Por hacerte feliz.
Prólogo.
Cuando me enteré de que estaba ‘encinta’, Shun ya estaba entrando a su cuarto mes de embarazo. Y lo primero que obtuve de mi pequeño Otouto fue una mirada incrédula de su parte…
Una pregunta implícita en los ojos verdes, que me miraban insistentemente. Y una sonrisa como si de golpe lo entendiera todo.
Realmente fue difícil asimilar la noticia, por más que el golpe directo fuera irrefutable… Y me hubiese dado en la cara con la clara idea de que ahora estaba siendo procreador de una nueva vida.
Shun sin embargo creyó, luego de asimilarlo más rápido que yo, que la noticia era digna de celebrarse. Quizás sólo se sentía feliz porque ya no sería el único que sufriría esos malestares diarios, ni el único al que le costaba seguirle el paso a los demás.
Pero mi primera impresión acerca de todo esto fue la inequívoca exclamación de: “¡No me puede estar pasando esto a mí!”
—Pues te pasa, así que acostúmbrate…
Jamás me había dado cuenta de la autoridad que podía tener Shun en la voz. Así como el poder de convencimiento que tenían sus hermosos ojos.
Shun tuvo que calmarme, para que pudiera entender los porqués y loscómo de toda esta nueva situación. Pues era obvio que realmente me estaba pasando exactamente eso.
Shun fue realmente paciente conmigo: Horas y horas explicándome el concepto, que no llegaba a entrar definitivamente en mi cerebro. La función casi alquímica del cosmo, al crear una vida a base de dos energías diferentes; así como la cantidad, a veces, exagerada que esa nueva criatura me pediría para poder gestarse.
Fue allí donde entendí la situación como él la vivía. Veía a Shun flaquear de vez en cuando, cada vez que la vida de mi pequeño sobrino, dentro de su vientre, decidía crecer de golpe.
Ahí entraba en acción Leda, quien fuera el novio de mi hermano, y su mejor amigo en la Isla de Andrómeda; no podía quejarme del muchacho, quería a Shun y lo cuidaba como él se lo merecía, haciendo su parte del trabajo sin una mueca de cansancio, ya que su cosmo también alimentaba a Shun.
Sí; Shun tenía a un buen chico a su lado, y juntos criarían a su bebé… Algo muy distinto a mi situación, y algo que yo quería que Shun entendiera.
—No voy a tener un hijo suyo… ¿No lo entiendes, Shun?
—¡No! Debes tragarte el orgullo, Niisan… Quieras o no, lo necesitas. A menos que te sientes a esperar a que tu bebé muera…— Los ojos de Shun me veían con enojo cuando formuló tal frase. —… Y si no es así, tu solo no podrás con todo esto.
Yo lo sabía, aunque me había costado entenderlo…
—No, Shun, y no es orgullo… Es que no puedo ir y pararme frente a él… y decirle: ‘Estoy encinta, ¿sabes?... ¡Ah, y es tuyo!’…
Que Shun se riera de algo tan delicado me crispaba los nervios. ¿Cómo podía?
—¿Por qué no?... Eso fue exactamente lo que yo hice, cuando se lo dije a Leda… ¡Y míranos ahora!
—Sí, pero hazte a la idea que él y tú ya tenían una relación previa. Lo nuestro siempre fue…
—¿Transitorio, Niichan?
—Simple calentura, Usabii…
Eso era la pura verdad, y lo que más me dolía al recordar tantas noches pasadas, y yuxtaponer a eso el posible futuro de ‘nuestro’ bebé.
—Eso es algo que ni siquiera tú crees que sea verdad… Sabes muy bien, te lo expliqué varias veces, lo que se necesita para que todo esto suceda… Y ninguna ‘simple calentura’ sería suficiente…
No pude replicar, primero: Porque no tenía argumento válido alguno para decirle a Shun que se equivocaba… Y segundo: Leda me mataría sin llegar a dudarlo ni un segundo si Shun tenía problemas de salud por mi culpa; y últimamente mi Otouto se alteraba por muy poco.
Por supuesto que sabía que tenía razón. Pues la forma más natural en que se combinaban dos cosmo distintos era en el sexo. No había un manual con pasos a seguir, muchas veces dependía sólo y exclusivamente del poder de los padres en cuestión. Quizás para algunos tener sexo durante dos días bastaba para que uno de ellos quedara encinta.
Yo no lo sabía bien en mi caso, pues contrario a lo que me dijo Shun, en ningún momento me di cuenta de mi estado, hasta que ya estaban los malestares y cansancio. Pero sí, durante los últimos meses, había dormido con él más de una semana seguida…
Sólo me queda resignarme, tratar de que Shun ya no se altere, no sé si le contó a Leda acerca de lo mío; y también tratar de pensar en lo que voy a hacer… O en lo que diré, al fin de cuentas.
Realmente dudo que mi relación con él termine como la de Shun y Leda, pero es verdad que seria muy arriesgado hacerlo solo…
Definitivamente debo hablar con Hyoga…
Continuará…