Desde siempre he tenido la sensación de que todos me miran extraño, incluso mi mamá, aunque era la única que cuidaba de mí y siempre me estaba comprando cosas.
Yo no quería separarme de ella, pero ella siempre iba y me dejaba en aquel lugar donde todos lo demás niños me decían cosas que yo no entendía del todo. Todos lo llamaban “escuela” yo no entendía esa palabra hasta que me puse a investigarla en un diccionario del tamaño de la biblia que mamá me había comprado.
- ¿Por qué no hablas? - Me preguntó un niño, yo no tenía una respuesta para darle así que no lo hice - ¿te comió la lengua el gato? -luego comenzó a burlase junto con todos los demás. Ningún gato me había comido la lengua, ¿además que tenía de chistoso que un gato le comiera la lengua a un niño?
Cumplí los doce años, y jamás tuve un amigo de verdad, mucho menos una amiga, ni nadie con quien charlar, además no me gustaba charlar con nadie. Solo una chica se acerco a mí, fue en quinto año, a ella también todo el mundo la molestaba. Por lo tanto, creo que ella se sentía identificada, a mí no me caía del todo mal, pero jamás entablamos un conversación directa, siempre me preguntaba, “como había amanecido, si ya había comido y si había hecho la tarea”, a lo que yo contestaba “bien, si , si”.
-Kibum- me llamo un día.
Yo no respondí nada, solo me quede ahí pasmado esperando a que hablara. Se tardo un poquito.
-Veras, es que tu… tu… -estaba temblando -me… me gustas.
Tarde un rato antes de poder asimilarlo, no entendía el por que se ponía toda roja, luego recordé todas esas series que miraba mamá, donde la chica le decía aquellas palabras al chico y luego comenzaban a juntar sus labios. Pero a pesar que había visto muchas veces aquella escena, jamás llegue a entenderla. Yo no quería hacer aquello, no quería que mis labios tocaran los de ella.
No hice, ni dije nada, después de un rato donde no hable nada solo me quede viéndole los pies, ella decidió irse corriendo y sus ojos estaban brillosos.
Después me fui a mi casa, mi mamá ya estaba ahí y me había preparado pastel, como siempre lo hacia cada vez que era 23 de septiembre. Ese día ella se la pasaba sonriendo de la nada, me abrazaba y me decía.
-Feliz cumpleaños! Kibumie
Ya desde hacia mucho yo sabia el significado de esa frase, la investigue en internet, puesto que cada año que me la decía me quedaba con cara de interrogación por que no sabia lo que significaba.
-Gracias
-No pareces muy contento -reclamó
-Mamá ¿Qué significa “me gustas”? -intuí que ella sabía lo que era, pero me equivoque.
-Es cuando una persona, cuando… -tartamudeaba mientras movía las manos -Kibum no se como explicártelo.
Después de comer pastel y refresco yo me fui a hacer tarea, no quería que de nuevo me castigaran por no hacerla.
-Kibum, ¿Por qué no hiciste tarea? ¿Se la comió tu perro? ¿la dejaste en el camión?
-Yo no tengo perro, y mi mamá me trae en su carro - le dije, algo por lo que se molesto de sobremanera y me dijo que yo era un niño muy arrogante.
También debía buscar la palabra “arrogante” en el diccionario, pues me carcomía la duda de saber a lo que se refería.
Los años se pasaron rápido, para cuando acorde ya estaba terminando la secundaria, ahora ya entendía muchas de las cosas que antes no. Ya sabía a que se referían cuando me decían que si el gato se trago mi lengua, era por que me negaba a hablar con cualquiera. Pero aun no llegaba a entender por que lo chicos de mi escuela le decían “mamacita” a la maestra de ingles. Después de todo ella no era su mamá, y sus progenitoras no se parecían en nada a la maestra. Su clase realmente me gustaba mucho, y aunque no hablara, practicaba ese idioma en la soledad de mi habitación, también mi mamá me compró libros en ingles para que empezara a familiarízame con él.
Termine la secundaria, y todo seguía igual que siempre, tampoco hice amigos ahí, nunca tuve una novia y todos decían que yo era raro, incluso la profesora de biología se lo había mencionado a la de ingles. Yo solo pase por un lado, pero entendí a lo que se refería con raro.
“Raro: Fuera de lo común, diferente” decía el diccionario, ¿raro en que forma? Me preguntaba constantemente.
Desde entonces, comprendí que era raro. Para cuando entre a la preparatoria ya no éramos veinticinco en el salón, el grupo creció considerablemente llegando hasta las 52 personas. Los salones también eran más grandes y había un montón de chicas y chicos.
La tarde anterior, mi madre de profesión estilista, entendí la palabra estilista un día que fui a su lugar de trabajo y mire como maquillaba a una chica, le daba forma a su cabello y además lo decoloraba. Desde entonces, siempre quise lucir como esa chica, cabellos rubios, con los labios brillosos y los ojos resaltados. Esa tarde ella me hizo lucir como yo quería, solo que sin el color negro en los ojos y el tono rojo en los labios. me decoloro el cabello a rubio y luego se invento una de sus locuras, al ponerme unos cabellos de color rosa. Desde que me acuerdo yo siempre había tenido esa predilección por ese color, mamá siempre me compraba todo rosa, por eso llegue a tomarle afecto a ese tono.
Era la primer clase que tomábamos, ya como grupo, literatura, yo sabía mucho de eso, tenía cerca de cincuenta títulos adornando las estanterías de mi habitación y estaba ordenados alfabéticamente. Todos se sentaron en sus asientos, gracias mi mamá yo llegue un poquito tarde, aun no llegaba la persona que impartiría la clase, logre visualizar un lugar cerca del pizarrón, pero una chica se adelantó y se sentó antes, y ya solo quedaba un lugar hasta el final de la fila, estaba muy escondido. Seguro que desde ahí no iba mirar nada de lo que escribían en la pizarra y tendría que utilizar esas feas gafas.
Como pude me hice paso entre todos los presentes, que no dejaban de mirarme inquisitivamente, yo ya sabía que era raro, pero no era para que se torcieran el cuello con tal de ver toda mi rareza. Por fin llegue al asiento.
La chica que estaba delante de mí, se volteo y me miro como si yo fuera algún tipo de persona de otro mundo y luego dijo “hola”. Yo no respondí como era mi costumbre.
Trate de no hacer caso a todas esas miradas curiosas que todos me dirigían, y casi todas las esquive y logre que se voltearan de nuevo, excepto una.
Era un chico que aparentemente se miraba más grande, estaba sentado en medio del salón y varias chicas ya estaban a su alrededor, preguntándole su nombre y que edad tenía, el respondía “Jonghyun y 18”. Pero aun y con todas las preguntas que le hacían se volteaba a mirarme, yo solo agachaba la cabeza intentando no hacer caso.
***
Los días pasaban y cada vez más chicos y chicas me preguntaban como me llamaba, aunque ya lo supieran gracias a que todos los maestros vociferaban mi nombre.
Un día a mi nadie me aviso que no teníamos clases, pero yo fui a la escuela, el día anterior había faltado y nadie conocía mi numero de celular, pues en mi directorio solo se encontraba el numero de mi mamá, a la única que le hablaba era a mi mamá. Después de esperar mucho por que llegaran todos los alumnos o los profesores, entro el señor de la limpieza y me puso al tanto. Los maestros que daban a los primeros se habían ido a un congreso.
Caminaba rumbo a mi casa cuando escuche la voz de alguien.
-Kibum -Me llamó.
Por reflejo me detuve y gire el cuerpo para ver quien era, se trataba de Jonghyun. Traía unos pantalones negros y una camisa sin mangas que dejaban ver sus brazos.
-No me digas que fuiste a la escuela -dijo señalando mi mochila con detalles rosas.
-No te lo he dicho aun -conteste.
-Es por eso que todos dicen que eres un arrogante, pero a mi me gusta tu actitud -el era la única persona que sin razón alguna me había dicho que le gustaba mi actitud, no lo entendí del todo pero imagine que era algo bueno. Solo agache la cabeza un poquito y volteé a ver otra cosa.
Caminamos un rato, en realidad el caminaba detrás mío y no nos dirigimos la palabra, hasta que el menciono que vivía por ahí; yo no tenia idea de donde estaba y el logro darse cuenta rápido.
-Estas perdido ¿verdad?
-Si, -conteste bajito.
-anda, ten cuidado que por aquí secuestran gente -dijo Jonghyun.
- ¿Enserio?… -pregunte crédulo.
-Es broma, -dijo descostillándose de la risa. -Anda te invito a mi casa, desde ahí podrás llamar a tu padres para que vengan por ti o te den la dirección de tu casa y yo mismo te llevare.
-Yo se la dirección de mi casa.
-Y por que no lo dijiste antes - dijo. Por alguna razón me había caído bien ese chico. Le indique la dirección y el dijo que no había problema el me acompañaría y que tenía una amiga que vivía por el mismo rumbo.
Tomamos un camión, no muy cómodo y con un olor horrible, luego nos bajamos en un parque, cosa que realmente agradecí, caminamos un poco antes de parar en una heladería, realmente tenia muchas ganas de una paleta de fresa, pero mi mama siempre me daba una tarjeta de crédito, jamás la usaba si no era para cosas realmente importantes.
-¿Quieres uno? - Preguntó señalando el puesto.
-No gastes tu dinero -le dije, pero cuando acorde ya se encontraba caminando hacia el lugar.
Me entrego un cono con nieve, no era lo que yo quería pero al menos la bola de nieve era sabor fresa y la de él tenia un ligero color morado. Cuando llegamos a mi casa , saque la llave de mi mochila y abrí la puerta, lo hice pasar tratando de ser amable.
-¿Quieres algo de beber?
-Gracias pero no. Valla, tu casa si que es bonita.
-Si, siempre pongo todo en su lugar, por que mi mamá es muy desordenada. -confesé.
-Pues haces muy buen trabajo. - lo mire sorprendido de lo amble que podía llegara ser ese chico que por alguna extraña razón me miraba mucho.
***
Al día siguiente, Jonghyun le cambio el asiento al chico que se sentaba a un lado de mí, quien a regañadientes accedió a dejar de ocupar el asiento y cedérselo a Jonghyun.
-Hola. -pronunció.
-Hola - le conteste.
Se sentó en su nuevo pupitre, me puse las gafas para lograr ver bien lo que el maestro de Química escribía, se había presentado como Lee Jinki, pero todos le decían “el pollo”, como siempre no entendía el por que, puesto que nunca lo había visto disfrazado de pollo, ni nada por el estilo. Jonghyun fue el que me explicó la razón. Dijo que era por su amor al pollo frito.
Jinki no era muy bueno explicando su clase, siempre tartamudeaba o se olvidaba de las formulas, muchas veces lo tuve que ayudar, él solo sonreía, pero ¿Qué tenia de gracioso, el que un alumno supiera más que el maestro?
Jonghyun después de haber reprobado los primeros exámenes de Matemáticas y posteriormente el de química, recurrió a pedirme ayuda, yo acepte a la primera sin saber bien por qué, él era lo más parecido a un amigo que había llegado a conocer.
Él dijo que solo podía ir a mi casa los lunes, viernes y los sábados. Él primer lunes que fue a mi casa, mamá llego a recogerme como lo hacia cada día después que le dije sobre mi accidente. Yo lo invite a subir, mi madre se quedo pasmada al verlo.
-Hola señora -saludo Jong.
-Hola, ¿Tu eres Jonghyun? -espero a que respondiera, pero Jong solo asintió con la cabeza. -gracias por cuidar de mi hijo el otro día.
-De nada, y no tiene por que agradecer.
Al llegar a la casa, mamá arranco el carro, puesto que siempre me iba dejar y luego se iba de nuevo a su trabajo, en ocasiones, cuando no tenia mucha tarea yo la acompañaba, y le ayudaba pasándole las cosas o maquillando a las chicas que llegaban, solo mirando a mi madre como les ponía el maquillaje, yo había aprendido. Todas las señoras que iban a la estética me decían que era muy mono.
Subimos a la habitación y Jonghyun abrió mucho los ojos cuando miró la montaña de libros que tenía acomodados según el tipo, la materia y el nombre, en estanterías muy amplias. Había una pequeña mesita en un rincón que sostenía la laptop.
De entre todo ese montón de libros saque uno de algebra básica y comencé a leer y releer los problemas ahí descritos, tratando de ver cuales eran los más sencillos y cuales los más difíciles. Para mí todo parecían simples. Él se sentó en mi cama.
-Todo el ambiente huele a ti, incluso las sabanas de tu cama, es un aroma dulce, me gusta. -Mis mejillas se encendieron, puesto que hacia ya bastante que ya entendía lo que significaba la palabra gustar. Él me hacia sentir cosas extrañas en el estomago.
-Mi mamá me regalo ese perfume el día de mi cumpleaños.
- ¿Cuándo cumples años Key? - Desde hacia un par de días el me llamaba así, decía que yo era como una llave que todo lo abre. Por primera vez en la vida me quede conforme aunque no entendiera a lo que hacia referencia esa frase.
-El 23 de septiembre, en un mes.
-Y que es lo que te gusta. -dijo mirando a todas partes, posando su vista en el montón de animales de felpa que año tras año me regalaban. Las vacas tenían su propio lugar, luego le seguían los osos, después las jirafas de las cuales solo tenia una y por ultimo los ratones. Me gustaba que todo estuviera en orden, incluso las almohadas de mi cama.
-No lo se, ¿quieres que ya empecemos a estudiar? -con él realmente hablaba mucho o eso me parecía a mi.
-Si.
La tarde concluyo tranquila, después de explicarle le mismo problema cerca de 20 veces logre que Jong hiciera más como ese.
Una vez que dieron las siete de la noche, mamá ya había regresado, con un montón de cosas, como galletas y dulces, además de refrescos y algo para cenar. Invitó a Jonghyun para que comiéramos, luego nos fuimos a la sala a mirar una película que mi madre miraba todo el tiempo. A mi si me gustaba esa película y a Jong por momentos creía que no. A mitad de película comenzó bostezar ruidosamente y luego se quedo dormido sobre mi hombro. Mirándolo bien él era un chico realmente atractivo, quizá por eso todas las muchachas de la clase se la pasaban siguiéndolo.
-Jong, despierta -lo moví un poquito.
- ¿Qué sucede? - dijo con tono modorro.
-Te quedaste dormido, la peli ya termino.
- ¿Qué hora es?
-Son las diez de la noche -terminó de despertarse, tomó sus cosas y se fue. Lo acompañe a la puerta.
-Nos vemos mañana Key. Y muchas gracias por tenerme paciencia -dijo antes de marcharse.
Verdaderamente empezaba gustarme ese sobrenombre, especialmente si él lo decía. Lo mire hasta que desapareció al dar la vuelta en la esquina de la tienda, luego cerré la puerta con girando el pestillo.
- ¿Ya se fue Jong? -preguntó mamá echando un miradita por la escalera.
-Si, acaba de marcharse -por más emoción o tristeza que sintiera en mi corazón mi voz siempre sonaba neutral.
-Ese niño realmente me ha caído muy bien.
-Si a mi también, me cae muy bien, mamá -su cara hizo una mueca extraña pero no logre descifrar cual de todas las emociones era dueña de esa expresión.
Después de un tiempo yo ansiaba que fuera lunes, así podría pasar tiempo con Jonghyun, después de estudiar siempre veíamos televisión o jugábamos videojuegos que a el le gustaban. Siempre me miraba, aun cuando estábamos estudiando y luego que mi vista se cruzaba con la suya, yo la apartaba con apresuro, y trataba de poner atención a los libros pero por alguna razón mi corazón palpitaba muy rápido y una sensación de hormigueo recorría mi estomago. Siempre sucedía solo si estaba Jonghyun a mi lado y me volteaba a mirar o se acercaba a mí. Creí que era presa de alguna enfermedad, así que busque todo lo referente a enfermedades gastrointestinales, pero ninguna decía los síntomas que yo sentía, luego busque en enfermedades cardiacas y el resultado era el mismo. Quizá mi enfermedad era eso a lo que todo mundo se refería con “raro”. Sí, alomejor esa era mi enfermedad, solo que jamás había tenido los síntomas.