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Colors por Rhape

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Notas del fanfic:

-Shonen-ai (por ahora... ewe)
-Semi basado en Gakuen Basara.
-Época actual.
-Los personajes pertenecen a Capcom.

Motonari despertó en punto de las cinco de la mañana, como todos los días; se dio una ducha rápida de agua helada, como todos los días, y se vistió elegantemente con su uniforme escolar y la corbata negra bien colocada, como todos los días. Para el desayuno tomó jugo de naranja y un pan tostado, como todos los días, aunque haciendo algo ligeramente diferente; untarle mantequilla al pan por un lado, consciente de que podría arrepentirse de ello más tarde. Pero también sabía que cumplirse un caprichito de vez en cuando no le haría daño.

Antes de salir de casa se aseguró de tener todo preparado: mochila, estuche de lápices, regla, cuadernos, libros…Sí, todo en orden.

Llegó a la preparatoria cosa de las 6:22 am y se dirigió a su aula para repasar apuntes, como de costumbre. Sólo a esa hora podía disfrutar de esa paz de una escuela vacía que en su casa no tenía, pero aquello poco le duró mucho pues, quince minutos más tarde, una pesada mano golpeó su mesa de trabajo.

- Eh, Mori. ¡Buenos días! – dijo el muchacho de cabellos blancos con voz cantarina, el cual no traía corbata, la camisa desabrocha y las muñecas repletas de pulseras con púas falsa - ¿Qué tal amaneciste hoy? –

- Chosokabe, ¿a qué se debe tu insufrible presencia y tan temprano? – preguntó por cortesía. Quizás así lo dejaría en paz más pronto.

- ¡Qué cruel eres! Sólo saludaba – sonrió - ¿Es que acaso no te da gusto verme? –

- No tengo palabras para describir la inmensa alegría que me causa tu rostro - contestó sarcástico y bajando un poco los parpados. Intentó zanjar la conversación volviendo su vista al libro de algebra pero Motochika continuó hablando.

- Por cierto, hoy me sentaré contigo – dijo colocando su mochila en el asiento de junto.

- ¿Um? ¿Y eso por qué? No tendremos ningún examen el cual necesites copiarme –

- ¡Hey! Yo puedo pasar mis propios exámenes, ¿sabías? – replicó divertido, deslizando una mano por la mesa hasta casi atreverse a invadir su espacio personal – Sucede que quiero pasar más tiempo con mi mejor amigo Mori, ¿qué te parece? –

- … Oh, disculpa. ¿Somos amigos? – cuestionó lanzando una mirada inquisitiva, algo molesta – Debes estar confundiéndome con alguien más – cerró el libro y después se levantó, haciendo bruscamente a un lado el brazo de Motochika para conseguirse el paso.

- ¡Bu-bueno! Nos conocemos desde hace años y creí que lo éramos… ¡Eh! ¿A dónde vas? –

- Eso no es de tu incumbencia – contestó de reojo – Espero que cuando yo vuelva hayas quitado tus cosas de ahí – y salió del salón, dejando atrás a un Motochika como perro con el rabo entre las piernas.

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La alarma del reloj sonó a las seis exactas y Mitsunari la apagó de un manotazo, quedándose al menos siete minutos más revolcándose en su cama intentando despertar. Entró a ducharse y se quedó bastante rato dejando el agua caliente caer sobre él (lo suficiente para que el cuarto de baño se llenara de humedad). Tomó su uniforme escolar del piso, se ató la corbata como sea, y fue directo a la cocina a revisar si había comida en el refrigerador, y como no encontró mucho, se sirvió cereal usando la poca leche que quedaba.

Ya iba a las 6:50 a.m. saliendo de casa cuando se dio cuenta que no llevaba la mochila consigo y tuvo que devolverse a su habitación a por ella.

- ¿Puedo pasar? – preguntó al profesor Mogami antes de bostezar.

- Ishida-san, otra vez tarde – comentó con su habitual voz graciosa - ¿Se puede saber ahora por qué? –

- Me tomó más tiempo de los esperado matar al gato de mi vecina… – contestó con ironía y desgane mientras se dirigía a su lugar.

- Jojojo. Usted siempre tan ocurrente – rió divertido – Tome asiento -

- ¿Qué tal estás hoy, Mitsunari? – le preguntó en voz baja Ieyasu, quien siempre se sentaba en el mesabanco contiguo al suyo; a lo que el mencionado respondió alzando el brazo.

- Mogami-sensei, Ieyasu me está molestando –

- Tokuwaga-san, por favor estece en paz y deje de importunar a su compañero –

- S-sí, Mogami-sensei – contestó éste avergonzado y con cierto rubor en las mejillas mientras los otros alumnos murmuraban y se reían de él. Entonces arrancó un pedazo de papel de su cuaderno, escribió algo en él y lo dejó sobre el escritorio del peliblanco.

Mitsunari lo leyó. Era la misma pregunta que le había hecho antes. Arrugó la hoja, se la llevó a la boca y después la escupió sobre los cuadernos de Ieyasu.

- ¿Eso responde tu pregunta? – dijo de mala gana y con una mirada casi asesina, a lo que el castaño rápidamente asintió con la cabeza y temió en seguir haciéndolo enojar.

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- Kasuga-chaaaaaaaaaaan, ¡necesitamos tu ayuda! – gritó Itsuki, golpeando el mesabanco de la rubia con ambas manos cuando ésta comía su almuerzo tranquilamente.

- ¿Ahh? ¿Q-qué pasa? – preguntó exaltada, e intentado que no se le cayera su tazón con comida.

- Queremos información – contestó Sorin en susurro.

- ¿Qué tipo de información? – hizo lo mismo, al parecer era un asunto muy serio.

- ¡Es sobre Yukimura-chan y Masamune-kun! – ahora contestó Tsuruhime, también en secreto.

- ¿Sí? ¿Qué hay con ellos? – cuestionó curiosa, pues no entendía qué asunto podría ser tan importante como para manejarlo con tanta cautela.

- Creemos que… - comenzó a decir la niña de las coletas mirando hacia todos lados para cerciorarse de que nadie más escuchara –… que están Juntos –

- ¿…que están 'Juntos'? – parpadeó un par de veces seguidas.

- Sí. Tú sabes…- Tsuruhime hizo unos ademanes extraños con las manos que Kasuga entendió enseguida.

- ¡Pero qué tontería! – frunció el ceño y se cruzó de brazos – Es cierto que ellos se la pasan todo el tiempo peleando, y que ustedes tres miran Yaoi en cualquier lado, pero eso no significa que Sanada-kun y Date-kun sean gays –

- ¡Pero yo los vi besarse! – exclamó la castaña aún procurando mantener la voz baja. Y la rubia se ruborizó al instante al escucharlo.

- ¡¿En-en serio? –

- Bien… realmente no – sonrió apenada – ¡Pero hace unos días los vi saliendo del almacén donde se guardan los equipos deportivos! Ambos estaban agitados, sudorosos y con la cara roja… – terminó de decir también sonrojada.

- Quizás sólo estaban peleando…-

- ¡O hacían otra cosas! – dijo Itsuki sonriendo y en un tono más sugerente.

- Por favor, Kasuga-chan, necesitamos saber si hay algo entre ellos – suplicó Sorin juntando las manos.

- ¡Te pagaremos lo que quieras! – ofertó la castaña ya desesperada.

- ¿Ah?... D-de acuerdo – dio un respiro de resignación – Si es tan importante para ustedes lo haré. Depende de lo que consiga les cobraré –

- ¡Bieeeeeen! – gritó el trió en unísono y con los brazos al techo como niños en un parque de diversiones.

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Motonari dejó el lápiz sobre su cuaderno. Ya había terminado los ejercicios que el profesor Nanbu les puso a resolver hasta que tocara el timbre, que para eso todavía faltaba un buen rato. Se limpió los lentes con un trapito que sacó de la funda y dio un suspiro de aburrimiento. Al volverse a mirar a sus compañeros notó que fue el primero en acabar, algo que no le sorprendió para nada pues siempre era así, inclusive alguno todavía copiaban los problemas del pizarrón con cara de no entender nada mientras que otros, más osados, hablaban y reían por lo bajo ignorando la clase. Sintió envidia de ellos.

Por un momento deseó que los estudios le importaran poco y divertirse como ellos lo hacían, sin embargo, no podía darse ese lujo… o podría acabar como un mendigo pidiendo dinero en la calle, o como un cajero en un McDonald's. Peor aún, podría acabar siendo un vago sin remedio como Chosokabe, a quien dirigió su vista furtiva varios escritorios atrás.

El peliblanco parecía estar contrariado con las ecuaciones de Física, y al percibir la mirada fría de Motonari también lo miró, agitando una mano en el aire y sonriéndole alegre. El de ojos cafés lentamente fue girando la cabeza hacia otro lado, todavía sin quitarle la vista de encima, pues quería dejarlo bien en claro con esa mirada gélida cuánto lo detestaba a él y a su falso juego de amistad que sólo pretendía hacerle cree que eran 'amigos especiales' cuando éste ya tenía a otro idiota con quien fornicar.

- ¡Hmm! Como si me importara…- pensó ahora con su mirada fija en algún punto muerto del campo de futbol desde la ventana.

Sonó el timbre para el receso largo y tomó su billetera con la intención de almorzar en la cafetería. Y al apenas dar un paso fuera de su escritorio vio a esa persona al pie de la puerta.

Tokugawa Ieyasu…, un chico que estaba en 5to semestre amigo de Chosokabe, bueno, "amigo" de Chosokabe, pues lo más seguro que ese par se estuviese revolcando como perros en celo; todo el tiempo estaban juntos y muy cariñosos, desde que iniciaban las clases hasta la hora de salida... Y se dio cuenta de que no había guardado su lápiz al momento de romperlo en dos.

- Oye, Mori… – la voz vacilante de Motochika lo sacó de sus pensamientos.

- ¿Qué quieres, Chosokabe? – preguntó sin mirarlo, fingiendo revisar su cartera.

- Bu-bueno, es que Ieyasu y yo queríamos saber si tú… -

- ¡Motonari-kuuuuuuuun! – gritó escandalosamente Sorin y corriendo hacia él – Oh, ¿no estoy interrumpiendo nada o sí? – cuestionó mirando alternativamente a los tres.

- No – contestó enseguida – Dime –

- ¡Bieeeeen! Es que hoy hay junta en el Consejo estudiantil. Lamento que haya sido así sin avisar antes, pero necesitamos discutir lo más pronto posible sobre los nuevos colores permitidos para la corbata de los estudiantes y empezar con otros asuntitos –

- Entiendo – dio un casi imperceptible suspiro de enfado que cualquiera confundiría con un respiro normal y guardó su billetera. Ya comería algo en el siguiente receso – Permiso – dijo, y pasó de ellos aún sin dignarse a mirarlos.

- Espera un segundito, Motonari-kun – pidió Sorin volviéndose a Ieyasu y Motochika – Ya que están aquí, ¿les gustaría opinar sobre qué color de corbata les gustaría para el uniforme? –

- Por supuesto – contestó Ieyasu con su típica sonrisa de oreja a oreja que tanto irritaba a Motonari. ¡¿Cómo ese tipo podía estar tan feliz todo el tiempo? – ¿Qué tal amarillo? Es un color alegre –

- Oh, sí. ¡Muy buena idea! – el rubio aplaudió encantado - ¿A ti qué se te ocurre, Chosokabe-kun? –

- Ah…Bueno – Motochika se rascó la cabeza y lo pensó un buen rato. Parecía distraído – Tal vez… ¿verde? –

- ¿Verde? ¡Qué coincidencia! Es el mismo color que Motonari-kun propuso –

- ¿E-en serio? –

- Síiiii. A lo mejor el verde es más popular de lo que yo creía – dijo con una mano en el mentón, reflexivo.

- Lo elegí al azar – dijo Motonari con apremio y saliendo aprisa del salón. Ese Sorin sí que hablaba de más…

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Mitsunari por un momento quiso pedirle disculpas a Ieyasu por avergonzarlo delante de toda la clase. Tenían tiempo de conocerse, así que Ieyasu ya debería saber que en las mañanas se levantaba sensible y de mal humor, pero aún así eso no era un excusa por su comportamiento tan vil contra él. Pero nada más sonar el timbre, el castaño salió a toda prisa del salón.

- Ese maldito de Ieyasu… De seguro se fue a encontrar con su novio - murmuró para sí apachurrándose en el escritorio con los brazos cruzados y escondiendo la cabeza en ellos – Qué haga lo que quiera. Allá él si le da SIDA… – pensó al cerrar los ojos para dormirse un rato, pero entonces sintió una mano posada delicadamente sobre su hombro izquierdo - ¿Hanbei-senpai? – inquirió girando la cabeza.

- No molesto, ¿verdad? – sonrió éste apenado.

- Para nada; sólo pensaba – imitó el gesto - ¿Qué ocurre? -

- Quería saber si tú y tu grupo de Teatro podrían ayudarnos con las decoraciones del festejo de San Valentín –

Ah, cierto. San Valentín…, faltaba una semana para eso. Y aunque le daba muchísimo igual aquél día, sabía que Hanbei era parte del Consejo estudiantil y que para ellos sí era importante, por la convivencia entre los alumnos y esas cosas inútiles…

- Por supuesto, Hanbei-senpai. Será todo un placer para mí ayudar –

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¡Por fin! Ahí estaban, en las bancas traseras de la escuela cerca de los campos de deportes. Kasuga había gastado la mitad del receso buscándolos.

Los observó durante un rato escondida entre las ramas de un árbol, sin embargo, nada parecía fuera de lo normal…, es decir, casi nada. Yukimura y Masamune estaban sentados juntos, casi pegados, platicando amenamente y dedicándose sonrisitas. Pero, eran amigos ¿no? Seguro que eso no era nada raro... De pronto los chicos se levantaron de sus asientos y de manera rápida caminaron hasta el almacén de pelotas, justo donde Tsuruhime los había visto actuar más sospechoso. Y antes de saltar hacia otro árbol para seguirlos, notó a dos personas más escondidas a la vista de todos detrás del salón de Artes.

Eran Ieyasu de 5to y Motochika de 4to semestre. ¿Qué hacían allí tan alejados de todo…? Parecían bastante absortos en su conversación… Entonces regresó la vista al otro par, pues sabía que no debía distraerse de ellos, y estos entraron en el depósito.

Sintió curiosidad, MUCHA, de saber qué es lo que hacía allá dentro, por lo que con cuidado de no hacer ruido bajó del árbol y asomó la cabeza por la ventanilla pegada al piso del almacén.

Al principio no vio más que sus pies en movimientos extraños, como si forcejearan. ¿Estarían jugando a las luchas? Posteriormente acostó la cabeza sobre el pasto para un ángulo de visión mejorado, y quedó pasmada con lo que sus ojos color miel captaron.

Masamune y Yukimura… ¡se estaban besando! Y no sólo eso, se besaban con tanta ternura y pasión que… no pudo evitar soltar un grito de impresión que hizo que los amantes se separara aturdidos.

No tardó en abrirse la puerta y los chicos la encontraron sentada en el suelo, todavía ruborizada y mirándolos con los ojos bien abiertos.

- U-ustedes es-estaban…- decía apuntándoles acusadoramente con un dedo índice y la voz entrecortada.

- Ka-Kasuga-dono – habló Yukimura con el rostro también completamente rojo, más que nada de vergüenza - N-no lo digas en voz alta… Por favor –

- Fuck…. Alguien nos descubrió – se quejó Masamune con un bufido.

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- Oye, Mori – le habló Mitsunari en el corredor – Hanbei-senpai me dijo que me reuniera contigo al final de clases para ver lo del decorado de San Valentín –

- Sí, también me avisó. Vamos – dijo, y ambos emprendieron la marcha hacia la sala de audiovisuales.

Y al pasar por los salones del 2do piso pudieron escuchar carcajadas reconocibles que callaron de inmediato al toparse con ellos al dar vuelta en una esquina.

Eran Ieyasu y Motochika quienes reían y terminaban con cara de haber visto un fantasma al verlos juntos. Sin embargo, los ignoraron y continuaron su camino.

Notas finales:

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