Corro y grito, pidiendo ayuda; pero sé que nadie puede escucharme, que nadie vendrá a mi rescate, aguas saladas salen de mis ojos negros, sollozos salen de mis labios, tristes lamentos resuenan en mi cabeza, mis piernas dan todo lo que pueden, pero no paro en ningún momento para descansar porque sé, que si me detengo… ellos me atraparan, me tomaran y una vez que lo hagan abusaran de mi como siempre lo han hecho desde que entre en este manicomio, nunca estuve loco eso lo tengo por seguro; pero mi familia ya no me soportaba por lo que dijeron que estaba alucinando y era paranoica, con esa ‘perfecta’ excusa me metieron en este lugar, en este mugriento lugar.
-¡Detente ahí!- gritan a mis espaldas unos doctores.
Ni siquiera soy capaz de voltear por el miedo, no puedo soportarlo más… mis piernas me están doliendo demasiado, mi corazón está a punto de salir de mi pecho, pero aun así no quiero detenerme, mi respiración se vuelve agitada, tengo miedo…miedo de ellos, miedo de que vuelvan a poseer mi cuerpo aun si yo quiero impedirlo, miedo de…de mi mismo.
-¡Atrápenlo, que no escape! – gritan otra vez haciendo el intento de atraparme.
La puerta se encuentra a unos metros de mí, lo puedo ver; por fin podre ser libre…después de cuánto tiempo encerrado aquí, 1, 2,4 años…perdí la cuenta del tiempo que me mantuvieron encerrado…pero lo que vale para mi es que por fin podre salir de este lugar, podre respirar tranquilamente aunque sea por unos instantes; pero…
-Te tengo muchacho, ya no volverás a escapar- saca una jeringa y está a punto de hacer contacto con mi brazo – y una vez que te tenga a mi merced, volverás a ser mío.
El miedo invadió mi cuerpo cuando dijo esas palabras ‘’volverás a ser mío’’, lo patee en la cara haciendo que suelte la jeringa y caiga en mis manos, sin perder ni un minuto se lo incrusto en medio del cuello y luego en el corazón, justo en ese momento dejo de moverse por lo que supuse que había muerto; aun sentía como las lagrimas salían de mis ojos, tome la jeringa como arma para poder defenderme, si me iban a atrapar al menos se los iba a poner difícil, comienzo a alejarme del cuerpo a grandes zancadas tratando de llegar lo más rápido a la puerta aun con la jeringa en mi mano, en mi camino se cruzan tanto doctores como los guardias de seguridad, yo los esquivo lo más rápido que puedo aun con algunos dejes de cansancio mientras tengo tropezones en mi huida. Apenas mis manos tocan la perilla de la puerta la abro de golpe, en ese instante unos rayos de luz ante mis ojos interfieren en mi escape, entonces escucho como se me acercan por detrás y por los nervios salgo corriendo en cualquier dirección.
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No sé donde estoy, las cosas aquí en Japón han cambiado demasiado, la gente me mira raro (supongo que es por mi forma encorvada de caminar y mi ropa) y murmura cosas, no los culpo; antes de salir del manicomio lo único que pude agarrar para ponerme fueron uno pantalones azules oscuros gastados, una camiseta blanca manga larga y unos tenis maltratados. Me fastidia que me miren de esa forma, no es mi culpa el haber estado encerrado ahí, y que todos los días se burlen teniendo sexo conmigo, no explicare esa parte ya que cuando lo hacían pisoteaban mi orgullo de las formas más crueles posibles, me dolía demasiado.
En fin, necesito buscar un lugar en donde quedarme, si estoy caminando aquí solo por la calle es muy probable que me encuentren o que me roben, al menos antes de irme de aquel lugar les robe una buena cantidad de dinero con la que posiblemente me mantendré vivo durante una semana, después tendré que buscar un trabajo (con tal que no sea sobre ser un juguete sexual está bien).
Tendré que posponer mi venganza para otro momento, ya que no se en donde se encuentra la familia Lawliet y Yagami; pero si me entero en donde están…no saldrán vivos de esta; lo juro por mi vida, por la de mi hermano que fue el único que si se preocupo por mí, por todos aquellos que sufrieron por culpa de ellos, por mi nombre que desgraciadamente tiene el apellido de ellos…. Yo Elle Lawliet juro que me vengare cueste lo que cueste.