El tacto de tus manos entre mis dedos, tan suave y cálido. Recuerdo la forma en que jugabas con mis dedos, así cada segundo pasaba entre tu y yo. Desde ese día no pude sacar tu mirada de mi mente. Cada cosa que brillaba la comparo con el resplandor de tus ojos, pero nada es igual, nada.
Esa tranquilidad hecha de papel, del papel en el que te escribía mensajes, poemas, mis ideas se reflejaban en esos signos dedicados únicamente para ti.
Recuerdo el día que te vi por primera vez. Estabas ahí sentado a la mesa en la cafetería de la compañía. Todos hablaban sobre la calidad de la banda nueva. Yo creo que ustedes son muy buenos, sobre todo el guitarrista.
Te vi, por las grandes ventanas caían las gotas de la lluvia que cubría la ciudad esa tarde. Tus cabellos rojos llamaron mi atención. Te observe, tu cara concentrada en el café del que bebías y de un momento al otro tus ojos se fijaron plenamente en mi.
A veces me pregunto: por qué yo?? Esa tarde entraba con mis compañeros al mismo lugar en donde solo tu mirada y la mía se cruzaron de esa forma. Es el destino el que planeo todo para tenerme junto a ti?? No lo sé, pero estoy seguro de que no pudo pasarme algo mejor, eres a quien más amo en la vida.
Mis compañeros y yo nos acercamos a una de las mesas mientras nos atendía el personal. Tus ojos, tus ojos, era lo único que abarcaba mi mente. Hasta que alguien rompió el silencio que había creado para mi dentro de ese bullicio.
-Cómo que te ve y no es nada discreto.- me comento Uruha.
-Qué??- pregunté sin entender.
-El chico de allá.- mi hizo un gesto para que te reconociera y de inmediato mis ojos se fijaron, se conectaron a los tuyos.- Desde que entramos no deja de verte.
-Pues no lo había notado.- comenté con algo de sarcasmo, pero totalmente complacido de que alguien más apoyara lo que pasaba.
-Y si vamos a presentarnos.- me dijo en un tono inusual.
-Vale.- No podía perder nada y en cambio, ahora que lo sé, estuve a punto de tener a la persona que más amo, pero no todo debía de ser tan fácil.
En ese momento te levantaste de tu lugar y te fuiste con tu compañero de cuerdas, Manabu. Yo sonreí y noté que volviste tu mirada a mi antes de irte.
-Uy que son guapos.- comentó el guitarrista pelinegro de nuestra banda.
-Si, lo son.- dijo Uruha.- Y creo que el enano acaba de conquistar corazón pelirrojo.- habló divertido.
Yo solo sonreí, tal vez era cierto. Tal vez no. Pero desde ese momento algo creció en mi interior, algo me decía que tenía que estar junto a ti, que debía de ver en tus ojos aún cuando estuvieran cerrados.
Esa tarde nos presentamos con el vocalista de tu banda y el baterista, pues mis amigos no se quedarían así, además creo que esa tarde se conquistaron más de dos corazones y se atrajeron más de dos cuerpos. Bien, sobre lo demás no daré detalles.
Los días pasaron y recordaba esa mirada. Poco a poco me hacia imágenes de ti en mi cabeza. Serías así?? ya te estaba alucinando?? Por más de una semana visité la cafetería a la misma hora en que te encontré ese día con tus amigos, pero no estabas. Llegaba a la compañía y te buscaba, por los pasillos y si era posible le preguntaba a alguien sobre su banda, pero no tenían la información suficiente.
Cuando estaba solo quería recordar la luz de tus brillantes ojos, pero sentía que era imposible recordar tanta belleza. El pequeño recuerdo era recreado una y otra vez hasta que escribí inspirándome en esa imagen, en esos minutos. Pero no bastaba, algo de mi necesitaba encontrarte nuevamente. Ahora necesitaba una voz tuya, ideas tuyas, pensamientos tuyos. Creo que la dependencia por ti de mi parte me indica que en esos momentos ya pedía tu cuerpo, tu corazón, tus sueños y tus sentimientos. Te necesitaba en mi, en mi vida.
De repente comencé a sentirme un maniático acosador. Cómo me era posible llegar hasta ese punto después de verte unos cuantos minutos. Será el amor que me guiaba a ti?? Eso quiero creer.
Decidí controlarme un poco, pero los pasillos de la compañía parecen laberintos.
Esa tarde la lluvia era más insistente, fría. Las nubes chocaban unas con otras de forma casi salvaje y el cielo resonaba fuertemente recordándome la soledad que me acompañaba en esos momentos. Pero las tormentas siempre han de dejar algo bueno.
Me habían pedido que fuera a presentarme con el manager en una oficina, me dirigia hacia el lugar yo solo, caminaba con el móvil en la mano. Después de algunos pisos en el ascensor, salí, pero todos los pasillos eran iguales, la misma alfombra, las mismas puertas parecían repetirse. No se percibía sonido alguno. Camine intentando encontrar a alguien y no encontraba ni la puerta del ascensor para poder regresar. Prácticamente estaba perdido. Mi móvil comenzó a sonar, era Kai.
-Ruki.- comenzó, yo solo puse atención- ya no es necesario, puedes regresar.
Creo que lo inevitable existe y somos prueba de ello. Justo cuando iba a preguntar cómo regresar, me di cuenta de que el sonido era fatal, no sé qué pasaba, pero casi no entendía lo que decía mi amigo.
-Kai, casi no te escucho.- intenté explicarle para que centrara su atención y me indicara como regresar.
-eeh?? Ru-Ruki- escuchaba todo a medias.- debe ser la señal.- logre entender, pero en ese momento la comunicación se cortó.
Toqué varias puertas, pero no había nadie. Seguramente se habrían ido por la lluvia y ya no era hora de trabajo en esas oficinas. De pronto escuche unos pasos. Pensé en que podría regresar, estaba a punto de colapsar por el stress y el enfado de no encontrar la salida. Pero el destino me llevaba a estar ahí, una vez más.
Iba a paso lento por el pasillo y al doblar en una esquina te encontré. Lo primero que vi de ti fue tu torso refugiado en un abrigo pequeño y una bufanda. Fui levantado más la mirada y tus ojos me atraparon como la primera vez. Ambos nos sorprendimos, creo que te sonrojaste un poco.
-aah.- si, comencé con un sonido de mi garganta, pero ahora que te había encontrado tenía la oportunidad de salir de ese lugar y de hablar contigo, a quien busque por semanas, a quien creo haber esperado toda la vida.- Disculpa, sabes dónde está la salida??- te pregunte mientras me ponías atención y tus ojos se desviaban un poco de nuestra conexión.
-Creo saberlo, pero cuesta un poco encontrarla aquí.- contestaste.
Ambos sonreímos y no nos movimos de nuestras posiciones.
-Disculpa, tu eres Ruki de Gazette, cierto??- me preguntaste con curiosidad. Con esa curiosidad tuya que ahora conozco y me enloquece.
-Si, soy yo.- no pude evitar una sonrisa ante ese gesto tuyo.- Y yo con quien tengo el gusto??- me acerqué a ti.
-Yo soy Kazuki.- me tendiste la mano, rápidamente te la estreche, ese fue nuestro primer contacto y ahora me hipnotizas poniendo tus dedos en los mios.
-Mucho gusto.
-Lo mismo digo.
En esos momentos seguía con tu mano entre la mia. Desde ese momento supe que no debía soltarte.
-Entonces, quiere salir de aquí, Ruki-kun??- preguntaste en tono formal mientras veías nuestras manos en la misma situación, pero no te molestaba.
-Si, pero pierde las formalidades.- No dejaba de ver fijamente tus ojos.
No sé en qué momento se convirtió en tanto, ahora te amo.
Nos dirigimos entre los pasillos, caminábamos y volvíamos a regresar. La lluvia no cesaba.
-Upss creo que aquí tampoco.- comenzaste a reír cuando notaste que te habías equivocado de nuevo.
Yo también sonreí, me parecías completamente hermoso. Tu presencia llenaba el vacio que hace sentir la soledad y los días como ese.
-Creo que intentamos llamar a alguien.- tome mi móvil e intenté llamar, pero las llamada no salían.
-Creo saber por dónde.- afirmaste sonriendo.
Me fijaba en cada expresión de tu cara. Tus ojos grandes y hermosos parecían absorberme cada vez más.
-Lo mismo dijiste hace media hora.- te comenté.
-Confía en mí, Ruki-kun.- y en un momento sostenías mi mano entre la tuya.
Ambos miramos aquello y me soltaste rápidamente.
Esa tarde salimos de ahí después de eso. Fuimos en el ascensor y te invité a tomar un café. Tu aceptaste y desde esa tarde no recuerdo una en la que no haya visto esos hermosos ojos al frente de mi.
Creo que fueron tres semanas después. El café se enfriaba y ninguno decía nada. Veías por la ventana el caer de la lluvia.
-Esta tarde me equivoqué cuando comenzaba el ensayo.- dijiste por fin.
-Pero todo estuvo bien después??
-No lo creo, tardamos demasiado. Somos algo bromistas y esta vez fue contra mi.- sonreíste y bebiste un poco de café.
-En contra de ti?? Que te dijeron??- me dio curiosidad.
-Que me equivocaba porque estaba esperando la salida para venir a verte.- te sonrojaste, pero seguiste observando mi reacción.
Esa tarde me sorprendiste demostrándome tu pasión, tu corazón. Esos ojos no me podían engeñar.
-Y fue por eso??- sonreí de mas, pero es que estaba feliz de escuchar eso. Era evidente, yo también recibía ese tipo de bromas por parte de mis compañeros.
-Tal vez…- y fue la primera vez que clavaste tus ojos en mi de esa forma. Las mesas de cafetería son pequeñas. La distancia que nos separaba se redujo drásticamente. En un momento tu rostro estaba a escasos centímetros del mio. La profundidad de tu mirada me hacia desear perderme en ti.
Y solo al sentir tu aliento tan cerca fui capaz de acercarme y romper la distancia. El roce de tus labios en los mios. Sentí cómo te apoderaste de mi labio y lo succionabas con calma, al tiempo que yo recorría tu labio superior con mi lengua. Tu sabor mezclado con el del café era exquisito, pero este ultimo desapareció cuando intensificamos el contacto.
Sabía que éramos dos hombres besándonos en una cafetería publica, pero nada me importaba, ni a ti. Solo cerrar los ojos y demostrarnos esa confianza que me pediste tener desde el primer día. Enlazaste nuestras manos, cuatro manos hacían el lazo de una vida.
Tu tacto era cálido, a diferencia de mis dedos fríos debido al clima. Acariciabas la piel que quedaba a tu alcance y llegaba a doler de tan suave que era, de tan profundo que llegaba tu escencia mezclándose con la mía.
Lo dijiste sin querer, por la situación. Ahora sé que la confianza, el respeto y el amor se ganan, pero tu los mereces de mi parte, son tuyos, eso y todos mis sentimientos, mi vida, mi corazón y mi alma.
El tacto de tus manos entre mis dedos, tan suave y cálido. No ha cambiado la forma en cómo me tocas. Después de llegar al clímax vuelves a enredar tus dedos en los míos y me observas de esa forma tan especial. Aun sigo dentro de ti, tus piernas enredadas en las mías, tu sudor se mezcla con el mío y escurre por tu deliciosa piel. Solo soy consciente de que me perteneces y yo a ti, de que eres mío y yo tuyo, de que eres a quien más amo y de que me amas.
Creo que este tipo de tranquilidad solo la consigo contigo, en el mundo paralelo al que me llevas cada vez que unimos nuestros cuerpos, desde que unimos nuestras vidas. Aun recuerdo esa primera vez que te vi, ese primer contacto, ese primer beso, esa primera vez que hicimos el amor. Desde ese día no te has alejado de mí lado.
-Ruki, te amo.- escucho decir de tus labios. Esas palabras solo para mi, acompañadas del brillo de tus ojos, en los cuales reflejo los mios de la misma forma. Así deseo que sea siempre.
Mi respuesta se mezcla con el viento frio de la estación que se repite, con la lluvia fría que cae afuera mientras yo caliento tu cuerpo y te beso de nuevo, escuchando tu calmada respiración y sintiendo cómo se cuelan tus labios entre los míos. Mis manos siguen vagando una vez más en tu piel y mis sentimientos no dejan de rondar tu corazón ni un momento, ese corazón que late golpeando fuerte, llegando hasta mi pecho también. Hace un año que no dejo de pensar en ti. Todo fue tan rápido y bendigo al destino, al futuro que me has enseñado a mirar, al que me dejas mirar a tu lado. Hoy es nuestro aniversario.
-Yo también te amo.
Fin.