Era un día soleado de marzo, la primavera apenas comenzaba. En una residencia que quedaba a las afueras de la ciudad de Londres. Para ser más exactos en la mansión de los Phantomhive, un pequeño de tres años estaba un tanto ansioso. La razón, el nacimiento del nuevo joven amo.
No sabia muy bien el porque, pero desde que se entero que la señora de la casa se había embarazado se sintió inmensamente feliz. Tal vez porque le había tomado cariño a la señora.
Pues esta lo trataba con cariño y cuidaba de el, ya que su padre se la pasaba muy ocupado en el trabajo; de cuidar la mansión y hacer que la servidumbre hiciera correctamente sus trabajos, y atender las ordenes de su amo y dueño de la casa.
La señora Rachel era una persona muy humilde a pesar de ser muy refinada. Ella no tenia mucha comunicación con el mayordomo, ya que el atendía mas a su esposo, y lo ayudaba aveces con asuntos de la empresa, por eso lo estimaba. Pero con el pequeño hijo del mayordomo, con el pequeño Sebastian se llevaba muy bien, ya que era muy agradable platicar con el, cuando se encontraba sola en casa; durante los meses de su embarazo, su marido tenia que salir por cuestiones del trabajo. Y en cierto modo le había tomado cariño al pequeño.
El pequeño Sebastian caminaba de un lado a otro en su cuarto, esperando a la llegada de la señora Rachel del hospital. Cuando de repente entro su padre avisándole que la señora ya estaba en sus aposentos y que lo había mandado a llamar. No lo dudo dos veces, salio casi corriendo del cuarto para ir a conocer al nuevo joven amo, y por supuesto ver que se le ofrecía a la señora.
Su padre solo sonrió ante la reacción de su hijo por la noticia.
Cuando llego a la puerta, se acomodo la ropa, y toco suavemente tres veces. Hasta que escucho la afirmación de la señora, se dispuso a entrar.
La señora Rachel lo recibió con una sonrisa.
-Sebastian, que bueno que llegas, ven acércate quiero que conozcas a mi bebe – Rachel hizo un ademán con la mano indicándole a Sebastian que se acercara con confianza.
Sebastian se acerco a la pequeña cuna en donde estaba el bebe, y al asomarse para verlo se quedo conmovido con lo que vio. El nuevo inquilino de la casa le hizo quedarse estático observándolo. Simplemente no podía dejar de verlo. Su nuevo joven amo era simplemente hermoso, si, un hermoso bebe de piel pálida; que al tocarlo de su bracito pudo comprobar lo que sospechaba, era muy suavecita. Algunos de los cabellos que tenia, que se notaba de un toque gricesco azulado, que con los rayos del sol daba la impresión de ser verdosos. Su naricita respingada, sus mejillitas rosaditas y sus pequeños labios entre abiertos, del color de una ceraza, todos rosaditos, era muy lindo.
-veo que te gusto mucho mi bebe - esa frase lo hizo salir del trance en el que estaba, y le puso atención a lo que ahora le decía Rachel –creo que te enamoraste de el – le dijo en forma de broma y se empezó a reír por el sonrojo que invadió las mejillas de Sebastian, por dicho comentario.
-yo… yo…-balbuceo un poco –creo que su bebe es muy lindo – y cuando se dio cuenta de lo que dijo se sonrojo aun mas, y la señora se empezó a reír mas.- dis... discúlpeme, por favor, no se ria de mi –decía muy avergonzado.
-descuida, no es necesario que te disculpes, tú solo fuiste sincero, y eso es lo que más me agrada de ti,- hizo una pausa para ver su reacción y siguió hablando –sabes la razón por la cual yo te mande a llamar es la siguiente –Sebastian hizo un leve asentimiento con la cabeza.-Quiero que te prepares, porque, quiero que tu seas el mayordomo personal de mi hijo.
Sebastian se quedo en shock cuando escucho esa noticia. No era porque le desagradara la idea de ser el mayordomo del bebe, sino porque era un sueño para el ser un mayordomo y mas si a su cargo dejaba el cuidado y protección de ese bebe tan lindo.
No sabe porque, pero al momento de verlo quedo maravillado con el. Su corazón le empezó a latir muy fuerte, sentía que en cualquier momento se le saldría del pecho. Pero tuvo que salir de sus pensamientos al notar que la señora Rachel le hablaba.
-Sebastian, que dices te gusta la idea
-cla… claro que si, con mucho gusto lo haré, le prometo que me preparare muy bien para ser el mejor mayordomo personal que su hijo pueda tener.- Rachel delineo una sonrisa de satisfacción por el entusiasmo y alegría con que lo dijo Sebastian. - ¡y!, ¿Cómo se llama el bebe, digo joven amo?- se corrigió y se dirigió de nuevo hacia la cuna, observándolo con mucha ternura.
-Pues ya hemos estado pensando en el nombre y queremos que se llame Carlos o Mauricio, pero no nos convence, creo que su nombre tiene que ir de acuerdo a su apariencia, o forma de ser o no se…- dudaba un poco mientras pensaba –y tu que nombre le pondrías Sebas.
El se le quedo observándolo, y al verlo le recordaba lo hermoso que es el cielo de primavera, como el que tenían ese día, y empezó a cavilar en su mente. >> Si, el me recuerda al hermosos cielo, entonces su nombre vendría siendo Cielo, hummm..... No, Cielo, Cie… Ciel <<.
-¡Ciel! –Dijo sin percatarse de que Rachel le había puesto atención a lo que decía y repitió – Ciel
-¡hoe!, me parece un nombre muy bonito Sebastian,- lo interrumpió, sacándolo de sus pensamientos –si, claro –dijo muy emocionada – como no lo había pensado antes.
En ese momento entra el jefe de la familia, Vicente Phantomhive -¿Qué no habías pensado cariño? – pregunto curioso.
-pues que el pequeño Sebastian tiene un nombre para nuestro hijo y me gusto
-si, y ¿Cuál es? Sebastian – se dirigió a el con curiosidad.
Dudo un poco antes de contestar- Ciel –lo dijo, y Vicente sonrió ante la idea de ponerle ese nombre a su pequeño hijo.
-Me gusta –dijo entusiasmado, y vio a su esposa y regreso a ver a Sebastian, sonriéndole- gracias por darnos ese nombre Sebastian, de verdad. Decidido se llamara Ciel – sonrió aun mas- Ciel Phantomhive, me gusta.
-De nada- Sebastian hizo una leve reverencia.
- ¡Oh!, cariño casi se me olvidaba , te vine a avisar que tenemos que ir de urgencia a la empresa, para un contrato con posibles exportadores – dijo Vicente algo preocupado a su esposa –pero no podemos dejar a Ciel solo.
-no te preocupes, cariño, no lo estará, te acuerdas de la propuesta que le iba a decir al pequeño Sebastian, sobre ser el mayordomo personal de Ciel
-si, y ¿Qué dijo?
-dijo que si, verdad que si Sebas – lo miro con una leve sonrisa dibujada en sus labios y este asintió.
-si señor Vicente yo cuidare a Ciel… digo al joven amo en su ausencia –dijo algo apenado por llamar al bebe por su nombre.
Los señores dieron una pequeña carcajada.
-no te preocupes, puedes llamarlo por su nombre, después de todo tu diste la idea –dijo sonriendo
-gracias, señor, no se preocupe yo cuidare bien al joven amo Ciel,- los mayores lo miraron con reprobación para corregirlo – perdón, a Ciel.- y sonrió.
Los señores Phantomhive salieron de la habitación dejando solo al pequeño Sebastian al cuidado de su hijo. Ellos confiaba en el pues sabían que no los defraudaría. Y se dirigieron a terminar con sus asuntos de las empresas Phantomhive.
Mientras tanto en la habitación solo quedaban Sebastian y el pequeño Ciel. Sebastian se sentía muy feliz por su misión y se acercó a la cuna en la que descansaba Ciel. Lo observo durante un rato, y se dio cuanta de que su pequeño joven amo lo había hecho inmensamente feliz con tan solo verlo. Realmente no sabía lo que le pasaba, el solo sabía que haría todo lo posible de ahora en adelante para cuidar y servir como se debe a su joven amo. Ya lo había decidido.
-Te prometo Ciel que haré todo para cuidarte y servirte, seré un buen,… no con ser bueno no es suficiente para ti, seré un excelente mayordomo para ti, solo para ti, te lo prometo- observaba al bebe dormir y sintió llenarse de ternura con la imagen.
Movió su brazo, hasta tener su mano cerca de la cabecita de Ciel y con sus dedos rozo sus mejillas. Se conmovió cuando sintió que el bebe movió su manita, hasta agarrar un dedo de el apretándolo.- realmente te lo prometo.