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SLEEPING SUN por ChizuruTakachan

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Notas del fanfic:

 

¡El tiempo se ha ido como rápidísimo! Hace más de un año que escribi "Se résigner...."  y desde enero de este año tenía intentando escribir esta secuela.  Con el motivo del GazeYaoiFest puse manos a la obra y como siempre por falta de tiempo y algo de cansancio, no lo tuve terminado. 

 

¡Hoy se cumplen dos años de que formo parte de esta página! Dos años en los que he aprendido mucho de todas y cada una de las personas a las que leo y he conocido aquí. 

Me han hecho llorar con sus hermosas historias, he reflexionado con sus comentarios que me han dejado, y por supuesto me han levantado el ánimo cada que sus reviews llegan tan enérgicos. 

¡Soy sólo una adulta con apenas estudios básicos! Incapaz de transmitir como debiera, todas y cada una de las cosas que se le ocurren en la cabeza. Pero deinitivamente una una mujer que ha re-descubierto su sonrisa gracias a querer compartirles un poquito de lo que su costalito lleva dentro. 

 

¡Ahora Lean!  http://www.youtube.com/watch?v=p9Fyib7NZ8w  les dejo el video de SLEEPING SUN de Nightwish.  

Notas del capitulo:

 

SLEEPING SUN es mi canción favorita de Nightwish. Curiosamente cuando estaba escribiendo la arte final de este fic, comenzó la canción y pude hasta darle nombre. 

Yo relacionó mucho las cosas que leo, con las personas que lo escribieron. Y cada vez que del firmamento se trata me acuerdo de Aoi. 

Así es cómo llegan mis pequeñas "epifaniadas" Espero les guste.

La mañana después de que Aoi le dijese a Akira, “Te encontré…” La vida les cambió.  Lo que muchos conocen como “madurez” para ellos era comenzar de cero, juntos.

Usualmente nadie se da cuenta del momento exacto en que se toma la primera decisión de adultos y parte de ahí hacia su nuevo modo de vida. No es hasta que has recorrido un largo trecho y tras mirar hacia atrás, que descubres “esa primera vez” y te sientes orgulloso de lo que has hecho.

 

Aoi, durante algún tiempo sufrió de pesadillas recurrentes. Recordaba cosas de su infancia, de los días en que junto con Uruha solía jugar al fútbol, aún cuando su hermano era muy pequeñito. Recordaba cuando se enamoró por primera vez, de una chica muy linda de ojos miel y cabello castaño claro. Él apenas había entrado a secundaria y ella era dos años mayor que él, obviamente también fue su primera decepción amorosa, ya que la chica era tan popular que lo veía muy insignificante.

 

¡Cómo disfrutó Aoi de ella cuando la tuvo gimiéndole cual perra barata que era! Eso en palabras dichas por el moreno. Si algo le caracterizaba, era que una vez que algo se proponía, no había poder humano que le hiciera desistir. Era un chico paciente.

Al haber sido compañeros del colegio, sabía donde vivía y hasta cierto punto qué lugares frecuentaba. Así que pasado el tiempo, justamente cuando recién había comenzado a juntarse con Die, pudo hacerse de ella en una fiesta llena de excesos, y sacarse la espinita de aquel “primer amor”.

 

Aoi con el paso del tiempo era cada vez más apuesto y para muchos y muchas, un objeto de deseo. Aún estaba en la adolescencia cuando ya bebía hasta vomitar e ingería drogas hasta perder la conciencia. Entre esos recuerdos, venían a él, el motivo por el cual se había vuelto un drogadicto adicto al sexo. Sí. Aoi sabía que eso era por culpa de su padre…

 

Pero a su vez, un instinto sobreprotector nació en el moreno. Durante meses se alcoholizaba y llegó a moler a golpes a más de uno, que se atrevió a externar su agrado hacia su Ototo. ¡No salías vivo si alababas ese hermoso par de piernas, o ese rostro de ángel! Más de una vez Die le sacó del atolladero por peleas como esas.

 

Y en una de ellas fue que conoció a Reita…

 

Reita era primo de Die. El primo más lindo que tenía, según palabras del propio pelirrojo. Aoi y Die caminaban rumbo al departamento del moreno cuando de pronto reconoció a Uruha tumbado en el piso con sus manos en su rostro. Le vio incorporarse lentamente mientras a unos cuantos pasos de él, dos personas se peleaban con puños y dientes.

 

—¡Uruha! —Aoi corrió a abrazarle mientras Die reconocía a su primo— ¿Qué sucedió? —Tomó de los hombros al castaño para revisar el estado en el que se encontraba.

—Ese… Ese tipo trató de… —El menor lloraba temblando de pies a cabeza. La ira se apoderó del moreno quien le soltó para abalanzarse contra el hombre que era golpeado— ¡NOOO! ¡AOI…!

 

En cuanto le vieron acercarse, Die sujetó a su primo tratando de calmarlo mientras el hombre se ponía de pie, cosa que le valió poco ya que Aoi de un solo golpe le rompió la nariz y le regresó al piso. A punta de patadas por todo el cuerpo le dejó casi inconsciente hasta que sintió a su hermano aferrarse a su espalda y pidiéndole a gritos que se detuviera.

 

Una vez en su hogar y después de limpiar los rastros de la pelea en sus puños. Aoi le agradeció a Reita el haber ayudado a su Ototo. Tras enterarse que éste se dirigía hacia ese mismo lugar por indicaciones de Die mismo. Reita escuchó a Uruha pedirle al tipo que le soltase.

 

¡Las coincidencias que tiene la vida! En su memoria, habían pasado tantas cosas juntos y nunca se habían planteado si quiera, el hecho de terminar así.

 

Y como todos tenemos un inicio…

 

Reita era un chico solo al igual que ellos. Iniciado en el sexo y el alcohol por su primo con quién en su infancia, acostumbraba jugar por horas. Hasta que un día sus juegos cambiaron a un rol más íntimo y lleno de desenfrenos.

 

¡Qué excitantes resultaban las visitas del primo! La primera vez le toqueteó estando ambos sentados en la sala viendo una película de lo más normal a la vista de cualquiera.

 

—¡No…! ¡Die-kun…!

—Shhh… Aki-chan.

 

Reita apenas tenía once años cuando debajo de esa manta y con un tazón de palomitas al frente de ellos, Die le recorría el cuerpecito por demás habilidoso. Un Die que a sus catorce años ya había tenido su primera experiencia en más de una decena de veces. Un Die que se doblaba ante la sonrisa de su primo consentido y fue el mismo que juraba amarle un año después mientras le robaba lo último que quedaba como “inocencia” del pequeño Akira.

 

A partir de ese momento “Reita” se hizo presente e independiente. Siempre solo a menos que saliera con su primo a fiestas y ya metido en eso, las drogas y el alcohol no fueron  desconocidos para él.

 

Fue así como sus caminos se cruzaron aquella noche en que el pelirrubio se dio papel de héroe. Eso distanciaba de lo real, ya que Reita había visto al castaño mucho antes en el colegio, le había perdido la pista una vez que Uruha se cambiase de instituto al recibir una beca. Pero esa noche al verle por la calle y que curiosamente andaba en su misma dirección, fue que mientras pensaba en el montón de cosas que se prestaría a hacerle a tan bello ejemplar. Fue que terminó salvándole de aquello que él habría querido experimentar.

 

¡Cuántas memorias se forjaron juntos! Desde peleas, hasta sexo casual entre ellos. Orgías y alcohol a mares en su historial. Pero se encaminaban en una “aventura” a la que todos se ven obligados a cumplir en algún momento. 

 

¿Estarían ellos preparados para traer un pequeño ser al mundo? ¿Era normal sentirse tan frustrado de saberse embarazado? ¿Aoi le dejaría para seguir buscando a Uruha? Pero la pregunta que realmente le atormentaba era…

 

¿Sería capaz de decirle lo que sabía a Aoi?

 

Aquí es donde regresamos a las pesadillas de Aoi. Reita sabía que esas pesadillas aparecían cada que Aoi extrañaba a su hermano. Desde aquella tarde en que Aoi decidió seguir su camino y olvidarse de su Ototo, Reita fue testigo de todos y cada uno de los cambios de Aoi.

 

Lo primero fue huir… Huir de sus remordimientos y del dolor que era no ser correspondido. ¡Cuántas veces Reita le consoló y le hizo saber que él si le quería! Mientras Aoi se repetía lo mucho que amaba a su hermano.

 

¿A Reita le dolía oírle?... ¡Tal vez! La verdad es que el rubio no estaba acostumbrado a “pertenecer a alguien” mucho menos que ese alguien le perteneciera. Él sólo había sido sexo casual en todas y cada una de sus parejas. Nunca había tenido una relación como tal.

Al principio puede que le molestara el hecho de sentirse comparado con Uruha. Después, puede que le irritara sentir que si se buscaba un “desliz” era como si engañara al moreno que compartía su misma cama.  Pasó también por su mente la idea de irse antes de que Aoi le dejara, cosa que olvidaba cada vez que su Yuu regresaba del trabajo y se abrazaba a él, una vez que le daba un beso que dependiendo del agobio en el trabajo, era la intensidad con la que se comían.

 

¡Pobre Reita!... Él seguía creyendo que podría seguir su vida si Aoi un día le dejaba… Se negaba a su realidad y se negaba a admitir que el único motivo por el que sabía lo que le sucedía al moreno, sin necesidad de palabras era… Estar completamente enamorado.

 

Distanciados completamente de todos aquellos que frecuentaban. Todos esos excesos a los que estaban acostumbrados, fueron desapareciendo milagrosamente sin siquiera notarlo. A fin de cuentas eran adictos sociales. Se alcoholizaban y se drogaban sólo en fiestas. Ni siquiera en ese periodo en que, Aoi se hacía a la idea de que Uruha no volvería a su lado por culpa del niño bonito, recurrieron a sus vicios con frecuencia. Y con ello Die y Kyo dejaron de rogarles para verse.

 

Cuando Aoi fue trasladado por su trabajo, Die no estuvo feliz de que Reita se marchara. ¡Incluso llegó a amenazarles! Sin darse cuenta era una relación tan parecida a la de Aoi y Uruha… La única diferencia es que Die nunca tuvo a Reita sólo para él.

De algún modo fue ese el motivo de que Reita aceptara a Aoi con todos sus defectos y en busca de algunas virtudes, las cuales no se hicieron esperar y que le hicieron el hombre más feliz del mundo.

 

Aoi se volvió tan responsable y dedicado que nadie le reconocería. Muchas personas se le insinuaban en su empleo, y al ser recién transferido, las invitaciones le llegaban por doquier y eran cosa de todos los días. Akira fue testigo de muchas de esas insinuaciones hacia su pareja, pero lo que realmente le agradaba era ser testigo de cómo Aoi no dudaba en darle su lugar.

 

—Shiroyama-kun... —Una chica bastante guapa le llama, acercándose por la espalda— Algunas compañeras saldremos a beber… ¿No le gustaría acompañarnos? —La chica hizo una ligera presión entre sus cuerpos haciendo que Aoi soltara el cigarro que hasta hace unos segundos estaba fumando.

—Gracias… ¿Cómo te llamas? —La chica iba a contestarle cuando Aoi le interrumpió— La verdad es que te lo agradezco, pero ya tengo compromiso con alguien. —Con parsimonia, Reita se acercaba por el estacionamiento hasta llegar a donde Aoi se encontraba, apenas verlo Yuu pisó su cigarrillo caído y con su índice acarició la mejilla de la chica— Tienes buenas tetas, pero te agradeceré que no vuelvas a restregármelas… No me gustan en realidad, prefiero el pecho plano.

 

Dicho eso último, se acercó para besar a Reita que cruzado de brazos escuchó su comentario y una vez separados comenzaron su andar de la mano y comentando su largo día.

 

Los días se convirtieron en meses, los meses en años… Tres para ser más exactos. Y en todo ese tiempo ambos se habían ido enamorando poco a poco como resultado de sólo hacerse compañía. Todo parecía rutinario, incluso cuando ya tenían un mes de haber regresado a Tokio, el tiempo para ellos transcurría igual hasta esa tarde en que recibieron una noticia que cambiaria sus vidas para siempre…

 

“Está usted embarazado…”

 

Todo el camino del consultorio al departamento, Aoi no dejó de sonreír y hacer planes de lo que sería su nueva vida. Akira le miraba ajeno a sus palabras y su comportamiento, sus oídos tenían un zumbido extraño interfiriendo con la voz alegre del moreno. 

 

Reita no podía creer que ahora llevara una carga tan pesada sobre sus hombros. “Aoi no quería matarlo… Él no es capaz de eso…” Se repetía una y mil veces para convencerse a sí mismo.

 

—¡Imagina lo diminuto que será al nacer! —Sintió cómo las manos de Aoi le acercaban a él con euforia— ¡No sabes lo feliz que me haces! ¡Te amo Reita!

 

 

~*~REITA~*~

 

Aoi había cambiado radicalmente desde que éramos él y yo. Nos teníamos el uno al otro y sin él, estoy seguro que no podría seguir viviendo.

 

Aunque no pudimos cambiarnos de Ciudad como yo quería cuando nos enteramos del embarazo, me las ingenié para no cruzar nuestro camino con el de aquellos dos. Aoi nunca se enteró de lo sucedido y muy a mi pesar, siempre supe evitar no mostrar reacción ante la mención de Uruha.

 

—Aki… —Le oí susurrarme al oído entre la penumbra de nuestra habitación.

—¿Mmmm?... —Apenas y le contesté de lo cansado que me sentía. Me cubrí un poco más con las mantas.

—¿Crees que deba buscar a Uru y contarle? —Aoi se apegó a mi cuerpo por la espalda. Acariciaba suavemente mi enorme vientre mientras yo me cubría el rostro con mis manos, aprovechando que las luces estaban pagadas y él no lo notaria.

—¿Sigues pensando en él Yuu? —Quité sus manos de mi cuerpo y me senté en el borde de la cama— Ya sé que nunca seré para ti lo que Uruha fue… ¡Y mucho menos me amarás como le amaste a él!... pero por lo menos por tu hijo, no lo menciones cuando me toques.

—¡No… Aki! —Se arrodilló sobre la cama, abrazándome por la espalda antes de que me pusiera en pie y me marchara— Yo… Yo había pensado que… ¡Es mi hermano y será su sobrino! —Me volteó para que le mirara. Aoi se ponía tan angustiado cuando de Uruha se trataba— ¡Él ya tiene un niño grande! Podría darnos algún consejo, él ya tiene experiencia y nosotros somos primerizos…

—¡No me jodas Aoi!... No me vengas ahora con esas cosas… ¿Quieres buscarlo? ¡Adelante! ¡Hazlo! —Apenas hablar me había levantado buscando cosas a ciegas— Pero si lo que encuentras no te satisface, no voy a estar esperando tus limosnas. ¡Y menos curar tus heridas Aoi! —Me detuve de meter cosas al azar a una mochila— Es Uruha o nosotros. ¡No hay más!

—Aki… ¡¿No puedes hablar enserio?! —Trató de abrazarme con cuidado— Yo sólo quería que nuestro hijo pudiese convivir con su familia…

—¡Nosotros somos su familia Yuu! ¡TÚ Y YO!.... Que mi hermana y mi abuela me hayan buscado y quieran formar parte de NUESTRA FAMILIA, no quiere decir que les dejaré meter sus narices en nuestras vidas.

—Tranquilízate Aki… te puede hacer daño y al bebé… —Me abrazó con mucha fuerza sin hacerme daño y acariciando con una de sus manos mi panza— Yo nunca podría poner a nadie por delante de ustedes. Akira, todo es diferente ahora… Si tú quieres que seamos tú, yo y nuestro bebé ¡Así será! Ahora acostémonos que ya es muy tarde y quiero aprovechar mi descanso para estar todo el tiempo pegado a ustedes.

 

Ésta discusión la habíamos tenido incontables veces desde que supimos del embarazo. Y para ser honestos, Aoi siempre terminaba perdiendo. Como siempre que se mencionaba a Uruha, yo reaccionaba violento y Aoi doblaba las manos para que no me fuera de su lado.

 

Sé que no debería sentirme orgulloso de ser chantajista, pero a estas alturas del camino, sin él…

 

Me moriría.

 

 

 

~*~RUKI~*~

 

 

—Taka… Tengo miedo… —Le oí en un susurro. Sentí sus manos tensas entre la duda de tocarme y la necesidad de hacerlo.

—No lo hagas si no quieres... —Mi voz se escuchó ahogada entre el placer que sus besos habían encendido y el miedo al rechazo— Yo siempre estaré para ti… Kai, eres lo más importante para mí. No lo hagas por sentirte obligado…

—Te quiero Taka-chan… Eres lo único que me queda.

 

 

Para nosotros la vida había sido llevadera. El nacimiento de Kouyou había sido el punto de partida para que ambos fuéramos felices. Hubo días difíciles, días en que Kai sentía que tanta felicidad no era justo a la memoria de Shima, pero una vez que tuvo al pequeño Kouyou en sus brazos, esos días fueron disminuyendo…

 

—¡Es hermoso! Tan pequeñito… —Kai miraba embelesado a nuestro pequeño Kouyou con esa hermosa sonrisa dibujada en su rostro— ¡Gracias Takanori! ¡Gracias!...

—¡Y pensar que costó más que me hicieras el hijo que parirlo! —Di unos sorbitos a esa malteada de vainilla que acaba de traerme la enfermera. No prestando atención a su mirada molesta— ¿Cómo saben que después del trabajo de parto, una malteada es como ganarse la lotería?

—¿Quieres decir que tu malteada es mejor que haber traído a tu hijo al mundo? —Me miró como no creyéndolo.

—Quiero decir que detalles tan insignificantes, hacen que uno se sienta mejor.

 

 

Bien… No fue tan sencillo como dije hace poco. A veces me pregunto ¿cómo es que soportamos tanto sin guardarnos tantos rencores?

Fueron incontables las veces en que Kai era experto en hacerme sentir mal y sobre todo rechazado. No sólo antes de nuestro hijo, lo peor fue después de él.

 

—Kai… —Me subí a horcajadas sobre él, que ya estaba medio dormido— Tengo ganas… —Susurré a su oído lamiendo un poco al hacerlo.

—Taka… duérmete… —Me hizo a un lado, depositándome en mi lado de la cama— No quiero despertar a Kou-chan… —Me dio la espalda arropándose.

—Kai… No haré ruido… Te lo prometo. —Me mordí el labio sentándome sobre mis rodillas, mirando su espalda que con el paso del tiempo se hacía más varonil y atrayente.

—No. Tengo que levantarme temprano. —Ni siquiera se dignó en mirarme— Tú deberías hacer lo mismo. Siempre te quejas de que mi hijo no te da suficientes horas de sueño. Cuando puedes dormir, se te ocurre querer tener sexo.

—¡Se me ocurre querer hacer el amor con mi esposo! —No pude evitar levantar la voz— ¡Lamento querer cumplir con todas y cada una de mis obligaciones! ¡Qué idiota al querer sentir cariño de tu parte!

—¡Vas a despertar a Kouyou! —se destapó irritado y aventando las frazadas— ¡¿Tienes dos meses de haber parido y ya te mueres por sexo?! No recuerdo haberme emparejado con un ninfómano…

—¡ERES UN MALDITO IMBECIL YUTAKA! —No supe en qué momento había comenzado a llorar. Kou-chan soltó un gritito.

—¡¿VES?! ¡Te dije que lo ibas despertar! —Kai buscaba su bata para ir a ver al niño.

—Déjalo… voy yo. A fin de cuentas es para lo único que sirvo… —Me puse de pie limpiando mi rostro con mis manos, y éstas en mi ropa de cama.

—Uru se habría preocupado más por mi hijo… —Le escuché murmurar mientras mis pies se enfriaban con los pasos que daba hacia la habitación de Kouyou. Mi pecho dolía demasiado.

 

A pesar de todo, nunca sentí celos hacia el pato. Desde que Kai sugirió llamar a mi hijo Kouyou, sabía que me estaba metiendo en camisa de once varas. Pero no podía negarle nada a él. Durante el embarazo fue tan cariñoso y atento al más mínimo malestar, cosa que cambió radicalmente después. Ahora ni siquiera me miraba y desde que despertaba hasta que se dormía su mundo era nuestro hijo. El niño y nada más.

 

—Takanori… ¡¿Dónde mierda estás?! —Kai sonaba furioso al teléfono, sólo apreté los párpados al oírle. De nuevo había hecho algo mal.

—Vine a comprar el…

—¡ME IMPORTA UN COMINO SI ESTÁS COMPRANDO IDIOTECES! —Le oí respirar tratando de tranquilizarse— Mi hijo no ha merendado porque no estás aquí. ¡No quiere comer a menos que su papito venga pronto!

—¿Ya estás ahí no?... Bien podrías intentar que coma en lo que llego. —Sentí sobre mí las miradas reprobatorias de algunos y de pena de otros— Ya casi voy para la casa.

 

Con manos temblorosas le colgué. Inhalé un poco de aire y abrí los ojos hasta que oí mi turno.

 

—Ticket 42…

—Soy yo… —La dependiente me sonrió y extendió el paquete sobre el mostrador.

—Un traje de superman talla 2. Para cambios sólo con su nota y las etiquetas sin romper.

—Gracias señorita…

 

Podría ahondar en el montón de cosas que Kai me gritó apenas bajaba del auto. La mirada apenada de su madre que acababa de dormir a mi hijo, y que tan amablemente había aceptado cuidarlo, mientras iba por el disfraz que le daría como sorpresa por su cumpleaños.

 

¿Cuántas veces fue testigo mi suegra?... Muchísimas. Hasta que dejé de vivir para mantener a Kai tranquilo. Para que dejara de gritarme y de hacerme sentir mal cada que yo, no estaba con mi hijo.  Al menos de ese modo dejó de mencionar a Uru cada que yo era un mal padre que por respirar, perdía de vista a su hijo.

 

—Takanori…

—¡Perdón!... ¡Está durmiendo!... Hoy no paró ni dos minutos. —Ni siquiera me di cuenta que no era Kai quien me hablaba. Pero yo, ya me estaba excusando por haberme quedado dormido diez minutos.

—No pasa nada Taka… Sólo que llamé y nadie contestó. —Miré extrañado a mi suegra y corrí a revisar el teléfono.

—¡Mierda!... Olvidé que Kou-chan había salido corriendo con el inalámbrico. Seguro se descargó y desde aquí no escuché el de la cocina.

—Taka… ¿Por qué continuas con esto? —La mujer se sentó en la esquina de la cama, atenta a mis movimientos que buscaban la bocina del teléfono desaparecido, hasta debajo de la cama.

—Porque seguramente Kai llamó y estará furioso y asustado. ¡Para saber donde quedó el aparatejo ese! —Respondí sin dejar de mirar a todos lados. Ansioso.

—Sabes que no me refiero al teléfono. ¿Has hablado con tu madre Takanori? —Dejé de hacerme el tonto y me dejé caer sobre mis rodillas. Estaba realmente cansado de todo— Nosotras ya no podemos seguir haciéndonos de la vista ciega y oídos sordos. Yutaka será mi hijo, pero no es correcta su actitud hacia ti. Deberían de pensar mejor las cosas, si es por mi nieto no creo que lo mejor para él sea darse cuenta que, su cuento de hadas no es más que una farsa. —Limpiaba mi rostro ansioso con mi manga, las lágrimas no paraban y me cubría la boca en un horrible ataque por no sollozar— Takanori… ¡Mírate! ¿Cuánto tiempo crees que vas a seguir soportando así? —Se arrodilló acariciando mi cabello al tiempo que suspiraba.

—¡¿Por qué no contestas el put…?! —Kai se detuvo en el umbral de la puerta de la habitación— ¿Qué pasó?... ¿Dónde está Kou-chan?

—Nada… está dormido. Ya no alcancé a verlo despierto —Mi suegra se levantó tapándome con su cuerpo, dándome tiempo de reponerme— ¿Cómo te fue hijo?

—Bien… con mucho trabajo. Takanori ¿está lista la cena? —Sentí su mirada pesada y asentí, intentando pasar a su lado sin ser percibido, pero me sujetó del brazo fuertemente— Mamá… ¿Nos das un minuto?

—Yuta-kun… —la señora puso su mano en el hombro de su hijo tratando de separarlo y que me soltara— bajemos a tomar un poco de té antes de que cenes. Ven, te lo prepararé yo.

—En un momento… Necesito hablar de algo con Taka. —Su tono firme y seco hizo que su madre se fuera dejándonos solos y cerrara la puerta de la habitación— ¿Qué le dijiste?... ¡Responde!

—¡Nada! —Me encogí más sin separar la vista de sus pies— Kai… no la hagamos esperar.

—Es la única vez que lo voy a decir, pero más te vale que dejes tus dramas Takanori. ¡Ya me tienes harto!

—¡¿Y qué quieres que haga?! —Apreté mi puño libre notando como la mano que Kai me sujetaba, se entumía— ¡Si tan harto te tengo lo mejor es separarnos! —Levanté mi vista, aunque no pude distinguirle bien al estar completamente inundada— Ya no tengo más para ceder Kai… ¿No estás cansado de soportar esta situación? ¿No te doy ni un poquito de lástima? —Comencé a gemir angustiado, notando que su expresión no cambiaba en nada— ¡No soy Uruha!… ¡Nunca quise serlo! Pero hasta he intentado pensar qué haría él en mi lugar y… ¡Mírame! —Comencé a reír con lástima— Soy tan patético… Aguantando todo. Al menos a Uruha, Aoi le amaba… ¡A mí ni eso!

—¡No digas pendejadas Takanori! —Apretó más mi muñeca y me jaló hacia él— No te atrevas a compararme con ese bastardo… —Apretaba los dientes y me miraba con asco.

—Kai… por lo que más quieras, ya no más… Tu familia y la mía se han dado cuenta de que apenas y nos hablamos. Kou-chan nos odiará cuando se dé cuenta de que cada día me soportas menos y que yo no hice nada por terminar. Nos tendrá asco si se entera que tú nunca me amaste y que yo te permití todo.

—¿Y cuál es la solución a tus quejas? ¡Cualquiera sería inmensamente feliz de tener un esposo que le provee de todo! No entiendo porque te quejas demasiado.

—¿Dónde estás Kai?... —Acaricié su mejilla notando que al mínimo roce me rehuía— ¿Dónde está el Kai amoroso y delicado? ¿Murió con Uruha, verdad?... No nos sonreímos a menos que sea porque Kou-chan nos hace reír. No nos miramos más que para hacerme saber que estás molesto y yo para redimirme. El recuerdo de Uru te es suficiente para seguir viviendo… ¿Verdad? —Di unos tironcitos a mi mano que ya estaba amoratada y algo hinchada— ¡Gracias Kai!... No tienes ni idea de lo feliz que fui cuando me elegiste a mí después de Uru. —Me metí el celular y la cartera al pantalón y me puse un abrigo— ¿Qué has hecho con tus necesidades de hombre en todo este tiempo? Yo, tocarme pensando que tu lo haces. —Kai abrió los ojos sorprendido, ya no me importaba si me odiaba más con esto. Ya no hay más que pudiera hacer— Déjame adivinar… ¿Lo haces pensando en Uruha verdad? —Le sonreí con pena— Si de hecho, yo esperaba que le nombraras las dos únicas veces que lo hicimos… Al menos me dejaste un poquito de dignidad. Dignidad que hace mucho se fue a la mierda al aprender a callar. Lo más estúpido es que yo no puedo ver a nadie más. Mi hermano no deja de repetirme desde hace año y medio que busque quien me haga el puto favor. ¡Al fin que ni te importo! —Solté una risa más lastimera— ¡El idiota hasta me dio el numero de su amigo más puto! Si por mi hermano fuera, me llevaría a rastras para que abriera las piernas. ¿Pero qué se hace cuando amas tanto a alguien? Kai… ¿Tú que me aconsejas que haga? Tú sabes de lo que te hablo, aunque condiciones distintas, ambos amamos a alguien que no podemos tener. —Coloqué las gafas más grandes que encontré en mi gaveta, dentro del bolsillo del abrigo— Ve con tu madre, estoy seguro que te sigue esperando con el té servido en la cocina.

 

Salí de nuestra habitación y sin hacer ruido entré en la de nuestro hijo. A ciegas metí una muda extra en la pañalera, saqué un abrigo y una cobija. 

 

—Papito… —Entre sueños notó que le levantaba un poco para ponerle el abrigo.

—¡Shhh!... ¿Quieres ir a ver a la abuela? —Le susurré dejando un besito en su mejilla.

—Sí… —Una vez que le abroché el abrigo se abrazó a mi cuello, le cubrí con la cobija a modo de envolverlo desde la cabecita hasta los pies.

—Duérmete cariño… Cuando despiertes estaremos en casa.

 

Bajé las escaleras con cuidado. Era bastante complicado con el niño en brazos, la pañalera y lo molesto de tanta ropa, pero la noche estaba muy fría. Oí que Kai hablaba con su madre en la cocina. Con el corazón desbocado salí lo más callado hasta sentar a Kou-chan en su sillita del auto. Me detuve un momento después de cerrar su puerta. ¿Debería decirle algo más a Kai? Pero ya no tengo fuerzas de pelear o repetir las mismas palabras. De cualquier modo no han servido de nada en todo éste tiempo.

 

Le llamé a mi madre mientras conducía. A unos minutos de llegar, mi celular comenzó a sonar insistentemente. Me estacioné en la esquina antes y revisé los mensajes de texto. Pasaron de preguntar ¿Dónde había ido? A amenazas por haberme llevado al niño. Kai nunca se atrevió a levantarme una mano, nunca había pasado de un apretón de mano, pero ahora sentía miedo de que fuese capaz de hacerlo. Emprendí mi marcha y sólo me detuve para cargar gasolina y pagar el peaje. Decidí conducir hasta llegar al mar.

 

Nunca fue mi intención castigar a Kai, sólo tuve el ímpetu de huir de esa vida que yo mismo forjé. Apagué mi celular y después de pasar todo un día encerrado en la habitación del hotel con Kou-chan, nos dispusimos a disfrutar de nuestras vacaciones. Los niños son tan inteligentes que no se les puede engañar. Mi hijo no era la excepción y sabía que su padre y yo no éramos felices.

 

—Papito… ¿Y papi? —seguía escarbando con la pequeña palita la arena a sus pies.

—Está trabajando cariño. —Le acaricié el pelo y acomodé su gorrita— En unos días más regresaremos amor… Le contarás a dónde venimos, ¿sí?

—¿Está tiste? —Me miró subiéndose a mis piernas apoyando sus piecitos en mis muslos y llenando de arena mi cara con sus manitas.

—No amor… sólo te extraña.

—Aaah…

 

Fue una semana en la que el pecho no dejó de dolerme. Días en los que apenas encender mi celular, encontraba montones de llamadas de Kai y el buzón lleno de mensajes.

 

Moshi… Moshi…

—Kai…

¡Taka!... ¡¿Dónde están?! ¿Están bien?... ¿Cómo está Kou-chan?

—Está bien. Éste es el número del hotel donde estamos. Habitación 314 —Apenas podía respirar. Oírle hacía que mi corazón latiera más rápido— Estaremos lo que resta del fin de semana y regresaremos el lunes. Te llamo para que estés más tranquilo y dejes de molestar a mi madre y mi hermano.

Taka… Yo… Necesitamos hablar…

—Kou-chan te extraña mucho… —Se me quebró la voz— Trata de llegar temprano el lunes, está muy ansioso de contarte lo que vio en sus vacaciones. Yo me iré a dormir a casa de mis papás para que estés con él sin interrupciones. Lo demás ya no importa.

 

 

Y así lo hice. Había decido no separar a mi hijo de su padre, pero por mi parte ya no tenía ni fuerzas, ni esperanzas de seguir soportando esto.

 

—Taka, hijo… —Mi madre me abrazó apenas abrió la puerta— ¿Cómo te sientes?... ¿Hablaste con Yutaka? —acarició mi pelo en un gesto maternal.

—No. Sólo esperé a que regresara del trabajo. Kou-chan estaba muy ansioso de ver a su padre, así que no quise estar más tiempo con ellos.

—¿A qué hora traerá al niño? —La seguí a la cocina para tomar un poco de té.

—Yo iré por la mañana. —Suspiré desganado— Kai tiene que trabajar, así que en cuanto llegue yo, él se irá y no nos veremos más que para recibir a Kouyou. No quiero sacarlo de su hogar, lo estuve pensando estos días y lo mejor es que yo, sea quien no pase la noche ahí.

 

No entendimos como nos complicamos tanto el uno al otro. Pasamos unos dos meses así. Yo me iba por las noches apenas Kai volvía del trabajo y regresaba por la mañana, justo minutos antes de que se fuera. Apenas y cruzamos palabras. La única diferencia era que antes yo me esmeraba en fingir frente a mi hijo que todo era perfecto, ahora sólo le inventaba la excusa de que su abuela necesitaba le ayudara por las noches. Esa era mi intención hasta que Kou-chan se acostumbrara a éste nuevo estilo de vida y después le fuera todo tan normal.

 

—Se quedó dormido. Lo llevé al parque y se hizo de amiguitos como es su costumbre y no paró. —Di vueltas por la sala recogiendo mis cosas para irme— Incluso lo bañé y le di de merendar en cuanto llegamos para que te esperara despierto, pero fue imposible. Tendrás que comer lo que quedó de ayer, porque comimos con mi mamá y no cociné hoy. —Me puse mi chaqueta y ya para salir sentí su mano en torno de mi brazo. Le miré esperando que me soltara.

—Ya no puedes retrasar nuestra conversación más. Tenemos que resolver esto ahora.

—... —Suspiré hastiado— ¿Quieres hacer tu vida? Adelante. No pienso armarte escenas ni nada por el estilo. Lo único que te pido es que respetes la casa de mi hijo y no metas a nadie aquí. Es todo. —Me dispuse a salir pero su brazo se cruzó en mi camino a la altura de mi pecho.

—Kou-chan ha tenido pesadillas… ¿Te lo dijo? —Asentí— Despierta llorando a medianoche preguntando por ti. No se duerme a menos que le repita cuanto es que te quiero…

—Está bien… hablaré con él…

—Taka, no se trata de que le expliques lo que no es necesario… ¡Por favor perdóname! —Me abrazó de la nada encorvándose para esconder su rostro en mi cuello— Dime qué quieres que haga para que vuelvas a casa y lo haré. ¡Lo que sea! —Tomó mi cara con su mano y acercó su nariz a mi mejilla rozándola— Comencemos de nuevo…

—Kai… No vamos a ganar nada con eso. Lo mejor será que le expliquemos a Kou-chan la separación. Ya no puedo… No quiero volver a eso.

—Taka, haré lo que sea. Por ti y por mi hijo, haré lo que me pidas para recuperar el tiempo perdido. —Sus labios rozaban los míos, su aliento se mezclaba con el mío haciendo que mis piernas flaquearan, pero mi pecho dolía demasiado.

—Hazme el amor Kai… —Sabía que eso era demasiado pedirle, así que rocé sus labios al decirlo, a la espera de su rechazo.

—Taka…

 

Su mano izquierda acarició mi mejilla, llevando su pulgar a mis labios apretándolos y separándolos un poco. De pronto perdí el piso. Me tomó de la cintura, levantándome para que abrazara con mis piernas la suya, en medio de un beso asfixiante. Gemí al sentir sus manos apretar mi trasero, me apreté a su cuerpo con fuerza al sentir que nos movíamos avanzando rumbo a la habitación.

 

Esa noche ahogué cada uno de mis gemidos, sólo mis suspiros tenían permiso de ser liberados. Su cuerpo delgado y fuerte se fundió con el mío después de tanto tiempo, haciéndome retorcer con cada caricia, y delirar con cada embiste.

Repetí tantas veces su nombre que parecía había olvidado lo hermoso que era, pedí por más hasta llegar a la inconsciencia. Le hice saber cuánto le amaba en cada beso, en cada herida que dejaron mis uñas y mis dientes en su piel, al aferrarme temeroso de perderle.

 

Esa noche y las que le siguieron, sanamos las heridas que nosotros mismos nos hicimos. Y la esperanza de una nueva vida se formaba en mi vientre a los pocos meses de haber regresado a su lado.

 

—¿Les gustó el pastel a tus compañeritos cariño?

—¡SÍII!... ¿Por qué papi no fue a mi escuela? —Mi pequeño hizo un puchero hermoso hasta que llegamos a la heladería— ¡Yo quiero de chocolate! ¿Tú de cuál quieres papito?

—Mmmm… ¡De fresa! —le hice señas a la vendedora que nos los diera de esos sabores.

—Pero a ti no te gustan las fresas papito…

—Pues no me gustan, pero a tu hermanita se le antojó el helado de fresa. Así que me tendré que aguantar.

 

Caminamos de la mano hasta donde se encontraba Kai. Kou-chan se soltó de mi mano para correr a los brazos de su papá y cuando llegué con ellos, el amigo de Aoi hablaba con Kai. Hice hasta lo imposible por no alterarme y no echar a perder nuestra tarde de cumpleaños con nuestro hijo. Pero sobre todo para que no me hiciera mal…

 

—Me dijo Kou-chan que te comiste un helado de fresa… —Kai regresó de dormir a nuestro pequeño, acercándose para depositar un topón en mis labios.

—¡Se le antojó a tu hija como no tienes ni idea! —Dejé que me acurrucara en sus brazos y acariciara con parsimonia mi vientre abultado— ¿Qué quería ese?

—Nada… sólo esperaba a Aoi y al vernos se acercó curioso, pensaba que estaría Uruha conmigo. ¿No estás cansado? —Se alejó de mí para sentarse al otro extremo de la cama. Justo a la altura de mis pies que comenzó a masajear, mirándome con esa hermosa sonrisa en su cara y esa mirada que tenía meses de ser tierna y amorosa hacia mí.

—Un poco… ¡Ay qué rico! ¿Cómo sabias que me dolían los pies? —Dejé descansar mi cuerpo sobre la cama sin separar nuestras miradas, acariciando mi pancita haciendo juego con sus manos.

—Tienes los pies hinchados amor… Aunque no te quejes, se nota a simple vista.

 

 

Ahora que lo veo, si tuvimos un inicio bastante difícil. Pero ahora nuestra vida es bastante dichosa. No vivimos en lujos innecesarios, pero gozamos de una buena posición y vivimos cómodamente según nuestros empleos nos lo permiten.

 

Kouyou ya tiene seis años y es muy amoroso con su hermanita. Es un niño feliz y muy sociable, apasionado del fútbol y la batería como su padre. Hana es la princesa de la casa, idolatrada por su padre y sumamente cariñosa y atenta a su hermano. Tiene tres años y justo está por iniciar su primer día de clases.

 

 

 

~*~*~*~

 

 

Hoy era un día especial para ellos. Su pequeña asistiría al primer día de escuela y ambos padres estaban ansiosos y muy orgullosos de que su pequeña fuera ya, una niña grande.

 

—¡Y ya sabes! Si alguien se quiere pasar de listo contigo le das un buen empujón y una patada con todas tus fuerzas.

—Akira, deja de darle esos consejos a la niña… Va al colegio, no va a ir a pasear al metro en hora pico. —Aoi tomaba de la mano a su pequeña para salir rumbo a la parada del autobús— ¿Llevas todo princesa? —La pequeña asintió con una hermosa sonrisa— ¡Estamos listos entonces! Nos vemos en la noche…

 

Aoi con su brazo libre acercó de la cintura a Reita para darle un beso en los labios sin soltar a la niña de la mano. Reita acarició el rostro de su pareja y tras agacharse para abrazar a su hija y despedirse de ella, vio como ambos partieron.

 

Reita una vez solo, sintió esa opresión en el pecho, la recordaba porque durante su gestación siempre estuvo presente. Incluso había tenido ataques de ansiedad durante algún tiempo, pero siempre supo guardarse todo muy bien, al grado de hacerle pensar a Aoi que todo era causa del embarazo imprevisto. Callado aprendió a seguir adelante y escondiendo aquello que seguramente Aoi no soportaría llevar en su conciencia.

 

Por otro lado había otra pareja de padres que también pasaban por el primer día de clases de su pequeña…

 

—Hana-chan no va a pasar nada… ¡Vas a tener muchos amiguitos! —Ruki trataba de convencer a su hija de que dejara de llorar.

—¡Pero yo quiero que mi papi me lleve al colegio! —la niña se apretaba abrazada a las piernas de su papá.

—¡No hay caso!… Cariño, yo llevo a tu hermano al colegio porque me queda de camino, a ti te lleva papito porque tu colegio queda muy cerca de aquí. —Kai tomó la carita de la niña entre sus manos— Si te vas con papito, Kou-chan y yo, pasamos por ti a la salida…

—¿Y vamos por helado? —La niña se limpió la carita con las manitas.

—¡Vamos por helado! —Kai le respondió a su pequeña como todos unos maleantes de los dulces.

 

Ruki caminaba con su pequeña de la mano hasta la entrada del colegio. Hana con esa hermosa sonrisa que le caracterizaba al igual que su hermano, se abrazó del cuello de Ruki y le dio un besito en los labios.

 

—¿Vas a venir por mi verdad papito? —Hana le miró con cierta aprehensión— ¿No me vas a dejar aquí hasta la noche verdad?

—Claro que no mi amor… —Ruki sonrió mirándole con cariño— vendré con tu papi para que vayamos los cuatro por un helado —besó la frente de la pequeña— Así que diviértete y haz muchos amiguitos…

—¡Si papito! —casi corriendo se adentró.

—¡Y comes todo tu obento! —Soltó una ligera carcajada al ver a su pequeña girarse para despedirse con su hermosa sonrisa. Al girarse chocó con otro padre— Disculpe…

—No se preocupe… también es nuestro primer día de escuela…

 

Ruki apenas y miró al hombre de pelo obscuro que le contestaba, pero no evitó prestar atención a la pequeña que el hombre llevaba. Era una niñita muy linda, de cabello castaño y una boquita curiosa, labios finos pero levantados en un gesto que parecía tener piquito de pato todo el tiempo.

 

—¡No llores princesa! —Ruki pudo escuchar al hacerse a un lado, que el hombre le decía a su pequeña con cierta angustia— Uruha… ¡Tienes que aprender cosas en la escuela! No te pongas así…

 

Ruki al oír el nombre se giró sorprendido por ser poco usual. Pero la afluencia de tantos padres y madres llevando a sus niños le cubrió la vista hacia donde suponía estaba ese hombre con su niña. Levantándose de hombros siguió su camino retirándose del lugar.

 

Una vez dentro del colegio, una pequeña niña de cabello obscuro y sonrisa amplia, observaba como otra pequeñita se adentraba al mismo salón que ella, pero con unas lágrimas que no paraban.

 

—¿Te caíste? —Hana se acercó como no queriendo hacerla llorar más.

—Quiero ir con mi papi… —La pequeña le respondió llorando más— Quiero irme a casa.

—¡Yo también quiero a mi papito!...

 

Ambas niñas se sentaron juntas a llorar por sus papitos. Y entre hipidos comenzaron a platicar entre ellas. ¡¿Qué sería de un primer día de clases sin un ataque de llanto colectivo?!

 

Sí, el tiempo se pasa muy rápido y dos pequeñas cada día esperaban ansiosas sus momentos del día. El llegar al colegio para verse la una a la otra. La hora de juegos para poder reír a carcajada abierta y no ser reprendidas por la maestra al no poner atención en la clase. La hora de salida para abrazar a su papito y contarle su día de descubrimientos. La hora del día en que podían compartir en casa con sus padres… ¡En fin! Todos esos momentos que hacen que la vida de dos pequeñas se forjen.

 

—Papito…

—¿Qué sucede cariño? —Ruki caminaba con su pequeña de vuelta a casa— ¿Por qué Uru-chan tiene que quedarse más tiempo en la escuela?

—No lo sé… supongo que sus padres trabajan todo el día.

—¿Y tú por qué no trabajas todo el día? —Hana movía su mano adelante y atrás con fuerza, llevándose consigo la de su papito.

—¿Quieres que trabaje todo el día y quedarte en el colegio? —Ruki miró a su pequeña con ternura.

—¡No!... —Hana se abrazó a Ruki hundiendo su carita en su muslo— pero Uru-chan se queda muy triste de que yo me vaya…

—Podemos invitarla un día a casa. —Ruki sonrió cómplice con su pequeña— Aunque no será todo el tiempo eh…

 

 

El tiempo… ¡El tiempo borra muchas cosas! Heridas, sueños, miedos, sonrisas… Pero por desgracia no borra un rostro que tanto daño hizo.

 

Era la primera junta de grupo y Ruki llegaba justo a tiempo de que les hicieran pasar. Para él, en ese momento rubio, ya no era novedad, pero recordó esos nervios curiosos cuando a su espalda, se escuchó un suspiro de alguien que había llegado casi derrapando, justo un segundo antes de que la profesora comenzara su discurso.

 

Se podría decir que nada fuera de lo normal pasaba. Nada que no fueran recomendaciones de sus pagos de las colegiaturas y acerca del comportamiento de sus pequeños. Ruki se encaminó a recoger a Hana quien salió sonriendo con una tarjetita en la mano.

 

—¡PAPITOOO! —La pequeña se arrojó a los brazos del rubio, recibiendo un topón a cambio— ¡Mira! ¡Uru-chan me ha invitado a su fiesta de cumpleaños!

—¡Qué bien! —Ruki seguía agachado frente a su pequeña— Después de cenar iremos a comprarle un regalo bonito. ¿Te parece?

—¡PAPIIIITOO! ¡ELLA ES MI AMIGA HANA-CHAN!... ¡Ven papi para que la conozcas! —La pequeña Uruha jalaba de la mano a un sonriente pelinegro que optó por cargarla y darle un beso tronado en la mejilla al andar. Apenas llegar donde otra pequeña les saludaba, quedo estático al igual que el padre que tenía enfrente.

—¡Mira papito! ¡Ella es mi amiga Uruha-chan! ¡¿Verdad que está bien bonita?! —La pequeña Hana exclamaba emocionada de presentar a su mejor amiga.

—Ho-hola Uruha-chan… —Ruki le sonrió a la niña y al cruzar su mirada con el padre de ésta su mirada cambió radicalmente— Aoi…

—Takanori… —Apenas y susurró su nombre. El corazón de Aoi latía con tanta rapidez que la pequeña niña podía sentir su palpitar— ¿Cómo… cómo has estado?

—Bien, gracias. —Ruki tomó de la mano a su hija con nerviosismo— Agradezco hayan invitado a mi hija al cumpleaños… Pero no podremos asistir.

—¡Pero papito! —Hana había comenzado a llorar— ¡Me dijiste que iríamos a comprarle su regalo!

—Amor… ¡Lo haremos! Le traerás su regalo, pero ese día iremos con tus abuelas. Ahora vámonos que ya nos están esperando…

 

 

~*~AOI~*~

 

Sólo le vi marcharse sin tener tiempo de detenerlo. Sé que Akira no quiere que busque a Uru, pero yo necesitaba saber de él.

Corrí con mi hija en brazos hacia la misma dirección que Takanori, alcancé a ver como cerraba la puerta del asiento trasero y subía a la parte delantera.

 

—¡Espera!... —abrazaba con fuerzas a mi pequeña Uruha contra mi pecho, para no zarandearla por la carrera— Dime… —Jadeaba con dificultad ante la mirada atónita de Takanori— ¿Cómo… cómo está Uruha?

—… —Abrió los ojos alarmado— ¡¿Cómo te atreves a preguntarlo?! Esa tarde que vimos a Reita le advertimos que nunca más volveríamos a hablarlo con ustedes… ¡Él prometió no volver a buscarnos, ni siquiera acercarse! ¿Por qué vienes ahora a insistir? No los quiero cerca de mis hijos… ¡¿Me entendiste?!

 

No… Yo no entendí de qué diablos hablaba, pero no pensaba quedarme con la duda. Mi pequeña Uruha y yo íbamos en completo silencio, ella es asombrosamente intuitiva y por extraño que parezca, estoy seguro que notaba mi estado de ánimo.

 

La dejé con mi cuñada y de regreso a casa no dejé de darle vueltas al asunto. Akira me había escondido cosas.

 

—¡Okaeri! —Akira asomó la cabeza por el marco de la puerta de la cocina— Lávense las… Yuu… ¿Dónde está Uru-chan?

—Con tu hermana, pasará la noche en su casa. Tengo que hablar contigo.

—Aoi… ¿Qué sucede? —Tomó mi cara con sus manos y su mirada fija en la mía. El miedo comenzaba a hacerse notorio.

—Vi a Takanori en el colegio de Uru-chan… Noté cómo su mirada se abría igual que la del enano hace un rato— ¿Tú sabes algo?

—No… —Se separó por completo de mí y entró a la cocina con nerviosismo— No sé qué tendría que saber… Tú sabes que desde que estás conmigo, tú eres mi mundo y sólo con mi hermana llego a verme— Sirvió nuestros platos y los colocó sobre la mesa sin mirarme— Pues comamos… Aunque no me gusta si mi niña no está…

—… —Me senté frente a él y sentí como las dudas ahora se transformaban en enojo. Mis puños poco a poco se fueron cerrando mientras Akira fingía que todo estaba bien— Le pregunté por Uruha… —Su cuerpo se tensó y masticó un poco más lento— Dijo que ya habían quedado contigo respecto al tema…

—No sé de qué…

—¡NO ME MIENTAS AKIRA! —Golpeé mis puños contra la mesa haciendo que todo brincara sobre ésta— Dime que mierda fue lo que hablaste con esos dos y… ¿Qué chingados sabes de Uruha?!

—¡Si tanto te interesa ve a buscarlo tú! —Nos encontrábamos ya los dos de pie y mirándonos furiosos con los puños apretados— A mi no me interesa nada de él y no sé nada… así que, o te calmas… O me largo.

—¡PUES LÁRGATE MALDITO MENTIROSO! —Aventé el servicio de la mesa de un manotazo— No sé cómo he dado tanto por ti, si me terminas pagando así…

—¡CÁLLATE AOI!... —Akira respiraba agitado y se notaba dolido— Si no sabes nada mejor cállate… No es justo que me hagas esto después de tantos años… Después de soportar tanto…

—¡¿De tanto qué?!... —Lo sujeté del brazo zarandeándolo de un lado a otro— ¡¿Sabías el paradero de Uruha todo este tiempo?! ¡RESPONDE!

—¡SÍ!... ¡SÍ LO SABÍA Y ESTÁ MUERTO!... —Mi puño se estampó con todas mis fuerzas contra su rostro. Hacía tanto tiempo que no sentía esa sensación recorrer mi cuerpo. Ni siquiera noté como el cuerpo de Akira había quedado inerte en el piso al otro extremo de la mesa— Uruha, el amor de tu vida, está muerto. Es todo Aoi… —Se puso en pie limpiando su labio ensangrentado con su mano y mirándome lo más dolido que podía— Te dije que si lo buscabas, nosotros no estaríamos ahí para sanarte. Si él sigue siendo tanto para ti… ¡Qué te aproveche!

—¡No!... Akira… ¡Perdóname!... ¡No me dejes!... —Forcejeamos todo el camino a la puerta. Él por zafarse de mis brazos y yo impidiendo con mi cuerpo que se marchara— Me molestó que me guardaras secretos… Si me lo dices yo…

—Si te lo digo sé que te destruirás… ¡Siempre lo he sabido y por eso te lo oculté! ¡Ahora haz lo que quieras! —Me empujó contra el muro y salió dando un portazo.

 

 

Algo en mi interior me decía que debía hacer lo que Reita me pedía. Otra parte de mí, la que incluso creí perdida, me hizo seguir adelante e ir al único lugar que sabía podía darme respuestas. Y sin tomar en cuenta mis dudas, salí de casa totalmente ansioso hasta llegar a la casa del niño bonito ese.

 

Ya había oscurecido y al tocar el timbre sentí que mi corazón se me saldría del pecho y se iría en busca de Akira.

 

—¿Si?... —Takanori abrió la puerta quedando en shock.

—¿Puedo hablar con ustedes? —No supe por qué dije eso, pero algo me decía que debía irme con cuidado.

—¡Lárgate! —Intentó cerrar la puerta, pero yo se lo impedí. De un empujón lo boté hacia atrás haciendo que la puerta chocara contra el muro— ¡Si no te vas ahora mismo, llamaré a la policía! —Taka… ¿Qué está...? —El tipo ese apareció alarmado y apenas me vio, su rostro se tornó furioso— ¿Tú qué mierda haces aquí?

—… —Les miré a ambos. Los tres jadeábamos a la expectativa de qué haría el otro. Y fue en este momento en que me di cuenta que ellos tenían ropa liviana, no como si trajesen pijama, pero se notaba que estaban ambos en “su” casa— ¿Dónde está Uruha? —Fue más un susurro que nada— ¿Dónde está mi hermano?

—¡¿Tu hermano?! —Comenzó a reír con sarcasmo— ¡No era tu hermano cuando le hacías, lo que le hacías!

—Kai… —el enano le tomó del hombro mirándome… ¿Con pena?— Creo que Aoi no sabe nada… Pasemos a la sala. No quiero escándalos en mi casa. No después de tanto tiempo… —Con nerviosismo me introduje en esa casa que recordaba poco. Era la misma donde había visto a Uruha por última vez y donde extrañamente, tenía un vacío en mi memoria.

—Taka… los niños están dormidos… —¿Los niños?... Pensé. Kai se sentó al lado del enano tomando su mano. Gesto que me enfureció ¡Ya que se suponía que él estaba con Uruha!

—Uruha murió.

 

Me quedé en shock al oírlo. No sé si habrán pasado varios minutos pero noté como ese silencio me asfixiaba e inconscientemente notaba como sus miradas se cruzaban y eran dirigidas a mí.  Mis ojos engrandecidos de pronto se empañaron y comencé a negar con la cabeza.

 

—Cuando Uru estaba al final de su embarazo, entraron a la casa y le asesinaron— Noté como a Kai le era difícil contarlo. Mientras yo seguía sin creerlo— Le escuché gritar y cuando entré, ya era demasiado tarde. Fue justo ahí donde encontré su cuerpo— Me señaló el corredor por donde habíamos entrado— Nunca supimos quien fue ni por qué. Taka te buscó para avisarte del funeral, pero no te encontró. Así que años más tarde nosotros decidimos formar nuestra familia. Y le pusimos Kouyou a nuestro primer hijo y Hana a nuestra hija, ya que así teníamos pensado ponerle Uruha y yo al bebé que esperábamos en ese momento.

—… —Takanori tomaba de la mano a su ahora esposo y ambos se notaban afligidos.

—Aoi… Nosotros hace tres años, nos encontramos con Reita en el parque. Fue una casualidad, pero al aclararle lo sucedido con Uru le pedimos que no nos buscaran ni que se cruzaran en nuestro camino. Por desgracia lo pasado, pasado. Y a nosotros no nos une nada con ustedes. Pero deduzco que Reita no te lo contó y sus razones habrá tenido… —Ruki hablaba tranquilo y al sentir su mano en mi hombro brinqué asustado e inconsciente me hice a un lado al ver que tomaba asiento junto a mi— Nosotros tardamos mucho en superar su pérdida y pasamos por mucho para conseguirlo. Aún después de entender que al menos le hicimos feliz en sus últimos momentos, nos hicimos la promesa de aprovechar la vida en su nombre. —Tomó mi mano y me regaló una sonrisa para reconfortarme— Por todas esas cosas que Uru ya no pudo llevar a cabo. ¡Haz lo correcto! Tienes una hija preciosa y estoy seguro que has notado su parecido con él… —Kai abrió los ojos al escuchar esto y se irguió en su lugar— Cuida de ella y da todo lo que Uru no pudo dar por su hija. La hija que era de ambos…

—¡Basta Takanori! —Kai bruscamente se levantó y anotando algo en un papel me lo extendió— En ese lugar están los restos de Uru. Si quieres puedes ir a verle, ahora te agradeceré que te marches de mi casa.

 

Y sin darme tiempo de asimilar nada, fui echado de su casa por él. A paso lento me dirigí de vuelta a casa, tratando de entender por qué Akira no me había dicho esto, entendía que trató de protegerme, pero ahora que lo sabía, tal vez habría sido mejor saberlo desde antes, ¿no?

Al llegar, el departamento estaba a oscuras. Yo había tardado menos de dos horas en ir y venir, así que supuse Akira había regresado y tal vez ya estaría acostado, por eso que las luces no estuvieran encendidas como yo las había dejado. Me adentré a la habitación hasta encender la luz de mi mesita de noche, al hacerlo el peso del mundo cayó sobre mis hombros. Akira no estaba.

 

Abrí el armario y la maleta de él no estaba, al igual que parte de su ropa. Con un fuerte dolor en el pecho me dirigí a la habitación de mi hija y los cajones estaban entreabiertos. Había ganchos aventados sobre la cama y algunos en el piso y el pato de peluche que le había comprado cuando supimos que era una niña y con el que dormía Uru-chan, había desaparecido.

 

Mi cabeza tuvo un retroceso a años atrás cuando Uruha había huido de casa. Ésta vez no grité, no le imploré al silencio que no se marchara. Akira había cumplido todas y cada una de sus palabras y ahora se había ido por mi terquedad.

 

 

~*~REITA~*~

 

¡Aoi es tan predecible! Sabía perfectamente que iría a buscarlos. Sentía bastante pena por mí, después de cargar con esto tantos años, me explotaba la bomba entre las manos. Con prisa recogí cuanto pude y me fui a casa de mi hermana.

 

—Akira… —Mi hermana miraba asombrada mi maleta— ¿Qué sucedió?... ¡Te golpeó Yuu! —Había olvidado el golpe en mi rostro y seguramente la sangre seca no le daba una mejor vista— Siéntate… voy por el botiquín.

—Akane. ¿Te sería mucha molestia que Uru-chan y yo pasemos algunos días aquí?

—¡No!... ¡Por supuesto que no es molestia! Y por Takumi tampoco te preocupes…

 

Me dio un beso en la mejilla y se fue por lo necesario para curarme. Mi hermana es una mujer hermosa. Se había casado hace algunos años atrás con Takumi que era un buen hombre, trabajador y la amaba demasiado. Por aquellos tiempos en que yo era un adolescente destrampado, fue que nos distanciamos al grado de ni siquiera hablarnos. Cuando me fui de casa de la abuela lo hice sin decir nada a nadie, fue por Daisuke que supieron que me había ido con Yuu y a nuestro regreso mi hermana me buscó preocupada por mí. Creo que incluso se sintió aliviada cuando vio que Yuu y yo vivíamos con pocos ingresos pero bien. Al enterarse de mi embarazo se preocupó por lo económico, pero al ver que Yuu daba todo por nosotros, nos apoyó y hasta el momento había sido de gran ayuda.

 

—Akane, ¿qué sucedió?

—Es Akira… vuelve a dormir, todo está bien.

—¡¿Ahora en qué problema se ha metido?! Es el colmo que primero venga su marido bueno para nada a dejarnos a la niña. ¡Cómo para que ahora venga tu hermanito a dar lata! ¿Qué no saben lo que es un teléfono y preguntar si pueden venir?

—Taku… No te exasperes, no haremos ruido para que descanses. Vuelve a la habitación, ¿sí?

 

No era mi intención escuchar la conversación de mi hermana, pero el silencio en la casa no era de mucha ayuda. El pecho me dolió de pronto y mis ojos se aguaron. Miré mi entorno y una sonrisa lastimera se me escapó. Mi hermana tenía una linda casa, no apartamento como yo, no rebosaba en lujos pero estaba encantadoramente decorada y amueblada. A Uru-chan le encanta venir con su tía porque se siente como una princesa en su palacio. Takumi se ha preocupado en darlo todo por Akane, pero desde un principio supe que yo no era Santo de su devoción. Ahora me quedaba claro al oír su enfado por mi presencia.

 

Salí sin hacer ruido y a media cuadra detuve un taxi, regresamos a la entrada y una vez que le pedí me esperara, saqué mi maleta al pórtico y regresé por Uru-chan. Akane ahora estaba en su habitación hablando con su esposo. Me dio pena despertar a mi hija tan tarde.

 

—¿Ya hay que ir al colegio papi? —Me preguntó aún con los ojitos cerrados.

—No muñeca… Pero tenemos que irnos. Ayúdame a vestirte.

—¿Papi, estás llorando? —Levantó sus bracitos para que le pusiera el suéter y se talló los ojitos para verme bien.

—No mi muñeca… estoy muy cansado. Así que andando. —Le puse una cobijita pequeña sobre su cabeza y los hombros y comenzamos a bajar.

—¿Tío Taku está enojado papi? —Apretó mi mano y me miró con sus ojitos abiertos.

—No te preocupes por nada…

 

¿Ahora a dónde iría? Tenía poco dinero, así que un hotel modesto era mi única opción. Nuestro pequeño mundo se había roto. Al menos por esa noche no podía ni hacer, ni pensar en nada. Así que una vez en nuestra pequeña habitación, me abracé de mi pequeña y bastante después de que ella se volviera a quedar dormida, me dormí yo.

 

Aoi no llamó ni mandó ningún mensaje. ¿Eso era lo que en verdad quería? ¿Así de fácil terminaría todo?

 

—Papi… —Una manita suavecita  me palmeaba torpemente la cara despertándome— Tengo hambre. ¿Ya vamos a ir con papá?

—No muñeca… Hoy también dormiremos aquí.

 

¿Qué hacer con una niña de tres años, un empleo de ocho horas y ahora sin un techo donde dormir? Cualquiera regresaría a su casa y ya. Pero regresar significaría ver el derrumbe de Aoi y sobre todo, tener que decirle lo que ni siquiera el enanito y el bonito sabían. ¿Puedo esforzarme y verle morir sólo pensando en mi hija y en mí?

 

—¡PAPIIII! —Uru-chan me jaló la mano haciéndome ver que mientras pensaba, le había alistado para salir.

—Vayamos a desayunar.

 

Esa mañana todo cambió para nosotros dos. ¡Y ni siquiera tenía el derecho de derrumbarme! Uru-chan estaba demolida cómo para soltar de ella.

 

Lo primero fue hablar a mi empleo y pedir dos días para solucionar mi estadía. Al menos esa mañana estaba de buen humor mi jefe y me otorgó el permiso sin chistar. Aunque no quisiera, ahora el único lugar que me quedaba era ir con la abuela. Akane insistió en que nos quedáramos con ella, al menos durante un tiempo para que Uru-chan pudiera ir al colegio, pero al ir a vivir con la abuela, tendría que cambiar a Uru-chan de colegio y eso hice.

 

Mi abuela no tuvo inconveniente en que viviéramos con ella. Y de hecho sólo podría ayudarme en llevar a la niña al colegio. ¡Y aquí venía lo difícil! Uru-chan lloró tanto por el cambio tan drástico en su vida… No sé por quién lloró más, si por su padre al que ya no vería porque en dos días no nos buscó. O por su amiga del colegio a la que ya no vería. Para colmo, yo tendría que dejarla lista a las siete de la mañana para que mi abuela la llevara al colegio a las ocho y a esa hora yo, ya estar en el trabajo. 

 

Los días pasaron, las semanas se fueron y mi hija poco a poco se había ido apagando. En ese barrio donde yo crecí, no era lo que yo hubiese querido para mi muñeca. Pero era lo único que nos quedaba. Al menos sin pagar renta, podía ajustarme con los gastos básicos.

 

Llegaron los meses y Aoi ni sus luces…

 

Ahora Uru-chan ya no preguntaba por él, al principio le dije que tuvo que ir a trabajar lejos. Luego que sólo podía llamarme al trabajo para dejarle saludos y un día simplemente ya no preguntó. La abuela dejó de hablar mal de él en presencia de la niña, para ya no hacerla llorar.

 

Y un día sin siquiera esperarlo, me despidieron…

 

Asombro, furia, decepción, frustración… Eso y más me llenó el cuerpo, pero sobre todo desesperación. Yo no podía quedarme tiempos extras a trabajar y esa fue la excusa para despedirme. Traté a marchas forzadas de sacar mi trabajo en horario de oficina para que al llegar a casa, me dedicara a Uru-chan. Pero no fue suficiente.

 

Miré la hora y apenas eran las diez de la mañana. Pasé al banco a depositar mi cheque del finiquito, ahora que no tenia ingresos, debía cuidar cada yen de mi cuenta. Pero dado que Uru-chan sale hasta las cinco del colegio, decidí que era justo el tiempo de desahogarme.

 

—¿Estas sólo? —Llevaba una hora metido en ese bar. La mitad de la botella ya estaba vacía y para ser honestos yo no bebía desde antes de embarazarme. No era una buena combinación.

—¿Necesitas compañía? —No dudé en ofrecérmele. Era un desconocido que aunque no estuviera en mis cinco sentidos, se notaba que era atractivo.

—¿Y qué hace un niño tan bonito como tú, solo y ebrio tan temprano? —Se sentó a mi lado pasando su brazo en el respaldo, justamente detrás de mí.

—Jaja… —Solté una risita burlesca y bebí de un trago lo que quedaba en mi vaso— Muchas cosas… Pero también esperando lo mismo que hace un tipo como tú en un bar tan temprano. ¿Me dejas adivinar? —Sonrió y asintió con la cabeza— Veamos… Tuviste un mal negocio. Usas traje y es horario de oficina. —El tipo sólo sonrió— Además eres casado y por la zona, no quieres que nadie que te conozca sepa que intentas quitarte el estrés flirteando.

—¿Entonces también eres casado? —Sin dudarlo un instante, atacó mis labios. Prácticamente me subió sobre él para poder tocar a su antojo— ¿Quieres que nos quitemos el estrés juntos? —Mordisqueaba mis labios al hablar, sacándome unos leves suspiros.

—Sí. Pero no en un mugroso baño de bar.

 

 

Todos necesitamos evadir la realidad tarde que temprano. Yo había dado más de lo que tenía por alguien que nunca me amó. Alguien que sólo tenía miedo de estar solo.

Por eso mientras ese desconocido me instaba a beber de mi botella a medio vaciar. Mientras me toqueteaba al conducir su auto no barato. Mientras mis lágrimas y mis gemidos se unían a la par y que mi cuerpo contorsionándose extasiado dijera más que mil palabras, por un momento me sentí especial.

 

Sí, lloraba por aquel que había sido tanto y yo tan poco. Lloré porque ahora no tenía ni dignidad qué darle a mi pequeña, porque más que nunca tenía miedo del mañana. Porque Aoi en meses se olvidó de nosotros.

Gemí como hacía tanto no lo hacía. Incluso pensé que había olvidado lo que era un orgasmo y cuando éste llegó siendo causa de un extraño, me sentí sucio y poca cosa. Entre jadeos busqué mi ropa en el piso del auto.

 

—Si mi esposa apretara lo que tu lindo culo… Créeme que no habría dudado en ir a quitarme el estrés con ella… —Apenas y le miré cuando jadeaba estas palabras.

—Agradécele a mi ex esposo que no me tocara en tanto tiempo.

—¡Es un idiota! —Se incorporó atento a cómo peleaba con el reducido espacio para vestirme— Si yo te tuviera para mí, te follaría hasta el cansancio y en todos los rincones habidos y por haber. —Se acercó para besar mi nuca y mordisquear un poco— En verdad que tuve suerte en encontrarte…

—Fue un gusto conocerte y que me cogieras. Tengo que irme. —Antes de abrir la puerta sujetó mi muñeca.

—Toma. —Sacó su billetera y prácticamente la vació sacando todos los billetes en ella— Si no me dejarás llevarte, por lo menos toma para el taxi.

—Con esto pagaría veinte taxis. —Hice el amago de devolverlo pero me empujó la mano.

—Tú vales eso y más. Quédatelo por favor y préstame tu móvil. —Sin esperar mi respuesta lo tomó y guardó su número en el— Llámame la próxima vez que estés triste.

 

Salí del auto con una sonrisa boba en la cara, un dolor en el pecho y en el trasero de diferentes magnitudes y un vacío en la mente.

 

Uru-chan fue la más feliz al saber que estaría una semana en casa. No podía darme el lujo de perder más tiempo en buscar trabajo, así que no podía prometerle más. Pero como siempre pasa cuando más lo necesitamos, metí mil solicitudes y ninguna dio resultado. A estas alturas no me importaba el empleo que fuera, lo que me interesaba era darle de comer a mi hija.

 

Y uno de esos días pasado ya un mes de estar desempleado, lo vi. Aoi iba saliendo de una calle del centro, y a mi parecer se acomodaba la ropa y el pelo. Se encendió un cigarrillo y tras darle una calada detuvo sus pasos ante el semáforo que le detenía en rojo. Yo estaba justo en contra esquina, había tanta gente que no notó que le miraba.

 

Fue en ese instante que un chico se le acercó alcanzándolo antes que el semáforo cambiara. Le sonrió de forma familiar y se levantó de puntitas para rozar sus labios para sonreírle diferente. Aoi sólo hizo una mueca rara y volvió a su cigarrillo.

Me quedé estático y con los ojos abiertos. Noté como al detener el paso, el chico le sujetó de la mano y le dijo algo sonriente, mis ojos ya lloraban sin obstruir mi vista y entonces nos miramos. Fue sólo un segundo en que sus ojos se abrieron y el cigarrillo escapó de sus labios y cayó al suelo. Metí mis manos en mis bolsillos sintiendo las pocas monedas que tenía en ellos y eché mi andar como al principio tenía pensado. Le oí gritarme, ni siquiera tuve necesidad de correr, sabía que él no lo haría.

 

Habíamos pasado ya casi un año separados, él no tenía ya motivos de hacer nada. Me senté en una plaza para tranquilizarme un poco, me fumé un cigarrillo y revisé la hora. Apreté un poco mi móvil y entonces lo recordé. Mi agenda no tenía muchos números guardados en mis contactos, así que no tardé en encontrar el único número sin nombre.

 

—¿Diga? —Me sentí estúpido al escuchar su voz. Iba a colgar cuando volvió a preguntar— ¿Diga?

—Perdón… ¿Con quién hablo?

—Si usted llamó debería saber a quien llamaba.

—Si es usted la persona que me dio su número en su auto hace un mes… Entonces es usted quien olvidó decirme su nombre.

—¿Reita? —Abrí los ojos al oírle nombrarme— ¿Eres tú, Reita?

—Sí… ¿Soy inoportuno?

—Un poco. —Le escuché reír ante lo dicho— ¿Estás en el mismo lugar?

—No. Estoy cerca del centro. Te llamo después entonces.

—Supongo que me estás llamando de tu móvil.

—Sí… —No me dejó hablar y de inmediato me interrumpió.

—Te mando una dirección por mensaje. Queda cerca del centro, así que mientras me desocupo, ve para allá. No acepto un no por respuesta.

—Está bien.

 

En menos de media hora ya estaba en el lugar, eran unas oficinas bastante lujosas. Me sentí aliviado que por ir a una entrevista de trabajo, iba bien vestido. Aunque a la mentada cita no llegué. En la recepción di mi nombre y de inmediato me dirigieron a la oficina principal. La secretaria que era una mujer joven y muy, muy guapa, me recibió amablemente anunciándome al abrir la puerta de la oficina.

 

—Señor Niikura… Su visita ha llegado.

—Por favor que nadie nos moleste y cancela mi agenda de la tarde.

—Sí señor… Con permiso. —La secretaria me dio el paso y se retiró con la vista en el piso.

—Creí que no sabría nada de ti. ¡Estaba comenzando a arrepentirme de no obligarte a darme tu teléfono! —Con toda la confianza, se acercó y me besó tranquilamente— ¿Un whisky?

—Por favor… —Abrió el mini bar a un costado de su escritorio y me hizo tomar asiento en la salita que estaba a unos pasos de la puerta por donde había entrado— Gracias. —Recibí la bebida y una vez que chocamos los vasos ese pequeño trago me supo a gloria.

—Bien… ¿Quieres que te folle como desesperado o prefieres contarme primero qué fue lo que te hizo llorar? —Bebió despreocupado mientras yo me sonrojaba inconscientemente.

—¿Qué te hace pensar que vengo a que me cojas o que he llorado?

—Lo primero es obvio. Lo segundo… Tus ojos rojos y tu rostro marcado por esos caminitos que estoy seguro no es saliva seca, me lo dicen todo.

—Ahora entiendo por qué tus problemas maritales… No tienes nada de tacto.

—¡Nada de eso mi querido niño! —Negó haciendo un sonidito chistoso con la boca y su índice moviéndolo desesperado— A menos que tú me cuentes tu historia, no sabrás nada de la mía.

 

Y con unas carcajadas la conversación se hizo más amena. Ese hombre imponía. Apagó su móvil extendiendo su mano para que le diera el mío y una vez apagados comencé a hablar. Le conté lo que había sucedido hace unos momentos y parte del cómo nos habíamos separado Aoi y yo. No sé en qué momento estábamos los dos sentados en el sofá más grande, y mi cabeza recargada en sus piernas era acariciada por sus dedos.

 

Tampoco fui consciente de cómo un rato después, nos encontramos desnudos y yo subiendo y bajando en su miembro. Aferrándonos a nuestra espalda ambos y gimiendo su nombre al borde de la locura. Me olvidé del lugar donde estábamos, de Aoi, de mi hija, de su esposa…

 

Este hombre imponía respeto, miedo, atracción y lujuria. Después de hacerlo dos veces, miré el reloj preocupado por el tiempo.

 

—Aún es temprano. Si te llevo en mi auto llegarás sin problemas al colegio. —Me besó lento— Ahora quiero proponerte algo. Quiero que trabajes para mí…

—¿Hablas enserio? —Me levanté sobre mis codos mirándolo sorprendido.

—Sí. Pero no será un empleo de oficina. Quiero que seas mi puta personal. —Lo miré sin entender y comencé a reír— ¿De qué te ríes? ¡Hablo enserio!

—Pues… ¡No me acuesto con nadie más que contigo! ¡Si eso no es ser tu puta personal, entonces no sé que es!

—Tú no tienes empleo… Yo tengo dinero… Tú no tienes esposo… Yo tengo esposa… Tú me gustas Reita. Desde que te vi nostálgico en el bar me gustaste, pero yo no puedo ofrecerte nada. Mi matrimonio fue por conveniencia y por conveniencia no me puedo divorciar, porque lo perdería todo. Yo te puedo dar todo en cuanto a lo económico se refiera. Un hogar… No, deberás conformarte con lo que forjes con ayuda de tu hija. Si aceptas, nos estaremos ayudando mutuamente en formas diferentes.

—Acepto. —Me miró serio y dándome la oportunidad de retractarme— Si de cualquier forma nos seguiremos viendo para follar… ¿Cuánto es lo que me ofreces?

 

 

Kaoru era un buen hombre. A su modo y dentro de sus intereses, pero era bueno. Firmamos un contrato en que las especificaciones eran claras. Nuestro negocio era meramente sexual. Kaoru tendría mi cuerpo los días y las veces que lo necesitase. A cambio, yo recibiría un jugoso cheque mensual y la total libertad de negarme a asistirle, si mi hija estaba de por medio. Es decir, que en el caso de que viviéramos solos, Kaoru no podría exigir mis servicios estando mi hija en el mismo sitio ni me obligaría a dejarla por atenderle.

Kaoru era libre de finiquitar el contrato cuando quisiera, pero lo material dado durante nuestros encuentros no sería devuelto.

 

Con el paso del tiempo las cosas se fueron haciendo más claras. Kaoru me contaba lo que necesitaba sacarse de la cabeza. Al principio era muy común que nos viéramos en su oficina y en un hotel muy elegante, por lo general era una vez a la semana ya que Kaoru estaba realmente ocupado. Al cabo de dos meses se decidió.

 

—No te creo…

—Rei-chan. ¿Cuándo te he mentido? —Yo miraba el espacio impresionado y Kaoru atento a mis expresiones se divertía— Me permití en comprar lo básico y lo que nos interesa. La habitación está amueblada. —Sentí sus labios rozar mi cuello y sus brazos enroscarse en mi cintura— Es tu piso… Tendrás que decorarlo a tu gusto. Y estoy seguro que Uru-chan estará encantada con la sorpresa de su habitación.

 

 

Sí, definitivamente esto era un sueño del que no quería despertar. No había falsas palabras de amor, no había falsas promesas de amor eterno. Sólo dos personas adultas viendo por su comodidad y su interés propio.

 

Cuando nos mudamos, la abuela se entristeció. Habíamos pasado con ella un año y casi, los últimos 3 meses de éste, yo había pasado gran parte del día con ella. Uru-chan y yo también sentíamos dejarla, pero si Kaoru me había comprado el piso era para poder ir y venir a su antojo durante el día. Así que sin explicarle a mi hermana, acordamos que se la llevara a vivir con ella y yo le ayudaría con los gastos e iríamos para llevarla a pasar algunos fines de semana, siempre y cuando mi trabajo me lo permitiera. Ninguna de las dos puso objeción y así, emprendimos otro camino.

 

Aoi fue un par de veces a casa de mi hermana y de mi abuela. Incluso, yo estaba la primera vez que fue. Pero pronto se dio por vencido y no insistió, mucho menos cuando nos mudamos y mi hermana no le dijo donde vivíamos ahora. La verdad es que habíamos cambiado de zona radicalmente. Si el departamentito que compartía con Aoi se me hacía bueno, bonito y barato. Este era nuestro palacio en una exclusiva zona. Pude inscribir a Uru-chan en su antiguo colegio justo para el nuevo curso, nos quedaba bastante cerca y podía pagar sus colegiaturas sin ningún problema.

 

 

~*~AOI~*~

 

Perdí la cuenta de las veces que fui a verle. El lugar era tan silencioso que me hacía sentir impuro el sonido de mi llanto. Perdí la noción de todo, mi empleo, mi familia, mi vida. Todo lo que hice por Akira lo habría hecho por él. He incluso me habría esforado el doble por darle lo mejor a Uru y a mi bebé.

 

¡Mi bebé!... Ese pequeño ser producto de un asqueroso error, pero en definitiva yo le habría amado más que a nada en mi vida.

 

- Me dijo el velador que ha tenido que echarte prácticamente a patadas todos los días… -Kai colocó unas flores frescas en el florero que tenía flores marchitas.- No imagino como debes sentirte.

- ¿Por eso se fue? –Me limpié el rostro y cruzamos miradas.- ¿Por eso me abandonó?

- No. –Le vi apretar los puños a pesar de yo, tener la mirada baja.-  Él tenía miedo de dejarte sólo.  Cómo fuera, tú eras su familia y él no quería abandonarte a  pesar de lo que le hacías, Uruha te quería… Yo no podía permitir que siguieras destruyéndolo como lo hacías.

- Yo realmente lo amaba. Yo pensé que podía hacer que sonriera como en el pasado pero… me equivoque.

- Uru fue feliz… ambos amábamos a nuestra princesa. A mí nunca me importo que fuera hija tuya, para mí era tan mía como de Uru y cuando les perdí a los dos intente suicidarme. Por eso es que te voy a decir esto… -Le miré sin entender a donde quería llegar.- He visto a Reita. –Me sorprendí de sus palabras y puse toda mi atención.- Es conocido de mi jefe y le frecuenta mucho en la oficina pero… Todo indica que en realidad son amantes.

- ¿Qué?... –Me enfurecí y al notar que me envaré Kai me detuvo.

- Cuando perdí a Uru y  a Hana quise morir. Por eso te digo ahora, no pierdas a tu familia de nuevo. Uruha no volverá y a Hana no la conociste, es el remordimiento lo que te hace sentir lo que sientes. Por tu pequeña hija Uruha y si amas a Reita, no los dejes ir.

 

 

Kai no tendría por qué ayudarme. No gana nada, sin embargo sus palabras me dieron confianza.

Una vez en casa, me di cuenta del tiempo que había pasado, el polvo era dueño de cada rincón del apartamento. Me mire en el espejo que estaba en el pequeño guardarropa de la entrada y mi aspecto me impresionó.

 

Tenía el cabello largo y descuidado. Mi ropa no estaba precisamente limpia, se notaba que había perdido peso. Ahora que me daba cuenta, realmente comía poco o algunas veces nada.

Revise mi celular y vi llamadas perdidas y mensajes de un ex compañero del trabajo. La verdad es que ni siquiera recuerdo su nombre, pero en varias ocasiones salí con el. ¡Soy un imbécil! Aquella mañana que vi a Akira, yo lo había encontrado mientras regresaba de visitar a Uru.  ¡¿Cómo es que lo olvide?! Si nos besamos y prácticamente me rogó me lo follara ahí mismo.

 

¿Entonces Aki tiene un amante? Mi Akira también me olvido…

 

 

~*~REITA~*~

 

Lo que hay entre Kaoru y yo es algo bastante interesante. Él cumple con su rol de esposo en su casa y el de importante empresario a la perfección.

¡Pero un esposo desfachatado! Se le ocurrió la brillante idea de que le acompañara como su asistente a un desayuno con su familia.  ¡Realmente divertido! Mientras su esposa estaba sentada a un lado y yo del otro, de vez en cuando me hacia tocarle bajo la mesa.

 

¡Somos como dos adolescentes! Apenas terminó su compromiso nos dirigimos a casa para desfogar la tensión. Hoy tenía una gran necesidad de estar con él. De que me tocara constantemente y que me hiciera sentir tan especial como él aseguraba.

 

Así que incluso le acompañe al estacionamiento para despedirlo.

 

—Rei-chan… Yo sé que no está dentro del contrato, pero necesito que me acompañes a un evento de noche. —Iba a hablar cuando puso sus dedos en mis labios y no me dejó hacerlo— ¡Te pagaré extra! Como tendrías que conseguir una niñera para Uru-chan, te pagaré la molestia.

—¿Qué clase de evento es ese? A esas cosas siempre llevas a tu esposa…

—Es una reunión con amigos. Necesito que un par de ellos inviertan en un negocio pero hace mucho que no nos vemos y será una reunión más fraternal. Por eso quiero que me acompañes.

—¡¿Acaso piensas prostituirme con alguno de ellos?!

—¡Por supuesto que no! —Me tomó de la cintura y mordisqueando mis labios siguió hablando— Si te prostituyo ya no serías mi puta personal y yo sólo quiero que sea mi nombre el que salga de esta boquita. Acompáñame… ¿Sí?

—Está bien…

 

Una vez que Kaoru sintió que no cambiaría de opinión se marchó. Me hacía tanta gracia verle recurrir a su personalidad infantil cuando siempre era tan maduro en todo. Estaba por entrar al edificio cuando alguien se acercó dejándome helado.

 

—Con que a eso te dedicas… —Aoi se notaba enfermo. Estaba pálido y se veía cansado— ¿Por eso te fuiste? ¿Para ser la puta personal de ese? —Su mirada se veía triste y juraba que en cualquier momento lloraría.

—¡Ay Yuu!... ¿En serio vienes a armarme una escenita? ¡¿Después de un año?! —Estaba por entrar cuando me sujetó del brazo— ¡Di lo que tengas que decir y déjame en paz!

—Quiero que me devuelvas a Uruha.

—¿A tu hermano?... Eso no lo creo posible. ¿A mi hija?... ¡Ya ni se acuerda de ti Aoi! Porque no mejor te vas con ese chico tan mono de la otra vez. Se veía muy enamorado de ti.

—Puedo pelearte la custodia y te quitarían a Uru-chan sin chistar. Sólo bastará con saber que eres una puta.

—No te metas conmigo Aoi… Esta puta, es la que ha alimentado a tu hija durante más de un año. Tiempo en el que ni nos buscaste ni nos diste un peso. —Lo azoté contra el muro sujetándolo de su camisa al hablar— Tal vez a mi me la quitarían por abrir las piernas a cambio de un techo y dinero suficiente para que no le falte nada a mi hija. Pero a ti… A ti te meterán a prisión en cuanto sepan lo que hiciste. Así que en verdad no me busques porque tú, sales perdiendo.

—¿De qué diablos hablas Akira? ¿Qué pude haber hecho yo que sea peor que te prostituyas? —Su expresión burlona me sacó de mis casillas— ¡¿Ese es el ejemplo que le das a nuestra hija?!

—¡Al menos yo no maté a mi hermano a golpes en un arranque de celos! ¡Al menos yo no maté a alguien y me largue a drogarme y follarme con alguien más!... ¡¿Es eso lo que querías oír?! —Noté cómo se quedó en shock. De pronto me sentí muy mal por haberlo dicho, pero también me sentía aliviado de no tener que cargar con eso.

—¿Es una broma, verdad? ¿De dónde sacaste eso?

—Tú lo olvidaste Aoi… Pero yo tuve que cargar con eso durante años. ¡Te pedí que no le buscaras! ¡Te protegí porque te amaba! —Me acerqué para acariciar su mejilla— Quise evitarte ese dolor tan grande. Y tú simplemente me fallaste. Sí Aoi... Me revuelco con él a cambio de dinero. Pero él nunca me ha hecho creer que soy a quien ama. Nunca me ha hecho creer ciegamente en él. En cambio tú… ¡Me prometiste que nosotros seríamos lo primero!

—Takanori dijo… —De pronto se desplomó en el piso con las manos en el rostro y llorando desesperado— Dijeron que era mi hija… ¿Te das cuenta? —Sus ojos se abrieron aterrados y yo apenas y podía procesar lo que escuchaba— Entonces yo… yo… Maté a Uruha y a mi propia hija…

 

Yo no lo sabía… ¡¿Por qué mierda no me dijeron eso?! ¿El bebé de Uruha era de Aoi?... Yo acababa de sentenciarlo por despecho…

 

No me di cuenta cuando se puso en pie, los minutos pasaron sin darnos cuenta y por suerte no había nadie en la calle más que nosotros. Salí de mis pensamientos al verle dar unos pasos alejándose de mí.

 

—Yuu… ¡Yuu! —Corrí para detenerlo y él sólo se zafó con el dolor en su rostro— ¿A dónde vas?

—Aquella noche tenías razón Aki… Esto es todo. —No hizo el intento de limpiar sus lágrimas. Su mano acarició mi mejilla hasta llegar a mi nuca y acercarme hacia su rostro. Nos miramos fijamente a los ojos y muy bajito comenzó a hablar— Creciste mucho Aki… Ya no eres el chico descarriado que conocí, ahora eres todo un hombre admirable. ¡Estoy tan orgulloso de ti¡ Y todo gracias a nuestra pequeña. Sólo hazme un favor, ¿sí? —Sus labios rozaban los míos y despacito mi cara— No dejes que esté triste nunca… Cuídala mucho. Yo no volveré a molestarte— Su boca se unió con la mía y su lengua me recorrió como hacía mucho no la sentía. Lloramos y nos abrazamos fuertemente mientras el oxígeno se nos terminaba, sabía que no debía dejarle ir—. Sí te amé Akira… Incluso ahora te amo más que nunca. ¿Eres feliz con tu vida? —Sin detenerme a pensar sólo asentí— Me da gusto saberlo. Ahora que sé todo y ya no hay más secretos, puedo irme tranquilo. Prométeme que serán felices.

 

No pude ni contestarle. Se soltó de mi agarre y echó a correr sin mirar atrás y sin reparar en mis gritos. Y de nuevo no volví a saber nada más de él hasta un mes después…

 

 

 

—¿Sí, diga?

—Buenos días. Disculpe las molestias… ¿Es usted Suzuki Akira? –La voz seca de un hobre desconocido me fue muy extraño.

—Sí. ¿Qué se le ofrece?

—Le llamamos para informarle que los restos encontrados, en el caso del suicidio del metro de Shibuya, pertenecen a Shiroyama Yuu. Necesitamos de su cooperación para solicitar las cenizas del cuerpo, Ya que es usted el beneficiario de su seguro de vida.

 

 

~*~*~*~*

 

 

Aoi corrió con todas sus fuerzas chocando contra todo lo que se le cruzara en el camino. ¡Era una basura! Todo lo que tocaba terminaba putrefacto por su culpa. Las imágenes que llenaban su mente eran tan hermosas…

 

Uruha sonriendo y su voz llamando a su Oni-chan con admiración.

 

Ambos carcajeándose mientras su madre les miraba sin poder enojarse de sus travesuras.

 

Un Domingo en el cine mientras veían una película de terror y él abrazaba a Uruha que, escondía el rostro en su cuello cada que la escena lo ameritaba. Sus padres también abrazados y sonrientes a su lado.

 

La mirada triste de su hermano y su actitud ausente.

 

La imagen de Uruha que cada que llegaba su padre temblaba y su notoria molestia al caminar…

 

El llanto en su rostro triste la primer vez que tuvo sexo con él obligado por su padre.

 

Uruha llorando y mirándolo con pena al tenerle sobre él. La primer ve que lo hizo suyo a voluntad…

 

 

El sonido del claxon le saco de sí, haciendo que reconociera de inmediato la zona. Estaba cerca del colegio de su pequeña. Aoi sabía que Uru-chan había vuelto a esa escuelita que él mismo la había escogido para su pequeña y llevaba días siguiendo a Reita para saber donde vivía.

 

- No puede ver a ningún menor a menos que el tutor haya autorizado que le recogería alguien más.  –El conserje que amablemente le abrió se lo hizo saber.

- Por favor llame a la Directora. Ella sabe que soy el padre de Takashima Uruha.

- Permítame entonces. 

 

Pasaron unos minutos la Directora se hizo presente y tras escuchar una excusa inventada por parte de Aoi, regresó con Uru-chan de la mano.

 

- ¡PAPITO! –La pequeña se lanzó a sus brazos y le lleno de besos el rostro.

- ¡Hola mi amor!... –Aoi la abrazaba con tanta fuerza y se mordía los labios para no llorar frente a ella-. ¿Cómo te has portado cariño?

- Muy bien papito… ¿Ya vas a vivir con nosotros en nuestra nueva casa?

- He venido a despedirme amor… Tengo que hacer un viaje muy largo y no podremos vernos. –Al notar que la niña lloraría con sus manos tomó su pequeña carita y le sonrió-.  Necesito pedirte un favor muy grande. Cuida de papi dile cuanto lo amas por los dos… ¿Sí? –El nudo en su garganta le hizo imposible de hablar.

- Te lo prometo.

 

La pequeña no lloró. Le regaló una sonrisa tan hermosa que de inmediato Aoi tuvo una cálida sensación en el pecho y la Directora se limpió una traviesa lágrima antes de ser vista.

 

Aoi se marchó de ahí con la idea clara. Le había prometido muchas cosas a Akira, algunas las cumplió y otras no.

Con pasos lentos se adentró a la siempre caótica estación de Shibuya. Con el Ipod a todo lo que daba, se dirigió al final del andén y se recargó en el muro. De pronto una voz femenina le cantaba al oído. Aoi se rió de lo ridículo que se oía eso y no tenía ni idea de cómo había terminado esa canción en su lista de reproducción. Pero la voz era delicada y de algún modo le transmitía calma.

 

“I wish for this night-time
to last for a lifetime
the darkness around me
shores of a solar sea
oh how i wish to go down with the sun
sleeping
weeping
with you

 

Una luz se hizo notoria en el túnel y sin haber terminado este coro, Aoi sonrió y se dejo ir…

Los gritos y el caos se hicieron presentes. Mujeres y Niños lloraban su muerte y cuando las cámaras de televisión se hicieron presentes para cubrir la noticia del día, hubo quienes afirmaron que el hombre era realmente guapo. ¡Una gran pena!

 

Esa noche Akira no vio las noticias en la televisión, había llevado a su pequeña de compras ya que había salido completamente extraña del colegio. Uru-chan cumplió su promesa de no contarle que su papito había ido a verle. La niña apretaba con sus manitas ese collar tan extraño que le regaló su papá. Durante toda la tarde lo hizo asegurándose de que no le había perdido.

 

Akira y ella siguieron sus vidas. Incluso descubrió que Kai trabajaba para Kaoru en una de sus “visitas”, pero fue el mismo Reita quién le ignoró. Todo fue cómo todos los meses anteriores hasta que recibió esa llamada.

 

Por primera vez supo lo que era estar sólo. Kaoru había salido de viaje apenas dos noches atrás. No podía recurrir a nadie más y su conciencia le carcomía. Bastaba con teclear: “suicida del metro Shibuya”  y por lo menos habían diez videos dónde se veía el caos causado por Aoi y en al menos dos, se veía el momento exacto en que su Yuu se dejo caer al andén justo cuando el tren llegaba.

 

Akira a partir de ese momento tuvo que “resignarse” a vivir, sabiendo que sus palabras fueron las causantes de la decisión de Aoi.

 

Y como tantas personas en el mundo, se resignó a hacerse fuerte y no permitirse caer…  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Mis actualizaciones no serán hechas. He tenido mucho trabajo pero sobre tdo he estado muy cansada en lo que me acostumbro a mi nuevo horario de trabajo. También me he peleado con mi Jefe y me esperan otras tantas peleas más, así que ando medio X. 

 

Este es un día especial y por lo menos les pongo algo, aunque sea atrasado.  

 

Si mi sol durmiera hoy, lo único que lamentaria seria no haberles terminado de contarles mis anecdotas... 


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