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Mercy in Darkness por ParadiseNowhere

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Notas del capitulo:

 Muuuuuuuy buenas. Perdón si tardé, es que de nuevo me quedé sin internet en casa y tengo que andar mendigando wifi de los bares.

 

 Una cosa que me quedó sin decir al principio, es el por qué esta historia se llama Mercy in Darkness.

 Se llama así por la canción de Two Steps From Hell que lleva ese nombre. La estube escuchando todo el rato mientras escribía el primer capitulo. Y creo que escucharé muchas más de TSFH durante toda la historia, así que lo recomiendo fervientemente. ¡Mola!

 En fin, aprobecho para volver a sugerir el juego de las canciones, ya sabes, si cuando lees esto te viene a la mente alguna canción, ¡Dímela!

 

 Bueno, sin más dilación:

Capítulo 2_ Ojos en llamas.

 

 

 

I

 

Apenas disponía de unas cuantas horas de relevo por las noches para irse a su casa y descansar. Aunque cada vez que se iba a casa pensaba una y otra vez en aquel chico desconocido.

Se quedaba allí quieto, removiéndose en el incómodo sillón, mirándolo, hasta que lo relevaban y podía irse. Desde el primer instante en el que lo había visto, no había realizado el más mínimo movimiento, aparte del rítmico y pausado subir y bajar de su pecho.

El doctor y la enfermera iban y venía periódicamente de la habitación. A Matthew le estresaban aquellas visitas. El doctor era un neurótico y un plasta, que no paraba de repetir siempre lo mismo; que si la rápida recuperación, que si no era humano, que si en todos sus años de oficio no había visto… bla, bla, bla… Y la enfermera no paraba de darle la murga.

No tenía nada en contra de ella, pero le hubiese gustado que lo dejase en paz de una vez por todas. Todos los días, sin falta, trataba de invitarlo a un café, o a comer, o a cenar, o a tomar una copa cuando no estuviese de servicio... Matthew estaba aburrido de negarse con educación, pero aquella mujer parecía no pillar el mensaje.

Empezaba a estar un poco harto de todo aquello.

Entonces, la mañana del cuarto día, cuando apenas llevaba un par de horas allí, el chico de la cama se removió. Al principio pensó haberlo imaginado, pero luego volvió a moverse, esta vez de forma más visible.

Se levantó del sillón y se paró al lado de la cama. El muchacho movió la cabeza suavemente, sus párpados temblaron un instante para abrirse, lentamente. Una parte de su ser se estremeció al ver aquellos ojos. Muy a su pesar, pensó en lo que el doctor decía una y otra vez.

<<No es humano>> fueron las palabras que cruzaron su mente por un fugaz instante, mientras contemplaba aquellos dos orbes imposibles. La única palabra que se le ocurría para describirlos era “fuego”. Era como si dos llamas hubiesen quedado atrapadas en aquellos iris. Refulgían, su color oscilaba levemente entre naranja, amarillo y carmesí. Aquellos ojos “ardían”.

Durante un instante que duró una eternidad se quedó allí, prendado de aquellos ojos.

 

 

 

II

 

La oscuridad envolvía a Dust por completo. La clemente y vacía oscuridad.

Allí, suspendido en la nada, no podía sentir su propio cuerpo, no podía pensar, tan sólo “era”. Tan sólo podía sentir su existencia. Era una sensación muy extraña, pero a la vez era agradable.

No existía nada salvo él, y aquella cálida sensación. Se sentía a gusto. Se sentía a salvo de todo y de todos. ¿Acaso estaba muerto? No le importaba. Si aquello era la muerte, la aceptaba gustoso. Nunca se había sentido tan bien en toda su existencia.

Pero todo aquello acabó.

Una luz empezó a brillar, y la oscuridad que lo rodeaba empezó a desvanecerse, llevándose consigo la sensación de bienestar.

Entonces, sintió de repente el peso de su cuerpo. Abrió los párpados lentamente, como si pesasen toneladas, y poco a poco su vista se fue enfocando, el mundo se volvió más nítido cada vez que pestañeaba.

Había alguien allí. Había alguien mirándolo desde arriba.

Dust se asustó. No sabía dónde estaba, no sabía quién era aquel hombre, si era un enemigo o no, ni siquiera sabía si estaba fuera de peligro. Sintió miedo. Asustado, trató de moverse, de incorporarse, de huir…

Miró nervioso a lados y trató de incorporarse, pero se mareó.

Un par de manos lo sujetaron con firmeza, pero también con suavidad. Entonces, escuchó una voz. Su mente era un torbellino confuso y palpitante, tenía los oídos como taponados y el sonido llegaba a él como en oleadas. Pero aun así aquella voz cálida y profunda se abrió paso entre todo aquello, alta y clara.

-Tranquilo- decía-. Tranquilo, no pasa nada. Estás a salvo. Estás en un hospital, estás en un lugar seguro. Soy agente de policía, tranquilo, nada malo va a pasarte, te lo aseguro.

Temblando, Dust se atrevió a enfocar de nuevo su vista en aquel hombre que lo sostenía y le hablaba con aquella voz tan dulce. Se encontró de frente con sus ojos, unos ojos negros y profundos como abismos, pero a la vez cálidos y amables.

Podía ver más allá de aquellos ojos. Podía ver a través de ellos, podía hundirse en las profundidades del alma de aquel hombre… la más hermosa que había visto jamás.

Se aferró a él como un náufrago a una tabla salvavidas. Se estremeció, perdido en aquellos ojos, en aquella negrura misericordiosa que lo hacía sentir bien de nuevo, que lo hacía sentir a salvo.

-Tranquilo, no pasa nada. Calma- repetía Matthew una y otra vez suavemente en una voz que era apenas un susurro, perdido a su vez en aquellos ojos en llamas-… Tranquilo.

 

 

 

III

 

-¿Aún tengo que quedarme aquí? Hace ya casi una hora que se despertó, ¿No debería haber llegado alguien ya?

-¿Acaso no escuchas bien, novato? ¿O es que eres idiota y no lo entiendes?- respondió airado el comisario al otro lado del teléfono-. Te lo voy a decir más despacito, a ver si así lo captas: debes quedarte ahí hasta que llegue el otro agente- dijo exagerando las palabras.

-Le he entendido señor- dijo con un bufido, tratando de contener su enojo para no soltar alguna bravuconada.

-¿Si lo has entendido, para qué preguntas? Mira, novato, estamos escasitos de personal. Si el agente More se retrasa un poco por algo es. Ya no creo que se demora mucho en llegar y hasta entonces quiero que sigas montando guardia. Eres un agente cualificado, ¿o es que acaso te dieron la placa en una tómbola en lugar de en la academia? Creo que serás capaz de estarte ahí quietecito al lado de una cama durante no más de media hora, ¿O crees que será demasiado para ti?

>> ¿Lo has captado o te lo vuelvo a repetir, novato?

-Lo he captado, señor.

-Así me gusta.

Y su superior colgó sin una palabra más. Matthew suspiró, resignado y algo cabreado, mientras colgaba el teléfono. Aquello no le gustaba. De hecho, ni siquiera sabía qué sentir. Por un lado, sentía empatía con aquel chico. Por otro estaba deseando marcharse a casa.

>>Menudo policía estoy hecho<< pensó abatido.

Arrastrando los pies, volvió a la habitación del muchacho. Ya habían desfilado por allí el médico, la enfermera y una nueva adquisición a la pandilla, un psicólogo, para evaluar el estado metal del chico. Se apoyó al lado de la puerta y esperó pacientemente hasta que el psicólogo salió del lugar.

-¿Qué tal está?- preguntó Matthew.

-Es difícil de decir. Está algo asustado y nervioso, pero no está en estado de shock, lo cual es preocupante, ya que no sé si está verdaderamente calmado, o está reprimiendo…

-Disculpe que le interrumpa, pero aunque me explique todo eso no lo voy a entender- dijo amablemente-, escapa un poco de mi preparación. Sólo con saber que está estable me llega. Oiga, tengo que seguir montando guardia hasta que llegue uno de mis compañeros, ¿Será mejor que lo haga desde aquí fuera o debería estar en la habitación con él?

-Creo que debería estar con él. Ha preguntado por usted. Tan pronto como salió de la sala, pareció ponerse más nervioso. Supongo que tener un policía cerca lo hace sentir más seguro. Sea delicado, por favor, y no lo altere.

-Descuide- dijo entrando en la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

El chico, sentado en la cama, se giró nervioso al escuchar el ruido de la puerta. Al ver que era él, se relajó visiblemente.

Habría jurado que aquellos ojos eran diferentes. Cuando el chico de pelo plateado despertó y vio sus ojos por primera vez, le parecieron… parecía como si… bueno, daba igual. Serían imaginaciones suyas, su mente le habría jugado una mala pasada por la urgencia del momento. Ahora veía que sus ojos eran marrones. De un tono marrón oscuro normal y corriente.

Apartó aquello de su mente, se aclaró la garganta y empezó a hablar.

-Buenas tardes. Soy el agente Matthew Colt, de la comisaría local.

El chico lo ponía un poco nervioso. Lo miraba directamente a los ojos, casi sin pestañear. Cada vez que desviaba la mirada y volvía a mirarlo de nuevo, se encontraba de frente con aquellos ojos castaños.

-Me llamo Dust. Mucho gusto.

<< ¿Dust?... ¿Qué es eso, un seudónimo? >> pensó.

-¿Qué tal se encuentra?

-El doctor ha dicho que estoy bien, que mis heridas curan muy rápido. Aparte de eso, no sé qué decirle. Ni yo mismo sé cómo me siento. ¿Le importa si nos tuteamos? Se lo pido por favor. Me sentiría más cómodo así…

-Claro, no hay problema.

-Gracias.

-No hay de qué.

-…

-…

-… ¿Y bien?

-¿Qué?

-¿Qué has venido a hacer? ¿Sólo querías saber cuál es mi nombre y cómo estoy?

-Ah, no- dijo llevándose una mano a la nuca-. Estoy aquí para custodiarte mientras no llegan mis compañeros desde la comisaría. Ellos se encargarán de hacerte algunas preguntas.

-¿Y por qué no me haces tú esas preguntas?

-No estoy… esta no es mi especialidad. No llevo mucho tiempo por aquí, y aún no estoy habituado a cómo funcionan estas cosas…

Dust dejó escapar una suave risa.

-Perdón. No debería reírme, disculpa si te he ofendido. Es que me ha parecido… encantadora tanta sinceridad.

-No, no es nada.

-Antes que nada, me gustaría saber… ¿Por qué la policía se interesa en mí?

-Bueno, has sido víctima de una agresión muy grave. Es para garantizar tu protección.

-Comprendo…- dijo desviando la mirada un instante- ¿No prefieres sentarte? No creo que sea demasiado cómodo estar ahí de pie todo el rato. Además, creo que ya estás bastante familiarizado con ese sillón.

-¿Qué?

-La enfermera de antes me comentó que llevas mucho tiempo aquí, “custodiándome”.

<<Esa mujer… ¿por qué no se callará?>>

-Sí, bueno… estamos un poco escasos de gente- dijo sentándose en el sillón de nuevo.

-Debe haber sido realmente incómodo estar ahí tanto tiempo.

-No es nada. Es parte de mi trabajo- dijo esbozando una sonrisa-. Pero no te preocupes. Un par de días durmiendo a gusto en mi cama y mis vértebras volverán a su sitio.

-Entonces… cuando venga tu compañero, ¿te marcharás?

Cuando dijo esto, su sonrisa seguía pintada en sus labios, pero se esfumó de sus ojos.

-Sí. Pero no te preocupes, estarás a salvo igualmente. Incluso más que conmigo. Al fin y al cabo, sea quien sea al que envíen aquí, llevará más tiempo que yo en el cuerpo. No tienes que preocuparte. No permitiremos que te pase nada malo, no tienes por qué tener miedo.

-No es eso. No dudo de la capacidad de tus compañeros a la hora de… protegerme. Solo pensaba que te iba a echar de menos. Sé que te va a sonar raro, peo… me gusta tu presencia, no tiene nada que ver con que seas policía. Simplemente… me haces sentir a gusto.

Matthew se quedó en blanco. Y se sonrojó. Un poco.

-¿Por… por qué?- fue lo único que se le ocurrió decir.

-¿Quién sabe?- respondió sonriendo de nuevo.

Llamaron a la puerta. Acto seguido, entraron en la habitación dos hombres de unos cuarenta años cada uno, vestidos con el mismo uniforme que Matthew.

-Buenas tardes, señor. Soy el agente Frederick More, sub capitán de la comisaría local, y este es mi ayudante Howard Hoves. Hemos sido enviados aquí para hacerle algunas preguntas. Ya puede retirarse, agente… - dijo haciendo una pausa mientras lo miraba, dando a entender que no recordaba su nombre.

-Matthew Colt- dijo levantándose.

<<Sólo me llaman por mi nombre cuando hay gente delante, para guardar las formas. Si no, soy simplemente “novato”. Así claro que ni siquiera saben cómo me llamo…>> pensó algo molesto.

-Sí, lo siento, agente. Aún no he tenido tiempo de habituarme a usted. Ha hecho un buen trabajo, puede retirarse.

-Supongo que esto es el adiós, Matthew. Espero que todo te vaya bien…- dijo Dust, tendiéndole una mano y regalándole una encantadora sonrisa.

Algo turbado, Matthew le estrechó la mano.

-Muchas gracias. Espero que a ti todo te vaya bien también.

-Agente, haga el favor de retirarse, no andamos precisamente sobrados de tiempo.

-Sí, claro, lo siento- dijo soltando la mano de Dust-. Adiós.

-Adiós.

Por alguna razón, lo le gustaba la idea de irse. ¿Sería curiosidad por saber qué había pasado?... no, tarde o temprano se acabaría enterando en la comisaría.

Aun así, se marchó rápido del hospital. No quería que la plasta de la enfermera le diera la paliza otra vez.

Notas finales:

Hoy tocan dos capítulos, que ya que los tengo escritos y no sé cuando me volveré a conectar...

¡Hasta la próxima!


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