaga de viento.

      Haber sido asignado al equipo de Kakashi-sensei facilitaría su tarea de espionaje para con el rubio ninja más alborotador de toda Konoha, pensaba nuestro nuevo personaje mientras caminaba rumbo al Ichiraku, parada obligada para el ojiazul, a seguir con la tarea que le fuera encomendada hacia casi un mes.

- ¿Otra vez tú? ¿Qué no deberías estar en alguna otra parte? Me sentara mal el almuerzo – dijo con cara de enfado el ojiazul.

- Es un lugar público, por lo que no necesito permiso para estar aquí – contesto el moreno sin cambiar de expresión.

- Lastima – poniendo sobre el mostrador el importe de la comida para luego caminar con las manos en los bolsillos y cara de pocos amigos.

      El moreno suspiro por un momento y comenzó a caminar a cierta distancia detrás del incomodado sujeto objeto de su misión a cumplir. Aunque últimamente  eso ya no representaba solo un trabajo para él, no sabia exactamente cual era la razón pero perseguir al kitsune a todos lados, sin contar cuando estaban en misión, le gustaba  al punto de hacerlo sentir agradablemente bien, aunque eso le resultara extrañamente excitante para su modo de ser.

- ¿Por qué me sigues? – pregunto el ojiazul deteniendo su paso.

- No te sigo, solo llevamos el mismo camino – parándose detrás del ojiazul.

- ¡Pues hazlo por otro lado! Es muy molesto tener a alguien caminando a la espalda, ¿Sabes? – sin siquiera mirarlo.

- ¿Por qué no te gusto? ¿Es porque no soy Uchiha Sasuke o tal vez…  porque te lo recuerdo?

- Primero que nada estas utilizando mal la palabra “gustar” – apretando sus manos dentro de los bolsillos - Y en segundo…

- ¿Por qué? Tú me gustas – soltó el anbu sin saber el alcance de sus palabras.

- ¡Búscate un diccionario, torpe! En cuanto a Sasuke ni siquiera lo menciones – agarrándolo por la ropa - ¡No eres él, y tampoco te le pareces! – mirándolo a los ojos, azul contra negro, color que le recordaba cosas amargas y de las que al parecer no podía escapar fácilmente.

- Es cierto, y siento un gran alivio por eso – agarrando las muñecas del kitsune.

- ¿A que te refieres? – afirmando el agarre.

- Traicionar a la aldea que lo vio nacer, intentar asesinar a un compañero… varias veces, es algo de lo que no se puede estar orgulloso, ¿O si? Decir que me parezco a él es todo un insulto para mi condición de ninja y tu compañero de equipo – sin apartar la mirada de los ojos azules que brillaban de la rabia por el comentario.

- ¡Eres un…! – grito mientras lo atraía hacia él.

- ¿Cuál es el problema, chicos? Están llamando la atención – dijo el peligris apartándolos.

- Al parecer mi opinión sobre el Uchiha no es del agrado de Naruto-kun, es todo – sin quitarle la vista al kitsune.

- Tienen que tratar de llevarse bien, ¿Comprenden? Pertenecen al mismo equipo, no quiero que sus opiniones personales afecten su desempeño, ¿Quedo claro? ¿Naruto? – poniendo su mano sobre el hombro del rubio.

- Como sea – apartando la mano del peligris y alejándose.

- Escucha, Sai – centrando su atención en el moreno - Sasuke es un tema delicado para él, en el futuro abstente de sacarlo a relucir o no podrán trabajar juntos, ¿Entiendes lo que digo, Sai? Bien, espero que algo como esto no vuelva a suceder, cuento contigo – aconsejo el ninja copia antes de retirarse.

- “Está decidido, la intensidad con que sus ojos me miraban… esos ojos con el color del cielo en verano, y con el mismo calor abrazador del sol, a mi mente vienen solo dos palabras “debo tenerlo” eso es, tener lo que el Uchiha no pudo o quiso, hacer que lo olvide por completo es la mejor venganza que se le puede dar a ese bastardo” – pensaba mientras se encaminaba tras el rastro del rubio.

- Sai, ¿Has visto a Naruto? – pregunto el Nara al pasar junto al anbu.

- ¿Para que lo buscas?

- ¿Disculpa? – no agradándole el tono empleado en la respuesta del anbu.

- Quiero decir… no, no lo he visto – adoptando su clásica expresión desinteresada para no poner en evidencia la molestia que le causaba la pregunta del Nara. Muy tarde para eso, estaba tratando con la persona equivocada.

- ¿Ocurre algo con Naruto? ¿Volvieron a discutir, Sai? – poniéndole suma atención al anbu y a cualquier reacción fuera de lugar.

- ¿Por qué el interés? – pregunto con un imperceptible tono de posesión para cualquiera, pero no para una persona que sabe leer entre líneas como  Shikamaru.

- ¿Por qué tengo la ligera impresión de que hablamos de dos cosas distintas? – pregunto el Nara con la perspicacia que lo caracterizaba.

- No lo creo, pero si lo veo le diré que lo estas buscando – comento mientras se retiraba.

- ¿En que estas pensando, Sai? “Tratas de ocultar interés bajo esa expresión desinteresada, chico astuto” – pensaba el Nara mientras tocaba su barbilla.

- En apropiarme de lo que el Uchiha desecho – murmuro imperceptiblemente el moreno antes de saltar a uno de los tejados.

- Creo que buscas una muerte poco natural, ¿Tendré que comenzar a buscar tu remplazo? – murmuro el Nara rascándose la cabeza al seguir con su camino.

      El ojiazul permanecía tumbado a la sombra de un árbol cerca del puente de reunión de todas las mañanas, fue lo más lejos que el enfado le permitió llegar, nada había cambiado, excepto el azabache por otro moreno de igual parecido pero muy diferente en carácter.

- “Maldición, ¿Por qué pierdo la calma cada vez que veo la cara de ese baka de Sai? Me inquieta el estar cerca de él, y aunque me pasaba lo mismo con Sasuke… la reacción es mucho más intensa cuando estoy junto a ese recién llegado, al principio era rechazo total, ahora… ahora ya no se ni lo que es, ¿Por qué dijo eso de que le gusto tan repentinamente? ¿Acaso sabia lo que decía? Tal vez no, se la pasa hablando puras tonterías desde el día que lo conocí, bueno, no es que yo sea un experto en palabras pero… ah, tampoco es que me importe demasiado  lo que diga o piense” – volteándose de lado para dormir una siesta, algo bueno para no pensar, sabemos de sobra que nuestro rubio no es nada bueno sacando conclusiones.

      Mientras tanto el anbu decidió hacer una parada en la librería antes de reanudar la búsqueda del paradero del ojiazul, luego de conseguir lo que quería y para estar seguro de no  haberse equivocado en su apreciación de lo que dicha palabra “gustar” conlleva, tras eso consiguió el lugar de descanso del kitsune junto al puente sobre el río, se instalo en una de las ramas por encima la cabeza del durmiente y hojeo el grueso libro en busca de la respuesta a la gran incógnita.

- ¡¿Q-Qué demonios…?! – pregunto el rubio sobresaltado al escuchar el ruido de algo que había caído en el suelo cerca de su cara.

- Según acabo de leer, tú “gustar” y el mío son completamente diferentes – se escucho arriba de  la rama.

- ¡¿Te volviste loco?! – mirando al que había interrumpido su apacible sueño.

- Loco… ¿Quieres que busque el significado de eso también? Escuche un rumor y me gustaría que me lo aclararas – saltando de la rama al suelo frente al ojiazul.

- ¿Cuál de tantos? – plantándole cara.

- Uno que debería ser privado pero que al parecer sucedió delante de mucho público, rumor que… por alguna razón no deja de molestarme – dando un paso hacia el ojiazul.

- ¿Molestarte? ¿Tú? No me vengas con eso, no sabrías diferenciar una ironía de una broma – retrocediendo ante el avance del otro.

- Al principio así era, pero he leído y observado mucho desde entonces, Naruto – dijo sin detenerse.

- Palabras, a veces no dicen lo que realmente piensas – chocando su espalda contra el árbol.

- Tienes razón, hay ocasiones en las que hay que dejar que el cuerpo hable – mirándolo intensamente - ¿Es cierto que besaste al Uchiha? – el rubio puso mirada de desconcierto por la pregunta tan directa y sorpresiva.

- No fui yo… él que… ¡Que demonios! ¡No tengo que explicarte nada a ti! – cambiando su mirada de sorpresa por otra de irritación.

- O sea que es verdad, ya veo… así que ustedes tenían esa clase de relación, ¿Es por eso que no puedes sacarlo de tu cabeza? ¿Es por eso que lloraste aquel día? Eso es… cómo se diría… ¿Patético? – apoyando sus manos en el árbol a ambos lados del kitsune.

- Bastardo, tú no entiendes lo que… - susurrando con rabia.

- ¿Entender? ¿Entender que deseas a alguien que a su vez te quiere muerto? ¡Ya basta de esa basura! Lo único que entiendo es que todo tiene un límite, y mi paciencia también – abrazándolo fuertemente e inmovilizándolo con sus brazos.

      La boca del anbu se movió presta hacia la abierta, por la sorpresa, del ojiazul, acción que aprovecho para colar su lengua y comenzar así un beso enérgico y bastante profundo. El rubio no podía creer lo que estaba pasando, para él era algo que se podía esperar de cualquiera menos de Sai. Poco a poco las mejillas del kitsune se tiñeron de rojo mientras sus ojos se entrecerraban ante el sopor del beso y la falta de aire, sintió que su cuerpo se aflojaba, sus piernas temblaban y su corazón palpitaba como loco.

      La mente del ojiazul estaba completamente en blanco, no podía pensar en nada más que no fuera el calor del momento que estaba viviendo, los labios de Sai, el cuerpo de Sai junto al suyo, la tibieza de los brazos de Sai rodeándolo, Sai, Sai, Sai, solo ese nombre ocupaba su mente, todo lo demás había sido borrado y eso lo aterraba. ¿Por qué? ¿Por qué él… hace esto? Pensaba mientras sus pulmones suplicaban por el vital aire, luego de que el moreno lo soltara, el ojiazul cayo de rodillas totalmente incapaz de sostenerse en pie.

- Puedes seguir pensando en el Uchiha o simplemente olvidarlo para siempre, yo estoy aquí ahora… y es tiempo de que te decidas, Naruto – desapareciendo del lugar.

- “¿Pero qué es lo que…? ¿Decidir? ¿Qué…que tengo que decidir? ¿Qué demonios acaba de pasar? No entiendo – dejándose caer en la hierba aun aturdido por el íntimo momento  con el moreno - ¿Qué quiso decir con eso? Por Kami, ¿Qué me hizo? No puedo mover mi cuerpo, es como si me hubiera succionado el alma, no lo perdonare, ¿Quién cree que soy? ¡No tenia derecho hacer esto! Demonios…” – cerrando sus ojos y quedándose dormido un rato después. Poco después y no muy lejos de donde el kitsune se encontraba…

- “Oh si, su boca es deliciosa, doy  gracias de que ese mal nacido del Uchiha lo haya dejado atrás, que no quiera verlo siquiera, ¿Cómo pudo despreciar a alguien tan maravilloso, hermoso, arrebatador y sensible a la vez? Ese beso fue…  ¿Podría parar aquí?  No lo creo, quiero más, más de esa sensación que sentí al tenerlo entre mis brazos… será mío, tú perdida es mi ganancia, Uchiha Sasuke”- pensaba mientras observaba a la distancia a su recién encontrado amor.

      Mucho había aprendido de los libros y del interactuar con los demás hasta ahora, pero nada de eso se comparaba con lo que su cuerpo había experimentado al abrazar y besar al ojiazul, el encuentro amoroso sobrepasaba sus expectativas con relación a lo leído o visto, su misión con respecto al Uzumaki había cambiado de ser un espía a ser un hombre dedicado, desde ahora, a conseguir por todos los medios que el rubio pasara a convertirse en algo de su propiedad en cuerpo y alma, esa era su prioridad sin saber que un obstáculo tremendamente grande se pondría  en su camino.

      Siguiente mañana  en el puente de reunión,  el anbu permanecía sentado en la baranda mientras contemplaba la espalda del rubio apoyado en sus brazos en el lado  contrario, punto donde se ubico luego de llegar y dar los buenos días a la pelirosa y no darse por enterado siquiera de la presencia del moreno, la Haruno parada en el centro del puente movía los ojos de uno a otro preguntándose si había pasado algo de lo que no estuviera enterada.

- “¿Qué es lo que sucede? Hay una atmosfera muy extraña entre esos dos, claro que su relación nunca ha sido buena, pero hoy particularmente…” –  pensaba la kunoichi tratando de sacar alguna conclusión.

- Buenos días – dijo el peligris al llegar al puente.

- Tarde como siempre, Kakashi-sensei – poniendo cara de disgustado como casi todos los días cuando su sensei se presentaba – ¿Y bien? ¿Qué haremos hoy? Espero sea algo entretenido – dijo el rubio parándose con sus manos en su cintura delante del sensei.

- Al menos es algo que disfrutas bastante, limpiaremos el río, ¿No estás contento?  A que si – revolviendo el cabello rubio, gesto que no agrado al anbu.

- De haberlo sabido antes me hubiera traído mi traje de baño – contesto irónicamente el rubio.

- ¿Acaso lo necesitas? El día de hoy se me antoja comer pescado – dijo el Hatake guiñándole un ojo al rubio.

- ¡Kakashi-sensei! ¿No querrá decir que tiene que hacerlo al  desnudo, o si? Hay una dama presente por si no lo noto – reclamo con cara de ogro la pelirosa.

- Ummh… no lo había pensado, pero no es mala idea, ¿Tú que dices, Sai?

- ¡No tienes que preguntarle nada a él! Hagámoslo de una vez y ya – grito molesto el rubio por la pregunta de su maestro al anbu.

- ¡No puedo creerlo! ¿No lo dirá en serio, cierto? ¿Qué es todo esto, una misión o un día de campo? No pienso tolerarlo – protesto la chica más caliente que plancha de chino.

- Por cierto, Sakura, Tsunade-sama te esta esperando en su despacho – dijo con una risita el ninja copia.

- Gracias a dios, así podre  librarme de ésta absurda situación – dando grandes zancadas en dirección a la aldea y a la torre de la Hokage.

- Bien – dando una palmada - ¿Están listos? Adelante entonces – poniéndose en marcha hacia el río.

- Oye, ¿No se supone que necesitamos los implementos para la limpieza? No pretenderás que limpiemos solo con las manos – comento el ojiazul mientras caminaban.

- En realidad… no existe tal misión, únicamente deseo pasar un tranquilo día solo con ustedes dos por compañía, es todo – poniendo cada brazo sobre los hombros de los jóvenes ninjas.

- En serio que eres extraño, Kakashi-sensei – dijo el rubio entornando sus ojos y poniendo cara de circunstancia – Bueno, entonces puedo regresar a… -tratando de dar media vuelta con dirección a su casa.

- Ni lo pienses, comeremos pescado ya sea que te guste o no… es una orden – jalando al ojiazul a su anterior posición - ¿Y tú, tienes algo que decir? – dirigiéndose al anbu.

- Que hoy comeremos pescado – dijo Sai por toda respuesta.

- Buen chico, pues andando – ratifico el peligris sin soltar los hombros de los jóvenes ninjas.

      El día era bastante agradable y soleado, lo que hacia que un buen chapuzón  en el rio sería algo refrescante y divertido, nada más llegar los chicos se dispusieron a sacarse la ropa para quedar solo con su prenda interior,  mientras el peligris se sentaba y apoyaba su espalda en un árbol cerca de la orilla, con la vista en ambos ninjas,  y una clara idea en su cabeza.

- ¡Oigan chicos! ¿Qué les parece una pequeña competencia? El que pierda será dueño del otro por un día entero, ¿De acuerdo?  – propuso el ninja copia captando la inmediata atención de los otros dos.

- ¿Qué clase de competencia? – pregunto el ojiazul.

- ¿Puedo pedir cualquier cosa? ¿En serio? – pregunto el moreno más interesado en el premio que en la juego en sí.

- Así es, y será algo que tiene que ser cumplido sin ningún pero – puntualizo el peligris.

- Ya veo – dijo Sai mirando con gran intensidad al kitsune.

- “¿Por qué me ve así? Oh no… ¿Qué es lo que está pensando? ¿Quiere obligarme hacer algo extraño…? ¡Ni en un millón de años, maldición! Tengo que ganar como sea” – pensaba el rubio mientras le sostenía la mirada al anbu.

- Ésta competencia, cualquiera que sea, la ganare, y entonces… - murmuro el moreno con una mirada deseosa puesta en el rubio.

- No, no… ¡No lo harás! Baka – mirando al otro con total rabia - ¿Qué hay que hacer, Kakashi-sensei?

- Pescar, el que más peces atrape gana, tienen una hora, comiencen – dando la voz de partida para el singular juego.

- ¡Voy a ganar sin duda! Y entonces…– grito el rubio antes de sumergirse bajo el agua.

- Ese seré yo, Naruto – murmuro el anbu antes de seguir al ojiazul bajo la superficie.

      Ambos chichos nadaban de un lado a otro tratando de conseguir los escurridizos peces que huían despavoridos ante sus posibles captores, mientras tanto el peligris observaba a los chicos aparecer de vez en cuando en la superficie para tomar aire, lanzar algún pescado hacia la orilla y volver a perderse en las profundidades del río, cada pez que era arrojado hacia fuera iba siendo colocado por el peligris en dos montones diferentes según quien lo lanzara. El tiempo limite estaba por terminar y la diferencia entre un montón y otro era de escasos dos peces a favor el ojiazul.

- Bien, creo que voy a tener que intervenir – murmuro el Hatake cambiando la balanza a favor del moreno - ¡Se acabo el tiempo! – grito cuando los chichos asomaron las cabezas por encima del agua.

- ¡Yo gane! ¿Verdad? ¡¿Verdad que si, Kakashi-sensei?! – gritaba el kitsune mientras corría hacia la orilla.

- Me temo que no ésta vez, Naruto – dijo el sensei.

- No puede ser… no es cierto – poniendo cara de desanimo.

- Tal vez la próxima – le susurro al oído el moreno al pasar junto a él.

- ¡Quiero la revancha! ¡No es justo que tenga que hacer lo que él diga! Debe de haber algo que yo…

- No seas mal perdedor, Naruto – concilio el peligris poniendo sus manos en los hombros desnudos del menor - ¿Hubiera sido justo para él de ser tú el ganador? Piénsalo – pasando sus dedos por la mejilla del rubio, los ojos del moreno echaban chispas.

- S-Supongo que no – sentándose sobre la hierba bajo el árbol - ¿Qué haremos con tantos pescados? La verdad… ya se me quito el apetito – mirando de reojo al anbu al tiempo que se dejaba caer sobre la hierba – Me iré a casa después que se seque mi ropa – cerrando los ojos para luego dormir tras el cansancio de la competencia.

- Creo que se quedo dormido – dijo Sai.

- Bien,  me llevare los peces o se echaran a perder,  los veré más tarde en el Ichiraku, yo invito – guiñándole un ojo al moreno.

- Pero pensé que…  - no entendiendo el proceder del sensei.

- Solo quería pasar un buen rato, y vaya que me divertí, ¿Podrías quedarte con él hasta que despierte? Me gustaría saber que le pedirás por perder, pero supongo que es personal, los veré luego  - desapareciendo rápidamente como siempre.

- Si, demasiado personal… e intimo, sensei – susurro el moreno.

      Lejos de aprovecharse de la situación, el anbu dejo que el kitsune durmiera cuanto quisiera sin llegar a tocarlo en ningún momento, disfrutaba demasiado de la vista para echarlo a perder por un mero impulso, en su mente imaginaba lo que su cuerpo deseaba hacer con aquel adorable y apetitoso rubio dormido junto a él, muy pronto llegaría el momento esperado para pasar de lo imaginable a lo practico,  y aunque sus dedos se morían por tocar la piel expuesta,  hizo acopio de toda su aparente frialdad para reprimir la apremiante tentación.

      La mirada del moreno seguía embriagada del kitsune cuando éste, entre suspiros y bostezos, despertó. El rubio miro a su alrededor dándose cuenta de que estaban completamente solos, no Kakashi, ni fogata, ni peces.

- ¿Soy yo o aquí faltan cosas que deberían estar? Y otras que deberían haber desaparecido – restregando sus ojos y refiriéndose al moreno.

- Seguramente lo dices por mi – comento el anbu mientras se vestía.

- Que listo, ¿Qué paso con el almuerzo? – vistiéndose también.

- Nos esta esperando en el Ichiraku.

- ¿Ummh?

- No me mires así, es cosa de Kakashi-sensei, ¿Nos vamos?

- ¿Quién dijo que quiero ir? – con su cara enfurruñada.

- El sensei paga – dijo con una media sonrisa el anbu.

- ¿Por qué no lo dijiste antes? – echando a correr hacia la aldea después de ponerse su ropa.

- Que predecible – siguiéndolo.

      En menos de cinco minutos estaban frente al Ichiraku y a espaldas del Hatake que esperaba sentado ante el mostrador.

- Se tomaron su tiempo, ¿Qué los entretuvo tanto? – pregunto el ninja copia mirando de uno al otro.

- Esperando que el bello durmiente despertara – dijo Sai tomando asiento junto al peligris.

- No me echen a mi la culpa, se supone que íbamos a comer pescado asado en el río, ¿Cierto? Ablando de eso… ¿Qué hiciste con ellos? – colocándose al lado contrario del anbu dejando al Hatake en el centro.

- Los vendí, si no, ¿Con que pagaría esto, eh? – entrelazando sus dedos bajo su barbilla.

- ¡¿Qué que?! ¡Entonces no es una invitación! Tramposo – reclamo el ojiazul dando un golpe en el mostrador - ¡Fuimos nosotros quienes hicimos todo el trabajo, maldición!

- Detalles, detalles, fíjate en lo bueno – mirando de reojo al rubio – Te divertiste, ¿No es así?

- ¡¿Qué tiene de divertido estar en deuda  con éste sujeto, ah? Pero gracias a ti y tu trampa no tengo porque pagarle a ese – cruzando sus brazos y girando su cabeza al lado contrario de los otros dos.

- Ni se te pase por la cabeza, yo gane y tú me pagaras, un trato es un trato, estuviste de acuerdo con eso, los peces nada tienen que ver, ¿Quedo claro? Naruto – amenazo el anbu colocándose tras el kitsune.

- ¿Quieres pelear? De seguro que en eso si que te gano – haciéndole frente al moreno.

- Creí que tu palabra valía algo, ¿No es lo que dices siempre? Presumes  que nunca te retractas de lo que dices… pero veo que eres solo un farsante – añadiéndole presión a la velada amenaza.

- ¡Por supuesto que no! Es por eso que yo…

- Continuas tras el Uchiha, odio lo terco que puedes llegar a ser – dijo el anbu con tristeza más que rabia en su rostro.

- ¡¿Cómo me llamaste?! Baka Sai – agarrándolo con ira por la ropa.

- Hey, hey, si no se calman ambos, voy a tener que ponerme serio – amenazo el peligris tomándolos por sus nucas y sentándolos ante el mostrador – Una deuda es una deuda, Naruto – revolviendo el cabello rubio – Y ahora comamos en paz, ¿Quieren? Lo demás lo solucionan después – mirando de uno al otro.

- Por mi está bien, ¿Naruto-kun? Supongo que estás de acuerdo – sentencio el moreno.

- Ninguno de los dos me deja alternativa, ¿Cierto? Y mientras que sea algo razonable… veré que puedo hacer – murmuro el ojiazul sintiéndose derrotado por partida doble.

      El almuerzo duro poco, también transcurrió en completo silencio salvo los sonidos propios al masticar los alimentos. Tras su segundo tazón de ramen, pues tenía poco apetito dado las circunstancias, el ojiazul se levanto, metió sus manos en sus bolsillos y se dispuso a marcharse sin pronunciar una palabra.

- ¡Hey!, ¿A dónde vas? Aun no aclaramos lo de…

- ¿Qué quieres? Dímelo de una vez y terminemos con esta tontería – deteniéndose sin mirar al moreno.

- Sabes perfectamente lo que quiero… - pegándose a la espalda del kitsune - Continuar donde nos quedamos ayer – susurro al oído del rubio.

- Ayer, ayer… ¿Te refieres a…? ¡De ninguna manera seguiré con eso! Dije que  solo haría cualquier cosa que fuera razonable – tensando su cuerpo al recordar el fogoso beso del anbu el día anterior.

- De acuerdo, si es mucho para ti cambiare la petición – poniendo una de sus manos en el hombro del ojiazul – Quiero que ésta noche duermas conmigo, no aceptare una negativa, ¿Comprendes?

- ¿S-Solo dormir, verdad? Si es así…  acepto – murmuro lleno de nervios.

- Estaré en tu casa a las siete, yo llevare la cena – bañando con su aliento caliente el cuello del rubio.

- D-De acuerdo – balbuceo al tiempo que su cuerpo se estremecía por la ardiente caricia que emanaba en forma de aliento de la boca del anbu.

Después de eso el ojiazul fue directamente a su casa.

- Esto está hecho un desorden – poniéndose rápidamente a limpiar y recoger el departamento - ¿Por qué estoy haciendo esto? No debería importarme ni un poco la presencia de ese baka – hablando consigo mismo mientras cambiaba las sabanas de la cama y colocaba junto a ésta el único futon que tenia.

      A la limpieza le prosiguió un largo y reparador baño de agua caliente, se vistió con lo que considero apropiado, pantalón corto y camiseta sin mangas, y se sentó en el pequeño balcón que daba hacia la habitación, con las piernas colgando y su cabeza apoyada en los barrotes de protección, de vez en cuando echaba una ojeada al reloj de encima del mueble para comprobar la hora en las manecillas que parecían no moverse.

- ¿Por qué estoy tan impaciente? Seria mejor que ese idiota no viniera, aunque lo dudo, no va a perder  el poder  fastidiarme teniendo la oportunidad, querrá cobrarse en algo los insultos que le dije cuando lo conocí por primera vez y los que continuo diciéndole, ¿Es porque se parece a Sasuke? No, no es como él ¡Maldición! ¿Aun son solo las cinco? Al diablo” – dejándose caer de espaldas al suelo, poco después se quedo dormido.

- Quedarse dormido y medio desnudo a la intemperie es malo para la salud, uzuratonkachi.

- Mmm… que mal sueño – murmuro el kitsune abriendo lentamente sus ojos.

- Yo no diría tanto – susurro el azabache agachado y apoyado sobre sus manos a ambos lados de la cabeza del rubio.

- ¿S-Sasuke? ¡Ahhhh! Demonios…– chocando su frente con la del Uchiha al levantarse precipitadamente por la sorpresa y adoptando una posición de alerta - ¿Qué haces aquí? ¿P-Por qué viniste? ¿Qué es lo que quieres? Nada bueno supongo – moviéndose despacio hacia la habitación y sin quitarle la vista al azabache.

- Saludar, ¿No es lo que los amigos hacen?

- Si, los amigos… - situándose frente al azabache y a la espera de cualquier movimiento sospechoso por parte de éste – Pero no considero un amigo a alguien que trato de matarme… dos veces – puntualizo el rubio.

- Buen punto, ¿No te has preguntado el porque? Veras… – sin quitar su mano del mango de su espada – Eso tiene una explicación muy simple – avanzando un paso hacia el ojiazul – Estas vivo porque así lo quise, había algo que terminar entre tú y yo,  Naruto – mirándolo fijamente.

- ¿Cómo que? ¿Darle gusto a tu nuevo jefe? Que otro haga el trabajo sucio por él es su estrategia predilecta, eso solo demuestra que te tiene bien agarrado por el cuello – mirando de reojo la hora en el reloj –“Tengo que hacer algo… terminar con esto antes de que llegue Sai, él no es rival para Sasuke, por Kamisama, no quiero que salga lastimado… o peor, muerto”

- ¿Tienes visita? – pregunto el azabache al notar el futon junto a la cama.

- “Rayos” solo hago limpieza, pero basta de charla, ¿Qué es lo que quieres realmente? Dilo de una vez y márchate – sintiendo que los minutos en el reloj ahora pasaban velozmente.

- Entonces si esperas a alguien,  no es un pariente ya que no tienes a nadie… ¿Un amante, quizás? Creo que di en el clavo – al notar el sonrojo en las mejillas del rubio.

- No es de tu incumbencia, y si no tienes nada más que decir márchate ahora – con mirada seria y amenazadora.

- Oh, pero si tengo algo más que decir… más bien, hacer contigo, dobe – caminando decididamente hacia el ojiazul.

- ¡Ni siquiera lo toques! Maldito Uchiha… – grito Sai colocándose de un salto en medio de ambos y con su pequeña espada señalando al azabache.

- Vaya,  pero si es mi copia barata – dando un salto hacia atrás a su vez.

- ¿Qué es lo que quieres aquí, maldito?

- Entonces eres tú el que ocupa el futon ahora – con una sonrisa maliciosa en sus labios.

- ¿Qué quieres decir?

- Bueno, a diferencia de ti, que ocupas el estúpido futon, yo dormía en la cama junto a él, y vaya que lo disfrutamos bastante, las cosas que hacíamos… Mmm, ¿No es así, dulzura? Dile, que no te de pena admitirlo, dobe – metiendo cizaña y desconfianza en la mente del moreno.

- ¡No es cierto! Sai, no le creas nada, él solo… - sintiendo la necesidad de justificarse ante el anbu.

- Puedes negarlo todo lo que quieras, amor mío, pero es la absoluta verdad, ¿Y ahora pretendes cambiarme por este remedo de ninja? Lo elegiste solo porque se parece a mí, pero sabes que el original es mucho mejor, estoy aquí para recordártelo, dulzura – haciendo un gesto con sus labios como quien lanza un beso.

- ¡Ya cállate! ¡Eres un maldito, te odio! – creando múltiples clones y abalanzándose sobre el azabache.

- Hey, esto quiere decir que mi visita amorosa tendrá que esperar – saltando por el balcón – Regresare cuando estés menos ocupado, mi amor – dijo el azabache con un tono de burla en sus palabras y luego desapareció – “Creo que cumplí con mi cometido, te quiero solo y desesperado, dobe, eso hará más divertido tu momento final” – dirigiéndose a la cueva de Orochimaru.

- “¿Por qué? El Sasuke parado frente a mi no era el Sasuke que conozco, si alguna vez sentí algo por ese maldito, ese algo acaba de morir, la próxima vez que nos encontremos no dudare ni por un segundo en acabar con él” – sentándose medio abatido sobre la cama.

- Naruto – se escucho la voz de Sai, que a todas estas aun permanecía en el mismo lugar dándole vueltas en su cabeza a todo lo dicho por el azabache.

- ¿Aun sigues aquí? Sera mejor que te marches – con su cabeza gacha y los brazos entre sus piernas.

- No me estas tomando en serio – subiendo a la cama y arrodillándose a espaldas del ojiazul.

- Pero todo lo que Sasuke dijo…

- Solo mentiras, ¿Crees que me trague toda esa sarta de patrañas?  Dame algo de crédito, ¿Quieres? Por favor – poniendo sus manos sobre los hombros del kitsune.

- No tienes como comprobar que todo lo dijo no es la verdad – susurro el rubio.

- No lo necesito, creo en ti, Naruto – rodeándolo con sus brazos – Solo está resentido de que alguien te tenga y…

- ¿Me tienes? Creo que te estas adelantando a los hechos, yo aun no…

- No te resistas, y si, quiero tenerte – besando el cuello del rubio – Que seas mío, es lo que más deseo en este instante, ¿Nunca te han dicho que eres como el sol? Cálido, brillante… – abrazando fuertemente al ojiazul –  Capaz de cegarte si se mira directamente, pero aun así, tan atrayente que no importaría morir bajo sus rayos con tal de mirarlo por siempre, ese que nunca se apagara y que siempre nos bañara con su calor,  y tú… eres el sol para mi, Naruto – el kitsune cerro los ojos dejándose llevar por las dulces palabras del anbu.

- ¿De donde sacas todo eso?  Tú,  que siempre has sido persona de pocas palabras, me sorprende que puedas expresarte así – acurrucándose contra el cuerpo del moreno.

- Me agrada el hecho de que aun pueda sorprenderte – abrazándolo un poco más.

      Jamás nadie le había hablado así al ojiazul, y mucho menos hacerle sentir necesitado, y a la vez, especial. Ni siquiera el Uchiha con el que siempre creyó tener una fuerte conexión le hizo sentir de esa manera. Ahora, prácticamente un desconocido le abría las puertas a un mundo nuevo lleno de emociones, y porque no decirlo, de amor incondicional y eterno.

      El ojiazul, sintiendo que se hundía más y más en las tibias aguas de las palabras y el rose del cuerpo del moreno, decidió rendirse ante la llamada del amor que éste le ofrecía y del cual él mismo formaba parte. El rubio giro lentamente su cabeza y fijo su mirada en los ojos negros, que deseosos, pedían unirse con los azules en una danza erótica.

- ¿Realmente quieres estar con alguien con una vida tan enredada como la mía? Que es perseguido y hostigado por un montón de gente que ni siquiera conoce, más un ex compañero de equipo que me odia al punto de querer asesinarme, pero no sin antes cumplir su más vil deseo…  como puedes ver, soy bastante afortunado – no pudiendo contener una lagrima que fusionada con una forzada sonrisa dibujaban su rostro.

- Escúchame bien, nada de lo que digas podrá separarme de ti, incluso si me cuesta la vida, yo te protegeré – agarrando con suavidad el rostro del rubio – Cualquier cosa que se nos atraviese la superaremos juntos, puede que no sea tan fuerte como el Uchiha, pero créeme, no dejare que se te acerque de nuevo nunca más – besando con ternura la mejilla del ojiazul.

- Sai… - murmuro aliviado y descansando  su cabeza en el pecho del anbu.

      El moreno se sintió feliz ante el proceder del kitsune, creía que aunque no era el amor lo que lo impulsaba, tomaría de él cualquier gesto, ya fuera de amistad, consuelo, desahogo, y el más importante… amoroso. Y aunque se estaba muriendo de ganas de besarlo, tocarlo y poseerlo, solo se quedo allí acariciando el cabello rubio y esperando, no le importaba cuanto tiempo tuviera que permanecer así, seguiría allí hasta que el ojiazul quisiera entregarle lo que más anhelaba.

- ¿Estas mejor? Si tienes hambre la comida esta en el balcón, aunque probablemente ya se enfrió – murmuro con una sonrisa el anbu.

- ¿Podría quedarme así otro rato? Tus brazos me hacen sentir mucho mejor que cualquier comida en el mundo – susurro acurrucándose aun más en el pecho del moreno.

- Toda la vida si así lo quieres – besando el cabello rubio.

- Toda la vida…  es poco tiempo, ya que podría morir mañana – murmuro.

- Y yo gustosamente moriría contigo, así podríamos seguir juntos por toda la eternidad.

- ¡No! No quiero ser la causa de la muerte de alguien, y mucho menos la tuya – despegándose del moreno para mirarlo a los ojos.

- Si tú mueres, ya no quedaría nada más para mí, entiéndelo – agarrándolo por los hombros.

- ¡Patrañas! Hablas como si fuéramos dos amantes en un pacto suicida – separándose intempestivamente del moreno.

- Lo de ser amantes suena muy bien, de lo otro no estoy tan seguro, además no estás pensando con claridad – siguiéndolo por la habitación – La visita de ese maldito… ¿Tú realmente…  deseabas verlo de nuevo? – apretando los dientes mientras preguntaba.

- ¿Lo ves? Estás dudando de que lo que dijo fuera cierto, ya lárgate de aquí – poniendo cara de enfado y dándole la espalda.

- Naruto, espera… yo… - estirando su brazo para tocarlo.

- ¡Vete! O yo mismo te sacare a patadas – haciéndole frente.

- Esto aun no termina, Naruto – saltando por el balcón.

- Baka, Sai – cayendo de bruces sobre la cama – “Esto es injusto, ¿Por qué tuve que enamorarme de un sujeto tan impredecible y austero como ese? ¿Dije amor? Bueno, supongo que el negarlo no serviría de nada, ¿Por qué siempre me toca lo más difícil? Maldición”

      Por otro lado, y desde el tejado contiguo, el anbu permaneció vigilando la casa del ojiazul hasta que éste decidió acostarse a dormir, por lo que se dispuso a regresar a su hogar, y mientras saltaba de tejado en tejado, pensaba que las cosas no podrían estar peor para él. Eso claro, que aun no sabia lo que lo estaba aguardando al llegar a su casa.

- ¿Donde has estado, Sai? Llevo rato esperando – dijo desde las sombras otro anbu perteneciente a la raíz al igual que Sai.

- ¿A que has venido? ¿Qué quieres? – mirando fijamente la mascara de su interlocutor.

- Veo que has estado muy ocupado vigilando al Uzumaki, incluso hasta te has metido en su casa, ¿Algo interesante que contar?

- ¿Acaso estas siguiéndome? – poniendo la cara más seria de la que era capaz.

- No por gusto, déjame decirte – acercándose unos pasos hacia el menor – Has estado divagando demasiado, y eso, a Danzo-sama, no lo tiene muy contento que digamos – hablando severamente – Tus ordenes eran vigilar a ese monstruo y dar un informe detallado de sus actividades, algo que pareciste olvidar, Sai, debes…

- No me digas como hacer mi trabajo, mis métodos no son de tu incumbencia, Danzo-sama es al único que tengo que rendirle cuentas – poniendo en claro su posición.

- Y lo harás, ya que vine a informarte que quiere verte… ahora – señalando con su mano la salida.

      Y mientras el ojiazul viajaba por la tierra de los sueños, el moreno se dirigía al de las pesadillas.  Allí,  hincado sobre una de sus rodillas y con la cabeza baja, esperaba el reclamo o nuevas ordenes del que era considerado su maestro y mentor. El hombre lo escudriñaba con sus pequeños ojos llenos de rencor y malicia, ya que dudaba de su lealtad hacia su persona, no obstante sabia que aun seguía bajo su dominio y esperaba sacarle el mayor provecho posible a esa personalidad servil que el anbu poseía.

- Últimamente estas muy apegado  a ese engendro, Sai – poniendo énfasis en la palabra “engendro” al referirse al kitsune.

- Solo trato de ganarme su plena confianza, ¿Por qué precipitar las cosas? Estoy seguro de que fingir ser su amigo dará mejores resultados, ¿No le parece? – apretando los dientes mientras hablaba.

- Puede que tengas razón, pero no correré el riesgo de que enloquezca y acabe con toda la aldea – poniendo semblante severo – Así que he decidido que su muerte es lo más conveniente para todos, esa es tu nueva misión, Sai, deberá ser rápida y calladamente, no quiero alertar a los demás sobre mis planes, ¿Esta claro? – ordeno el anciano.

- “¿Matar…  matar a Naruto? Si lo hiciera,  que no lo hare,  no seria mejor que el Uchiha bastardo, ¿No es así? Resulta irónico, si esa orden me hubiera sido encomendada al conocerlo, no  hubiera dudado en hacerlo ni por un instante, en cambio ahora me toca hacer todo lo opuesto. Protegerlo, cuidarlo y amarlo es lo que debo hacer en estos momentos, y para eso… se con quien debo contar” – pensaba mientras seguía en la misma pose.

- Deberás cumplir con esta misión en el término de tres días, aprovecharemos el festival de la cosecha cuando toda la aldea esta ocupada con otras cosas – caminando unos pasos hacia el menor – De no poder cumplirlo a tiempo, otros te reemplazarán, y ahora vete – dándole la espalda.

- “Jamás antes había desobedecido una orden, pero esto… esta mal, obviando los sentimientos que tengo por ese rubio cabeza dura, Naruto es una buena persona, se preocupan por los demás antes que de si mismo, hace suyos los problemas de todos sin pensar en las consecuencias, hasta hace poco pensaría que es un completo estúpido, pero ahora… es lo más adorable que puede haber en este mundo” – reflexionaba mientras caminaba a su casa.

- ¿Qué, dando un paseo tan tarde? Los niños buenos se van a la cama temprano – dijo el peligris saliendo de uno de los callejones.

- Kakashi-sensei…

- No tienes buena cara, ¿Paso algo entre Naruto y tú después que los deje? Por Kami, ya va siendo hora de que enfrentes lo que sientes por él, Sai – tocándole el hombro.

- Se lo dije, le dije todo lo que llevaba aquí dentro – poniendo su mano sobre su corazón.

- ¿Y que tal? ¿Se conmovió o te golpeo?

- Pues… digamos que luego que el Uchiha se fuera…

- ¿Qué… Sasuke? ¿Sasuke estuvo en la aldea? Dime que fue exactamente lo que paso – mirando fijamente al anbu.

- Él… el muy bastardo pretendía… - tratando de borrar de su mente las palabras del azabache.

- ¿Aun sigue con eso? Debemos tener cuidado de…

- ¿Usted lo sabia?

- Nunca lo demostró abiertamente, pero estoy seguro que lo deseaba, por eso no puedo entender el hecho de que haya tratado de asesinarlo  en dos ocasiones,  veo que su malsana obsesión por Naruto aun continua– con su mano en la barbilla.

- ¿Y eso no le preocupa? Además… hay otros problemas más urgentes – mirando hacia el suelo.

- ¿Qué quieres decir? – pregunto con curiosidad el ninja copia.

- En un principio cuando me asignaron al equipo siete… mi misión era vigilar a Naruto, informar de todo lo que hacia y…

- Ya lo sabia, creo que me subestimaste bastante, pero… no importa, continua – cruzando sus brazos y divirtiéndose ante la cara de sorpresa del moreno.

- Y eso es todo lo que pasa – contándole con pelos y señales la actual situación de su amado rubio.

- Siempre sospeche que Danzo-sama estaba detrás de tu proceder y comportamiento, pero no te preocupes, daremos al traste con todos sus planes e intrigas  - dándole ánimos al menor – No eres el único que quiere a Naruto sano y salvo, tiene muchos amigos que lo protegerán sin importar  que – guiñando el ojo.

- ¿Deberíamos decírselo?

- No es conveniente, conociéndolo de seguro iría hacerle frente al anciano sin pensar en las consecuencias, mejor trata de estar a su lado al mayor tiempo posible… tres días, ¿Eh? – quedando pensativo.

- Puede que sea difícil, no nos separamos en buenos términos cuando me grito que me marchara – dijo apesadumbrado el moreno.

- Pues tendrás que hacerlo, ¿O prefieres que encargue ese trabajo a alguien más? – pregunto pícaramente el peligris.

- No tienes que preguntar, por supuesto que no, puede que sean los últimos días que pase a su lado.

- No seas melodramático, nada les pasara a él ni a ti, yo me encargo de eso – metiendo sus manos en sus bolsillos para ir tranquilamente a su casa.

- Eso espero, de lo contrario yo… - murmuro el anbu camino a la suya.

    Ahora al moreno solo le quedaba pensar en cómo acercarse al rubio sin que este intentara sacarle los ojos, por los próximos tres días tenía que cuidarlo sin que sospechara nada de su actual situación y cercana muerte, hasta pensar en esa palabra hacia que un escalofrío aterrador recorriera su cuerpo y estrujara del todo su joven corazón, luego de darle muchas vueltas al asunto decidió que sin importar lo que el ojiazul dijera, protestara o pataleara, él se mantendría al cuidado de su persona le gustara o no, y dicho y hecho volvió sobre sus pasos con dirección a la casa del Uzumaki.

- ¿Qué? ¿En donde se metió? Siempre haciéndome las cosas más difíciles… ese terco cabeza dura – luego de constatar que al que debía cuidar no se encontraba en casa.

- “Ese estúpido Sai, por su culpa no pude conciliar el sueño, ¡Jah! Y quien podría después de todo lo que paso, Sasuke… ¿Por qué tenias que venir y llenar con todas esas mentiras la cabeza de ese tonto? De por sí él ya es difícil de entender para que ahora tenga que lidiar con toda esa errónea información, aunque pensándolo bien no tiene porque no creerlo… ya que Sai no sabe nada de mí, en su lugar tal vez yo pensaría igual… maldición, es suficiente” – caminando por las calles, aun llenas de gente, con las manos en sus bolsillo y tratando de convencerse de dar una segunda oportunidad al anbu de ojos negros y recortada personalidad. 

    Luego de mucho caminar se detuvo delante de uno de esos negocios que cobran vida cuando llega el anochecer, las risas y el murmullo de muchas voces llenaban el lugar haciendo del ambiente algo acogedor y divertido.

- Ah, si fuera mayor podría beber un trago y olvidar todo… ¡Oe! – al ser tropezado por uno de los clientes que salía más que alegre del recinto – Espera… tiraste tu… - sosteniendo una botella en sus manos antes de que tocara el suelo – Esto es… sake - oliendo el contenido – Bueno, no pierdo nada con probar un poco – buscando un lugar donde no pudiera ser visto.

    El ojiazul se situó en el banco mismo banco donde una vez llorara la muerte de Ero-sennin, luego de echar un vistazo al embase y luego de un largo suspiro decidió que bebería el contenido sin importar qué. Un trago siguió al otro y así sin darse cuenta había vaciado lo poco que quedaba en la botella, que para los bebedores consumados no daba ni para empezar, pero tratándose de alguien en su primera vez era suficiente para ver elefantes rosa volando sobre su cabeza.

    Luego de vaciarse el contenido del líquido transparente, pego su espalda al respaldo, dejo caer su cabeza hacia atrás, y su vista en el cielo, la botella vacía fue a parar a sus pies y sus sentidos al mundo de los ebrios, no muy lejos del lugar una figura vestida de negro se acercaba rápidamente.

- Al fin, me has hecho dar más vueltas que una rueda de la fortuna, Naruto – dijo aliviado el joven anbu.

- Ehhh… viniste, ¿Por qué tardaste tanto? Baka Sai – arrastrando las palabras y haciendo un esfuerzo por levantarse hasta que lo consiguió.

- Oye, espera… - sosteniéndolo al verlo tambalearse hacia delante - ¿A que huele? ¿Es… sake? Naruto, tú… estas ebrio, ¿Dónde conseguiste…?

- Mmmh… me lo dio un pajarito – poniendo sus brazos alrededor del cuello del moreno – Eres guapo, ¿Sabias? – con voz pegajosa y las mejillas encendidas.

- Lo que digas, vamos, te llevare a casa – soltando los brazos de su cuello.

- ¿A la tuya o la mía? Jajaja…  - casi cayéndose hacia atrás, Sai lo retuvo con una mano en la espalda y la otra donde empieza el paraíso para muchos.

- Oh, eres un pervertido, baka Sai… cárgame – haciendo boquita de pescado.

- ¿No estás grande para jugar al caballito? – con ganas de comérselo con todo y ropa.

- Entonces aquí me quedo – tratando de volverse a sentar en el banco.

- Eres muy cabezota… de acuerdo – ofreciendo su espalda al rubio.

    El anbu se sentía feliz al contacto con los brazos del ojiazul sobre sus hombros y alrededor de su cuello, imaginaba toda clase de situaciones de sus cuerpos enredados amándose sin ninguna restricción, se le hacia la boca agua al pensar en sus labios recorriendo toda la superficie de la piel blanca y suave de la persona que hacía que sus fantasías sexuales volaran por todo lo alto, la simple respiración del ojiazul en su oreja lo trastornaba y excitaba al máximo, no estaba seguro de aguantar por más tiempo el deseo de tenerlo a toda costa.

- Tu espalda es muy cálida – susurro el ojiazul.

- ¿Solo mi espalda? ¿Algo más? – siguiéndole la conversación.

- Y también… me gustan tus besos – dijo con un suspiro más que significativo, el moreno pensó que su corazón reventaría de tanta dicha.

- Te besare todas las veces que quieras – sin poder ocultar la sonrisa por la alegría que inundaba su pecho.

- Te amo… baka Sai – recostando la cabeza en la espalda antes apoyada en el hombro del anbu, el moreno detuvo su paso al oír lo que tanto anhelaba escuchar desde hacía unos días.

- También yo, Naruto, también yo – reanudando el camino luego de reponerse de la sorpresa. Luego de unos minutos llegaron a la casa del ojiazul.

    Siguiente día por la mañana, el rubio abrió pesadamente sus ojos y luego los apretó con molestia al recibir la luz vespertina, sentía la boca pastosa y su cuerpo sumamente pesado, tenía dolores por todas partes como si hubiera recibido una fuerte paliza al apoyar sus manos para levantarse toco algo que no debería estar allí, lentamente volteo su cara y se encontró con una gran sorpresa, tendido a su lado y completamente desnudo, al menos lo que podía ver en donde terminaba la manta que los cubría, estaba dormido el anbu de ojos negros.

    El rubio abrió tremendamente sus ojos y salto del futon, sus ropas estaban regadas por toda la habitación, la cama desecha, y un frasquito de aceite que no sabía de dónde rayos había salido, sin pensar en más se dirigió al baño, al dar los primero pasos se agarro la parte baja de su espalda debido a un extraño dolor que nunca antes había sentido, camino como pudo hasta el sanitario y se encerró dentro, la cabeza le daba vueltas y las nauseas se adueñaron de su estomago, se miro al espejo y gritó al ver las marcas rojas por todo su cuerpo, lógicamente el grito atrajo inmediatamente al anbu hacia el baño.

- ¡Naruto! ¿Qué sucede? Abre la puerta – golpeando la superficie de madera, esta se abrió lentamente.

- No grites… oh, mi cabeza – agarrándosela con ambas manos.

- Tú gritaste primero, se puede saber porqué.

- ¿Qué es esto?  Mira – señalando las marcas en su cuerpo - ¿Qué paso anoche? No puedo recordar nada después de la botella de sake, eso es… tal vez soy alérgico al alcohol - dijo como pensando en voz alta – Sea como sea, jamás volveré a tomar algo semejante… también me duele todo mi… ¡Oye! ¡Ve a ponerte algo de ropa, maldición! – volteando el rostro de mejillas encendidas al darse cuenta al fin de que el moreno estaba como dios lo trajo al mundo.

- Por favor, ¿Vas avergonzarte ahora después de todo lo que paso? Eso no te detuvo anoche  – cruzando sus brazos y apoyándose en el marco de la puerta.

- ¿Pasar qué? ¿De qué hablas? ¿Qué me hiciste? Parezco un mapa señalando los puntos más importantes – poniendo cara de enfado al referirse a las marcas enrojecidas en su cuerpo.

- Después de decir que me amabas, es lógico pensar lo que viene a continuación – sonriendo pícaramente.

- ¡No inventes! ¿Cuándo dije tal cosa? ¿No serás tú el que esta desvariando? – con el enfado cada vez más elevado.

- A las pruebas me remito – tocando con su dedo una de las marcas en el pecho del rubio, éste lo aparto de un manotazo.

- ¿Porque te empeñas en desestimar lo obvio? Me amas, lo dijiste tantas veces anoche mientras te hacia…

- ¡Suficiente! ¡Voy a bañarme! – empujando al otro afuera y cerrando violentamente la puerta del baño.

- Podríamos hacerlo juntos, Naruto – del lado de afuera de la puerta.

- ¡Muérete!

- “Es terriblemente sexi cuando se enfada… en fin, cero que iré a preparar el desayuno, tanto ejercicio me dio hambre” – y no era para menos ya que estuvieron gran parte de la noche teniendo sexo.

- “Maldición, maldición, maldición… ah, ¿Por qué no puedo recordar nada? Mi primera vez y no puedo decir si fue bueno o no, lo único que me quedo fue dolor en todo mi cuerpo, especialmente en… - tocando sus caderas y trasero – Rayos, el de él es más largo que el mío, sin embargo no siento que estuviera lastimado… tengo que agradecer de eso al zorro también” – terminando de bañarse.

- Mi turno.

- Ah, aun estas aquí – al encontrarlo de frente al salir del baño.

- Y no iré a ningún lado, cuando acabe iremos a desayunar, yo invito – sonriéndole al rubio.

- Es lo menos que puedes hacer después de haberte aprovechado de la situación – reprochándole al otro.

- Si no mal recuerdo fuiste tú el que se me tiro encima, no podía dejar pasar semejante oportunidad – guiñándole un ojo.

- Si así ocurrió, no era yo el que…  todo fue culpa del sake, así que no cuenta – desviando su mirada.

- Puedes darle las vueltas que quieras, pero paso y eso es lo que realmente importa – plantando, antes de entrar al baño,  un beso sorpresivo en la mejilla del rubio.

    Luego de aseados salieron a la calle con rumbo al Ichiraku, ya sentados ante el mostrador el rubio dio malamente los buenos días al anciano y pidió algo fuera de lo usual, el dueño lo observo atentamente.

- ¿Dijiste solo caldo? ¿Estás enfermo, Naruto? – sirviendo lo que el ojiazul pedía.

- Hoy desperté con una sensación desagradable – mirando de reojo al moreno.

- Tal vez te resfriaste, es época de gripes, ¿Sabes?

- Seguro que sí, las enfermedades llegan sin previo aviso y sin que se puedan evitar – mirando directamente al anbu esta vez.

- Pero también existen los remedios para atacarlas – devolviendo la mirada y a la vez la ironía.

- Es cierto, pero a veces resultan peor que la enfermedad en sí – sorbiendo el ardiente liquido.

- Hey, Naruto, por aquí andabas – dijo el Nara parado a espaldas del rubio – Oh, ¿Qué tienes aquí? Es una marca roja… - bajando un poco el cuello de la chaqueta del ojiazul.

- Ah, eso… es la picadura de un bicho, no te preocupes no duran mucho – poniendo el tazón vacio sobre el mostrador.

- Debió ser un bicho muy grande para dejar semejante marca – dijo irónicamente a la vez que echaba una mirada al anbu – Bien, nos estamos viendo, cuídate, no tienes buena cara – dando una palmada en la espalda del rubio antes de marcharse.

- ¿Qué? deja de verme así o te echare insecticida – para dar más énfasis a lo del bicho.

- ¿Quieres dar un paseo? – luego de pagar por el desayuno.

- ¿Contigo? Ni hablar, además debo buscar a Kakashi-sensei – levantándose.

- No tendremos misión hoy.

- ¿Cómo lo sabes?

- Me lo dijo el sensei, tenía algunas cosas que hacer – como organizar la trampa para Danzo y sus secuaces.

- ¿Cuándo? Apenas acabamos de salir de casa – dijo sorprendido.

- Anoche después de que te quedaste dormido luego de nuestro encuentro amoroso.

- ¿Vas a seguir con eso? Da igual, me viene bien ya que hoy me siento terriblemente – poniendo la mano en su estomago.

    Recapitulemos, y en cuanto a la noche en cuestión, esto fue lo que sucedió, luego de llegar a la casa del rubio y bajarlo de su espalda en la habitación las cosas se pusieron extrañas, con el ojiazul al menos. El Uzumaki caminaba dando tumbos por toda la estancia mientras se despojaba de su ropa y la tiraba al piso, el moreno solo lo veía y se cercioraba de que no tropezara con nada ni saliera al balconcito.

- Tengo mucho calor – siguiendo con su ritual de desnudarse - ¿Por qué hay tanta luz aquí, quítala – poniendo su brazo sobre sus ojos.

- No es conveniente, así no podría ver lo que haces – acercándose al rubio que a todas esta ya estaba en ropa interior – Sera mejor que te acuestes y…

- No quiero dormir aun – agarrándose de los brazos del moreno y dejándose caer sobre la cama y al anbu sobre él.

- Naruto… - con su cara muy cerca de la del ojiazul.

- Eres lindo, te pareces a ese maldito… pero tú besas mejor – atrayendo la boca del moreno hacia la suya.

- Estas provocándome, no puedes decir algo como eso y esperar que me quede tranquilo – sentándose sobre las caderas del rubio y quitándose su camiseta – Ya no hay marcha atrás, Naruto poniendo sus manos sobre el pecho desnudo.

- ¿Mmh? – agarrando una de las manos del moreno y metiendo su dedos índice y medio en su boca comenzó a chuparlos y succionarlos ávidamente.

- Oh, dios… eres increíble - cerrando sus ojos y disfrutando de la sensación, luego deslizó los dedos húmedos hasta el pecho, pasando por el cuello y terminando en los abultados pezones, luego reemplazo estos por su boca y los lamio, mordió y succiono hasta ponerlos rojos - ¿Te gusta? – al escuchar los gemidos del rubio.

    A pesar de la condición especial del cuerpo del ojiazul, el alcohol en su sangre hacia que su embriaguez se agudizara, casi no podía moverse, con los ojos cerrados y sus mejillas enrojecidas solo se dejaba llevar por lo que iba sintiendo a cada acción que el moreno tomaba, como por ejemplo una caliente lengua en su miembro y unas manos que acariciaban su pecho y pellizcaba sus montecitos casi en erupción, sin precisar si fue producto del alcohol o su primera masturbación bucal, el ojiazul eyaculo en los labios del moreno.

- Mmm… tienes buen sabor – lamiendo el semen derramado – Quisiera el mismo trato de tu parte – quitándose sus pantalón y ropa interior y acercando su pelvis a la cara del rubio rozo la punta de su pene en los labios de este, por un momento el Uzumaki abrió sus ojos y borrosamente pudo distinguir algo inmenso, o así lo veía él, muy cerca de su rostro – Abre grande, el pedido fue aceptado y también el trozo de carne dentro de la boca del rubio – No lo vayas a morder… Ahhh… eres grandioso – moviendo lentamente sus caderas y asegurándose de que solo la punta entrara y saliera, no quería llegar ahogarlo en un descuido debido a la excitación.

    Luego de unos momentos decidió que era suficiente, no quería echar a perder de derramarse en el plato principal, se coloco entre las piernas del rubio y las puso sobre sus hombros, comenzó a masajear los alrededores de la entrada para ir preparando su actuación, digámoslo así, y mientras lo hacía observaba como el agujero se habría y contraía debido a sus masajes, eso provocaba que su excitación fuera en aumento, imaginaba siendo aplastado por las paredes interiores hasta hacerlo enloquecer, y no esperaría mucho para sentirlo en lugar de imaginarlo.

- Voy a entrar, lo hare despacio… así que tendrás que soportarlo, eres un chico fuerte – colocando la punta en la entrada – Así que estoy seguro… que podrás con esto – hundiéndose poco a poco mientras le hablaba, la mueca del rubio le indico que no lo estaba pasando tan bien como debería – Lo siento… solo falta un poco más – su intención era bien clara, quería estar al completo dentro del ojiazul, y nada lo detendría de hacerlo.

    El dolor provoco que el rubio agitara un poco sus caderas a fin de deshacerse de lo que lo estaba molestando, sus ojos al igual que sus labio se apretaron, sus dedos se crisparon sobre la manta, y el sudor en su frente hacían brillas su piel, el moreno puso sus manos sobre su vientre para detenerlo.

- No forcejees o será peor, solo relájate… eso es, ¿Lo ves? Ya estoy dentro, eres extraordinario, no creí que lo retendrías completo – No me moveré aun, aunque me muero por hacerlo, seré paciente, esperare a que te interior se adapte un poco – acercando su rostro al del rubio, que poco a poco iba relajando sus facciones de dolor hasta relajarse por completo – Quiero besarte – abriendo con su lengua la boca del ojiazul, y aunque estaba medio inconsciente este respondía perfecta y fogosamente al beso – Veo que aun tus sentidos no se han dormidos – saliendo un poco para ir acostumbrando al rubio a lo que vendría.

    A cada momento sacaba un pedacito más de su miembro y se volvía a hundir hasta que el rostro del rubio y sus gemidos le decían que ya el dolor había desaparecido y en su lugar solo el placer era sentido por el ojiazul.

- Estaba esperando eso – saliendo hasta la punta esta vez y volviendo a entrar con mayor ímpetu.

    Teniendo mayor libertad para moverse y menos daño que hacer para preocuparse, el moreno sujeto las piernas por debajo de las rodillas y las flexiono pegándolas al contraído vientre, luego comenzó a embestir con mayor rapidez a veces y lentamente otras veces, solo hacia lo que  su cuerpo le pedía y daba mayor placer, su vista no se desviaba del rostro del rubio para así apreciar cual era el instante en que mostraba su máximo sentir y trabajar en ello, quería que a pesar de su condición de embriagues experimentara el mayor gozo posible dadas las circunstancias.

- Es ahí… tu punto – observando las placenteras facciones del rubio.

    El ojiazul jadeaba y gemía a pesar de que no hacia movimiento alguno, el anbu sintiendo que estaba a punto de venirse tomo el miembro del otro y comenzó a masturbarlo para tratar de terminar al mismo tiempo, cosa que sucedió momentos después, luego se dejo caer sobre el pecho del rubio no sin antes besarlo tiernamente, instante en el que se dio cuenta que este se había quedado profundamente dormido.

- Hoy lo dejare hasta aquí dado tu estado… espero que no sea la primera y última vez – susurro al no saber cuál sería la reacción del ojiazul al enterarse – Sera mejor que te ponga en el futon, sería peligroso que te quedaras en la cama – depositando el cuerpo inerte en la superficie blanda – Te limpiare un poco para que estés más cómodo – consiguiendo una toalla mojada en agua tibia, luego de asearlo lo tapo con la manta y se acostó a su lado. Volviendo al presente…

- ¿En verdad todo eso sucedió? – pregunto el ojiazul no pudiendo dar crédito a lo relatado por el anbu.

- ¿Por qué te mentiría? – mirando al rubio.

- No sé, ¿Tal vez porque desde que te conozco no has dicho ni una sola cosa que sea verdad? – recordando ciertos incidentes desde que el moreno llego para formar parte del equipo siete.

- Es cierto que en un principio tenía órdenes de vigilar todo lo que hacías, así como la misión de acabar con el Uchiha bastardo, no me importaba nada, ni tú, ni él… pero me cambiaste, desde entonces comencé a darle importancia a la amistad y otras cosas, Naruto – la sinceridad en los ojos del moreno le ponían muy en claro al ojiazul que el joven anbu hablaba en serio.

- Digamos que te creo… por ahora, pero lo de anoche, cosa que no puedo recordar, ¿Lo hiciste porque me quieres o por vengarte de lo que Sasuke dijo sobre nosotros? Eso es lo que me corroe el alma – apoyando su espalda en la corteza del árbol cerca del puente donde habían ido a parar en su paseo desde que dejaran el Ichiraku.

- ¿Qué quieres que haga para que creas que estoy loco por ti? ¿Cortarme las venas tal vez? Dime, hare lo que sea para que se repita lo de anoche durante todas las noches que me restan de vida – con mirada de suplica en sus ojos.

- Realmente me conoces, sabes que odio que alguien se lastime por mi culpa – sonriendo medianamente – Digamos que te creo, anoche… ¿Qué tal estuve? Como quisiera regresar el tiempo, ¿En serio te dije que te amaba? Hay que ver las estupideces que se pueden llegar a decir estando ebrio – todavía sin dar su brazo a torcer.

- No estoy de acuerdo, leí en alguna parte que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, y tú no sabes mentir ni estando sobrio… y esa es la verdad, me amas y ya es tiempo de que lo admitas, zorrito – golpeando con su hombro el del rubio, este chasqueo sus labios y miro a otro lado – “Te besaría en este instante pero sé que no estamos solos”

    Aunque el ojiazul no lo sabía, todos los principales ninjas de la aldea, es decir los que más conocemos, estaban apostados en lugares estratégicos por todo el lugar a fin de prevenir cualquier acción en contra del rubio, todos esperaban que la desesperación de Danzo lo llevara a cometer un error y así poder atraparlo más fácilmente, esperarían que mostrara sus intenciones y aprovecharían el momento para silenciarlo de una vez y para siempre.

    Como ave surcando rápido y silenciosamente el cielo, voló el kunai en el que habían depositado muy malas intenciones hacia un blanco muy bien definido, el mortal zumbido cortando el aire alerto al anbu de que algo muy malo se acercaba hacia ellos, o más bien, hacia el ojiazul, Sai interpuso su cuerpo como un escudo entre el filo mortal y su adorado zorro, luego de recibir el golpe se giro rápidamente desenvainando su pequeña espada y adoptando una posición de defensa.

- ¿S-Sai? ¿Qué demonios…? Estas herido… ¿Por qué? ¿Quién pudo…? – viendo el arma y la sangre correr por el hombro del moreno.

- No es nada, solo… solo quédate detrás de mi – esperando al dueño del kunai en su espalda.

- ¿Qué estás diciendo? ¿Quién crees que soy, eh? No me rompo tan fácilmente – empujándolo a un lado para hacerle frente a lo que viniera - ¡Sal, quienquiera que seas, maldito! ¡Da la cara! – comenzando a encolerizarse.

- ¿Qué haces, Sai? Es tu oportunidad de acabar con él, esas fueron tus órdenes, ¿O no? ¿O es que acaso piensas revelarte en contra de tu dueño y señor? – se escuchaba la voz, pero nada que se presentaba.

- No tengo dueño, al menos que hables de él – señalando al ojiazul, este saco un kunai y lo lanzo hacia uno de los arboles frente a ellos.

- Vaya, eso estuvo cerca – al pasarle cerca de su cara a pesar de estar escondido en una de las ramas altas.

- ¿Más cerca que esto? Imposible – dijo el Hatake Kakashi poniendo otro kunai en la garganta del no tan misterioso asesino – Se acabo – aturdiéndolo con su técnica de rayo.

- Muy buena sincronización, Kakashi-sensei – corroboro a su vez el Nara con otro de los asesinos atado con su técnica de sombras.

- No habría tenido sentido tanta preparación si dejamos que hicieran lo que quisieran con Naruto – comento Kiba pateando a uno más de los ninjas de la raíz.

- Creo que fue un gran trabajo de equipo – saliendo al paso el Hyuuga y luego Shino junto al gordito come frituras.

- ¿Qué está pasando? ¿Qué hacen todos aquí en primer lugar? ¿Kakashi-sensei? ¡Alguien que me explique! – demando el ojiazul sin comprender muy bien lo que pasaba.

- Cálmate, sucede que… - narrando todo el asunto.

- ¿Por qué no me dijeron? Creían que lo echaría a perder, ¿No es cierto? – pasando su mirada de uno a otro.

- No es así, nosotros… - aclaro el moreno acercándose al zorro.

- ¿Ah, no? ¿Y entonces qué? Tú…  debías mandarme al otro mundo, desaparecerme, borrarme… ¿Se supone que debo agradecerte que no lo hayas hecho? ¡Al diablo contigo! – golpeando con su puño el hombro del moreno al pasar junto a él.

- Oye, estoy herido – haciendo una mueca.

- ¡Da gracias por eso, baka! O seria yo el que te haría sangrar, maldición – de vuelta a la aldea.

- Creo que está molesto – comento Shikamaru.

- Sabes cómo odia que le oculten cosas – corroboro el peligris – Bien, llevemos a estas escorias a interrogatorio.

- ¿Crees que suelten algo?

- Nos ocuparemos de eso – ordenando a los ninjas de cara tapada que se llevaran los cuerpos – Sai, ve a que te atiendan esa herida – ordeno al moreno.

    Luego de ser tratado, el moreno se dirigió a casa del ojiazul, quería explicarle el porqué de su silencio con respecto a toda la operación trampa montada por el Hatake y el motivo de su reserva en cuanto a no querer informarle de dicha operación, sabían que de estar enterado saldría corriendo a plantarle cara al anciano sin pensar en las consecuencias que eso acarrearía.

    Toco la puerta pues no quería entrar sin permiso y añadir otro inconveniente más a su ya delicada situación a ojos del zorro, estaba bastante comprometido en el asunto y deseaba el perdón del rubio a como diera lugar, no quería ni imaginar siquiera ser rechazado y privado del amor, y porque no decirlo, de la cama del ojiazul.

- Pasa de una vez, maldición – escucho desde el interior.

- No sé si eso es bueno o malo – murmuro al entrar – creo que me arriesgare – pasando y cerrando la puerta, miro a los lados y al no verlo se dirigió a la habitación – Disculpa que… - parándose en seco bajo el marco de la puerta - ¿Naruto…?

- Es mi forma de darte las gracias… y de castigarte un poco también.

    No lo podía creer, allí ante sus ojos y encima de la cama, se encontraba el ojiazul desnudo con sus piernas cruzadas y con tan solo una almohada cubriendo sus partes nobles, la mirada del anbu iba desde la cabeza del rubio pasando luego por el pecho y hasta la punta de los dedos, la boca se le hiso agua, el corazón le palpitaba como loco, y un calor abrazador le recorría todo el cuerpo.

- ¿Qué esperas para acercarte?

- Primero aclárame si estoy soñando, porque esto es… alucinante – clavado aun en el mismo sitio, el ojiazul se levanto y se le acerco.

- ¿Sientes esto? – poniendo su mano en la entrepierna del moreno.

- Oh, sí – mirando directo a los ojos azules.

- Entonces no sueñas, hare lo que se me plazca contigo… y ojo, no puedes tocarme – apretando un poco su mano en el miembro ya despierto del moreno.

- Me pides lo imposible – tratando de agarrarlo con su brazo libre, el otro lo tenía en cabestrillo debido a su reciente herida.

- Entonces vete por donde viniste – soltando a su presa.

- No, espera… hare lo que quieras – muriéndose por besar los labios frente a él.

    El ojiazul sonrió de medio lado y comenzó a desnudar al anbu, primero la parte superior junto con su espada y luego la de abajo retirando también su calzado, quedando con tan solo la venda que cubría su hombro herido, el rubio lo guio a la cama y lo empujo sobre ella, Sai observaba las acciones tratando de ser él el que llevara la batuta de lo que iba pasando.

- ¿Aun no he hecho nada y ya estas así? Pervertido – viendo el duro mástil del moreno – Espera… ¿Tú pusiste eso en mí? Imposible – fijándose en las proporciones del anbu.

- Y lo resististe muy bien, de hecho… lo disfrutaste bastante, ¿Qué harás? Podría guiarte si quieres – sonriendo maliciosamente.

- Supongo que empezaste por esto – poniéndose de rodillas en el suelo y tomando el miembro con su mano.

    Al anbu levanto sus caderas al sentir el calor de la mano en su carne, el Uzumaki acerco su rostro y con su lengua lamio la rosada punta primero y luego se lo metió en la boca, el cielo le pareció poco para compararlo con lo que la masturbación del rubio le hacía sentir, sin poder evitarlo se movía dentro de aquella boca como si estuviera embistiendo la entrada del ojiazul, este le dejo hacer manteniéndose quieto y recibiendo las embestidas, al notar que el anbu pronto se correría seso la sesión apretándolo y dejándolo a la mitad, podríamos decir.

- No… Ahhh… no hagas eso… - estirando su brazo sano.

- Ah-Ah, sí me tocas se acabo – echándose hacia atrás donde no lo alcanzara – Sigamos – sentándose sobre el moreno y juntando sus penes.

    Jugaba con ellos rozándolos, acariciándolos, pero sin llegar a moverlos juntos para que el moreno no se corriera aun, ese era su modo de castigarlo  por haberlo engañado aunque fuera por su bien, en lo que le parecía algo delicioso y a la vez una condenada tortura, el anbu se excitaba cada vez más con todo aquel erótico juego, y eso era precisamente lo que el rubio buscaba, aunque no iba a decírselo claro está, era hora de volverlo más loco aun, y para eso el rubio comenzó acariciarse así mismo ante los ávidos ojos de Sai.

    Cara, cuello, pecho, pezones, vientre, y por ultimo su pene sin llegar a tocar el del moreno, este estrujaba la manta para evitar tocar el cuerpo danzante sobre él, no veía la hora de hundirse en las profundidades ya conocidas para él, ¿Se lo permitiría? ¿O eso no hacia parte del castigo del ojiazul? Con todas sus fuerzas rezaba para que fuera indulgente y le dejara terminar en sus calientes y apretadas entrañas, el ojiazul se masturbo hasta derramarse sobre el vientre del anbu.

- Eso no es justo… - reclamaba Sai.

- ¿Y qué me engañaras si lo fue? – poniendo sus manos sobre los pezones del otro.

- Vine aquí a pedirte perdón, y en lugar de eso me torturas con lo que sabes que soy vulnerable.

- Oh, es bueno escucharlo, eso me pone a un paso delante de ti, ¿No es así? Ya que por lo que veo deseas llegar a la conclusión de esto – observando el hinchado pene en su mano – Veamos qué puedo hacer – también muriéndose por sentirlo dentro de su cuerpo.

    El ojiazul tomo parte de su propio semen y se lo unto en su propia entrada, esparció lo que quedaba en el pene del moreno, y procedió a metérselo poco a poco, los suspiros y gemidos del que yacía tambado en la cama no se hicieron esperar, con el palpitante pene al completo metido en su interior, comenzó a moverse despacio hacia delante y atrás sin llegar a levantarse, sabía que de hacerlo el moreno se correría de inmediato.

- P-Por favor… Naruto, me estas matando – se quejaba el anbu.

    Sin poder esperar más y en un movimiento rápido, a pesar de su hombro lastimado, Sai decidió darle un vuelco al asunto, pego el cuerpo del rubio boca abajo sobre la cama y se introdujo de nuevo en su interior, recostó su pecho sobre espalda caliente y le hablo al oído.

- Después puedes golpearme, patearme e incluso matarme, pero ahora es mi turno de castigarte por haberme provocado de esa manera tan… - apoyándose con su brazo sano en la espalda del ojiazul comenzó a embestirlo.

- Ahhh… creí que aguantarías más tiempo, eres un blandengue… pero me agrada – recibiendo el placer que con amor se siente mucho mejor – Espera… tu hombro – deteniendo al otro para proporcionarle una postura menos demandante.

    Naruto corrió su cuerpo hasta el filo de la cama y se puso en cuatro, el moreno de pie ante el hermoso trasero se acomodo de nuevo en el interior  y continúo con lo pendiente, agarrado con su mano libre al hombro del rubio como apoyo y ayuda  y comenzó con sus movimientos, las embestidas eran cada vez más bestiales y apremiantes, la necesidad interrumpida de correrse en varias ocasiones origino que el éxtasis de Sai rayara en lo inimaginable, creía que moriría de tanto placer y en tan grandes dosis, lo mismo para el ojiazul en su primera vez ya que la anterior n la recordaba.

    Unos cuantos movimientos más y ambos se corrieron en un explosivo clímax de no creer, Sai empujo al rubio cayendo pesadamente sobre la cama, estuvieron un buen rato sin hacer movimiento alguno, solo se podían escuchar las rápidas respiraciones y pequeños suspiros que daban fe de lo excelente de sus actuaciones por parte de ambos. 

- ¿Estas cansado? – echando cuidadosamente a un lado al moreno.

- ¿Por qué? ¿Quieres más? Solo espera un rato y…

- Baka Sai, tus vendas están manchadas.

- Gracias por lo de hace un momento, eso me hiso feliz.

- Hablas como si fuera una transacción comercial.

- Sabes lo que quise decir – acariciando con sus dedos las mejillas del otro.

- Te lastimaron por mi culpa, me dio pena y por eso…

- Vaya, entonces hare que me hieran más a menudo – guiñándole un ojo.

- Si será… la próxima vez dejare que te pudras, imbécil – golpeando suavemente el sitio de la herida.

- Hay, no seas cruel – masajeando la parte.

- Me voy a la ducha, ¿Vienes? – caminando hacia el baño.

- No tienes que pedirlo dos veces – saltando de la cama.

- ¡No te lo pedí, baka! – refunfuñando al entrar al baño.

- Todo es cuestión de semántica – acompañándolo dentro de la ducha.

- ¿Sema… qué? No te pases de listo conmigo… creo que pensándolo bien, esta relación no… - su boca fue callada por la del moreno.

    Entre el agua caliente, las caricias, y un poco de iniciativa, volvieron amarse de nuevo y bajo ninguna condición, y así seguiría mientras que ambos tuvieran vida. En cuanto a Danzo, fue arrestado varios días después debido a la información que tenían en sus mentes los ninjas capturados por Kakashi y compañía más el propio testimonio de Sai, y a lo que al Uchiha se refiere estarían muy al pendiente de que apareciera de nuevo, y así todo regreso a la tranquilidad y el habitual comportamiento de la aldea de Konoha.

 

FIN.

                                                   

Notas finales:

¡Hola mis queridos lectores! de nuevo aqui y más rapido de lo que esperaban. ¿Qué les parecio la historia? escriban sus comentarios al respecto y nos veremos pronto.

besosssss para todos y chaito.

                                                                     Nessa Yaoi.


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