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31 NOCHES EN EL CASTILLO por izzaki

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2 SOLO SUE—OS DE GRANDEZA

Hola, bueno rompiendo mi propio record ahora si estoy actualizando seguido^^ y pues este es el segundo capítulo y espero lo disfruten!!!

Primero se puso el trapo guinda que usaba de capa a manera de falda, encima la túnica raída y se amarró el cinto de una manera en que marcaba la cintura, luego se ató coquetamente un listón al cabello. Thais estaba muy contento y salió de su nuevo escondite, un molino abandonado, a la radiante luz de las dos de la tarde. Todos habían comido rápido por los deberes y había poca gente en la gran mesa, solo un par de hombres dibujando planos en arcilla y en la esquina, sin hablar con nadie, estaba sentada una niña, tendría a lo más catorce años y se veía como si hubiera hecho un viaje muy largo. Nadie la conocía y nadie le dirigía la palabra, ni aún las mujeres, que en estos casos normalmente son solidarias. Se decía que venía de otro pueblo ¿a que? Tampoco se sabía. Pero nada de esto, ni siquiera su corte de pelo disparejo ni su mirada seria, ojerosa, de pocos amigos, había disuadido a Wilhem de fijarse en ella. Con aire de galán, alto y de mirada cínica se acercó a ella. Thais, al ver a su compañero de trabajo y de casa se ocultó la cara un poco con el cabello para que no lo fuera a reconocer. Con su estrategia de la doble apariencia Thais siempre se había sentido más cómodo, obtenía lo que quería y era, según él una buena técnica para espiar y vigilar a los demás sin problemas.

-Hola chiquita, porque tan sola
Maria, aunque era apenas una niña sabía muy bien cual era su misión en el castillo y ni por un momento caía en las provocaciones de Wilhem, y tampoco caía en la tentación de dejar de aparentar autismo y relacionarse con las demás chicas.
-Ya verás, vas a quererme con el tiempo...
-Ni creas que voy a darme por vencido...
-Hay días en que hasta la más seriecita cae...
Pero Maria se hacía la que no escuchaba y pasaba de largo, viendo al piso. Al lado de la chica ojerosa Thais parecía una linda y esmirriada chica rubia, y eso lo hacía sentir orgulloso.

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Jerez pensó que como amigos de Wilhem los demás tenían la obligación de ayudarlo con sus conquistas, y, para desgracia de María, ahora eran tres sus acosadores. Tres solamente porque Thais se hacía el desentendido. Consiguieron que en la mesa se recorrieran los lugares para que Wilhem se sentara junto a la chica, y arreglaban encuentros "casuales" entre ellos cada que podían. Wilhem se portaba amable con Maria y le regalaba alguna flor o un pedazo de su pan, pero no importaba lo que hiciera María no le había dirigido una sola palabra, y las contadas veces que lo miraba a los ojos era con profundo desprecio. Nadie en la banda de Jerez entendía, era algo extraño, casi anormal, cualquier otra chica se hubiera sentido halagada y feliz, después de todo Wilhem no era tan feo y era bien conocido, como Jerez y Dante por no seguir las reglas y hacerlo todo al revés.
-Caso perdido-comentó Jerez
-Debieras buscarte otra más mansita-aconsejó Dante
-Ya vas perdiendo el toque, me cae
Pero Wilhem no decía nada, esa chica sería suya, cueste lo que cueste sería suya. Y como no tenía más que hacer y como se le había trabado la boca del coraje se limitó a asesinar a Thais y a Ogando con la mirada. El rubio pensaba que tal vez, después de todo si lo había identificado aquel día en la gran mesa.

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Había pasado una semana de grandes trabajos y nulos avances en las reparaciones del castillo. Todos estaban cansados y hasta Jerez y sus amigos se habían hartado de seguir a Maria a sol y a sombra. Esto era para descubrir porque era tan extraña, con quien cruzaba alguna palabra, donde dormía, si tenía familia etc. Total que nada habían averiguado.

Y esa era la última noche, no importaba cuantas rabietas hiciera Wilhem estaba dicho, no vigilarían a María ni un día más. Era imposible, una estúpida pérdida de tiempo, así lo había dicho Jerez, la niña simple y sencillamente no se interesaba por nada ni por nadie y mucho menos por Wilhem. En eso pensaban todos, sin hablar, sin mirarse siquiera, nada más tirados en el piso. En eso Dante salió al baño.

-Como siempre llegas exacta, debería haber más mujeres como tú-Era una voz conocidamente odiosa. Dante volteó y con los pantalones aún abajo se acercó para ver y oír mejor.

-Tienes que venir, eso es todo lo que me dijo, que vinieras, que te dieras prisa porque las cosas están que ya no se aguantan
Era la primera vez que Dante escuchaba hablar a María, y tenía una voz algo ronca pero clara, extraña pero agradable. Le parecía raro que conociera a Lael, el hermano de Nik, le hablaba como si le tuviera mucha confianza, le decía cosas como en secreto, como en clave, porque aunque oía perfectamente no entendía muy bien de que se trataba su plática. Hablaron en la puerta un rato, a oscuras. Lael a ratos volteaba para un lado y para el otro como cuidando que nadie fuera a verlos, pero no se dio cuenta de que Dante estaba tras de un árbol agazapado.

-Dame tiempo-decía el chico de las rastas-no me puedo escapar así como así, por lo mientras hay que seguir aparentando ¿va todo bien?
María asintió, y sonriente se lanzó a los brazos de Lael, este la estrechó largo rato y ya que se separaron tomó su cara entre sus manos. –Te quiero Maria

Este era un chisme que tenía que ser contado inmediatamente, a penas se fue María y se metió Lael a su casa, Dante se subió los pantalones y entró triunfante a la casucha donde dormía.

La primera reacción de Wilhem fue querer matar a Lael, y a eso nadie se oponía realmente pues el hermano de Nik era la mar de insoportable, pero si querían atrapar a la niña debían ser cautelosos, pues no era una chica cualquiera, y tampoco era nada tonta. Ahora si que estaban tras algo grande, y por eso mismo debían cuidarse más, por lo que decidieron hacer que Ogando durmiera afuera. Thais quería decir algo, no le gustaba la idea de no ver a Ogando echado junto a él en la noche, de no escuchar su respiración pausada y regular, de no sentir el calor de su cuerpo cuando al acomodarse lo rozaba levemente... pero no dijo nada, solo se le quedó viendo a Jerez. –Está bien, no, que duerma fuera como el perro que es-Explicó este.

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El día siguiente podría decirse fue un buen día, los trabajos no fueron muy pesados, no hizo demasiado viento como para levantar el polvo de piedra que llenaba todo y en al comida sirvieron sopa de lentejas. Thais bromeaba con sus amigos Nik y Joe mientras tomaban la espesa sopa directo del tazón, y a su lado, aunque no participaba en la plática, Ogando miraba a Thais atentamente y sonreía. Deseaba que después de haberlo besado le dijera algo o se portara diferente pero más bien no había funcionado. Thais sabía que aquellos sentimientos eran por demás extraños y trataba de ignorarlos pero cada vez que lo veía casi no podía reprimir las ganas de tomarlo entre sus brazos, de que se repitiera esa escena maravillosa en la casucha, cuando Ogando Labandeira cerró sus labios con un beso, era algo que deseaba tanto... pero eran idioteces, no podía estar deseando eso.

Así, durante la comida, mientras los demás hablaban de chicas, fantasías y peleas,- temas recurrentes en la mesa- y las mujeres chismorreaban a gusto Thais pensaba, y distraído sacaba el migajón de varios panes que se iban amontonando al lado de su plato.
-Me pasas un pan
-E-eh, si
Pero al momento de pasar el pan, este resbaló entre las manos temblorosas de Thais y las de Ogando y por tratar de que no cayera al piso manotearon para agarrarlo y la mano de Thais terminó en la entrepierna de su amigo. Rápidamente el rubio quitó la mano de ahí y se volteó, sonrojado. Ogando casi escupe la sopa, y es que su imaginación volaba más rápido que el polvo con el viento, pronto se había imaginado lo hermoso que sería que Thais lo tocara, que deslizara sus manos frías por su miembro, delicadamente, haciéndolo disfrutar poco a poco, que recorriera y probara todo su cuerpo, mirándolo con esos ojos claros mientras el jadeaba y…
-Que demonios te pasa
-Parece que la nena se siente malita
Pronto los del otro lado de la mesa reían animadamente y lo señalaban, se había quedado embobado en deliciosas ensoñaciones y ahora no sabía que hacer para esconder esa gran erección.
-Thais, ayúdame!!- y se lo jalaba de la ropa y lo zarandeaba, lo que hacía poner más rojo a Thais.
-E…etto…yo…v-vete al viejo molino
No se le ocurrió otra cosa y después de todo nadie se paraba por ahí.

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La oscuridad dentro del molino era casi total a pesar de que aún el sol no se ocultaba, y aunque Ogando todavía sentía vergüenza de que medio mundo se diera cuenta de que se había excitado en la mesa, no tenía pena a la hora de introducirse los dedos imaginando que era Thais quien lo penetraba. Con la otra mano masajeaba su erección y gemía lo más quedo que podía para no llamar la atención. Así como era rápido imaginando, Ogando también era rápido viniéndose y pronto estuvo afuera para seguir trabajando con una amplia sonrisa de satisfacción en el rostro.

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María nunca se arreglaba ni se cambiaba de ropa y siempre tenía cara de no haber dormido en semanas, pero esa noche era otra: con su cabello disparejo se había hecho dos trenzas atadas al final con un trapito, se había bañado y puesto el otro vestido que tenía, en mejor estado y que dejaba menos a la imaginación. Caminaba hacia la casa de Lael, que estaba por completo a oscuras porque ya era bien entrada la noche y todos los fuegos se habían apagado. Incluso sonreía, seguro Lael la estaría esperando con su porte serio y su cabello largo y enredado.

Poco le faltaba para llegar cuando Jerez dio la señal. –Ahora es cuando, que no se les vaya-susurró.
Thais fue hasta donde estaba el hermano de Nik y trató de cumplir su parte del plan sin tartamudear demasiado –A... ho-hola Lael, oye ¿está Nik? C-creo que se quedó con mi jarrita, ¿p-puedo pasar a ver?
La sonrisa se borró del rostro de Lael, estaba seguro de que esos pasos en la oscuridad eran de su querida María –No haces más que molestar a los demás Chico-chica, lárgate, no ves que ya estábamos durmiendo
Thais sonrió, dio media vuelta y rápido se perdió de vista, cobijándose en la negrura de la noche.

Abrió la puerta de madera y la cerró poniendo la tranca. Thais se sentía pésimo, no debió haber participado en semejante cosa, pero como de costumbre le faltaron fuerzas para negarse. A veces odiaba ser tan estúpidamente cobarde.

-Llegas a tiempo Thais, estuviste genial, el baboso de Lael se trago todo lo que le dijiste. ¿Lo viste? Se regresó a su casa con cara de “que pasó aquí”, el muy imbécil, ja, ja, ja
Pero a Thais no le hacían sonreír los halagos de Jerez, lo hizo solo para quedar bien.

Maria no era de esas chicas que lloran y piden misericordia, atada en una esquina seguía tan impasible como siempre. Ahora estaba tranquila porque la habían amarrado, porque sino hubiera seguido tirando patadas y mordidas como al momento de agarrarla. Y Wilhem estaba que no cabía en si de la alegría, aunque tuviera la cara surcada por los fieros rasguños de su amada.
-Perdóname María, pero yo te lo advertí, o por las buenas o por las malas, y tu escogiste la de a fuerzas
-Es que le gusta lo rudo, je, je-rió Dante, aunque a Wilhem no le hizo gracia
-Bueno pues a darle prisa, porque después del banquete yo quiero echarme una siestecita-apuró Jerez
-¿Quién va primero?-preguntó Dante frotándose las manos, ansioso
Wilhem no quería compartir su botín con los otros, pero bien sabía que así eran las reglas y había que aguantarse.

-Puercos estúpidos, ni siquiera soy virgen así que no tendrán la satisfacción de ser los primeros-los retó María, a Wilhem le parecía extraño que una niña de su edad ya hubiera estado con un hombre, pero eso era lo de menos, pensó, ahora sería de él.

-Seguro fue ese desgraciado de Lael, verdad, pero de ahora en adelante lo vas a olvidar, a él y a todos los demás, porque ahora me perteneces... –Las manos de Wilhem empezaron a acariciar a María y ella iba retrocediendo, acorralándose sin querer contra la pared de madera. Ahora que la habían desatado lo que le preocupaba era buscar como salirse de ahí.

-Que bonita te ves hoy, es como si lo hubieras presentido... Anda, pórtate bien y te va a ir bien...

Wilhem ya iba muy inspirado en su papel, bajando el vestido de María para poder ver más cositas cuando Jerez lo interrumpió: -A, a, a... ya que la niña esta ha sido estrenada las reglas cambian, y yo como el líder que soy de esta banda tengo derecho de probarla primero....-Jerez empezaba con su discurso... -pero hoy no haré uso de ese derecho... porque se lo cedo a Thais- Y lo volteó a ver como esperando que algo hiciera o dijera, pero Thais estaba tan sorprendido que no sabía que cara poner.

-Te cedo mi derecho Thais, como muestra de mi aprecio, vamos, dale duro-lo animó, sonriente.

Todos miraban a Thais sorprendidos. Wilhem no podía creer que ese infeliz disfrutaría de María antes que él y si de por si nunca le había caído bien ahora realmente empezaba a odiarle.

-Y-yo...

Jerez se le acercó hasta dejarlo pegado contra la pared de madera, sin salida. Thais temblaba del miedo, se le había ido el color, sabía que si se negaba a “semejante honor” lo matarían pero tampoco podía violar a una niña así como así, solo por quedar bien. Ahora si estaba atrapado.

-¿Y bien? No has dicho nada, ¿qué pasa te pone nervioso que te veamos o que?-El gordo Jerez empezaba a perder la paciencia.
-E-es que yo... no puedo
Los demás se prepararon, seguro su líder explotaría en insultos y el coraje derivaría en una golpiza ejemplar. Thais lo pensó así también, mejor era morirse que haber hecho semejante desaire. Dante, como adivinando los pensamientos de Jerez sujetó a Thais de la ropa y lo levantó un poco, este cerró los ojos, esperando lo peor.
-Espérate, no le des todavía. ¿Qué demonios tienes que decir de eso de que no puedes?
Era la última oportunidad, había que pensar algo rápido –Es que yo... e-estoy muy adolorido, si, e-es que ayer en un chance una costurerita y yo fuimos t-tras los arbustos y ella quería más y más y-y yo...
-Entiendo-parecía que Jerez había mordido el anzuelo –Pequeño y perverso rufián... –con una seña Jerez indicó que se dejara a Thais en paz –Siendo así, Wilhem, que tal los dos a la vez, ahorramos tiempo y de paso le damos a esta mocosa una lección-

Ogando Labandeira estaba afuera de la casucha, echado en un rincón donde no podían verlo, aunque él escuchaba todo, y le daba coraje oír como esos tres iban a aprovecharse de una jovencita inocente ¿o no tan inocente? Eso no importaba, el caso es que algo debía hacer... Si entraba y los enfrentaba no tendría oportunidad de ganar por que eran tres contra uno, y si corría a dar aviso al capataz sería demasiado tarde. Se asomó por una rendija en la madera. Thais estaba sentado en el piso, impotente ante lo que los demás planeaban hacer, María estaba tendida en el piso semidesnuda y Wilhem estaba sobre ella. Diablos, pensó Ogando, no quedaba de otra. Tomó dos piedras que cargaba entre sus ropas y con maestría sacó de ellas una chispa al segundo intento. Casi al instante la paja seca y la madera comenzaron a arder, las llamas devoraban ya un lado de la casa, aunque los que estaban dentro apenas se iban dando cuenta.
-¿No huelen a quemado?-preguntó Dante, que ansioso y excitado esperaba su turno.
Nadie hizo caso a su pregunta hasta que el calor y el humo les confirmó que algo se quemaba, entonces toda una pared empezó a crujir y desplomarse al quemarse la madera con que estaba hecha. Thais, Dante, Jerez y Wilhem se olvidaron pronto de María y como chiquillos asustados corrían de un lado para otro sin saber que hacer ya que en la puerta también había grandes llamas. El humo lo llenaba todo, apenas si podían ver, el techo, que ahora también ardía amenazaba con caerse.
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-¡Fuego! ¡Fuego!- Los gritos desgarraban el silencio oscuro de la noche, pronto todo se convirtió en un gran caos de gente y animales corriendo para todos lados, humo y llamas.

A todos los tomó por sorpresa, el fuego, crepitante, refulgente salido como del mismo infierno los había arrancado del sueño. Los campos estaban resecos, cubiertos con los despojos de la cosecha recién recogida y las casas, hechas de paja y madera, por eso el fuego se había extendido como un manto, tragándolo todo a su paso, impulsado por el viento frío del otoño.

Cuando al fin los capataces pudieron hacerse escuchar entre tanto grito y poner orden entre el gentío aterrorizado el incendio había consumido ya gran parte de los Campos del Sur. Debían detenerlo como fuera.
-¡Ustedes, traigan el agua por acá!
-¡Más tierra, necesito más tierra!
-¡Muevan esas palas!
-¡Levanten a los heridos!

Ogando no quería que las cosas se hicieran tan grandes, ni siquiera lo pensó. …l estaba bien, por supuesto, pero ¿y Thais? Entre tanto alboroto de hombres y mujeres moviéndose de un lado a otro, de niños perdidos, de brazos incansables pasando una tras otra las cubetas con agua no lograba verlo por ningún lado. El humo nublaba todo el cielo, le nublaba la vista. ¿Había logrado escapar María?

De nuevo les doy las gracias por leer, y si comentan estaré aún más agradecida. Nos vemos y que la fuerza l@s acompañe siempre!!!!

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