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Sora Blue por Ritsu Ram

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Notas del fanfic:

Es mi primer escrito publicado, espero lo disfruten

 

 

 

 

 

Este escrito y todo lo que se publique por Ritsuu Ram me pertenece :)) asii quee por favor nada de plagiozz :))

Notas del capitulo:

Hola a todos :)) espero les agrade :)

¿En dónde estoy? Parece mi casa o al menos algo así.

Pero… ¡Que es esto! ¿Por qué ese hombre le prende fuego a mi casa? ¡Kora, Kora está ahí! Tengo que salvarla, ella es mi más preciado amigo.

-¡Kora resiste, iré  por ti, resiste!- grito a la nada.

La pobre de  Kora solo es un pequeño gatito, tiene una semana de haber nacido, ¡tengo que salvarlo!  

Corro hacia la casa pero algo sucede… ¡NO PUEDO MOVERME! Alguien me tiene atrapado, forcejeo, lucho contra él o ella, pero todo es en vano. Giro para ver a esa inoportuna persona y me doy cuenta que es un policía. Le comento que Kora sigue ahí, pero él me ignora, esto me molesta tanto que lo muerdo y logro zafarme. 

Me introduzco en la casa, comienzo a buscar a Kora, pero nada, ella simplemente no está en ninguna parte, decido probar suerte por la cocina aunque el humo comienza a ser más denso, está comenzando a costarme trabajo respirar pero eso no me impide seguir buscándola.

Entro a la cocina y por fin la encuentro, la  pobre sigue en su casita, la llevo en mis brazos, pero el calor y el humo comienzan a hacer de las suyas, me empiezo a desvanecer, veo una sombra acercarse, es un joven, no veo su rostro, mi vista está algo nublada, le pido que salve a Kora, me carga con sus delgados brazos, volteo hacia arriba para intentar ver la cara de mi salvador y es… en ese momento cuando yo… Me despierto.

Miro mi alrededor y me percato que volví a mi habitación, últimamente esa pesadilla fugaz me ha estado atormentando, ya habían pasado seis años y aun no podía asimilar aquel fatídico día, por más infantil que fuera yo seguía despertando asustado con aquella pesadilla. 

La única razón por la que volvería a aquel lugar era para agradecerle a la persona que me había salvado la vida, pero no sabía quién era,  un extraño que de la nada decidió ayudarme, extrañamente volvimos, el karma nos regresó a este lugar; Mi padre  decidió comprar una casa y volver, él nos obligó (me obligó) a volver.

Comienzo a mirar a la nada, no quería levantarme, lo único que quería hacer era regresar a mi burbuja para que nadie pudiera dañarme, quería regresar a mi vida pasada en la que no tenía esta estúpida pesadilla, con la que yo era feliz, pero parecía que mi padre, el karma, dios y todos las deidades me obligaban a estar aquí.

-Akira, baja ya, llegaras tarde a la escuela- gritó mi madre desde la cocina, interrumpiendo mis pensamientos.

- Ya voy- le respondí y regresé a mi pequeño mundo.

¿Por qué tenía que volver a este rancho, pueblo semicivilizado? No entendía por qué mi padre había decidió alejarme de la ciudad, éramos todos muy felices, en cambio aquí, no había nada que quisiera, todo era horrible, la escuela, el vecindario, los vecinos, hasta el color de mi habitación… era imposible que yo fuera feliz aquí.

-Akira Usumi, si en cinco minutos no bajas, iré por ti- gritó amenazante mi progenitora, interrumpiendo nuevamente mis pensamientos. Su voz denotaba algo de enojo y como no quería tentar a mi destino comencé a arreglarme para ese lineal y aburrido día.

Me levanté de mala manera, rascando mi  castaña cabellera mientras tomaba valor para abrir mi armario, caminé hacia él y con fuerza abrí una de sus puertas y por fin lo vi; Encontré a mi nuevo peor enemigo; mi azul, repulsivo y feo uniforme de la escuela elitista en la que mi padre había tenido a bien inscribirme.

Antes de bajar a la sala, me miré en el espejo que estaba en mi habitación, odié la imagen que vi reflejada en el – Que asco- pensé y así con el ánimo por los suelos, sueño y mucha hambre bajé a desayunar.

 En el comedor papá ya estaba apuradamente desayunando, por otra parte mamá estaba de los más relajada todavía en pijama haciendo jugo de naranja.

-Buenos días- dije a los dos, mamá solo movió la cabeza y papá simplemente decidió ignorarme.  Caminé hacia el refrigerador y saque algunas cosas para hacerme de desayunar… al terminar de prepararme algo, me senté al lado de mi padre y comencé a comer, en todo el desayuno ninguno de los dos intentamos abrir platica, lo cual por mi parte era perfecto puesto que todavía estaba molesto por lo de Sango.

Terminó su desayuno y se fue, yo por otra parte comí con toda la calma del mundo… terminé, me lave los dientes y me dirigí a la puerta, si no me apuraba llegaría tarde. –Me voy madre- grité desde la puerta – trae comida a Kora cuando vuelvas- exclamó mi madre, mientras yo comenzaba a cerrar la puerta tras de mí.

Mis padres eran totalmente diferentes, mi madre era de ideas liberales y un poco distraída, mientras que mi padre era todo lineal y aburrido, yo la prefería a ella mil veces, era mi única inspiración y aparte una de mis más grandes ídolos. Nadie entendía  por qué si eran tan diferentes estaban juntos.

Recuerdo que en alguna platica mi mamá me había contado que  mi papá no siempre había sido así, él también era un amante de la lectura, en la facultad conoció a mi madre y terminaron perdidamente enamorados, los dos se titularon en letras y comenzaron a ejercer como reseñistas pero ese trabajo no le gustaba del todo a mi padre, al parecer no le encantaba la idea de trabajar en la casa así que no duró mucho en su profesión, después de renunciar, encontró trabajo como representante medico en lo cual era muy bueno, encontró la estabilidad que buscaba hasta que le ofrecieron trabajo como gerente ( razón por la cual nos regresamos) y su vida se volvió perfecta. Su relación nunca deterioro, aunque papá fuera un aburrido no desperdiciaba ninguna oportunidad para demostrarle a mamá que la amaba con locura. Por eso seguían juntos.

Comencé a caminar hacia la escuela, a mi alrededor solo veía a mas tipos con la mismo vestimenta que yo, realmente detestaba ese uniforme y esa horrible escuela. Cuando regresamos a vivir aquí pensé que mis padres me meterían a la misma escuela en la que estudia Yoko mi mejor amiga, esa era la idea, pero al final papá decidió que iría a Sango, le suplique que  me inscribiera con Yoko, pero él se quedó recto a su decisión. Sango era la más prestigiosa escuela que había en este pueblucho, lo peor de aquella cárcel era que únicamente admitían varones, así que le posibilidad de que Yoko se cambiara a mi instituto era nulo.

Yokohashi es mi mejor amiga, recuerdo que tenemos unos once años de conocernos, en toda mi vida no he conocido persona más amigable, confiable y de buen corazón como ella, aparte tenía una belleza extrema, sabía que era muy afortunado por tenerla a mi lado.

Al fin y después de una corta caminata llegué a mi cárcel, era un lugar bastante amplio y excesivamente blanquecino, no lo entendía ¿Por qué pintar toda la escuela de blanco? La hacia ver lúgubre y un tanto tretica, tanto que me daba un poco de miedo entrar.

Después de estar contemplando mi “súper” escuela, comencé a caminar a la entrada, pero algo vibraba en la bolsa trasera de mi pantalón, se escuchaba un pequeño ruidito, sabía que era mi celular, al parecer alguien me estaba llamando…

-Bueno- contesté

-Bueno ¿Aki?-  exclamó una delicada voz al otro de la línea.

 -Sí, tonta soy yo ¿Qué pasa?-

-Uyy ¿Qué ya no te puedo marcar?- exclamó - Jumm… bueno como sea ¿Ya llegaste a la ciudad?-

-Si contestaras el teléfono lo sabrías- solté molesto, pues tenía casi un milenio intentando contactarme con ella, pero me había sido imposible.

-Vamos Akira, ya relájate, te compensaré- exclamó con aquella voz angelical que tanto adoraba, me relajé un poco, la voz de Yoko siempre tenía un efecto extraño en mí, escucharla me relajaba mucho aparte la amaba tanto  que era imposible que me molestara con ella.

- Ok, pero tienes que saber que esta vez pediré un doble y tú tienes que invitar- exclamé, quería verla, estaba ansioso, no podía soportar un segundo más sin ver a mi Yoko.

- jajá pero esta vez cúmplemela ¿sí?- exclamó- a las 2 paso por ti a tu cárcel- comenzó a reírse, yo también, amaba que fuera tan ingeniosa, simplemente era fascinante.

-Claro, te veo en la tarde, te quiero- me despedí y colgué.

Volví a mi horrible realidad y entré a la escuela, era tan fea como su  uniforme, comencé a caminar a control escolar para que me asignaran un grupo, golpee una ventanilla y después de unos diez segundos una linda muchacha abrió.

 -¿En qué puedo ayudarte?- preguntó

-Hola, vengo para saber en qué grupo estoy,  ammm… soy nuevo y me dijeron que viniera por mi horario – intenté explicarme, sentía la necesidad de hacerlo.

 Ella, por otro lado  asintió con la cabeza y me sonrió. – ¿Cuál es tu nombre?- me preguntó

-Akira Usumi- respondí, comenzó a teclear a toda prisa mi nombre, yo mientras tanto la observe bien, era muy atractiva, tez clara, cabello negro al igual que sus ojos, aparentaba tener unos veintiocho años, aunque podía tener menos, eso no lo podía saber con exactitud,  no era casada de eso estaba seguro pues no traía anillo en su dedo.   

Pasaron unos minutos, comenzaba a aburrirme – ¿Y te gusta trabajar aquí?- osé preguntarle.

– ¡Claro! Así conozco chicos lindos como tú- me respondió.

Su respuesta me dejó bastante sorprendido ¿acaso la secretaria me estaba coqueteando? , era imposible, me doblaba la edad, quizás así era con todos los alumnos, entre tanto chico era imposible que no fuera así, seguramente era muy acosada.

 -Listo, tu grupo es el C- dijo mientras me entregaba unos papeles.

Fisgonee un poco y pude ver que era el horario, una credencial  y como no podía faltar, el reglamento de Sango. Extrañaba a Yoko, sabía que mi vida escolar seria insoportable si ella pero al menos me quedaba de consuelo que ahora tenía una nueva “amiga”.

-Por cierto- exclamó mi bella secretaria-  me llamo Sonia, cualquier cosa que ocupes no dudes en venir, aquí estaré esperándote- me guiño el ojo y cerro su ventanilla.

Me quedé parado en frente de control escolar con una sonrisa de idiota, con tanta coquetería había olvidado preguntarle a Sonia en donde estaba mi salón, ahora tendría que encontrarlo por mi cuenta, no tenía mucho tiempo para buscar pues según mi reloj mi primera clase ya había comenzado así que tenía que apurarme. La parte relativamente buena era que había un prefecto sentado en una de las mesitas del patio central, me acerqué a  él.

-Disculpe- le interrumpí, estaba hablando con un maestro o algo así, volteo a verme con fastidio.

-¿Qué necesitas?- preguntó

-Busco el quinto C-

El buen hombre me indicó con su dedo el salón de la esquina del último piso del edificio de la entrada, le agradecí y corrí a toda prisa a mi salón, sabía que ya era tarde.

- ¿Puedo pasar?-pregunté al llegar a mi aula, volteo a verme el profesor, se notaba que no era nada simpático, me escaneo completito, yo también lo miré, era algo joven pero bastante desaliñado, sabía tendría problemas con él. 

- ¿Por qué llega a esta hora joven? La clase comenzó hace ya quince minutos- dijo, mirando su reloj.

-Perdone, soy nuevo y no encontraba el aula- intente justificarme, no quería tener problemas el primer día de clases y menos con un tipo al que vería seis meses o quizás más.

El profesor no me dijo nada así que saqué mis propias conclusiones y decidí entrar, total él no me había dicho que no entrara.

-¡Carne Fresca!- corearon mis compañeros cuando entré, el comentario me molesto bastante así que apresuré el paso, pero había alguien prohibiéndome el paso, era más que obvio que mi maestro me las haría  ver negras. 

-¿A dónde cree que va?- dijo – Primero te tienes que presentar-

Se notaba su cara de satisfacción cuando al parecer humillaba a uno de sus alumnos, ahora era yo su víctima.

Caminé al centro de la aula y con la cabeza en alto, aunque me sentía bastante avergonzado me presenté.

-Me llamo Usumi Akira y seré su compañero- Dije claramente.

De nuevo el caos reinó en el salón, parecía que no había maestro pues a este le importaba un pepino que hubiera casi una apocalipsis en su clase, quería llegar lo más rápido a mi lugar cuando, oh por dios era cierto ¡no tenía lugar! Así que tuve que volver con el idiota de mi profesor.

-¿Dónde me sentare?- pregunte bastante fastidiado, me apetecía sentarme y desaparecer en mi burbuja ya, pero al parecer él todavía tenía ganas de seguirme humillando.

- ¡Vamos a ver! ¡¿Quién será el afortunado de tener a Usumi como compañero?!- exclamó irónicamente mientras le echaba un vistazo rápido a toda el aula.

Mientras el profesor se hacía tonto encontré otro motivo por el cual odiar Sango ¡no había butacas! tendría que compartir mi lugar con alguien más.

-¡Ya se!- gritó de repente- Te sentaras con Midori…- señaló un lugar al final de la fila.

El aula volvió a quedar en silencio, todos me observaban mientras caminaba a mi asiento, parecía que me habían sentado con el mismo Satanás.

Por fin llegué a mi asiento, voltee a ver a mi compañero y me sorprendí, la reacción de mis compañeros había sido muy infantil, el tal Midori no era más que uno más de nosotros, era completamente normal, tez clara, cabello castaño claro, aunque algo que lo hacía quizás destacar un poco era sus increíbles ojos azules, eran como dos lagunas llenas de vida y profundidad, para ser sincero Midori tenía unos ojos muy hermosos.

-Soy Haruka Midori, mucho gusto- se presentó aquel muchacho, me pareció bastante simpático.

- Hola, gusto en conocerte-  Lo miré por última vez y me senté, esperaba tener una conversación larga y amena con él, pero al parecer eso no estaba en sus planes pues en cuanto me senté volvió a sus asuntos y no me dirigió más la palabra.

La mañana transcurrió lenta y aburrida, había tenido clase de Algebra e Historia, eso había terminado de arruinar mi mañana, el único consuelo que me quedaba era ver a Yoko, quería salir de aquí y encontrarme con mi mejor amiga.

En toda la mañana no hice más que  tomar notas, algunas veces volteaba a ver que hacia Midori, parecía muy entretenido dibujando algo que después no le gustaba y rayoneaba, sí que era extraño el tipito.

Por fin llegó la hora del descanso, tomé mi celular y me dispuse a salir de ahí , todos eran muy raros y me ponían algo nervioso, así que tomé mis cosas y comencé a caminar a la salida, pero de repente  varios chicos me rodearon , formaron una barrera inquebrantable evitando que me marchara, esto me fastidio tanto no quería hacer amistades, tampoco quería convivir con ellos, solo quería marcar a Yoko o comer un snack en paz, pero eso era mucho pedir, la barrera de chicos comenzó a presentarse para después bombardearme con un montón de preguntas privadas que obviamente no quiera contestar ¿Por qué tenía que contestar a un montón de extraños? Era ilógico, pero no quedo de otra y me limité a contestar a cada una de sus aberrantes preguntas.

Voltee a ver la salida, estaba a tan pocos metros y ahora me encontraba aquí,  estancado con un montón de idiotas, vi como Midori salió, pero cuando estaba a punto de salir me miró y se río, el muy hijo de su mami se estaba riendo de mí, ahora sí que estaba molesto, aparte de que se robaban mi valioso tiempo se reían de mí, eso ya era el colmo.

Después de unos diez minutos fingí tener que ir a dirección y me escape de mis interrogantes, ya afuera comencé a caminar sin rumbo, me encontré con una aula que al parecer estaba vacía y entré, adentro saqué mi celular y teclee el número de Yoko.

Nadie me contestó, eso sí que era el colmo, ahora si estaba jodido, opte por dejarle un mensaje a la pequeña irresponsable, anti-celulares.

´´ Hey tú, taradita, ¿Qué haces? Te extraño…”

Cerré el celular y me recosté en el suelo, mi mente comenzó a divagar con la pesadilla de la mañana, quería saber quién me había salvado,  era casi una obsesión pero era más que lógico que no conocería jamás a esa persona.

Mientras miraba a la nada, escuché un ruido, me paré rápidamente, ¡Qué tal si ahí había fantasmas! Sí, tenía dieciocho años y los fantasmas me asustaban pero, todo era culpa de Yoko, recuerdo haber visto una película con ella que me dejó traumado de por vida.

 Cuando bajó un poco mi histeria, me percaté que los ruiditos provenían de la bodega que estaba dentro del aula, al parecer había entrado al aula de danza, me fui acercando sigilosamente con un arma mortal en la mano por si los fantasmas querían comerme, entre más cerca estaba más me daba cuenta de algo, aquellos ruiditos parecían más… ¡pequeños gemidos! ¡¿Quién era capaz de tal atrocidad?! ¡Y más en la escuela! Me di la vuelta para marcharme, al final yo no era el pervertido que hacia ese tipo de cosas  en la escuela, pero la curiosidad me corroía, así que me acerqué a la puerta y la abrí de golpe.

Mis ojos no podían creer lo que veían ¡ERA MIDORI!, impresionado solté el lápiz que llevaba para defenderme, Midori se dio cuenta de mi presencia, pero no le importó en lo más mínimo, sin dejar de masturbarse giró para verme y después volvió a hacer como que no estaba. Analicé por unos segundos la situación, tenía que salir de ahí y hacer como que nada había pasado, seria incomodo ver a Midori pero, eso ya lo arreglaría después, como señal divina el timbre sonó y comencé a caminar a la puerta pero algo sucedió…

 Sentí como las manos de Midori me dirigían con brusquedad hacia atrás hasta hacer chocar mi espalda contra la pared.

-¿Qué haces aquí?- exclamó, con la voz todavía entre cortada, obligándome a verlo a los ojos, pero me resistí y miré hacia abajo, fue un gran error pues el seguirá con el pantalón desabrochado, recordé la escena anterior y comencé a sonrojarme.

- Me escondía de los demás- intenté  justificarme.

-Así que te escondías… Que… interesante…- Comenzó a escanearme de pies a cabeza, causando como efecto que me pusiera aún más nervioso de lo que ya estaba, tenía muchas ganas de salir de ahí, la situación se estaba tornando un poco peligrosa y rara.

 - Midori, ya sonó el timbre deberíamos irnos- dije, con la vana esperanza de que Midori reaccionara y me dejara tranquilo.  

-No me apetece ir a clase- exclamó y comenzó a acortar distancia entre nosotros, estaba tan cerca que sentía su respiración en mi frente, mis mejillas por otra parte ya eran dos pequeñas bolitas de fuego.

- Que te parece si ¿nos divertimos un rato?-

 Tomo mi mentón con fuerza y levanto mi cabeza para  fundirnos es un profundo y apretado beso, metió su lengua a mi boca y comenzó a juguetear con lo mía. Mi cuerpo comenzaba a reaccionar aunque solo fuera un beso húmedo, Akirita comenzaba a levantarse.

 – ¡Valla! –  Exclamó - Sí que reaccionas rápido, eso me gusta…- dijo separándose un poco, mi respiración sonaba agitada por la falta de oxígeno.

-¡Déjate de estupideces y suéltame!- Grité. Intente aventarlo pero no  logre moverlo

-¡ALEJATE DE MI, MALDITO PERVERTIDO!- volví a forcejar, pero solo logre que Midori se riera en mi cara.

 -Parece que tu cuerpo no quiere lo mismo- me susurró en el oído.

Con una de sus manos sujeto las mías con extrema fuerza, yo forcejeaba pero solo terminaba lastimándome. Comenzó a desabrochar mi camisa, era muy habilidoso con las manos, yo solo quería que todo terminara, este maldito me terminaría violando y yo no podría hacer nada para detenerlo. Sentí el frio tacto de sus manos recorrer mi piel, mientras con su boca daba pequeñas mordiditas a mi cuello, estaba aterrado, tenía que hacer algo o terminaría ultrajado por Midori.

-mmhh… Para… por favor…- Mi voz comenzaba a entrecortarse por el gran placer que sentía. Odiaba a Midori, odiaba mi situación, pero lo que más detestaba era  el sentirme tan bien y prenderme con sus caricias.

Su mano bajó hasta el bulto que estaba en mi pantalón y comenzó a acariciarlo sobre la tela, arrancándome así un gemido vergonzoso y sonoro.

-Por… Favor… Midori…Para- le supliqué, pero parecía ser que al él la situación le estaba divirtiendo.

-Haré que te sientas en el cielo, amor- me dijo seductoramente y metió su lengua otra vez en mi boca, mientras desabrochaba mi pantalón, bajaba mi bragueta y comenzaba a bajar mi bóxer. Me sentía aterrorizado y excitado de una manera exorbitante, de repente le dio un apretón a mi miembro haciendo que una descarga eléctrica inundara mi cuerpo.

 - Ahhh… Miido… noo agas ess…- Gemí.

 Mis piernas comenzaron  a temblar, estaba realmente asustado, este chico en verdad me iba a violar y lo pero era que lo yo lo disfrutaba.

-mmm… Wow que bien formado estas…. Que apetecible –

Me miró de la manera más lasciva y sucia que alguien me había mirado mientras me acariciaba los muslos, bajó hasta la altura de mi pelvis y comenzó a recorrer con su lengua una de mis entrepiernas, comencé a temblar, estaba completamente aterrado, al bordo del llanto.  Estaba a unos pocos centímetros de mi Akirita podía sentir su respiración, pero cuando estaba a punto de engullirme, mi celular como señal divina timbró. Se alejó de mí, tomó el lápiz que había tirado y comenzó a caminar a la puerta.

-Me llevo  esto de recuerdo…- Agitó el lápiz y volvió a escanearme, yo estaba con la cabeza agachada, completamente paralizado, quería que ya se fuera, no quería volverlo a ver, no podía mirarle a los ojos.

-  mmm… Que apetecible- exclamó de nuevo  –Bueno, ya será en otro momento, de mientras me llevo esto…-  con una de sus manos levanto mi cara y me obligo a besarlo de nuevo.

-Adiós amor, me la pase bien- Me guiñó el ojo y partió…

 

 

Notas finales:

Ojala haya sido de su agrado, gracias por leer


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