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Cambiar de Parecer. por abikstole

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Notas del capitulo:

Primer fic subido, más no el primero que escribo. Realmente espero que les guste y no sea tan tedioso. 

Es un "three shoot" osea un mini-longfic que se compone de tres one-shoots entrelazados entre sí. La temática: "No. ¿Seguro?. Sí" ¡Hagamos que Sasuke le diga sí a Naruto! 

No prometo publicaciones prontas, lo siento =o. 

Eso♥

Abik. 

No. 

Naruto sabía cuál era la palabra favorita de Sasuke. De entre las pocas que decía —y que él mismo entendía— el no era la que más repetía y a veces no era necesario ni siquiera decirlo, su mirada hablaba por él. 

Cuando Naruto le preguntaba: “Oye, teme, ¿quieres ir a comer hoy conmigo?” Sasuke le dirigía una mirada fría por unos segundos y luego seguía caminando como si Naruto jamás hubiera dicho nada. Al rubio eso le molestaba, le molestaban tantas cosas de Sasuke que ya había perdido la cuenta hace rato, pero sin duda que el pelinegro lo ignorara era una de las cosas que no podía dejar que pasen. 

Pero desde que Sasuke había vuelto… parecía tan difícil hacerlo hablar o responder algo que no fuera “no”; Sasuke se había limitado a ser un mero fantasma: hablar cuando era necesario hacerlo (como cuando iba a comprar comida o al hospital), salir de su casa cuando debía y, sobre todo, no hablar con nadie ni nada. 

La cosa había sido dura, lo entendía. Después de todo el problema de la adolescencia (que a estas alturas, Naruto no podía culparle nada a la adolescencia, a Sasuke parecía que eso nunca había llegado a él —estaba más alto y todo, pero no había más cambios—, más bien él sólo lo decía por la edad), de su fuga y pelea por aquí, un poco más por allá; Sasuke había regresado a Konoha con un buen castigo encima y si bien no terminó en la cárcel, básicamente estaba encerrado. 

Konoha era la prisión y todo el pueblo los carceleros. Sasuke no podía salir de Konoha, ni siquiera le habían habilitado la posibilidad de subir de rango, Sasuke en términos de posibilidades, volvía a tener doce años: misiones demasiado fáciles que eran una burla a todo su poder y su sharingan sellado. O sea, un verdadero castigo. 

Así que Naruto comprendía por esa parte la desdicha de Sasuke, eso sin contar todos los fantasmas de su pasado que aún lo atormentaban y la pérdida de su hermano. Pero lo cierto era que Sasuke parecía no hacer nada para cambiar esa soledad a la que estaba tan metido. Naruto lo hacía por él, claro, pero no era lo mismo si —contra todo pronóstico— el rubio notaba que a Sasuke no le gustaba su presencia. Ni la de nadie. 

No servía nada, ni las visitas con Sakura, ni las conversaciones que él le hacía, tampoco las anécdotas que él le contaba sobre todo el tiempo en que estuvieron alejados. ¡Ni siquiera le respondía cuando le molestaba! Ya no era Sasuke y eso a Naruto no le gustaba. 

—Creo que podrías intentar servir para algo, dobe. 

Naruto despertó de sus pensamientos gracias a la voz grave de su amigo. Lo miró bien: Sasuke estaba encima de un banco intentando arreglar la bombilla de lo que era la cocina de su nuevo y pequeño departamento; él no había podido regresar al barrio de los Uchihas porque todo ese sitio había destruido en la invasión de Nagato, y sinceramente a nadie le había importado intentar reconstruirlo. 

Sonrió cuando escuchó el insulto con el que Sasuke lo había llamado, hacía tiempo que lo había dejado de llamar así y escucharlo le hacía sentirse feliz, en vez de sentirse ridículamente ofendido. 

Vio a Sasuke alzar una ceja, suspirar y bajar del banco para coger el bombillo que, Naruto suponía, le estaba pidiendo amablemente que se la alcanzara. 

—Lo siento, estaba distraído pensando en lo idiota que te ves haciendo esto. ¿Decías algo? 

Sasuke solo lo miró y no respondió a la provocación. Maldición, pensó Naruto, no hay nada que lo haga regresar. 

Naruto se levantó de donde estaba y se dirigió a otro punto de la habitación para observar a Sasuke, esta vez por detrás, lo que hacía; ya estaba colocando el bombillo y se le veía tan elegante hasta haciendo eso. Todo lo que hacía Sasuke siempre parecía una cosa que llevaba un gran protocolo, incluso algo tan simple como poner un foco. 

—Ino dice que tienes buen trasero —dijo Naruto de la nada. No sabía porqué, pero de repente había asociado varias cosas con la palabra elegante, la primera era la clase matutina que tenía con Ino acerca de cómo comportarse y dejar de, en las palabras de la otra rubia, parecer un perro salvaje. 

La rubia no era precisamente su mejor amiga, pero había algo que le atraía de la chica; tal vez era que ella también era elegante, y aunque eso le recordara mucho a Sasuke, le gustaba su forma de actuar y también le daba risa cómo era capaz de ser tan mordaz y grosera. Caras vemos, después de todo. 

Las clases con la chica se daban a que, sutilmente, Tsunade le había soltado de que el puesto de sexto Hokage le iba a ser dado a él; no es que desde un principio él lo haya notado, fue Sakura la que se lo dijo con una expresión de “no puedo creer que seas tan imbécil de no darte cuenta”. Así que ahí venía todo el protocolo de ser la cara de una Aldea tan importante y demás tonterías que a él no le importaba tanto saber. 

E Ino era la encargada de hacerlo, y no fue obligada u ordenada a hacerlo, fue por voluntad propia que la chica inició todo esto. Naruto sospechaba que era porque quería o creía que eso le daba una excusa más de hablar con o de Sasuke, y era así, porque las clases a veces se resumían en los comentarios que soltaba Naruto y los comentarios no tan sanos que soltaba Ino. 

Y ahí entraba la cuestión del trasero. Y no era por nada, pero ni aunque estuviera borracho se lo admitiría a alguien que él también pensaba lo mismo. Al menos no de forma conciente. 

—¿Qué? 

Notó a Sasuke tenso y Naruto soltó una carcajada, se acomodó en la encimera de la cocina y se miró las uñas distraídamente. 

—Tú sabes, eso es lo que dicen todas. Aunque yo no estoy muy seguro que tú tengas buen trasero, creo que ni siquiera lo veo. ¿Cómo puedes sentarte, Sasuke? 

Sasuke rodó los ojos y bajó del banco en el que estaba subido. —Eso es porque tú no tienes una buena percepción. A decir verdad, creo que compartes eso con la chica Hyuuga. 

Naruto lo miró y tardó un poco en entender la indirecta. Cabrón, pensó. La verdad era que no le molestaba mucho el que dijera que era feo, nunca le había molestado eso ni se preocupaba, pero le incomodaba mucho que le hiciera acordar precisamente que era Hinata, la única que alguna vez había gustado de él. 

Sí, alguna vez. 

—Pero al parecer mejoró en eso, ¿no? Creo que, después de todo, Neji puede sentirse orgulloso de haberle enseñado algo bien. 

—Eres un pendejo, no te metas con eso, ¿vale? —Le dijo un poco cohibido, a Naruto siempre le incomodaba la mención de Hinata, le recordaba como él, en serio, era un idiota. Y de los grandes—. Y además, ¿quién habla de feos, idiota? Yo salgo con chicas mucho más que tú. 

—Eso porque yo no quiero. Es diferente. 

Y algo hizo click en el cerebro de Naruto. ¡Claro! ¡Eso era lo que le hacía falta! Sasuke tenía casi veinte años, y era hombre, y Naruto podía vivir apostando hasta su vida que Sasuke era virgen de muchas cosas. No es que fuera un pervertido, pero había ciertas cosas que por cuestiones fisiológicas —y de borrachera— uno tenía que hacer. 

Naruto solo debía conseguirle a alguien. Que no fueran ni Sakura ni Ino, por supuesto. 

—¿Y entonces, ahora quieres? 

—No. 

Y comenzaba la negativa, eso de buscarle a pareja a Sasuke iba a ser demasiado difícil.


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