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My Black Dahlia por Little Secret

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Notas del capitulo:

Y otra vez me tardé, lo peor es que escribo como máximo 3 paginas ¬¬U

Bueno, de verdad lo lamento. El capitulo me tomó poco escribirlo, la verdad, es que no sabía si debía mejorarlo un poco o dejarlo como estaba. Esta bastante inspirado en la canción de Scar en la pelicula "Be Prepared"... y no sé porque, escribiendo esto él me recordo a Hittler O.o!!!

 

My Black Dahlia

3

Advertencias: Shota.

Fanfic (Lion King)

 

Fue esa fría tarde de invierno, en las lejanías de la Tierra Negra, que pude ver la sangre mi tío corriendo por los senderos de un territorio desconocido. Como un flujo de líquido rojo, heterogéneo y concentrado de esencias viscosas y desagradables, se derramaba por los suelos a manos de dientes y garras filosas un caudaloso y concurrente río de sangre. Los exiliados se le tiraron encima apenas fue divisado en los terrenos, ahora, manchas de color carmín afloraban en cada roca y esquina, como rosas surgidas del lastimero salpicón de la muerte.

Esa mañana, Nala y yo habíamos marchado de nuestro hogar, siempre seguro y protegido por las leonas de mi padre, y osamos adentrarnos en la mayor espesura, en la parte más tenebrosa y oscura de la Tierra Negra. Buscábamos, como bien podría decirse, una aventura. Nada más codicioso. Pero ahora nos escondíamos, como las ratas más viles y cobardes, del peligro, mientras un gran gato nos defendía, con su faz negra y su lúgubre andar.

                Yo estaba horrorizado, temblando bajo el yugo de Nala, que sobre mí, casi consolándome, se postraba. Y mientras yo me escondía bajo sus faldas, el tío Scar estaba allí, luchando por su vida frente a mis ojos… NO, no luchaba por su vida. Luchaba por la nuestra, luchaba por la mía. ¡Qué valiente era el tío Scar! Y yo, yo me sentía tan patético tan solo cerca de él que no podía ni verlo a los ojos. ¿Cómo pudo el saber que íbamos hacía allá? No lo sé, y nunca lo pregunté, pero había algo seguro, en esas tierras nosotros no éramos bien recibidos, y lo aprendimos por las malas.

                La verdad es que no supe exactamente cuánto tiempo estuvimos allí, paralizados del miedo al ver la sangre de nuestro amado tío derramarse sobre la tierra. Yo estaba furioso, furioso porque él fuese atacado solo porque yo no podía encarar mi error, y sin embargo, parecía tan fuerte, tan decidido al abalanzarse sobre cada león que se atrevía a siquiera mirarnos, así siempre lo hizo, hasta que apenas si pudo mantenerse en pie, hasta que apenas pudo respirar.

El rugido del rey Mufasa resonó fuertemente en nuestras cabezas, que el tío Scar se dejó caer, agotado y desfalleciendo, al suelo.  Se arrodillo sumiso al alejarse de la batalla, en un intento de hacer la diferencia entre él y sus rivales. Nuestro soberano, mi cruel padre, se abalanzó hacía los tres leones restantes que reñían con el tío Scar. La sangre que vi ese día, los cuerpos destrozados huyendo despavoridos de sus garras ensangrentadas, fue algo horrible.

                Mi padre tuvo la intención de escoltarme a mi hogar, estaba molesto, más que eso decepcionado, pero a mí no me importaba. Quién me importaba era mi amado tío, que se alejaba de nosotros a la par con la dulce Nala, cojeando de una pata y con un ojo ensangrentado, y aquello, inevitablemente lo hizo aparecer ante mis ojos como un gran héroe. El rey, por el contrario, se veía empapado por sangre que no era suya, como carnicero, como un asesino. Y fue por eso, y por mucho más que no lo quería como a un padre, lo apreciaba como a un rey, porque la grandeza con  la que yo lo admiraba era distinta a la que apreciaba en su hermano. Simplemente, era distinta.

                Eso, por algún motivo, me dio miedo, y no pude evitar salir de allí, huir de mi padre y esconderme entre las piernas de mi tío con la cola entre las piernas. No era, sin embargo, un miedo genuino, sino uno desdeñoso. Él, enfurecido, hizo un intercambio y se llevó a Nala, indignado, y debo suponer, herido. El tío Scar volteó a mirarme con cierta desaprobación, aunque en sus ojos se escondían los deseos de burla, y sus facciones me demostraban la satisfacción de un provocador.

-          ¡Oh!... Ven aquí, mi pequeño Simba. Necesito mostrarte algo… - Me llamó esa misma noche con disimulo, mientras dormía en la cueva de las leonas. Igual que siempre, esbozaba esa gran sonrisa mezquina tatuada eternamente en su rostro.

Me sentí nervioso al verlo allí, porque tanto yo como él sabíamos que no sería bien recibido, y sin embargo, lo seguí, lo habría seguido a ciegas hasta el fin del mundo, siempre alegre y perturbado, porque así era todo al lado del tío Scar. Me llevó, como había supuesto, fuera de las Tierras del Reino, ese lugar donde solo las leonas, el rey y su heredero podían entrar. Y aunque había supuesto que sus límites serían nuestro destino, él continuo caminando, caminando hacia la Tierra Negra, a donde me llevaba con una gran sonrisa y solo valor.

Allí, en las profundas entrañas de un volcán dormido, descubrí a los animales más vulgares e infames que hubiese podido conocer. Sonrisas bobas, alaridos extenuantes, limpias carcajadas y atrofiadas risas que resonaban hora tras hora en la estructura. Parecían seres sencillamente viles, aunque no lo fuesen, su arrogancia y estupidez, incluso ingenuidad, me demostraban lo contrario.

-          Estas son hienas, Simba… - Me susurró el tío Scar en su compañía, y me pregunté, por algún motivo, porqué mí tío se juntaría con tanta naturalidad con aquellos extraños seres. Aunque después, poco a poco, me fui dando cuenta.

Las hienas, aunque estúpidas de acción, parecían estar encantadas con el extravagante león. Su ingenio y talento al hablarles, su afable actitud hacía ellas, todo parecía fascinarles. Y no era para menos, eran animales sin cerebro, fáciles de engatusar si se tenían las artimañas. No eran más, a pesar de todo, que un populacho tonto y manipulable, en sus miradas ausentes podía verse su estupidez. ¡Qué animales tan infames! Fue un tiempo después, en que la curiosidad por aquellos extraños seres había disminuido en mí, que escuché atentamente las palabras de mi tío, que entonces parecieron cobrar fuerza.

-          Hablamos aquí de linajes, ¿No es así, mis amigas? La inconsciencia no es una excusa para no pensar en nuestras vidas, ¿No es verdad? ¡En la esperanza de una vida mejor! – Sus palabras sonaban seguras, leales y sinceras, y aún si no lo hubiesen sido, eran hipnotizantes.

-          Podemos hacer que inicie una nueva era, y aunque los riesgos estén presentes, la recompensa será grande ¡Para ustedes y para mí!

Las hienas parecían animarse ante sus palabras, aplaudían, gritaban, reían, y lo admiraban desde abajo con devoción. Los alaridos se formaron con más rigor entre la muchedumbre, así como las risas, carcajeaban encantados “Si, estamos listos”  y entonces otra voz gritaba también, “Si, bien listos”  Busqué algún rostro entre la multitud que estuviese dispuesto a explicarme el porqué de su alegría, no lo entendía, no podía comprenderlo. Finalmente me forcé a preguntar.

-          ¿Listos para qué? – Pregunté asustado entre la multitud, una cuestión directa a mi tío. Sus ojos chocaron con los míos, como dos objetos golpeando en la oscuridad, y pude ver entre los vapores de la cripta la decisión yacente en su mirada.

-          ¡Para la muerte del rey! – Respondió, fuerte, decidido y sin temor.

En un inicio no supe como reaccionar ante aquella afirmación, no pude analizarlo a la perfección en primera instancia. Sin embargo, después, esas bellas palabras volvieron a sonar en mi cabeza, alentadoras, empáticas y persuasivas, y entonces, todo, absolutamente todo, pareció claro por primera vez. ¡Por supuesto! ¡Habíamos de matar al rey! ¡Habíamos de deshacernos de aquella masa de hipocresía y despotismo que injustamente nos gobernaba! ¡¿Por qué no tendríamos, de todas formas, que librarnos finalmente de aquella fuerza opresora y egocentrista?! ¡Eran nuestras vidas y nuestros futuros! ¿Por qué tendríamos que entregárselas a un ser tan egoísta?... Pero de ser así… ¿Quién sería el rey?

-          ¡Yo seré el rey! Apóyenme, ¡Y nunca más sufrirán hambre! –

El tío Scar sería el rey, de eso no había duda ¿Quién más pudiera comprendernos? ¿Quién más pudiera merecerlo? ¡¿Quién más sería tan valiente?! Las hienas clamaban con vigor en las entrañas del volcán “Qué viva el rey, que viva el rey” Con efusión y desenfreno, y a sus alaridos yo me sumaba, como un animal estúpido y sin cerebro, rendido ante los encantos de mi tío, igual que todos los demás. La recompensa sería grande, después de tanto tiempo pasado finalmente tomaría acciones contra aquella figura de odio que tanto me había atormentado. Y todo era gracias a ese, que pronto llamaríamos rey, que era posible. ¡Sin él no hubiese tenido ni una pisca de satisfacción! ¡Esa pisca de satisfacción que todos allí deseaban inhalar! Sería un acto imprescindible, ¡El golpe del siglo! Y ninguna tristeza, ni el mayor de todos los lamentos, hubiesen podido acallar aquel infierno.

Me rompí la espalda cada vez que intentaste robar eso.

¿Te sientes mal? ¿Te sientes triste?  !Lo siento, el infierno no jode así!

I rip back every time you try to steel that

¿You feel bad? ¿You feel sad? ¡I´m sorry, hell no fuck that¡

Notas finales:

Esperó que les haya gustado, y por favor, comenten, que no les cuesta nada :)

Imagen:

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