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Desliz por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

MinKey no tan real basado en un hecho real (?).

 

Notas del capitulo:

» Back.


Dedicado a An...porque es una de mis mejores amigas, porque la adoro, porque siempre me apoya y me anima y... principalmente, porque hoy es su cumpleaños 20. Honey ~ Espero que ahora te vuelvas una persona más madura, responsable y todo eso que se supone debes ser (?). Aunque igual te amo así como eres, con todo ese montón de defectos que tienes y tu carácter raro (?!). Nah ~ Sabes que sólo juego. Realmente eres importante para mí; han sido siete años de conocernos y más que una amiga, eres como mi hermana. I love you ♥

 

« DESLIZ »

 

— ¿Cómo ha estado la presentación? — escuché su pregunta desde el sofá, pero no me sentí capaz de responderle.

Minho alzó una ceja cuando pasé de él, ignorando completamente sus palabras, sin devolverle la sonrisa. Honestamente, no me encontraba de ánimo para eso, no después de lo ocurrido. Y aunque todos me hubiesen dicho -después de reírse, claro está- que no pasaba nada, yo no estaba de acuerdo. ¡Claro que debía estar molesto, triste y demás!

Llegué a mi habitación y lancé el bolso lejos, dejándome caer en la cama y tomando mi diario de un cajón de la pequeña mesa de madera a un costado. Si algo no había perdido todavía, eso era la costumbre de escribir en aquellas páginas blancas todos los errores cometidos y mis deseos de mejorar. Y éste, sin duda alguna, era uno que no pensaba dejar pasar porque -muy a mi pesar- me había hecho quedar en ridículo. Quizá nadie pensara igual, porque todos somos propensos a pequeños accidentes, especialmente Onew, pero en mí estas cosas no eran normales y… No podría olvidarlo en mucho tiempo.

Comencé a escribir, sin perder detalle de la conversación que mantenían los otros en la sala.

— ¿Ha ocurrido algo? — por el tono que usó Minho, pude darme cuenta de cuan preocupado estaba.

— Nada grave. — la voz de Onew era suave, tratando de calmarle, pero poco lograría si no le explicaba las cosas. — No debes preocuparte por…

La puerta se cerró de golpe y alcancé a escuchar las risas de Jonghyun y Taemin. Mi ceño se frunció y apreté con un poco más de fuerza el bolígrafo entre mis dedos.

— ¡Te digo que fue gracioso! — rió Taemin, aplaudiendo. Jinki le llamó la atención, pero el siguió riendo, seguido del estúpido de Jjong.

— Su cara ha sido tan… ¡No hay palabra para decirlo! — mi “mejor amigo” tampoco parecía ser capaz de olvidarlo. Solté un quejido, escribiendo de nuevo.

— No deberían estar hablando de esa forma. — Onew hablaba serio, con su tono autoritario que pocas veces salía a relucir. — Kibum no se siente bien con eso y ustedes no han dejado de burlarse desde que subimos al coche. ¿Qué clase de amigos son?

Hasta yo me sentí mal por aquella pregunta. No sonaba muy dura, tampoco tosca, pero cuando Jinki hablaba así, realmente te obligaba a pensar mejor las cosas. Y quizá esa fuese la razón por la que rara vez empleaba esa seriedad con nosotros. A menos que fuese algo realmente importante, claro está.

Mi celular comenzó a sonar. Uno a uno, mis amigos comenzaron a mandar mensajes para saber si me encontraba bien. Lejos de sonreír por su preocupación, me encontré enfadado. ¡No quería hablar de ello! Apagué el móvil y lo lancé lejos, viéndolo aterrizar en el cómodo sofá que había hecho colocar hacía poco en la habitación y que quedaba cerca de la ventana. Devolví el diario a su lugar y me di la vuelta, observando el techo, con sus voces llenando mi mente. ¿No podían solo dejarlo pasar esta vez?

— ¿De qué hablan? — nuevamente escuché la voz de Minho, y por instinto me levanté, porque se escuchaba más cerca de mí que de ellos.

— Kibum ha resbalado durante Sherlock. — respondió con simpleza nuestro líder, dejándome escuchar el golpe seco que le dio a Jonghyun en el hombro cuando se rió. — No se ha lastimado, Minho; está bien.

— Lo único herido es su orgullo. — soltó Jjong, riendo con Taemin nuevamente. Me mordí la lengua para no gritarle un par de verdades. Estaba muy molesto.

— Key te matará si vuelves a decirlo. — murmuró el pequeño, dejando las bromas por vez primera.

Jonghyun y Taemin se habían encargado de terminar con el poco buen humor que me quedaba luego de aquel insignificante incidente. Ambos -a pesar de mis miradas y las quejas de Jinki- comentaron el suceso desde que bajamos del escenario hasta que dejé el vehículo apenas estar frente al apartamento. Me encargaría de darles una lección apenas pudiese salir sin sentirme un completo tonto.

— Eres tú el que ha sonreído al verle caer. — fruncí el ceño, más enfadado, porque no me había dado cuenta de eso; pero al escuchar el ligero tartamudeo de Taemin al decir que aquello no era verdad, lo supe: ¡le había hecho gracia!

— Iré a verle. — nadie respondió. No quería ver a Minho, no podía…

Los pasos se fueron acercando y finalmente abrió la puerta. No me giré, seguí con la vista perdida en algún punto lejano a través del cristal de la ventana, con los brazos cruzados y el ceño levemente fruncido. ¿Por qué no podía seguir viendo el partido ese en el televisor? Ya no escuchaba más sonidos provenientes de la sala, tampoco de la cocina, ¿a dónde se habían ido todos? Lo único audible fue el sonido del seguro cuando Minho cerró la puerta. Yo… Realmente no deseaba que me consolara.

Lo sentí acercarse y mis mejillas se colorearon de inmediato, mientras mi corazón latía un poco más rápido de lo normal. Tragué saliva, nervioso, porque siempre que él se acercaba era así. No le habíamos dicho nada a nadie, pero estaba seguro de que todos lo sabían ya y -de no ser así- al menos lo sospechaban o intuían.

Minho y yo teníamos una mejor relación ahora que antes. No, mejor dicho, ahora teníamos una relación.

Bummie. — odiaba que me llamara de esa forma; me hacía sentir vulnerable, indefenso, tan pequeño a su lado. — ¿Estás bien, bebé?

Y fue la primera vez que no me molestó escuchar esa pregunta en el día. Con Minho no podía molestarme realmente; ni siquiera cuando discutíamos.

— No ha sido gran cosa. — hablé bajito, sintiendo sus brazos cerrarse entorno a mi cintura. Su mentón descansó en mi hombro, sonreír bobamente un instante.

— Me hubiese gustado estar ahí para ayudarte a ponerte en pie. — me giré entre sus brazos, buscando esos ojos grandes que siempre me habían parecido tan hermosos. — ¿Puedes perdonarme? — sonrió travieso, acercándose cada vez más. — ¿Puedes hacerlo, Bummie? — y dejó un beso sobre mi cuello, sobresaltándome un poco.

— Minho… — murmuré contra sus labios, pasando ambos brazos por su cuello y atrapando desesperado su boca.

Besar los labios abultados, perfectamente imperfectos, se había convertido en mi adicción, mi delirio, mi tentación. Pegando nuestros cuerpos, con mis dedos enredándose en las hebras negras, con su lengua explorando juguetona mi boca, con sus manos aferrándose a mis caderas; así deseaba estar para siempre. Sólo con él. Sólo con Minho.

— ¿Q-Qué haces? — cuestioné agitado, cerrando los ojos cuando sus labios se deslizaron por mi mentón hacia mi cuello, provocando cientos de escalofríos por todo mi cuerpo. Sus manos habían descendido poco a poco, deteniéndose en mi trasero y acariciándolo con suavidad, robándome pequeños quejidos. — M-Minho…

— Inspección de daños, honey. — demonios, lo odiaba tanto. Su boca encontró la mía de nuevo, y correspondí enseguida, mordiendo su labio inferior.

— M-Minho… N-no… — un par de pasos hacia atrás y ambos nos encontrábamos sobre el sofá, mi cuerpo sobre el suyo, cada una de mis piernas a un lado de las suyas. — L-los demás… — me quejé, colocando ambas manos en su pecho, buscando sus ojos oscuros. ¡Santo Cielo!, ¿por qué debía ser tan hermoso?

Metió ambas manos dentro de mi playera, acariciando mi espalda. Mi boca se aferró a la suya. Siempre tan débil, tan ansioso por su contacto, tan enamorado de Choi Minho. Me moví sobre él, enterrando las uñas en sus hombros cubiertos por una camiseta delgada, con sus dientes apoderándose de mi labio inferior. Me separé en busca de aire, jadeante, terriblemente excitado; y el aprovechó ese momento para tirar de la molesta prenda hacia arriba, haciéndome subir los brazos para sacarla con gran maestría.

Ahí estaba de nuevo esa sonrisa que tanto amaba, esa que escondía un montón de cosas, que sólo era mía. Sus manos estaban en mi cadera de nuevo, sujetándome con firmeza; sus ojos preciosos sosteniendo mi mirada, sus labios llenos aun dibujando esa curva que mostraba una mezcla de deseo y cariño. Estaba enloqueciendo.

— Kibum. — habló en mi oído, con su aliento cálido estremeciéndome. — Te amo.

No me dio tiempo de responder, jamás lo hacía. Intercambió los papeles en un instante, dejándome bajo él, con la espalda desnuda apoyada en el sofá y su cuerpo glorioso sobre el mío. Y así, con mi mirada fija en él, se sacó la camiseta lentamente, mostrándome ese pecho trabajado que por semanas fue mi tortura. Lo acaricié con la punta de los dedos, perdido en mis pensamientos, sonriendo sin darme cuenta. Lo amaba tanto, tanto, que no había palabras que pudiesen expresar todos mis sentimientos.

Su nariz acarició mi cuello, su cuerpo se acomodó sobre el mío, sus labios me hicieron cosquillas. Apenas era capaz de recordar nuestra historia, donde pasamos de ser indiferentes a dos tontos caprichosos que terminaron enamorándose. Mis manos acariciaron su espalda mientras echaba la cabeza atrás para darle un mayor acceso a mi piel. Me aferré a sus hombros fuertes cuando descendió por mi pecho y atrapó uno de mis pezones con su boca, haciéndome delirar. Siempre tan sensible.

Alguien llamó a la puerta en ese momento y me congelé. Minho soltó una pequeña carcajada ante mi expresión. ¿Qué tanto habían escuchado los otros?

— ¡Ustedes! — se quejó Jonghyun, golpeando con sus nudillos la puerta. — Par de desconsiderados… — Minho fue el primero en levantarse, con esa sonrisa burlona cuando me tendió la mano para que le imitara. — Iremos a comer fuera, volvemos en una hora.

— ¡Una hora! — remarcó Taemin, antes de soltar una carcajada. También pude escuchar la risa escandalosa de Onew desde la puerta principal.

Eso fue… extraño. Muy, pero muy, extraño. Y luego todo se tornó silencioso cuando se marcharon.

— ¿Dónde nos hemos quedado? — soltó de repente, sonriendo de nuevo, aunque ahora mucho más dulce, como cuando llegué.

— Debes estar bromeando… — sentía mis mejillas ardiendo a causa de la interrupción de Jjong.

Pasó un brazo por mi cintura y me atrajo hacia él, atrapando mis labios antes de que agregase algo más. Podría haber intentado, al menos, resistirme, pero acabé cediendo inmediatamente, porque adoraba esa boca que me robaba el aliento con cada beso.

Dejé mis manos en su pecho, y cuando respirar fue necesario de nuevo, le empujé torpemente para apartarlo, porque si seguíamos de esa manera una hora no bastaría y… Casi podía escuchar las voces de los otros, sus burlas, sus quejas… Tomó mis manos y las llevó a sus labios, besando las palmas. Luego me miró a los ojos y todo cobró sentido, porque él estaba seguro que había metido las manos para no golpearme tan fuerte, a pesar de no haberme visto resbalar.

— El tiempo está corriendo, bebé. — susurró cerca de mi boca, dejando un beso en la comisura de mis labios entreabiertos.

Fui yo quien tomó la iniciativa esta vez, tirando de sus jeans y besándolo con hambre. ¿Qué caso tenía negarme algo que deseaba? Lo sentí sonreír dentro de aquel beso que se tornó cada más desesperado. Minho seguía empeñado en inspeccionar los daños, al parecer, porque sus manos nuevamente se encontraban en esa sensible zona de mi cuerpo, mientras me llevaba a la cama sin dejar de morderme los labios.

— ¿Te duele? — preguntó de la nada, obligándome a abrir los ojos por la sorpresa. Negué al entender a qué se refería, pero casi me arrepentí cuando vi su sonrisa. — Eso es perfecto, entonces. — dijo risueño, con sus ojos oscuros brillando traviesamente. — Aunque no sé si dirás lo mismo más tarde.

¡Cuánta desvergüenza! Me sentía enrojecer, pero no podía negar que sus palabras me llenaron de emoción. Y cerré los ojos de nuevo, entregado completamente a él.

Las ropas terminaron de desaparecer en cuestión de minutos. Mis manos inquietas recorrieron por completo su cuerpo, las suyas les imitaron. Me estremecía con cada caricia, buscando la boca esponjosa para ahogar los gemidos que comenzaban a inundar la habitación.

— M-Minho… — mis uñas se enterraron en la piel de sus hombros, sus labios acallaron mis quejas.

Podíamos hacer el amor mil veces, y de mil formas, pero siempre lo sentiría como la primera vez. Con Minho era así de maravilloso, de perfecto, porque nos complementábamos de una forma que jamás llegamos a imaginar cuando nos conocimos.

— T-te amo. — pronuncié bajito, apenas audible, haciéndolo sonreír.

Y nunca había estado tan seguro de mis palabras como en ese momento…

 

 


Los demás regresaron al apartamento después del tiempo acordado, con unas enormes sonrisas en sus caras. Para ese entonces Minho y yo nos encontrábamos sentados en la sala, viendo una película, comiendo palomitas de un mismo tazón. No era algo extraño en nosotros, pero para ellos parecía una total novedad, quizá por lo acontecido antes de su salida. Forcé una sonrisa cuando Jonghyun me preguntó si estaba bien, con Taemin tras él tratando de no reírse y Onew alzando una ceja. No lo dejarían pasar.

— Estoy bien. — murmuré enfadado, llevándome un puño de palomitas a la boca y echando el rostro a un lado.

— Minho, mira esto. — Jjong le pasó su celular, y reconocí Sherlock inmediatamente. Me pegué al más alto de nosotros, observando también la pantalla de aquel aparato. Mi boca se abrió al ver aquel fragmento de nuestra presentación. — Lindo, ¿no? — para mi sorpresa, Choi se echó a reír, molestándome.

Le golpeé como en ese programa con Shinhwa, haciendo reír a los demás de paso; sintiendo como -poco a poco- el malestar se esfumaba y podía ver aquel incidente como algo gracioso. Sonreí sinceramente, recordándome reñir a Jonghyun aunque sólo fuese en juego.

Minho pasó un brazo sobre mis hombros y me acercó un poco más a él, pasando por alto que el resto nos observaba curiosos. Acercó su rostro al mío y sentí mis mejillas comenzar a enrojecer, tres pares de ojos puestos en nosotros. Besó mi mejilla y sonreí de nuevo.

— Realmente lindo. — dijo sólo para mí, guiñándome un ojo con aire encantador.

Golpeé su pecho, travieso. Riéndome por algo que los demás jamás podrían llegar a comprender del todo. No había sido un mal día después de todo, sino todo lo contrario… A veces me olvidaba que al caer -aunque esta vez fuese literal- siempre había alguien a mi lado, alguien con unos ojos hermosos y un corazón cálido, extendiendo su mano para ayudarme a levantar. Y yo amaba a ese alguien, porque con sus miradas, sus palabras, sus besos y caricias, cambiaba todo en un instante.

Aunque bueno, tampoco podía permitirme otra caída en el escenario. Eso, definitivamente, no iba conmigo…

… a menos que todos esos accidentes acabasen igual que este último y entonces -sólo entonces- quizá me permitiese fallar un par de veces más…

… Quizás …

Notas finales:

Muchas gracias por leer, por comentar y por estar acá conmigo siempre. Las amo *3*


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