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Un peculiar experimento por Neko uke chan

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Notas del fanfic:

 Originalmente publicado entre el 27/01 y el 17/02/10; re-editado en qué se yo cuántos días en plan de completa y absoluta reforma. Los personajes aquí torturados y usados como enclenques no me pertenecen, son creación de la mente –aún en el closet– de Konomi Takeshi-san u_u la afición de los jugos de Inui también son su invención…así que no, no tengo traumas con los zumos de frutas ¬¬


 Hice lo mejor que pude con este desastre de OOC y situaciones increíblemente mal desarrolladas, hasta dejarlo bastante más presentable, el resultado lo juzgan ustedes. 

 Era un día cualquiera en la Seishun Gakuen , lo que se espera normal para un regreso a clases después de las vacaciones de invierno. Cada uno de los titulares del club de tenis se encontraba en su respectivo salón, pero el destacante a mencionar entre ellos es Inui Sadaharu de noveno año y sus particularmente conocidos, para bien o mal, Inui’s Juices.


 Antes que la campana anunciara oficialmente el retorno escolar, éste platicaba con su compañero de clases y buchou del equipo.


 –¿Hiciste algo interesante en vacaciones, Tezuka?– viéndole el rostro de perfil a su apático amigo.


 –Nada realmente– respondió sin voltear, como siempre, con una energía entusiasta de abuelo senil.


 –Yo estuve un poco ocupado desarrollando una nueva y totalmente mejorada formula de mi jugo especial, con ingredientes nunca antes incluidos y tiene la interesante propiedad de cambiar el color con la temperatura exterior– Sadaharu proclamaba cual comerciante de mercado, con delantal incluido y una cara de patrocinador de productos químicos.


 –Hn, ya veo– Estoico, pero incluso él tendría que admitir que  le causaban escalofríos esos químicos tóxicos que Inui hace pasar por jugos. Aunque los disimulara mejor que el resto.


 –Éste jugo es diferente a los demás por varias razones– recitaba de nuevo, era la frase repetitiva que usaba cada vez que desarrollaba un nuevo jugo, ¡hasta parecía el eslogan de una compañía! con música promocional y todo.


 –…– Kunimitsu no hizo mucho caso del eslogan publicitario de su compañero tenista- químico-nutricionista, ya que se sabía de memoria los asquerosos ingredientes y los resultados: desmayos, vómitos, mareos, dolores de cabeza y estómago…sentía lastima el hecho del desperdiciar alimentos para uso del soborno y el mal.


 –Lo digo en serio Tezuka, este jugo es diferente a todos-–repitió seriamente, por primera vez en la conversación Mitsu se dio a la licencia de mirarlo.


 –No lo digo solo por los ingredientes y la preparación. Lo digo por los efectos– continuó.  Tezuka estaba interesado, podría decirse que la única vez, desde que conociera al doctor loco inventa jugos. Al ver que su compañero lo miraba, se sonrió sombríamente y siguió hablando con más empeño.


 –Estuve experimentando con unos voluntarios en vacaciones, la mayoría familia y amigos– tanto el buchou como cualquier otro, sabía qué en el diccionario de ese hombre no existe la palabra “voluntarios”, que para él es lo mismo que chantaje con alta proporción de daño interno por ingesta de químicos no aprobados por ninguna ley.


 –Lo más extraño de todas las pruebas…–decía, en tono casi teatral para mantener en suspenso e interesado al Rey de lo aburrido –…es que no obtuve resultado alguno– terminó la frase con un rostro agónico que hasta el mismísimo Tezuka le hizo erizar la nuca. –Ni uno solo– recalcó, expandiendo auras negras indefinidas y absorbiendo todo a su alrededor.


 –Ya veo, es bastante extraño– comentó el mudo en potencia tratando de ignorar las energías con almas humanas en pena, desconcierto y terror.


 –Les daba a probar el jugo y a diferencia de los anteriores, no surtía efecto inmediatamente y hasta parecía gustarles–  explicaba ya más humanizado con su pícaro brillo en el cristal de los lentes.


 –El efecto surgía después de unas horas y simplemente huían de mi, sin darme tiempo si quiera de verles el rostro y saber que les provocaba el jugo– relataba como viéndolo a través del aire –Al día siguiente, aparecían actuando extraño y cuando les preguntaba sobre los efectos simplemente cambiaban el tema– hizo una pausa en la narración, frunciendo pensativamente el ceño.


 –Eso me recuerda que le debo una peluca a mi tío– dijo para sí.


 Tezuka sintió algo de pena por el señor en cuestión.


 –Por más que insistía, nadie respondía mis preguntas sobre el jugo, algunos me amenazaron a muerte, otros simplemente no me dirigían la palabra y se iban, pero nunca supe que pasaba– el aire misterioso volvía a reinar, precisamente cuando entraba el profesor a la clase. Inui hizo un último comentario a si mismo que Tezuka no escuchó.


 –Creo que lo probaré en los titulares del equipo– y empezó la clase.


~~


 A la hora de las prácticas, los titulares puntualmente estaban reunidos y listos para realizar algún retorcido entrenamiento de Inui y la entrenadora, o simplemente intentar hacer algo que un club normal de tenis haría.


 –Bien, hoy traigo un nuevo jugo que estoy especialmente interesado en probar y como es especial haremos un entrenamiento especial– una sonrisa perversa se curvó en sus labios haciendo sudar a más de uno, Tezuka sintió un súbito alivio al ser el capitán y no tener que participar en esa masacre pero aparentemente el instinto alíen de Sadaharu presintió aquello, y no hizo más que destruirlo vorazmente.


 –Y tú también tienes que participar, Tezuka, estas pruebas pondrán al límite las cualidades de cada uno de los jugadores y  eres uno de ellos. Además es una práctica especial, no hay excepciones– la sonrisa perversa se corrompió más aun al ver al buchou carraspear.


 –Les explicaré una sola vez y quiero que presten atención– comenzó el ayudante de la entrenadora, bien conocido por realizar estrategias ganadoras y obtener datos muy útiles. –Este entrenamiento exigirá no solo lo mejor de ustedes, si no también esfuerzos lo más cercanos posibles a la perfección– un placer fetichista se apoderaba de él, algo muy adentro le decía a Tezuka que su intención no era entrenarlos, sino hacerles probar su jugo como fuera.


 –Se dividirán en parejas escogidas al azar, les ataré una cuerda a la cintura uniéndolos al otro, solo podrán usar una mano, tienen límite de tiempo, movimientos y de pasos, tendrán áreas asignadas en la cancha. Deberán evitar que su pareja pierda pero también que gane, una vez que una pareja pierda será eliminada y la ganadora jugará individuales, siempre obstaculizados por la pareja perdedora, nadie puede rendirse o automáticamente perderán todos los jugadores en la cancha, sean sencillos o dobles, no se pueden dejar ganar o facilitar al otro, tampoco pueden pasarse de ningún límite establecido ni una sola vez, si hay empates individuales deciden entre ellos quien pierde y quien no, y en dobles, decide la pareja perdedora quien gana– recitó las instrucciones de manera que el mismíso tensai Fuji Syusuke no entendió y Ryouma se mareó.


 Al ver las reacciones indefinidas de todos, con su expresión más sombría les echó un último balde de agua fría: –Se me olvidaba comentarles que todo será muerte súbita y por supuesto nadie puede quejarse–  el buen samaritano y pastor de la paciencia, Oishi, estalló en furia. Sobra decir que Momoshiro y Kaidoh también…disputas, gritos, quejas, llanto, golpes, sangre. Hubo pánico en general hasta que apareció Ryuzaki-sensei y les armó una buena, apoyada en su menopausia prematura.


 Los juegos comenzaron y las parejas fueron:


Ryouma-Eiji.


Momoshiro-Fuji.


Kaidoh-Tezuka.


Oishi-Kawamura.


 Inui estableció límites absurdos de todo: velocidad, número de devoluciones y saques, de pasos y tiempo de partido. Muchos juraron mandarlo al mismísimo infierno a que le lamiera las bolas al diablo.


 Cómo era de esperarse de todo lo injusto y cruel, todos y cada uno cayeron, sea por lo que fuera, por cualquier estupidez, cayeron.


 –Bien, se acabaron las prácticas– anunció por fin  –ya que todos perdieron, deberán tomar el nuevo jugo que reservé para esta ocasión–. Con varias maldiciones y groserías por lo bajo y unas cuantas no tan discretas, todos tomaron los vasos de jugos con recelo exceptuando a Fuji por sus extraños gustos.


 Ryouma y Momoshiro se taparon la nariz y cerraron los ojos esperando que el jugo no los matara pero sucedió algo muy extraño, y  todos quienes lo bebieron pudieron notarlo.


 ¡El jugo sabía bien!


 Qué extraño, es la primera vez que no corren ni hacen muecas de dolor cuando toman el jugo  pensó Inui  muy extrañado,  sabía que este jugo era diferente, pero creí  a tal punto.


 –¡Oye, Inui! ¿Qué tiene este jugo que sabe tan bien?– un contento Eiji se relamía los labios degustando el delicisioso néctar.


 –Está aceptable– decía el buchou sosteniendo su vaso sin una sola gota dentro –Está bastante bien– el siempre sonriente Syusuke.


 – …mada mada dane– el chico se servía el tercer vaso del jarrón de jugo, nunca admitirá que le encantó.


 Todos comentaban lo delicioso que estaba el jugo, lo más extraño es que a cada uno le sabia diferente.


 –A mí me sabe a carne– comentaba Momo sonriente a Taka-san –¿en serio? A mí me sabe a sushi– respondía el siempre amigable tenista extremo .


 –¡Hoi, hoi! El mío sabe a chocolate– se regocijaba el tenista acrobático. Mientras conversaban de los distintos sabores, Inui tomaba notas como nunca en su vida, definitivamente era el jugo más raro que había hecho y aún le faltaba comprobar los efectos.


 –Me alegra que a todos les guste, pero ¿no sienten nauseas o dolores o alguna clase de malestar? – cuestionó en general, esperando una respuesta satisfactoria.


 –Pues…simplemente se siente bien– respondió Fuji pensativamente, algunos asintieron.


 Después de varias preguntas respecto al jugo, Inui, por primera vez desde que accidentalmente mezcló ingredientes volátiles que se llevaron medio laboratorio de química y crearon “el primer jugo”, ¡recibió buenas críticas!. Simplemente no lo podía creer.


 Los halagos y preguntas se vieron interrumpidos por el anuncio de Ryuzaki-sensei, informando que habían acabado las prácticas, sosteniendo un vaso de jugo en la mano.


~~


 Ya se dirigían de regreso a casa, cada uno acompañado con su habitual camarada: Ryouma con Momoshiro, Tezuka con Fuji, Inui, Kawamura y Kaidoh, Oishi y Eiji.


 Los chicos de dobles caminaban, comentando cualquier estupidez que se les ocurría, hablando desde matemáticas hasta porqué el wasabi es verde. Mientras caminaban y hablaban, Oishi comenzó a sentir “algo” peculiar, una sensación que no recordaba haber experimentado antes o por lo menos no tan intensamente, y solo ocurría cuando con sus elocuencias, Eiji miraba fijamente a los ojos a su compañero o simplemente le tomaba el brazo y lo arrastraba hasta la heladería.


 Por petición de Eiji se sentaron en una mesa pequeña en el área exterior de una heladería de dos pisos, bastante famosa en la cuadra.


 –…yo voy a pedir el “extra cono espumoso a la Scratinada”– recitaba Kikumaru con la carta en mano, tratando de pronunciar “Gratinada”. Oishi simplemente no había levantado el menú de la mesa desde que el mesero se lo hubiese entregado en manos.


 –Nee ¿tú qué vas a pedir Oishi? – preguntó, sacando de sus pensamientos al otro, haciéndole mirarle fijamente y sonrojarse, desviando la mirada –No has visto tu menú ¿es que no quieres helado? – dijo el pelirrojo, algo ofendido por el poco interés de su amigo en una de sus paciones de preferencia, léase helado. –No es eso, es que…–se vio interrumpido en su intento de aclaración cuando la mano del otro se posó en la suya, tomando la carta que recién había sostenido; se sonrojó al Kikumaru sonreírle.


 –Es que no te decides por ninguno ¿verdad? – decía mientras exploraba la carta de Syuichiro, no muy diferente de la suya.


 –¿Eh? S-si– carraspeaba Oishi mientras el otro escogía un helado para él. Los dos estaban sentados en silencio, éste procuraba no mirar directamente al menor. Kikumaru comenzaba a incomodarse por lo que decidió romper el hielo.


 –Oye Oishi, es raro en ti que tardes tanto en decidir algo y mucho más cuando conoces el menú de memoria. No es la primera vez que comemos aquí– abordó con franqueza, escrutando la mirada nerviosa del otro –Si fueras así en los partidos, perderíamos inevitablemente– dijo con un puchero indiferente, cruzando las piernas y recostándose del respaldar.


 –No es nada Eiji, es simplemente que no veo variedad en comer siempre los mismos helados– intentó parecer tranquilo aunque comenzaba a sudar. Kikumaru se estaba balanceado sobre la silla, apoyándose con los dos codos en la mesa, cruzando sus manos bajo su barbilla, quedando su rostro cerca del otro. –Pero pensé que te gustaban los helados– contradijo con un infantil puchero muy característico de él, Syuchiro no pudo evitar fijarse en los labios rojos y carnosos de su amigo, pensando para sí que su compañero era muy lindo.


 –Si– respondió apresuradamente, sin quitar la mirada de la boca del otro –me encantan– un pequeño destello en sus ojos apareció, mientras por alguna extraña razón, anhelaba tener más cerca al gatuno jóven.


 Eiji llamó al  mesonero otra vez, encargando un “Pints doble con chocolate especial” para su amigo, agradeciendo éste que sea menos costoso que el anterior. Llegaron juntos ambos helados y el mesero preguntó “¿Desean algo mas, caballeros” con una simulada  expresión que alertaba “no me jodan tanto, par de indecisos” respondiendo aterrado el de la curita enel rostro –N-no señor, gracias–


 –Qué mal genio tiene ese hombre– reprochaba el chico de las acrobacias cuando el mesonero se hubo marchado, comiendo su helado


 Kikumaru trataba de encontrar conversación en su callado amigo, mas callado de lo normal, pero era inútil, con su hábil don de la palabra Oishi decía algo lo suficientemente complicado para dejarlo pensando al punto de sobrecalentar su cerebro y así no poder preguntar nada más. Cuando terminaron sus helados, Syuichiro, que tenia rato sumergido en sus extraños pensamientos al ver los labios de su amigo, se disponía a irse, corriendo de ser necesario. Pero justo cuando levantaba la mochila del respaldo de la silla, la repentina lluvia como le encharcó los planes de huida.


 Se vieron en la obligación de correr a refugiarse en la casa más cercana desde la heladería, y casualmente era la casa de la familia Kikumaru .


 Al principio la inofensiva llovizna les permitía caminar lo suficientemente cerca como para que Syuchiro se fijara inconscientemente en que su desastroso amigo había dejado pegado en su labio un trozo de barquilla del helado, que tentadoramente se resistía a retirar.


 Caminaba fijándose en el trozo de barquilla, cosa que no pasó desapercibida por la impresionante vista de gato del otro. El observado se detuvo en  cuanto la lluvia empezó a aumentar, Oishi también se detuvo.


 –¿Qué sucede, Eiji? – preguntó algo preocupado. Con un puchero enojado, simplemente le contestó de mala gana –¡Llevas rato viéndome raro! ¿es que tengo algo en la cara o qué?– Syuchiro se sorprendió, su amigo es el mejor para escoger los peores momentos para ponerse raramente observador.


 –Eh…Oh si, tienes algo en la cara– respondió distraídamente, aun nervioso y comenzando a empaparse –¡Eh! ¿Dónde? ¿Dónde? – bastante frenético, Eiji tanteaba toda su cara al azar, sin siquiera acercarse a su boca, lugar favorito de las “cosas en la cara”.


 La lluvia caía más fuerte y se  estaban mojando demasiado, Oishi se estaba desesperando al ver que su amigo hasta la chaqueta se había quitado, tratando de buscar un mísero trozo de barquilla. Debía hacer algo.


 –Eiji, ¡aquí esta! – le sostuvo la mano con la que tanteaba su rostro, y con su dedo índice, retiró lentamente el infalible trozo de galleta, deleitándose con lo suaves y delicados que eran aquellas dos perfectas líneas carmesí húmedas por las gotas de lluvia.


 Un sonrojo indiscreto en ambos les hizo separarse bruscamente, el fuku-buchou aún sostenía la mano del otro, arrastrándole a correr bajo la fuerte lluvia que segundos atrás ignoraban.


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