Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Misión: Raptar al novio por Marcianita

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tengo que disculparme también en esta historia ¿no? Bien a mis lectores – si hay alguno que me sigue esperando – les pido perdón, tuve – tengo – un problema con lo que es la pérdida de mi laptop, mi incapacidad de transcribir mis historias, y llevarme bien con el papel y el lapicero, pero… estoy queriendo mejorar las cosas, así que he vuelto para no irme. En fin, ya les cansé a leer. 

Día 2– No sabes cuanto te odio.

—     Buenos días chicos.

¿Saben lo que es querer golpear a alguien, – o al menos querer sacarla de tu punto de mira – pero sentir a tu cuerpo tan adormilado que el intento es vano? Si no lo saben, no me comprenden, y si pasaron por mi caso supongo que van a compadecerse que tras intentar levantarme para botarla por la puerta, – cosa que no pude - haya acabado por quejarme del dolor de cabeza, por la desgraciada, y asquerosa resaca.

Así que al final solo pude gruñir por lo bajo, odiando a la vida misma, al bendito alcohol, a Suigetsu por haberme llevado, a mí por haber tomado, y al barman con cara de idiota que me hizo un descuento, tras tirarme los tejos. Ahora que lo pienso, puede que hasta el muy cabrón me haya drogado. Volví a gruñir tras esquearme, y sentir en nueva cuenta nauseas.

Mierda. Nunca, pero nunca más volvería a emborracharme.

Mientras yo me quejaba internamente, y juraba y re-juraba, cosas que ya sé de antemano no cumpliré, no me di cuenta que mi hermano, Itachi, salió de la cama, y tras hacerlo fue hacia la puerta donde estaba parada Konan, ya totalmente lista para salir, se acercó más a ella y la besó como saludo. El sonido de sus labios al hacer contacto sí que lo noté, y sentí que me dolía aun más la cabeza, al verlos hacer dicho acto en mi cara, en mí cuarto, malditos hijos de mierda. Esta era la segunda vez que los veía, y la sensación era la misma. Quería arrancarles la cabeza.

—     ¿Saben?, — hablé, luché poruqe mi voz no saliera tan irritada, fallé en ello, y tampoco me importó mucho el hacerlo, — me estan dando asco, salgan de mi cuarto.

Konan me vió, sus ojos ámbar se fijaron en mi persona, pero solo fue una mirada rápida, al momento de acabar hacerlo volteó y salió del cuarto, pidiendo unas disculpas, que a lo mejor no venían al caso. Mas Itachi no se fue, no lo hizo, y no se por qué pero se quedó dentro del cuarto, sus ojos negros que me miraban, absorvían el espacio tiempo, me instaban a solo verlo a él,  y después me sonrió, de verdad  me gustaba esa expresión. Él tenía solo la parte inferior del pijama de algodón, y más sus ojos que solo me miraban creaban un efecto en mí. No, no me estaba tranquilizando, era todo lo contrario, me estaba calentando con algo tan simple, y era jodidamente humillante ya que cabía la posibilidad que lo notara, y si lo hacía…

—     ¿Cómo estás?

—     ¿Eh?

E Itachi rió, porque la respuesta había sido tonta – tal vez demasiado – y yo era su bufón principal. Porque le encontró la gracia de ver una verdadera cara confundida de mi parte, y no el seño fruncido que acostumbro llevar.  

—     Si te duele la cabeza — yo seguía un tanto perdido, no capté bien sus palabras, así que simplemente fruncí el entrecejo, preguntándome qué rayos había dicho, pero él, mi hermano, que notó mi confusión volvió a hablar — el alcohol de verdad mata neuronas, ¿no?

Refunfuñar era algo que sobraba, era tan común con Itachi, que este ya estaba preparado para escucharme, mas decidí no hacerlo, estaba cansado, me dolía la cabeza, y hoy no deseaba gritarle, porque el siempre gana aunque nunca pelea. Así que dije:

—     Solo estoy un poco cansado.

—     ¿Te duele la cabeza? — volvió a preguntar lo que al parecer había querido preguntarme hace poco, con la voz pausada que le caracterizaba, tratándome como un pequeño infante.

Odiaba que me tratara como un niño, no lo era, no quería serlo, no a sus ojos. Pero para alguien como Itachi ver a los demás como renacuajos estancados en aguas turbias era fácil, aún cuando no tenía las ganas de hacerlo. Lo odie por un momento, y me odié al segundo siguiente por no proseguir con el sentimiento.

—     Sí.

—     Muy bien, ya te traigo aspirinas hermanito — tras decir esto me tocó la frente,  ese toque que no se pierde a pesar de los años, y se levantó. Tomé un poco de aire y me fijé en su ancha espalda que se alejaba, pero cuando llegó a la puerta se volteó y me dijo: — veo que hoy soñaste bonito.

Si no fuera por su voz impersonal – marca Itachi – puede que lo haya golpeado, pero no lo hice, primero sopesé a lo que se refería, bajé mi mirada a las frazadas que tapaban mi zona baja, y maldije con la voz muriéndose en mi garganta.

Mierda, mierda, y más mierda.

Esa fue la peor humillación que me haya pasado en la vida.

-o-

Yo creo que nací salado, muy salado.

Soy ese pobre desgraciado que podría caer víctima de una tormenta eléctrica el mismo día que lleva más de un accesorio de oro*; ese tipo que sería atropellado ni bien salir de casa. Bueno, puede que no fuera para tanto, pero tenía mala suerte.

Ya que mi primer beso fue por un accidente y con el idiota más idiota que haya pisado la faz de la tierra. Mi único interés amoroso, no posee otro puesto más que el de mi hermano. Además soy el chico que en más de una ocasión fue acosado sexualmente – hombres y mujeres al igual - . Y atraigo gente  - que después se auto nombra como amiga mía – de lo más exasperante, tal y como en este caso:

—     ¡Teme te estaba esperando!

—     ¿Qué estás haciendo aquí tan temprano? — mascullé molesto.

—     Vamos a ir de compras ‘ttebayo

—     Yo no quiero ir…

—     Sasuke, no seas malo con Naruto-chan, cámbiate y acompáñalo.

Ah, y claro, mi madre era abogada de mi mejor amigo. El idiota más idiota sobre la faz de la tierra, el chico terremoto que me metió en más de un problema, el blondo cabeza hueca que gusta de joderme la paciencia, sí, él era Naruto.

—     Pero ma…

—     Sasuke acompáñalo.

Y fue tras esas palabras que ella sonrió. Para una persona normal el ver sonreír a mi madre de esa forma – con los hoyuelos marcados simpáticos en las mejillas, de forma tan amplia que sus ojos también parecen sonreír -  era algo digno de ver. Pero como yo vivía en esta casa sabía lo que eso significaba. Un temblor se prolongó por mi cuerpo, y no tuve más que asentir y acatar. Tanto yo como Itachi no tuvimos una buena experiencia al ver como mi padre pasó por alto esa advertencia, juro que nunca volví a ser el mismo, apuesto que tampoco mi hermano, mucho menos mi padre y su pierna enyesada.

La lección de vida fue: Si ves a Mikoto Uchiha pidiéndote algo a la par que sonríe, no te lo está pidiendo, eso es un mandato.

-o-

— ¿Por qué me sacaste de mi casa Dobe? — pregunté de mal humor, porque estaba cansado, sentía la cabeza pesada, y seguía de mal humor, y odiaba a Naruto que sonreía y parecía hacer brillar el ambiente, y eso me molestaba.

—     Ya te lo dije ayer Teme, ´ttebayo.

Parpadeé sin comprender, ¿ayer?, no hablé con Naruto el día anterior, es más no hablaba con el por meses, eso era totalmente imposible.

—     No mientas estúpido que yo…

Claro, ayer  - o mejor dicho hoy en la madrugada – Naruto me llevó a mi casa mientras hablaba de cosas que no entendí – y no hice el esfuerzo por entender – y en una de esas acabé por asegurar algo de lo cual no tengo ni puta idea.

—     ¿Te acordaste verdad? — me dijo alegré, con esa felicidad fácil que él tenía y me era insólita — Ahora ayúdame a buscar un regalo para mi novia.

—     ¿Crees que tengo cara de saber qué regalar a una chica? — o a alguien, en fin, quise atribuir. Una persona tan orgullosa y egoísta como yo no tenía entre sus talentos el saber dar regalos.

—     Pero yo tampoco sé, y el haber vivido con Ero sennin por tanto tiempo me atrae ideas raras a la cabeza — habló un poco más y gritando, o sea, con su tono de voz chillón de siempre — por poco le compré un consolador — y como el cabrón habla gritando mucha gente nos vio con mala cara. Sí, gracias Naruto, haces mis días únicos.

Quise irme, me valía un comino Naruto y su dichosa novia, que supongo es Sakura, -años de pedirle una cita, recibir golpes por las propuestas, supongo dieron frutos – tenía cosas más importantes que hacer, como evitar dormirme parado, hacer algo para no golpear a alguien para descargar mi mal humor – o mejor buscar a alguien para hacerlo – y pensar la forma adecuada de separar a mi hermano de esa tipa.

Pero antes de zafarme de ese compromiso del cual no quería formar parte, Naruto me agarró de la camiseta y dijo:

—     Llamaré a Mikoto-san, y haré que te metas en problemas si no me acompañas.

—     Joder, cómprale flores o asquerosos chocolates.

—     No puedo, está a dieta y me matará si le doy flores.

Suspiré hastiado, a mi me valía si Naruto le regalaba un anillo de gemas, o al final se descantaba por el jodido vibrador, pero una voz interna – la razón a lo mejor – me susurraba que decir aquello solo lograría que perdiésemos más tiempo del debido gritándonos.

—     ¿Por qué no llamaste a una persona que sepa más de esto? A un ligón, u otra chica.

—     Claro, eres un genio.

Me dejó por un rato y se fue corriendo a quién sabe dónde, yo al sentirme libre, pensé que tenía la libertad para irme, mas Naruto me gritó a lo lejos “Espera ahí Teme,” hice mala cara y me sentí demasiado humillado, ya que a mi edad seguía temiendo a ser regañado por mi madre.

A pocos minutos volvió Naruto, demostrando  que mi opinión de él no era errónea, – me refiero a que es el idiota, más idiota que haya pisado la faz de la tierra – ya que junto a él, nada más ni nada menos que la chica Hyuuga. Siendo franco la chica me dio pena, porque hasta yo sabía de sus sentimientos por mi blondo amigo, – el único no enterado es Naruto – además de que en cierto sentido sentí empatía con ella, ya que pasaba por algo similar, pero yo no soy una persona considerada con los sentimientos ajenos, ya lo dije, soy egoísta, así que al tenerla enfrente le pregunté:

—     ¿Nos ayudarás con esto?

Ella asintió positivamente y forzó una sonrisa con sus labios.

—     Cla-claro, daré mi mejor esfuerzo para ayudarte con tu novia, Na-Naruto-kun.

El idiota sonrió con más ganas, haciendo que piense lo anormales que eran sus mejillas para estirarse tanto, y después dijo un “gracias,” que  hizo estremecer a la chica. Yo de verdad tenía mis razones para decirle “idiota,” hablo en serio.

-o-

— ¿Cómo no lo pensé antes?, — farfulló Naruto mientras se rascaba la cabeza con una mano, la otra apretaba la bolsa que llevaba el “dichoso,” regalo contra su pecho.

Yo no respondí ya que no le vi caso, es obvio que hablaba consigo mismo. Mis manos estaban abrigadas en mis bolsillos, y mi mirada se pasaba por todo el lugar, al final no estaba tan hastiado por haber salido de casa, me di cuenta que en ciertos sentidos me había despejado. Además de que una parte mía – uno de mis demonios personales – se sintió renovado al ver la sonrisa forzada de Hinata, mientras intentaba hacerse sentir feliz al despedirnos. No ser el único que sufre por estas cosas, era sin lugar a dudas un viento de aire fresco para mí.

—     ¿Cómo va todo con Sakura? — decidí cuestionar, en fin, ambos eran algo así como mis amigos y resultaba un tanto interesante sabes cómo acabaron juntos. Pero noté como Naruto abrió la boca, para cerrarla al instante, y la abriera de nuevo, vacilante.  La sonrisa de siempre había disminuido considerablemente.

—     Ella, pues… — rió un poco, de forma forzada — supongo que bien.

—     Pero Sakura es tu novia.

—     ¿Qué estás…

—     ¿Tu novia Naruto? — escuché a nuestras espaldas — Ya sabía yo que no la olvidarías tan rápido.

—     No Ino, eso es mentira, Sasuke es un desgraciado eso es lo que pasa.

Fue ahí donde capté todo. Ino era quien salía con Naruto, era obvio por la disputa, o por la bofetada que le dio al Uzumaki diciendo que ella no sería una pobre idiota a la que le pondrían los cuernos. La situación era surrealista, no me imaginé que ella fuese la liosa, – en realidad no la conocía, así que de verdad no tenía ni idea -  no pensé que tal escena se realizara por una simple palabra. No creí haber encontrado algo tan motivante en un mal día.

—     Ino no te vayas, te compré un regalo.

—     Métete ese regalo por el trasero Naruto.

Todos los que pasaban por ahí veían de forma disimulada – o no tanto – tal evento, yo… decidí que no había sido malo salir – para nada – y me descanté por quedarme a ver un poquito más como esa comedia acababa.

Cuando ella se fue Naruto dio vueltas por el lugar, como un loco, se agarraba los cabellos cual maniático, y lo vi enojado, lo más seguro que conmigo, no es como si me importara realmente. Entonces se volteó a verme, ambos ojos azules me apuntaban, eran filosos y no esos bonachones. Mi rival había vuelto.

—     ¿Por qué nombraste a Sakura?

—     Creí que era obvio.

Su vista se volvió a fijar por donde se marchó Ino, y mientras se preparaba para lo que seguro seria una carrera tras ella. Me vio irritado y dijo:

—     Gracias Teme.

Yo sonreí, engreído, como siempre.

—     No, gracias a ti.

-o-

El buen humor antes predominante se fue al carajo. Sí, una vez llegué a mi casa, mía, la vi a ella, sentada en la mesa, hablando con mi madre, y mi padre, riendo con ellos, mientras una de sus manos –que estaba teniendo ganas de cortar – tomaba otra de mi hermano entre la suyas, en la típica escena de enamorados. Y odie ese ambiente ameno que los rodeaba a esos cuatro, detesté a esa mujer – cosa para la cual no se necesita esfuerzo – mis padres, y claro a aquel quien había metido al intruso en el terreno, Itachi.

Pasé de largo, no saludé a nadie, no le vi el caso en hacerlo. Pero todos me notaron, mi madre dijo un “Sasuke-chan, ¿Cómo te fue?,” que no fue respondido ya que solo pasé de largo. A pasos rápidos, evitando que mi padre me agarrase y empezase una de esas peleas familiares, que tienen muchos gritos, poca razón, y nadie llega a algún acuerdo que valga la pena, y ni bien entré a mi cuarto me encerré dentro. Escuché a mi padre refunfuñar, e Itachi lo calmó excusándome como lo hace desde hace tanto.

Tal vez usar otros métodos funcionaría mejor, pero… no podía evitar el hacer eso, quería botarla, le gritaría que se fuera si no tuviera el impedimento de mi hermano como obstáculo. Así que, me eché en la cama, con la vista fija en el techo, en ese que era blanco y aburrido. Pensé en lo que sería el primer plan para mi cometido, pero de igual forma no me sentí renovado, no como antes al menos.

Creo que pasó una hora hasta que mi puerta fue tocada, por el son que este tenía supe notar que era Itachi. Su toque no era violento, mas tampoco era de esos tan suaves que apenas y se escucha el sonido, era su toque, me mordí el labio, debatiendo entre dejarle entrar o dejarlo fuera. La debilidad hizo que le abriera.

Y lo tuve frente a mí, igual que siempre, la persona que vengo conociendo desde hace tanto, pero aun así me es intocable. Magna estupidez, lo sé. Y él me vio desde la puerta, y me pregunto si podía pasar, yo solo afirme con mi cabeza.

Yo lo odiaba, una parte mía no paraba odiarlo. Itachi no se imaginaba cuanto lo detestaba, porque no podía tomar en serio este sentimiento. No sabía cuánto lo odiaba porque le quiero.   

Notas finales:

Ya, se acabó. Como dije arriba siento haber tardado tanto, pero a este episodio no sabía cómo tratarlo – sigo sin estar lo suficiente contenta de cómo  quedó – pero… aquí está.

Ahora viene mi aclaración creo que antes mencioné que serían 30 y… ya que iba a relatar según los días, pero dimito ante la idea, no pueden ser todos los días interesantes, así que saltaré algunos días. La historia ya está casi concluida – en mi cabeza – así que ahora que ya sé el final de esto supongo que trabajaré más rápido. En fin, nos vemos en el próximo episodio, hasta otra. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).