Era tan bonita, tenía un cabello negro y liso, piel muy blanca y ojos que llamaban la atención de cualquiera, aunque él deseaba arrancárselos y dárselos a los cuervos de comer.
Pero él no podía hacerlo.
¿Por qué?
Porque su hermano era feliz.
Y si él era feliz, él también lo era.
Poco a poco sin evitarlo, estuvo alejándose.
Él siempre le decía que estaría siempre en su vida, y que lo amaría como nadie podría amarlo.
Pero el problema es que había una “tercera” que dañaría la relación.
Y a él no le gustaba compartir de ninguna forma a su hermano, simplemente era de él y él sería el único que le daría el amor que esa chica no le daría.
––¿Es bonita verdad?––preguntó su gemelo mirándolo atentamente, a ver si había algún tipo de reacción que a él no le agradaba.
––Es bonita…––murmuró con voz suave pero a la vez fría.
Su reflejo sonrió.
––Mañana es su cumpleaños, y le quiero dar un regalo, ¿me acompañas?
El asintió.
––Disculpen, ¿desean comprar algo?––preguntó un hombre, uno de los gemelos asintió mostrándole.
––Mañana es el cumpleaños de mi novia, llevamos 2 meses y quiero darle algo muy especial.
El hombre asintió mientras guiaba a los gemelos a la parte de los anillos.
––Están muy bonitos, ¿dime cuál te gusta?––preguntó a su gemelo.
––No lo sé, sólo escoge uno y ya.
Su reflejo hizo un puchero el cual hizo que sintiera esas mariposas en su estómago.
––Vamos, dime cual es el más bonito, es para una persona especial.
Él era especial, no había un “tercero” que fuera especial en su relación.
––Ummm…––agarró los anillos viendo las joyas que tenían incrustadas. ––Éste me gusta…––le dio uno con un diamante de azul.
––¿Azul?––vio los ojos de su gemelo y asintió. ––Es tu color favorito.
Se encogió de hombros mientras veía a como su hermano le pedía al señor que se lo pusieran en una cajita.
Mientras tanto el veía sin cara interesada las demás joyas.
Hasta que hubo un reloj que le llamó mucho la atención, era de madera, y tenía la cola donde sonaba el “tic tac” que marcando las doce salía un pajarito.
Sonrió.
Y sin que su hermano se diera cuenta le pidió al dueño de la tienda que le apartaran el reloj para mañana buscarlo.
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––Cariño, dime ¿qué le compraste a Caroline?––su madre le sonrió a su gemelo que le mostraba el anillo que el mismo escogió, para la novia de su reflejo y por una extraña razón, su hermano tenía un brillo en los ojos.
Deseaba que ese brillo sólo fuera para él, nadie podía verlo, ni siquiera su madre.
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Vio con fastidio como su hermano se arreglaba para salir con su novia, ¿Por qué no se quedaba con él? Así ambos podían pasar más tiempo juntos.
Después de que esa “tercera” viniera a sus vidas a invadirlos, ya no pasaba tanto tiempo con su gemelo.
Se despidió de su hermano yendo a buscar el reloj, se llevó una mochila con algunas cosas que necesitaría.
––Llegaré algo tarde, no me esperen a comer…––asintió mientras se iba.
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––Este reloj es uno de los más caros que hay––musitó el hombre del día anterior.––¿Un regalo? ––el sólo se limitó a asentir.
Corrió hacia un parque cercano y se sentó mientras sacaba las cosas de su mochila, algunos explosivos y fósforos.
––Este será un buen regalo.
Con un destornillador abrió el reloj y arreglando su mecanismo, y uniendo varios cables y explosivos que tenía, sonrió dando por hecho su trabajo.
Tenía varias cajas para guardar el reloj de nuevo y con una envoltura dorada y una cinta roja termino de arreglar el regalo.
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––¡Caroline! Abre la puerta cariño.
La chica bajo las escaleras y al abrir se encontró con un paquete.
Tomó viendo la tarjeta.
“Déjalo sonar y así veras el verdadero regalo”
La chica sonrió abriéndolo.
––¿Quién era hija?
––No lo sé, creo que son de los abuelos––la chica sonrió mientras tomaba la llave dándole varias cuerdas al reloj que había saco de la caja llevándolo a la sala.
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Sonrió viendo en la ventana, vio su reloj de mano, su hermano tardaría 30 minutos en venir, en esos 30 minutos todos ya se volvería cenizas.
Se alejó lo suficiente, ya que sabía que tipo de explosivo había utilizado, destruiría la casa por dentro.
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Caroline se peinó viendo su reflejo.
Estaba tan emocionada, era muy feliz con él.
––Hija ya baja, tu novio debe estar en camino.
––Ya lo sé mamá.
Bajo yendo hacia la sala, allí estaba el reloj y estaba sonando el típico “tic tac”, se sentó mientras tomaba su celular para enviar un mensaje.
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Solo 2 minutos.
Después empezó a contar.
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2,1
Se cubrió viendo como todo se hacía cenizas, o al menos eso imaginaba por dentro.
Escuchó al cabo de unos minutos la sirena de la ambulancia.
El salió cuando vio a su gemelo correr hacia la casa de su novia.
––¿Dónde está? CAROLINE.
Corrió hacia él sujetándolo.
––¿Tom qué haces aquí?––preguntó Bill mirando a su gemelo.
––Fui a casa de unos amigos Bill, venía caminando hasta que escuché la explosión.
Bill fue hacia uno de los bomberos que salía.
––¿Alguien está vivo?
––No lo sabemos chico, creo que la padre y su hija murieron.
Bill se quedó paralizado.
Se llevó la mano hacia la cara, mientras se cubría con su gemelo.
––Calma Bill, todo estará bien.
––Cada persona que se me acerca es lo mismo Tom, cada vez que tenemos un tiempo ellas mueren o se alejan, ¿acaso estoy maldito?
––No digas eso.
––Creo que no nací para querer a alguien, yo sólo quiero encontrar a esa persona especial, Tom.––Le quitó las lágrimas a su gemelo dándole un beso en al frente.
––Ya la encontrarás Bill, quizás esa persona la tengas a tu lado… y no lo sepas.
Los ojos de Bill se pusieron rojos por las lágrimas derramadas, abrazó a su gemelo caminando con él hacia su casa.
Sí, esa persona especial estaba a su lado, no dejaría que nadie tuviera a Bill.
Porque…
Era de él o de nadie.