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Día Especial por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

    


Dedicado a HeeHee, porque su cumpleaños ha sido este mes y -aunque ya ha pasado algo de tiempo- se merece un pequeño presente como lo es este. Honey, espero que te guste, porque está escrito con mucho cariño. Besos.

Notas del capitulo:

» Back.


Bueno. He tenido una noche/madrugada entretenida y estoy algo desvelada, cansada y me veo como si fuese a morir o algo así; pero dije que subiría la historia hoy por la mañana y estoy cumpliendo. Hago notar que acá son las 11:22 am. Y ahora las dejo leer, porque yo iré a comprar helado para pasar un dulce momento (?). ¡Bye!

 

« DÍA ESPECIAL »

 

El castaño sonrió ampliamente. KiBum, sentado sobre la mesada, le miraba con el ceño levemente fruncido y los labios abultados en un puchero. El menor no consideraba todo aquello necesario para una declaración, pero admitía que la idea de su amigo era muy romántica, tanto como lo era el propio Kim JongHyun. Rodó los ojos cuando el otro destapó la bandeja en el centro de la mesa y dejó ver lo que sería la cena. Se mordió el labio, ansioso, curioso. No supo si echarse a reír o a llorar. Pollo frito.

— ¿Qué opinas? — cuestionó nervioso, acercándose al rubio. — ¿Crees que le guste?

KiBum forzó una sonrisa, y le empujó el pecho con dos de sus dedos, jugando.

— Supongo que está bien. — se encogió de hombros. — Es… muy tu estilo.

— ¿A qué te refieres con eso? — colocó ambas manos sobre la mesada, arrinconando al muchacho. — Quiero una respuesta, KiBum.

— Si llega en este momento, ten por seguro que va a malinterpretar todo. — se quejó, sujetando los hombros fuertes con ambas manos, tratando de alejarlo.

— ¿Hablas de Minho? — el castaño sonrió, dando un paso más. — Él sabe acerca de mis preferencias. Nunca había tenido secretos para su compañero de apartamento. No los creía necesarios.

— No lo decía por ti. — el rubio rodó los ojos, empujándolo nuevamente. ¡Pero que egocéntrico se había vuelto su amigo!

JongHyun frunció el ceño, inconforme, hasta que algo pareció comenzar a tomar forma en su mente y entonces, sólo entonces, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. Kibum, que lo miraba enfadado, advirtió aquel cambio y se preparó para lo que tuviese que escuchar.

— Él sabe que te gustan los chicos. — respondió sin más, acercándose otro poco. — Se lo he dicho yo mismo.

¡¿Pero qué demonios pasaba por la cabeza del chico bajito?! Kibum lo empujó con ambas manos, con fuerza, chillando indignado por aquel comentario. ¡Jonghyun era tan descarado, tan desvergonzado, tan…! ¿Por qué nuevamente estaba sobre él, tan cerca, riéndose en su cara? Le golpeó el pecho, tratando de apartarlo una vez más y bajarse de la mesada, pero el mayor seguía siendo más fuerte y rápido, y se lo impidió.

— ¡Quítate ya! — gritó, con las mejillas enrojeciendo de puro coraje y la mirada desafiante.

— No quiero ~ — cantó, sin borrar su sonrisa. — ¿Por qué eres tan agresivo? — acarició su brazo, justo donde el rubio le golpeó.

— Vete al diablo. — escupió fastidiado, empujándolo una vez más. — ¡Basta!

Cuando Minho entró en la cocina, se topó con una de esas escenas inesperadas que te dejan momentáneamente sin saber qué hacer, decir o pensar. Ambos Kim de pie, el más joven de ellos entre el mueble y el cuerpo del otro. Kibum estaba agitado, sonrojado, con los labios entreabiertos; casi imaginaba la sonrisa de Jonghyun al ver al rubio fruncir el ceño levemente. Dejó la bolsa con las compras sobre la mesa, sobresaltando a ambos.

— ¿Haz vuelto ya? — y sí, Jjong sonreía ampliamente.

Asintió, confundido. ¿Por qué sentía que le faltaba el aire?, ¿por qué su pecho dolía?, ¿por qué sentía la necesidad de salir corriendo fuera de ahí, de olvidar todo? Dirigió su mirada hacia Kibum y sus ojos se encontraron por un corto tiempo, hasta que el mayor apartó los suyos, bajando el rostro, ocultándose. ¿Por qué le dolía eso?, ¿por qué deseaba una explicación?, ¡¿por qué?! Se dio la vuelta y salió, decidido, firme, pero sólo en el exterior, porque por dentro sentía que algo estaba roto, deshecho, completamente destrozado.

— ¡Te lo dije! — escuchó la voz de Kibum antes de llegar a la puerta del apartamento y se detuvo con la perilla en la mano. — ¡Te dije que llegaría, que nos vería, que…!

— Exageras, Kibum. — le regañó Jonghyun, soltando una risa después. — Además, ya te dije que él siempre lo ha sabido.

Salió finalmente, cerrando la puerta con cuidado, haciendo el menor ruido posible. A mitad del pasillo, con una enorme sonrisa en su rostro, se encontraba Jinki, su mejor amigo, terminando de arreglar los cordones de su calzado. Trató de sonreírle también, como siempre, pero simplemente no pudo.

— ¿Ha ocurrido algo, Minho? — el mayor sonaba preocupado, se limitó a negar. — Estás pálido, como si hubieses visto…

— Tenemos que hablar. — tomó su brazo y lo arrastro consigo un par de metros, hasta que el más bajo se liberó del firme agarre, quejándose.

— Jonghyun me está esperando y… — se sonrojó levemente, avergonzado por la evidente ansiedad mostrada.

— Él está con Kibum ahora. — soltó con amargura, con los enormes ojos marrones brillando por las lágrimas que no pensaba soltar.

El rostro de Jinki se descolocó totalmente, sus labios temblaron, sus ojos se abrieron por la sorpresa. Y apoyó la espalda en la pared, llevando una mano a la altura de su corazón ahora roto y dolorido. ¿Eso es lo que Jonghyun deseaba decirle, que estaba enamorado de Kibum, que ya eran… novios?

 

 

El alto permaneció en silencio, pensando que su sentir no era muy diferente de Jinki. Sabía de sobra que su amigo estaba enamorado de su compañero de apartamento desde la primera vez que le vio, año y medio atrás. ¡Y de repente pasaba esto! Suspiró, dando un paso hacia él. Sentía su propio corazón lastimado, porque estaba seguro de querer a Kibum más de lo que alguna vez se creyó capaz de admitir, de lo que deseó, lo que pensó y esperó.

— Onew, entiendo como te sientes. — murmuró, cerrando los ojos con fuerza. — Yo… Cuando entré ellos…

Las palabras de Minho fueron cortadas por el golpe que Kibum dio en su costado, tomándolo por sorpresa. Se giró hacia él, frunciendo el ceño, mordiéndose la lengua para no soltar una maldición. Jinki les miró confundido, algo extrañado por la actitud tan poco delicada del rubio. No, no era eso lo que llamaba su atención, sino aquella tristeza en los ojos felinos y la sonrisa falsa sobre los labios rosados.

— Jinki, no le hagas caso. — murmuró, moviendo su mano y restándole importancia al asunto. — Jonghyun está esperándote dentro, ve de una vez.

— No creo que sea buena idea que… — la mano del rubio detuvo las palabras de Minho, quien se rindió al ver la sonrisa de Jinki al marcharse.

¿Había visto mal, entonces? No, estaba seguro de que ese par estaba junto. Nunca antes había pensado que Jonghyun y Kibum pudiesen tener una relación sentimental, tal vez porque eran mejores amigos desde pequeños y si algo debía ocurrir, hubiese sido mucho tiempo atrás. Sin embargo, siempre estaban sus juegos coquetos que le ponían los nervios de punta y lo llenaban de inseguridades. ¡A él le gusta Kibum, por Dios! Acaso, ¿no se daban cuenta de lo incómodo que se ponía?

— Casi lo arruinas. — le regañó, apartando su mano. — Jonghyun se ha pasado toda la mañana esperando este momento, ¿en qué estabas pensando?

Demonios. Kibum estaba muy, pero muy, enojado. Le conocía lo suficiente para saberlo. Sin embargo, al notar su ceño fruncido, el mohín en sus labios bonitos, la postura de su cuerpo, los brillantes pómulos altos, esa rabieta que parecía a punto de hacer, su corazón se aceleró un poco más y sonrió, confundiendo al que le miraba. Quizá realmente hubiese malinterpretado las cosas. Sonrió más amplio, haciendo que el más bajo se relajara completamente.

— Es sólo que yo creí que… — el mayor le silenció rápidamente, poco dispuesto a escuchar su explicación. Tan molesto, se recordó Minho, sonriendo.

— Ahora, deberás invitarme un café. — pronunció alegre, con los ojos brillando por la emoción. — Ese será tu castigo.

Asintió, complacido con aquel giro que estaba tomando su día. Un momento atrás se encontraba frustrado, desesperado y herido; ahora, caminaba a lado del muchacho delicado, mirándolo de reojo, con su corazón lleno de gozo y una sonrisa en sus labios abultados. Se mantuvieron en completo silencio las cuatro cuadras que les separaban de la cafetería que tanto gustaba al mayor de los dos.

Minho abrió la puerta y la sostuvo de ese modo para que pasara, sin borrar esa sonrisa de su boca, sin dejar pasar el sonrojo en las mejillas del rubio. Se sentaron en una mesa apartada del resto, ordenando apenas se acercó un chico de cabellos rojizos, quien recibió con alegría a Kibum y logró poner celoso a Choi.

— Es uno de mis compañeros en la academia de danza. — le explico el mayor, sonriendo traviesamente. — Lindo, ¿verdad?

El alto frunció el ceño, incómodo y fastidiado por aquel comentario, por esas miradas y esas sonrisas que dirigía al chiquillo de cabello largo. Y, aunque le costase admitirlo, el niñito -Taemin, le habían dicho ya- era realmente bonito, alegre, dulce. Y Kibum le miraba de una forma tan extraña, tan cálida, tan suave. Bufó, más enojado que antes.

— Minho, ¿podrías dejar de mirarlo de esa forma? Estoy seguro que haz puesto nervioso al pobre niño. — su mirada burlona contrastaba con su tono de reproche.

— Lo siento, pero realmente me molesta. — supo que había dicho algo que no debía cuando los ojos del más bajo brillaron con malicia. Ahora, ¿qué diría?

Kibum sabía por qué Choi se encontraba tan enfadado, por qué esos hermosos y grandes ojos iban de Taemin a él mientras hablaban, por qué reaccionó de aquella forma cuando los encontró a Jonghyun y a él en esa situación por demás incómoda en la cocina del apartamento. Siempre había sospechado de los sentimientos de Minho hacia él, de ese cariño que creía le pertenecía y ahora, finalmente, parecía comprobar que no era el único que sentía esa atracción. Llevaban dos años de conocerse, ¿cómo es que hasta ahora podían estar los dos solos, disfrutando de la compañía del otro?

— ¿Crees que esto pueda considerarse una primera cita? — cuestionó un par de minutos después, tomando desprevenido al menor, poniendo su mejor sonrisa.

Si pensaba arriesgarse con Minho, lo haría bien y de una vez. Ya había dejado pasar mucho tiempo y… no estaba dispuesto a desperdiciar un solo minuto más. No. Nunca más.

 

 

Jonghyun sonrió dulcemente, tomando la mano de Jinki y guiándolo a la cocina, escuchándolo reír por lo vergonzoso que era aquel juego. El mayor se quedó sin palabras al ver la mesa, la comida, el postre, la guitarra apoyada en la pared, los ojos de cachorro brillantes, los labios curvados con travesura. Su pulso se aceleró, sus piernas perdieron fuerza, y al sentarse se sintió aliviado, porque estaba seguro que caería al suelo de un momento a otro. Jugó con sus dedos mientras Jonghyun servía las bebidas, acariciando la tela suave del mantel. Acaso, ¿todo eso era por él?

Comieron en un silencio un poco incómodo, aunque el menor se esforzaba por aligerar el ambiente con sus bromas, logrando robarle sonrisas y una que otra carcajada a su acompañante. No podían negar que lo sucedido con Minho y Kibum les rondaba la mente, que los preocupaba y confundía. Jonghyun finalmente entendió lo que su mejor amigo trataba de decirle cuando comenzó a molestarle, y se sentía terriblemente avergonzado por su comportamiento infantil. ¡Casi arruinaba las cosas con Jinki!

— Onew, ¿estás bien? — el castaño asintió, mordiéndose el labio inferior, cabizbajo. — Ha sido demasiado, ¿verdad?

— Yo… Aun no entiendo… — comenzó, tímido, sonrojado, sin aliento. — ¿Por qué tú…?

— Porque te quiero. — respondió sincero, atrapando su mano. — Porque he estado enamorado de ti desde la primera vez que te vi, porque te he esperado siempre.

— Jonghyun, también yo… — sonrió, entrelazando sus dedos. — Te quiero, desde hace mucho, te quiero tanto…

— Jinki, ven conmigo. — pidió, levantándose de la mesa, sin soltar su mano. — Hay algo que debo mostrarte.

Le siguió sin hacer preguntas, curioso por aquellas palabras, cohibido por la calidez de aquella mano unida a la suya, inquieto por la guitarra que también les acompañaba a la sala. Se sentaron en el sofá, sonriéndose, mirándose tiernamente. Y entonces Jonghyun soló su mano y, mordiéndose el labio con nerviosismo, comenzó a inundar la habitación con una melodía que terminó de humedecer los ojos pequeños de Onew.

— ¿Cantarás… para mí? — preguntó dudoso, viéndolo asentir. Se apoyó en su hombro, tratando inútilmente de contener las lágrimas producto de su emoción.

Rebobinando la película de nuestros recuerdos…desde el primer día que nos conocimos, mi corazón late con fuerza, no puedo ocultar mis lágrimas, que fluyen tanto como estoy agradecido. Me entiendes mejor de lo que me entiendo yo. Cuando estoy a punto de derrumbarme, viendo que estás pasándola tan mal como yo, me hace llorar como un niño. Hay una conexión en nuestra relación, tan enorme que no puedo explicarla con palabras. Nuestras conversaciones se llenan con recuerdos que continúan hasta hoy. Porque tú siempre has estado ahí para protegerme…

 

 

Kibum se estremeció, aferrándose con ambas manos a la delgada camiseta del más alto, con la espalda pegada a la pared, con su corazón bombeando sangre de forma acelerada, sus mejillas calientes y su respiración irregular. Si alguien los veía, sería un gran lío, jamás dejarían de hablar de ello; pero no deseaba apartarse de aquel que ahora lo besaba de nuevo, robándole el aliento, dejando que le robase el suyo; con los labios abultados degustando los suyos, con las manos grandes aprisionándole la cintura, con el cuerpo maravillosa presionado contra el suyo, arrinconándolo; dejándolo sin escape, sin salida, sin cordura, sin nada.

— E-Espera… — habló, recuperando el aire, avergonzado. — M-Minho, no…

“Porque tu siempre has estado ahí para protegerme…”

— Es Jonghyun. — el rubio sonrió, tomando la mano del alto y tirando de él para pegarse a la puerta. — Oh Dios, lo consiguió.

— ¿De qué hablas? — frunció el ceño, confundido, pegándose un poco más al cuerpo delgado, tratando de escuchar lo que pasaba del otro lado.

— Entremos. — sugirió traviesamente, arreglándose el cabello y contando hasta tres antes de abrir la puerta. Eso sí que no esperaba verlo.

— Oh. — fue todo lo que escapó de labios de Minho cuando la puerta fue abierta. Kibum, frente a él, parecía a punto de echarse a reír. Sonrió, divertido.

 

 

Fue Jinki el primero en romper el silencio después de aquella hermosa canción, secando sus lágrimas con torpeza, sonriéndole a Jonghyun ampliamente. El menor sonreía también, acariciándole una mejilla, comenzando a acortar la distancia que separaba sus rostros, que les impedía sellar una promesa hecha en silencio. Se acercaron despacio, casi con miedo, cerrando sus ojos, sintiendo el cálido aliento de la persona enfrente. Y finalmente sus labios se unieron en un beso lento, dulce, cargado de sentimientos y emociones que por mucho tiempo permanecieron ocultos, encerrados en sus corazones, pero que ahora se reflejaban en esa caricia.

Se separaron cuando el aire se volvió escaso, cuando recordaron que debían respirar; volviendo a juntarlos una vez más, con deseo, con necesidad. Sus bocas amoldándose perfectamente, sus alientos mezclándose, el latir a un mismo compás. Perfecto, maravilloso, único. Pero lo bueno dura poco, o eso pensó Jonghyun cuando la puerta se abrió.

— Oh. — el rostro de Jinki se tornó rojizo cuando escuchó a los recién llegados.

— Esto es… diferente. — habló Kibum finalmente, mordiéndose el labio para no soltar su risa escandalosa. — ¿Fue tan cursi como pensaba?

— ¡Kim Kibum! — le regañó Jonghyun, poniéndose de pie de un salto. — ¡Tú! — se giró hacia Minho, señalándolo con el dedo. — Contrólalo.

— ¿Disculpa? — el rubio alzó una ceja, comenzando a formar un puchero.

— Tus labios. — la voz de Jinki atrajo la atención de ambos Kim, que miraron a Minho. — ¿Es brillo eso?

El alto llevó los dedos a su boca, comprobando lo que Onew acababa de decir. Jonghyun y Kibum se miraron el uno al otro, sorprendidos. Y ante los ojos de cachorro del bajito, las mejillas del de ojos felinos comenzaron a tornarse cada vez más rojas, hasta que apartó la mirada de los presentes y se dedicó a mirar el suelo.

— Así que ustedes… — comenzó Jjong, ganándose un manotazo de Kibum que realmente le dejó una marca rojiza en el brazo. — ¡idiota!

— Cállate. — exigió, avergonzado.

Kibum alzó la mirada cuando sintió que alguien sujetaba su mano, entrelazando sus dedos; y se encontró con aquellos orbes oscuros que tanto le gustaban. Una sonrisa se dibujó en sus labios delgados, una que fue rápidamente imitada por aquella boca deliciosamente abultada que había sido suya minutos antes en el pasillo. Por un momento se olvidó de Jonghyun, de Jinki, de sus comentarios y burlas, de su presencia, su existencia y todo lo que no tuviese que ver con Choi Minho.

Y se acercó un poco, apoyando la frente en el pecho fuerte, aún sin soltar su mano, sintiendo el brazo libre de Minho rodearle la cintura. Sonrió, embriagándose de la calidez que desprendía el cuerpo ajeno, escuchando el latir de ese corazón que ahora le pertenecía, que siempre fue suyo.

— Jonghyun. — la voz de Jinki captó la atención del más bajo, que miraba a aquel par con alegría. — Te amo.

— También te amo, Jinki, siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Se abrazaron con cariño, escuchando finalmente la risa de Kibum por algún comentario del más alto. Y en algún momento, los cuatro se encontraron cómodamente conversando, contando cómo las cosas cambiaron para todos en un instante. Sin duda alguna, siempre recordarían esa fecha como su día especial.

Notas finales:

Y eso fue todo. Como que es diferente y al mismo tiempo es lo mismo, pero ha sido dulce y me gustó. ¿También a ustedes? c8


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