Todo había sido de lo más normal, incluso rutinario ese día, no recordaba nada fuera de lo común o que llamara su atención hasta ese momento en que al sacar sus cosas encontró una carta, eso en sí ya era raro ¿Quién podría querer dejarle una carta a él y con qué propósito? La miró intrigado, venía en un simple sobre de papel blanco, sin dibujos ni adornos o palabras de clase alguna, remitente ni destinatario, aunque supuso que el destinatario era lógico, digo, si estaba en su mochila era por algo, ni perfume, nada, por fuera no tenía absolutamente nada, y le dio curiosidad precisamente por ello, quizá si hubiese tenido un nombre no habría sido lo mismo, así no tenía idea de que esperar, pero no estaba seguro, ¿Podría ser alguna broma? Así que tras meditarlo un rato decidió ver el contenido (¿Qué tan peligrosa podía ser?), encontrándose un breve mensaje con letra impecable.
Querido Ryoma, te escribo esto para decirte lo mucho que te quiero, y con la esperanza de que me correspondas, si no es así no te preocupes, no espero que corras a mis brazos o me respondas de forma efusiva, sé que no eres así, si no más bien serio y orgulloso, por lo que si no correspondes mi sentir sólo finje que esto no pasó, ignórame y con eso lo entenderé, pero si por casualidad sientes lo que yo envíame una pequeña señal, una sonrisa bastará, sólo eso, para saber que tengo esperanza.
Atte: Syusuke Fuji
Eso sí que no se lo esperaba, era una sorpresa y algo del todo inesperado, pues la verdad él nunca había pensado en eso o en algo parecido ¿Qué sentía él por el genio de Seigaku? Sinceramente nunca antes se lo había planteado, pero al menos era viernes y aun tenía todo el fin de semana para pensarlo bien, leyó la carta como mil veces más, mientras un calorcito se expandía por su pecho lentamente.
El fin de semana se le hizo larguísimo, aunque tuvo la paciencia de esperar, la verdad es que por dentro se moría por obtener una respuesta, había momentos en que se arrepentía de haber enviado la carta justo el viernes, pero siempre se recordaba que lo mejor era darle suficiente tiempo para pensar. Quería saber si su príncipe lo aceptaría, por suerte sólo tuvo que esperar un fin de semana, y llegó el lunes, se acercaba el momento de entrenar, y pronto vería a ese chiquillo que le enloquecía, arrogante y todo le quería, se dirigió a las canchas donde pronto lo vio, sus miradas se cruzaron, y en ese rostro que tanto amaba se formó una sonrisa pícara, ante eso su corazón dio un vuelco en su pecho, el entrenamiento le pareció demasiado lento, quería hablar con el príncipe, con su príncipe, y a la salida de los vestidores halló la oportunidad de hacerlo a solas, en cuanto Ryoma le vio, volvió a sonreir -Leí tu carta -Dijo
-Eso veo, entonces...
-Te estoy hablando ¿no? ahí tienes tu respuesta, difrútala
-¿Saldrías conmigo?
-Si, pero hoy no, quedé con Momo desde la semana pasada, nos vemos mañana
-Hasta mañana Ryoma-chan -definitivamente no podía ser más feliz, su día se había iluminado con ese "sí".