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31 NOCHES EN EL CASTILLO por izzaki

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6 Nada más una promesa

Hola a tod@s y antes que nada disculpen la tardanza con la actualización, es que andaba de vagaciones, je, je y bastante lejos de una computadora o algo que se le parezca a hora que ya estoy aquí pues a echarle ganas!! XD También la de “Porque faltan los mairos” también ya la ando actualizando. Nos vemos

Las cosas se habían arreglado bastante, aunque el pasto quemado y las casitas levantadas o reparadas a la carrera eran recordatorio del incendio del que todavía muchos hablaban. Todos habían vuelto a los trabajos de reparación del castillo con más empeño que nunca y aunque se había pasado ya la hora de la comida nadie decía nada, solo se oía alguna canción tarareada por ahí. Reunidos en pequeños grupos unos traían las piedras, las recortaban o emparejaban, y solo algunos pocos tallaban las figuras que se colocarían después en lugares selectos.

Thais y Ogando estaban cerca de la sombra de un árbol raquítico, y mientras el rubio emparejaba los bordes de una gran piedra Labandeira montado en otra tallaba un marco adornado con hojas. A ratos cruzaban miraditas y sonrisas. Thais no recordaba haber tenido momentos más felices. Ahora los ánimos se habían calmado, la gente se había acostumbrado a verlos juntos y Jerez y su banda estaban vigilados y después del castigo no se atrevían a intentar nada.

-Ya casi?
Thais se pasó la mano por la frente –Para que demonios van a usar t-todo eso, siento que ya no acabo
Ogando solo sonreía, a veces le parecía que las cosas habían cambiado tanto que no acababa de creérselo. Era ahora un tallador reconocido, y aunque casi nadie le dirigía la palabra nadie lo había molestado hacía un rato y lo más importante, tenía a Thais a su lado. Por fin lo que había estado esperando estaba ahí… casi un sueño o una dulce alucinación por el hambre, eso no importaba.
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La gran mesa en forma de T estuvo por fin servida cuando el sol casi desaparecía en el horizonte, dejando el campo ralo en tonos dorados. Ogando seguía sentándose al lado de Thais, y aprovechaban ese momento para hablar o acariciarse por debajo de la mesa. Joe y Nik se sentaban junto a ellos, enfrente estaban las chicas, que comadreaban contentas y Jerez y Wilhem hasta el otro extremo, desde el cual echaban miradas mortales a todo mundo y Dante reía de cualquier cosa zarandeándose como un mono.

La cena fue abundante; pan, frutas y sopa, y para variar como recompensa por el arduo trabajo la cerveza no estaba diluida y más felices que en mucho tiempo todos se fueron tambaleantes bajo las estrellas. Hacía viento, se oía como se colaba entre las ramas desnudas de los árboles, llevándose las nubes, dejando el cielo despejado. Y aunque era hora de dormir nadie tenía sueño, Joe y Nik platicaban animadamente, bromeaban sobre las chicas y las peripecias del día, reían y se empujaban a ratos, también Thais reía con ellos de cosas que recordaban, que les habían pasado hacía un rato, antes de entrar al castillo o de chistes bobos de amigos. Ogando caminaba a su lado mirándolos sin decir nada, le hubiera gustado tomar a Thais de la mano pero con tanta gente por ahí era mejor no hacerlo.

Echados junto al fuego la plática siguió por corto tiempo, Julissa, la madre de Joe lo regañaba por sus altas aspiraciones amorosas, Lael, el hermano de Nik estaba apartado y con su habitual cara de desagrado permanecía en silencio. Después solo se escuchaban los ronquidos leves y las respiraciones pausadas, de afuera venía el chirriar de los insectos.
-Tus amigos me odian –dijo sin más ni más Ogando
-N-no es cierto- se apresuró Thais a confortarlo- e-es solo que son un poco…callados, si
El chico se dio la vuelta en el suelo duro cubierto de paja y suspiró. Le incomodaba un poco estar ahí por que los amigos de Thais le tenían consideración, casi lástima. Era mejor que estar con el obeso de Jerez pero…
Se removió otra vez y quedó boca abajo, no se acomodaba.
-No puedo dormir- dijo
Thais puso sus manos sobre él entonces y comenzó a tocar su espalda, como un masaje, de arriba a abajo, subía y bajaba… peligrosamente abajo, hasta la línea marcada por los pantalones. Se entretenía delineando esa parte siendo insinuoso tal vez sin darse mucha cuenta, solo quería que su amigo se relajara pero todo lo contrario a eso su respiración empezó a hacerse más rápida, entrecortada incluso. Ogando apretaba la paja entre sus manos, sentía todo su cuerpo tensarse ante esas caricias, sintió de pronto que su grueso suéter de lana era un estorbo, que quería sentir la piel de Thais pegada a la suya, sin poder evitarlo estaba excitándose y ahora imaginaba esos dedos entrando en su tibio interior, poco a poco y luego moviéndose, haciendo círculos como los que el rubio trazaba en su espalda, haciéndolo gemir, arquear de placer. Entonces dejó escapar un gemido que se oyó muy fuerte por el silencio de la noche.
-O-ogando!!
El chico se giró, sonrojado.
-Sigue Thais…
Ese era el problema, y siempre era lo mismo, un ligero roce, una suave caricia y Ogando se excitaba. Thais levantó la vista preocupado, Julissa roncaba sentada sobre la mecedora, Lael, con los brazos cruzados y expresión ceñuda dormía en un rincón y Joe y Nik desparramados uno junto al otro dormían profundamente.
-Anda Thais, tócame ya…
Y provocativamente Ogando se metió un dedo a la boca, lo lamió lentamente y alzándose el suéter lo pasó por su piel desnuda dejando un caminito brillante de saliva. Jadeaba bajito, ahora si, endemoniadamente excitado. Thais se levantó y tan rápido como pudo lo tomó de la mano y asustado y con movimientos torpes por los nervios quitó la tranca de la puerta y ambos salieron.
-N-no, no, no hagas eso! No, no aquí q-que tal si despiertan o-o algo
Pero a Ogando poco le importaba ahora eso, solo se estiraba para alcanzar los labios de Thais, que aunque asustado también estaba deseoso de ir al viejo molino. Corrieron pues, descalzos y agarrados de la mano por el pasto seco o lo que quedaba de él, bajando por una parte algo inclinada.
-Hazlo ahora… ya…

Dos guardias caminaban entre las casitas de los siervos, tal vez para bajarse la borrachera. Todo estaba tranquilo, en silencio, la mayoría de las fogatas se habían apagado y el humo subía en delgadas columnas, a lo lejos solo se escuchaba el ulular de una lechuza, los grillos y… los gemidos de placer de un chico?

Recargados contra un árbol Ogando y Thais mantenían una placentera lucha entre la urgencia y el deseo de prolongar el momento. El rubio sujetaba las manos de Ogando que, sin suéter ahora intentaba liberarse e imponer como siempre un ritmo frenético a sus encuentros. Thais lo besaba, separaba sus labios con su lengua, hambriento, explorando todo a su paso. Y cuando ambos se quedaron sin aire fue bajando ahora por su cuello, mordiendo y besando la suave piel para luego recorrer sus hombros huesudos, provocando que nuevos gemidos de placer salieran de la boca de Ogando. Nunca nadie lo había tocado de esa forma, en esos lugares, tan lenta y pacientemente.
Thais se arrodillo ante Ogando pero para frustración de este el rubio se limitó a lamer su abdomen con la misma desesperante calma con que a veces hacía las cosas. Se sentía tan bien que Ogando no tenía ya fuerzas para protestar, se había rendido y Thais soltó sus manos que ahora ocupaba en bajar el pantalón de su amante, liberando una gran erección, que en vez de atender solo contempló sonriendo ampliamente y tomando nuevamente las manos de Ogando se agachó y atrapó con la boca uno de sus pezones, a lo que Labandeira respondió arqueándose y llenando los oídos de su rubio amante con súplicas entrecortadas…
-No…Thais…por favor….
Pero Thais se hacía el desentendido y seguía lamiendo y chupando alternativamente, el cuerpo junto al suyo temblaba, Ogando sentía tanto placer, tan insoportablemente delicioso que unas lagrimillas escaparon de sus ojos. Thais succionaba y mordía hasta dejar pequeñas marcas en los pezones de su amante. Era demasiado, Ogando no pudo contenerse y se vino mojando a ambos, después, sin fuerzas, se escurrió por el tronco del árbol. Thais lo miraba, jadeando, Labandeira se había secado las lágrimas y con los ojos cerrados se recuperaba respirando agitadamente.
-Creo…creo que ya me va dando sueño
-S-sueño!! Pe-pero…
Thais miraba a Ogando y se miraba cierta parte del cuerpo alternativamente. A lo lejos se oyeron unas voces pero no quisieron prestarles atención. Thais titubeó un poco pero terminó colocando a Ogando contra el suelo y penetrándolo con facilidad, el chico se retorció entre sus brazos mientras él embestía buscando un ritmo. Después Ogando se quedó quietecito, nada más gimiendo por lo bajo, con los brazos abiertos y flojos tendidos a los lados hasta que Thais alcanzó el clímax. Se levantaron hasta después de un rato y durmieron ahora si, profundamente.
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Ogando andaba raro y nadie sabía ni porqué, de pronto le había echado muchas ganas al trabajo y había terminado de tallar la piedra del marco y una más con un ángel regordete en apenas dos semanas. Odiaba tallar ángeles, siempre había que ponerles aquella expresión bobalicona en la cara. Thais estaba desconcertado siguiendo a Ogando por todos lados, andaba como loco, hacía una cosa, hacía otra, y estaba siempre al pendiente de las pláticas del capataz y de los guardias como si sospechara algo. Aquellas voces que oyeron mientras intentaban hacer el amor en la oscuridad abandonada del campo… No habían tenido sexo desde entonces.

Ahora emparejaban troncos de árboles que usarían como sostén para las construcciones recientes. Jerez y su banda estaban junto a Thais y Ogando que trataban de no mirarlos y de no escucharlos cuando hacían comentarios sobre ellos. En una de esas Ogando volteó a verlos con furia y el gordo Jerez, sonriente, le hizo una seña tan obscena que el chico se sonrojó, lo hizo porque era cierto, porque ellos lo sospechaban y peor aún tal vez lo sabían. Siguieron trabajando a marchas forzadas mientras ellos entonaban risitas burlonas.
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-Thais me voy a ir un rato- Dijo un día Ogando junto al fuego, cuando el y Thais estaban solos y afuera los demás hacían juegos de correr y saltar en sacos.
-C-como, de del castillo?-
Ogando asintió sin mirarlo.
-P-pero vamos a ir los dos, n-no es así?
Labandeira seguía mirando el fuego, con los pensamientos muy lejos.
-Si- dijo tristemente –Debe ser cuando nadie nos vea, no quiero que sepan a donde vamos
Thais sonrió aliviado, con tal de estar juntos el lugar era lo de menos. Le puso la mano en el hombro.
-No te preocupes, y-yo conozco muy bien el bosque, de de eso no hay problema
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Salieron de la casita de Nik y Joe ya sin mucha discreción puesto que no se despertaban fácilmente. Todavía estaba oscuro y soplaba un vientecillo frío. Pronto estuvieron afuera, Ogando se volvió para ver las grandes puertas y las murallas de piedra que en la oscuridad se mostraban imponentes.
Caminaron largo rato callados, Ogando viendo al piso, agarrado de la mano de Thais, que iba adelante guiándolo. Seguían el sendero que había dibujado por los pasos a un lado del castillo, a los lados del caminito se erguían árboles más o menos juntos entre los cuales se colaba el viento, silbando.

Se detuvieron al fin en un claro después de caminar toda la noche y parte de la mañana. Estaban muertos de cansancio, los pies les dolían y las tripas les chillaban de hambre pero a penas se sentaron un rato miraron alrededor, se miraron y se abrazaron, estrechándose sin inhibiciones, si en un lugar Thais se sentía seguro era en el bosque. El cielo estaba muy azul con una que otra nubecilla regordeta y blanca. El rubio caminó un poco y hurgó y revisó un poco entre las hierbas que crecían junto a árboles cercanos.
-Toma- le dijo luego a Ogando tendiéndole un manojo de hierba
-Pasto?...
-N-no, son plantas que se comen y mira –le metió una florecilla azul a la boca, Ogando sintió un sabor dulce.
Al menos no se morirían de hambre.
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Cada vez el camino era más difícil, de subida siempre y con continuos derrumbes que los obligaban a dar largos rodeos. Aunque seguían de la mano Thais notaba que había algo diferente en Ogando, estaba, como decirlo? Triste… de la nada se había puesto así y no le decía nada, y Thais tampoco se atrevía a preguntar, solo seguía descifrando los caminos ocultos del bosque, que cada vez se acercaban más al agua. Ogando suspiró.
-Que?- preguntó el rubio
-Nada
-C-como que nada
-Pues nada
Thais soltó su mano.
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Caminaban rápido, por la peligrosa orilla de un cerro desgajado desde la cual podía verse la neblina fantasmal que había bajado con el frió hasta casi tocar el suelo y que como un velo cubría los árboles infinitamente viejos y desgarbados. Thais tenía miedo y se aferraba al brazo de Ogando, que abría los ojos como platos intentando ver el sendero. Labandeira acarició la mano de su compañero.
-Tranquilo, no tiembles
Ogando escuchaba la respiración agitada de Thais y sentía los temblores y el sudor frío de su cuerpo, el pobre estaba aterrado.
-Si quieres regresamos y tomamos el otro camino
-N-no, n-no p-podemos
Ogando le pasó la mano alrededor de la cintura y lo acercó más hacia él, a lo lejos no se veían más que las formas desfiguradas y terribles de los árboles y a lo lejos un destello, una diminuta luz amarilla que titilaba haciéndoles un guiño amistoso.
-Una posada- dijo Ogando esperanzado
A Thais lo recorrió un escalofrío y empezó a caminar despacito como condenado a muerte. Ahora respiraba rápido, como en sutiles jadeos, lo que hizo recordar a Ogando momentos placenteros, estaba aburrido y en la mente fantaseaba sobre lo genial que sería tener sexo en ese preciso momento, en el suelo húmedo del bosque entre la neblina, sin verse, cerrando los ojos al paisaje horrendo y reconociendo sus cuerpos solo con el tacto. Tal vez a Thais también le gustaría la idea y así olvidaría un rato ese miedo irracional que le dio a penas se internaron en esa parte del bosque. Ogando se detuvo para poner el plan en práctica y siendo bastante directo metió la mano bajo la túnica de Thais buscando su miembro.
El rubio respingó.
-No!! N-no, no ahora no por favor…
-Porqué? Vamos Thais no vamos a llegar a ningún lado con esta niebla- Y con la otra mano le acariciaba la espalda. Thais lo miró con espanto y Ogando perdió la paciencia.
-Que demonios te pasa?! Me dijiste que conocías el bosque y yo confié y ahora tiemblas como una niña asustada y no quieres ni que te toque…
Bueno, ya lo había dicho, se le había ido un poco la mano y Thais seguía con esa maldita mirada de horror.
El rubio suspiró -Ella n-nos quiere robar el alma- dijo simplemente sin reclamar nada a Ogando- f-fue condenada p-por culpa de un hombre, y quiere venganza…
-Quien?
-Kelpie, e-el espíritu que vive en estos bosques y-y si estas, si estas- y miró la entrepierna de Ogando- excitado te mata, a-así, de pie
“Que historia tan más chafa” pensó escéptico el chico pero abrazó a Thais de tal manera que lo hizo sentir un poco mejor y ambos se sentaron en el suelo musgoso.
-No pasa nada, dejemos que despeje un poco y seguimos vale? Confía en mi vamos a estar bien.
Thais confió y cerraron los ojos, el cuerpo tibio de Ogando junto al suyo le repuso la seguridad que andaba perdiendo.
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El agua corría casi en silencio distribuida y tranquila entre las anchísimas márgenes del río. La mañana estaba tan luminosa que deslumbraba y a lo lejos se veía un barco anclado que se mecía suavemente. Ogando y Thais lo veían perplejos, parados junto al agua y empapados por la lluvia que caía ruidosa rebotando en el suelo encharcado. Ya de día las cosas no se veían tan terroríficas.

No sabía como decirlo, tenía un nudo en la garganta, y es que era tan difícil, no podía decir simplemente que se iría en aquel barco que iba quien sabe a donde por unas conversaciones a medias que había escuchado, hasta a él le sonaba ridículo.

-Porqué!!?- Thais lloraba abrazado a la cintura de Ogando y aunque la lluvia seguía cayendo sentía las lágrimas tibias escurrir por sus mejillas.
-N-no me dejes, p-podemos ir juntos, no me gusta el agua p-pero podríamos…
Ogando no quería mirarlo a los ojos, esos ojos claros tan abiertos y suplicantes y brillosos por las lágrimas.

-No me amas??
Ogando se hacía el fuerte para no llorar también, pero la despedida lo hería, dolía demasiado.
-No es eso- dijo, la voz le salió algo temblorosa –es solo… que oí las pláticas del capataz y no quiero que pase nada, que nos pase nada…
- Pero Jerez y los otros n-no van a hacer nada ya y, y…
-No es por Jerez, es por “ellos”
-“Ellos”?
-He visto las cosas terribles que hacen con las chicas que acusan de brujería y lo que hacen con los que son diferentes, y nosotros Thais somos “diferentes”

Aquella palabra era como el estruendo de la campana de la catedral…y Thais lo recordó de pronto como algo muy lejano, difuminado en el eco divino y atemorizador de la iglesia, como un relámpago "... No erréis; ni los fornicarios, ni los afeminados, ni los que se echan con varones... heredaran el reino de Dios" Pero era tarde para arrepentirse, estaban ya demasiado metidos en eso como para renunciar, y más que nada no querían, Thais prefería perder el cielo que perder a Ogando en esta vida.

-Cuando estoy contigo en lo único que pienso es en el momento en que se unan nuestros labios, en que me toques y me hagas gritar de placer, no puedo evitarlo y si “ellos” lo saben, si se enteran… No quiero que te lastimen, como esa vez en la plaza… Tenemos que andar siempre escondiendo lo que sentimos y cada vez es más difícil, no se…

Thais se levantó, el cabello rubio escurriéndole y cubriendo parte de su cara, se acercó y besó a Ogando, muy suavemente, cuando se separaron el chico lamió sus lágrimas, Thais sonrió y dejó que su amante le despojara de la ropa mojada. Ogando, mirándolo todo el tiempo, se hincó y lentamente empezó a pasar su lengua tibia por el miembro del rubio, que empezaba a disfrutar sin demasiado miedo a que algún espíritu les robara el alma puesto que era de día.

Mientras con un dedo acariciaba el interior de Thais con la boca seguía succionando, alentado por los gemiditos del rubio, que sonaban agudos y deliciosos en los oídos de Ogando y lo excitaban cada vez más. Thais se sentó luego en el suelo mojado, disfrutando el agua fría en esa parte del cuerpo que tenía tan caliente y cuando vio que su compañero se puso en cuatro patas ofreciéndole su entrada mojó sus dedos con saliva y se dispuso a prepararlo. Ogando gemía, ahora desnudo también, tratando de aguantar hasta que fuera conveniente venirse. La lluvia seguía cayendo, mojando sus cuerpos.

Una vez que tuvo al rubio adentro Ogando enlazó sus piernas alrededor de la cintura de este, Thais tenía los ojos cerrados y mezclaba sus jadeos con los de Ogando, que se sacudía impaciente mientras la mano del rubio se cerraba sobre su miembro dándole un placer irresistible y un líquido tibio calentaba su interior.
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La ropa lavada colgaba de los árboles macabros, y entre estos, en la orilla lodosa del río, Thais observaba el movimiento pausado del barco sobre el agua y la manita que agitaba un sobrero de tela en señal de despedida. Las banderas del barco ondeaban como ondeaba la falda de Thais aún mojada de las orillas.

-Tu hiciste que me diera cuenta de que soy alguien, de que valgo algo, y ahora pues… voy a arreglar unos asuntos donde vivo… Sin ti Thais nunca hubiera tenido el valor…

El rubio movía el brazo de un lado a otro esforzándose por no parecer demasiado triste, lo había prometido…

-L-lo lo prometo…
-Yo voy a extrañarte mucho y cuando me toque siempre lo haré pensando en ti, y volveré Thais, voy a volver, te lo prometo, espérame….

Acariciaba con mano temblorosa el cabello húmedo de Ogando que se prendía a su cuerpo desnudo para guardar el calor en la noche llena de tantos terrores, silenciosa después de la lluvia.

-Yo, v-voy a esperarte Ogando, y cuando ll-llegue la hora de que regreses, a-aquí voy a estar, t-te lo prometo, voy a esperarte y a a luchar, a luchar p-por que seamos felices…

Como le hubiera gustado decirle a Ogando aquella tartamuda promesa de amor, en vez de solo lloriquear y contestar con monosílabos. El barco ahora estaba lejos, tal vez Ogando seguía agitando la mano pero ya no podía verlo. Thais apretaba los puños con rabia, no debía llorar más, no debía, tenía que sacar valor de no se donde para poder seguir y esperar por el regreso de Ogando, él en su lugar lo haría. Recogió la ropa y se la puso todavía medio mojada, miró hacia el bosque… al diablo con los espíritus en pena y las venganzas de ultratumba y los “ellos” y los malditos prejuicios que le impedían ser feliz al lado de su amado Ogando. Se empezaba a hacer de noche y del cielo brotaron algunas estrellas.

Oh por Dios Bendito no me maten, se que es un final bastante chafón y desilusionante, quizá a algun@s les parezca una mam… pero no me salió otra forma para pegar la segunda parte. Háganme saber si quieren conocer la segunda parte y cualquier dudilla, sugerencia, reclamo o lo que sea. Gracias por leer y tenerme paciencia, je, je….
Nos vemos.
Espero sus comentarios
IZZAKI

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