La fina e infantil ceja con un leve tic en el rostro normalmente cabreado del Joven Amo llamó la atención de Sebastian quien aun así mantuvo su sonrisa común, acercándosele con calma.
- ¿Sucede algo Bocchan? –Preguntó sirviendo un poco de té en la fina taza de porcelana china, dejando que el cobrizo líquido llenara lentamente la vajilla. El joven le miró con aún más molestia, dejando el papel blanco sobre su escritorio, soltando un bufido disconforme.
- ¡Esto es ridículo, Sebastian! ¿Por qué tengo que revisar yo los postres de la semana?- Tomó un pequeño sorbo de té, gruñendo al notar que tenia la dosis exacta de azúcar. El mayordomo hizo más notoria su típica sonrisa de confianza. Ciel gruñó todavía más- ¡Tú eres el mayordomo!
- Bocchan, la semana pasada devolvió todos y cada uno de los postres que le traje, tuve que cocinar para usted nuevamente, sería muy amable de su parte si me indicara qué es lo que desea. –Los ojos carmesí brillaron con simpatía y su voz denotó la ironía típica que lo caracterizaba, pero Ciel lo ignoró.
- ¿Y quieres explicarme por qué el lunes y el miércoles hay pastel de chocolate? – Ciel envió una mirada reprobatoria al postre que estaba a su lado y que el mayordomo había dejado allí hace apenas un minuto- No me gusta tanto, además es imposible comerlo sin mancharse la cara –bufó, tomando el pequeño tenedor de postre para cortar un pedacito, mirándolo críticamente.
El mayordomo se acercó hasta su lado para apreciar la tesis del joven amo.
El peliazul probó el bocado y en seguida una manchita café de chocolate quedó en la comisura de su boca. Imitó algunas veces más el movimiento, mirando luego al demonio.
-¿Ves? Es molesto, sácalo de la lista –Ordenó con un bufido, tomando la servilleta para limpiarse.
O eso intentó.
Sebastian tomó su mano para detenerla, alzó el rostro de Ciel y sin pedir permiso paseó toda su lengua por la comisura de los labios y las mejillas del menor.
- ¡¿Q-que?!.. Para Idio…mm!!- Los ojos azules se abrieron sorprendidos mientras los rojos de Sebastian adquirían un tinte perverso. Ciel intentó boquear y alejarse pero los labios del otro eran expertos y casi sin darse cuenta su único ojo visible se cerró pese a que su cuerpo continuó rígido.
El mayordomo probó todo el sabor a chocolate de la otra boca, delineando a su compañera, jugueteando con el cabello del chico antes de alejarse lentamente, lamiendo su labio inferior.
Ciel abrió sus ojos, sintiendo el sonrojo cosquillear en su pálida piel, las palabras se trabaron en su boca, desviando la vista del rostro sonriente de su mayordomo.
- Traeré más pastel para usted, Bocchan… -Susurró Sebastian, cerrando la puerta tras de él.
Ciel se permitió soltar el aire en un bufido, aún sonrojado, mirando el papel de los postres.
Una sonrisa apareció en sus labios hinchados.
- Pastel de chocolate… Lunes, Miércoles, Viernes y Domingo –Arregló, guardando el papel bajo el platillo de su té.